19 de diciembre de 2009

Por una cultura de la esperanza

El orden mundial del siglo XXI está en proceso de cambio. Pero no a causa del cambio climático, tan de moda por estos días, ni de las guerras en Irak y Afganistán. Tampoco se debe al crecimiento económico y demográfico de los “big six” (Brasil, México, Nigeria, Suráfrica, India, China). Son las emociones el motor de este cambio. En realidad, inclusive en la vida cotidiana, no es posible entender al ser humano, ni a la humanidad sin integrar sus emociones, que como el colesterol, pueden las hay buenas y malas.

El siglo XX fue el siglo de la razón y de la ideología. Entre 1917 y 1989 las decisiones geopolíticas fueron fáciles en un mundo bipolar. El siglo XXI es el siglo de las emociones. Los argumentos y los cálculos racionales, propios de un juego de ajedrez, primaron en las decisiones geopolíticas del siglo XX. Las emociones y los sentimientos están direccionando las decisiones de las naciones y las subregiones en este siglo XXI. Hoy muchos más pueblos se están preguntando por su identidad y por su futuro. Y los medios de comunicación están allí para difundir los sentimientos y emociones de estos pueblos.

Son numerosas las emociones de los pueblos: resentimiento, rabia, honor, solidaridad, amor, desespero, etc. Pero la noción de confianza, necesaria para la evolución de una nación, parece estar atada principalmente a tres emociones: miedo, humillación y esperanza. El miedo es la ausencia de confianza al interior de una nación. La esperanza, por el contrario, es la expresión de esta confianza. La humillación es la confianza y la dignidad maltratadas, situación propia de aquellos que han perdido la esperanza de un mejor futuro. Cuando el pasado idealizado contrasta con la frustración del presente, el resultado es la humillación.

Muchos de los conflictos actuales, mundiales, nacionales y locales, pudieran encontrar una nueva explicación en estos términos. Cuando se ha experimentado humillación, y se ha perdido la confianza y la identidad, prevalecen las condiciones necesarias para un conflicto. También el miedo, utilizado en muchos países como herramienta de gobierno, consolida la desconfianza entre unos y otros miembros de la misma sociedad, es decir, la latencia de un conflicto.

Según Dominique Moisi, en “Geopolitics of Emotions”, son las culturas del miedo, la humillación y la esperanza las que están moldeando el nuevo orden mundial. Demasiado miedo, demasiada humillación e insuficiente esperanza constituyen la más peligrosa de todas las combinaciones sociales en el siglo XXI. Para prevenir este coctel, habría que desarrollar más capacidad para entender esta ecuación de emociones sociales. Tarea para Napoleón Franco y cia.

Muchos quisiéramos que fuera la esperanza la que dominara y que todas las naciones pudieran actuar en función de su confianza en el futuro. Muchos quisiéramos ser capaces de sobrevivir a la cultura dominante de miedo y humillación para comenzar a enseñar la esperanza. Ese es mi deseo para Colombia en 2010.

Publicado El Nuevo Siglo 21-12-2009

8 de diciembre de 2009

Las preguntas existenciales de María

María es una española de clase alta. Vive en Ibiza. Le gusta viajar. Le gusta el jet-set y vive en él. También es empresaria. Ha logrado una articulación comercial global exitosa entre artesanos en Malindi, en la costa Este de Kenia, y la costa española. Desde hace 10 años produce kikoi, especie de chal multiuso para los locales kenianos, a costos muy bajos, es decir, en el lenguaje global, a costos muy competitivos. Y los distribuye a los almacenes de productos de clase alta en España. Por supuesto que venderlos en los almacenes de clase alta en España es fundamental para el negocio: no solamente se puede multiplicar el precio por más de diez, sino que se vuelve un producto aspiracional para la clase media. María es una pequeña empresaria exitosa.

María llegó por casualidad a esta “buena plaza”. La primera vez llegó a visitar a un médico amigo que se había instalado allí. Y María, que siempre ha tenido aquella facilidad que manifiestan algunas mujeres de clase alta para crear la moda con prendas normales, se imaginó el kikoi semicubriendo las caderas de las europeas refinadas en la playa. Desde ese momento comenzó a trabajar con un keniano indio (los indios suelen dominar el comercio y la pequeña industria en las ex colonias inglesas), quien por ocho años ha asegurado desde su microempresa la producción artesanal que María necesita para su pequeño mercado de lujo en la costa española.

María viaja seis semanas al año a Malindi, tiempo durante el cual trabaja duro. También, al finalizar cada sesión anual de seis semanas de trabajo, suele hacerse preguntas cruciales. Su última pregunta fue sobre el salario de los empleados del señor indio, que reciben unos sesenta dólares al mes. Para estos empleados locales, tener este trabajo es un privilegio, si se les compara con muchos otros kenianos.

¿Cómo es posible que el precio de un exclusivo cereal que María lleva desde España para sus desayunos equivalga a lo que gana uno de sus trabajadores al mes? Esta pregunta surgió la misma noche reciente en la que, contrariada, escuchó al conserje de su apartamento en Malindi explicarle que no moriría de calor por no tener aire acondicionado esa noche. Él mismo no había muerto de lo mismo en sus treinta años de existencia.

María se está haciendo preguntas globales y existenciales. Está percibiendo que tal vez hay algo que no debería ser como es, en términos de equidad global. Probablemente no pueda hacer mucho, pero no está mal que en el inicio de su edad madura entienda que algo anda mal en el mundo. No importa si tal vez lo olvide en su siguiente viaje, para navidad, a Santa Lucía en el Caribe, donde la espera su marido y varios amigos en su velero, para ir a Cartagena y luego a Bocas del Toro.

Publicado El Nuevo Siglo, 30-11-2009

29 de noviembre de 2009

La ilusión de Kamau

Gitau Kamau es un joven keniano. No es de los famosos maratonistas que se conocen en todo el mundo y que han forjado su gran resistencia en el Valle del Rift, al occidente de Kenia, recorriendo desde pequeño unos dieciséis para ir de la casa a la escuela y regresar. La escuela de Kamau estaba mucho más cerca de su casa. Y por ello, en lugar de correr, Kamau dedicaba más tiempo de niño a jugar al futbol en las calles polvorientas de su pueblo Kitui. Y resultó ser un gran jugador, como tantos muchachos de las favelas de Rio de Janeiro, de Pescadito en Santa Marta o de Tumaco. Y de allí nació la ilusión que se convirtió en problema.

Kamau no escapó a los ojos de tantos “cazadores de talentos” que viajan por los pueblos africanos en busca de prospectos para el futbol internacional. Uno de esos cazatalentos identificó a Kamau cuando tenía trece años. Un día, a los catorce, Kamau recibió del cazatalentos la invitación a llevarlo a Europa. Y se fue con la ilusión del Barcelona, del Ajax o del Arsenal. Pero sólo había logrado entrar en la red de trata de personas que también lleva a jóvenes africanos a Europa, con los propósitos más disímiles y por supuesto ninguno de ellos bueno para un adolescente. Kamau logró afortunadamente escapar y fue acogido, gracias a alguien que en su refugio lo orientó, por una ONG que atiende adolescentes llevados a Europa con fines de explotación.

¿Además de la ilusión de ser un gran jugador de futbol hubo algo más que hiciera a Kamau una víctima fácil de esta red de trata de personas? Muchos de los jóvenes, hombres y mujeres, víctimas de estas redes tienen en común una serie de rasgos de vulnerabilidad social y económica. Uno de los intereses actuales de diferentes organismos internacionales es identificar estos elementos de vulnerabilidad en las ciudades origen de estos jóvenes. Si las características son semejantes y fueran agrupables, habría la posibilidad de intervenir de manera integrada en comunidades o barrios específicos de las ciudades origen, para reducir la vulnerabilidad económica y social que los hace presa fácil de la emigración ilegal inducida.

La emigración es un fenómeno propio de la dinámica de las sociedades. La emigración inducida por la coacción o el engaño para fines de explotación económica, es un delito. Sin embargo esta última ocurre con bastante frecuencia entre los países del sur y los países del norte. Más allá de las posiciones conservadores de algunos países del norte que ven en la inmigración uno de los mayores problemas, lo que el mundo necesita es mayor cooperación entre las ciudades origen y las ciudades de acogida de los migrantes. De esta manera los migrantes como Kamau serán menos objeto de explotación y no verán sus derechos abusados.

Publicado El Nuevo Siglo 23-11-2009

22 de noviembre de 2009

Volver a la Policía en las ciudades

Cuando fundó Scotland Yard en 1828, Sir Robert Peel propuso que un policía debería ser nada distinto a un ciudadano dedicado las 24 horas del día a las tareas básicas del ciudadano: velar porque los demás miembros de la comunidad pudieran gozar de la mayor tranquilidad posible. Se puede ir más allá y plantear que en las ciudades la Policía debe también considerarse como un actor del desarrollo social urbano. Esto es lo que plantea la Plataforma de Policía para el Desarrollo Urbano que acaba de lanzarse en Barcelona por parte de Naciones Unidas Hábitat, el Instituto de la Seguridad del Gobierno de Cataluña y la Policía Nacional Sueca.

La plataforma PPDU quiere servir de espacio de intercambio y articulación entre las policías y los responsables del desarrollo económico y social en las ciudades del mundo. También pretende desarrollar una doctrina complementaria para facilitar la articulación de las policías en las políticas urbanas, más allá de las políticas de seguridad urbana, y al mismo tiempo la incorporación de criterios policiales y de prevención del delito en el diseño urbano, en la gobernanza de la ciudad y en el desarrollo social y económico.

Muchas sociedades urbanas siguen contemplando la seguridad y la convivencia como uno de los mayores problemas, al lado del problema socioeconómico. Pero también en muchas ciudades del mundo las políticas de seguridad urbana siguen siendo un asunto tradicional de policía, en el cual poco o nada participan los gobiernos locales. Algunos mandatarios locales han incorporado el discurso, pero en realidad no inciden en la política de seguridad.

Algunos líderes del tema en el mundo planteaban desde hace rato la necesidad de esta plataforma para intercambiar ideas y experiencias entre ciudades, para desarrollar nuevas herramientas de aplicación y para construir un espacio de intercambio entre dos mundos y dos visiones tradicionalmente antagónicos.

Experiencias de ciudades como Barcelona y Medellín, la primera planeada, la segunda empírica en la comuna nororiental, muestran que es posible obtener resultados cuando la planeación integral urbana incorpora el tema de policía. Experiencias de Torino en Italia y de Kuwait también dejan entender que el manejo del espacio público es una gran oportunidad para la articulación de policía con actores sociales, en la primera, como para el trabajo de seguridad y convivencia en la ciudad multicultural. Incluso ciudades con problemas de violencia críticos como Rio de Janeiro en algunas de sus favelas o como Abuja en Nigeria, están demostrando en trabajos piloto que cuando la policía tiene el reflejo de acercarse a los actores del desarrollo social y económico, los resultados obtenidos en seguridad pueden tener un carácter más sostenible. Para Colombia, el programa Departamentos y Municipios Seguros de la Policía Nacional pudiera dar un salto en el sentido que plantea esta plataforma y dar mayor iniciativa a los actores del desarrollo económico y social municipal.

Publicado El Nuevo Siglo 09-11-2009

Lecciones cariocas (2)

Siguiendo con el análisis del problema de seguridad urbana de Rio de Janeiro, aquí van otras seis verdades analizadas por la revista Veja de Octubre 28. Estas verdades dicen de la complejidad del problema y suscitan preguntas y reflexiones globales que pueden inspirar políticas de prevención en otros países y ciudades.

1) El problema de combatir el crimen con más crimen. En Río se crearon grupos que actuaron por cuenta propia contra las organizaciones criminales. Ex policías, bomberos y civiles conformaron estas especies de convivir. El resultado era obvio. Se transformaron en milicias que donde ganaron impusieron su ley y sus propios monopolios en la economía informal. ¿Hará falta más evidencia para entender que la única forma de combatir el crimen es desde la legalidad? Tendrían que analizar más la experiencia pasada de países como Colombia.

2) Algunos líderes de estas milicias se convirtieron en líderes comunitarios y luego incidieron en la orientación electoral de “sus” comunidades. El trabajo reciente de Lucas Jaramillo en una ciudad del norte de Colombia ya mostró las dificultades del “paramilitarismo comunitario” que llevó el poder que les daban las armas a otros ámbitos: la política y la organización social.

3) La corrupción que torna a la policía más ineficaz. Este planteamiento de la Revista Veja se sustenta en el análisis de la tasa de resolución de homicidios: En Rio este indicador está en 4% mientras que en Sao Paulo es de 60%. En muchos países no existen datos suficientes para determinar la tasa de esclarecimiento de delitos. Este parecería ser un indicador clave para determinar qué tan eficientes son en un país la policía y la justicia.

4) Las comunidades sirven de escudos humanos. En Río las organizaciones criminales han usado a la población para dificultar la acción de la fuerza pública. La vulnerabilidad de la población en los sitios donde actúa el crimen organizado puede ser extremadamente alta. ¿Y qué tanto algunas comunidades en diferentes zonas urbanas del mundo son también víctimas de su permisividad con integrantes de estas organizaciones?

5) Falta inversión pública en la seguridad urbana. ¿Qué tanto se debe invertir en seguridad urbana desde los diferentes niveles de gobierno? ¿Cuánto se debe invertir en coerción y cuanto en prevención? Estas son preguntas claves que deberían tener una respuesta objetiva en todos los países del mundo.

6) Las favelas no producen drogas ni armas. La acción de la fuerza pública, según Veja, está focalizada en las favelas, pero habría que redoblar esfuerzos en los sitios de ingreso y tráfico de armas y drogas a este país. ¿Por qué siempre las cámaras y la atención sobre lo criminal están en los sitios de los más pobres y vulnerables? ¿Por qué no están en los ámbitos en los que la corrupción permite el fácil ingreso de los ilícitos? Esa es la pregunta de las comunidades locales en todo el mundo.

Publicado El Nuevo Siglo 16-11-2009

Lecciones cariocas (1)

Hace dos semanas el mundo se vio sorprendido por la imagen de un helicóptero derribado por grupos de criminalidad organizada en las favelas de Rio de Janeiro. Esta imagen mostrada por todos los noticieros del mundo puso de manifiesto el gran reto de Rio sede de los olímpicos de 2016: prevenir la criminalidad y la violencia.

La revista Veja, referencia periodística en Brasil, destacó en su edición reciente quince verdades a tener en cuenta para analizar el problema. Esos puntos suscitan una serie de preguntas que el mundo en general debe responder. Aquí van los seis primeros:

1. La relación entre consumo y violencia. ¿Cómo habría que considerar la relación entre quien consume droga y la violencia que el tráfico del mismo consumo genera? Una pista para esta respuesta es analizar lo realizado en otros ámbitos: Por ejemplo en el mundo ecológico ya se ha hablado de la responsabilidad ambiental de los consumidores de bienes y servicios.

2. La ceguera del Narcolirismo. ¿Hasta dónde el consumo de droga por miembros de ciertas élites sociales en privado, legitima socialmente la actividad criminal? Habría también lugar para hablar de la responsabilidad del consumidor.

3. El culto al malandro. ¿Hasta dónde existe permisividad social con los antihéroes que son los capos y las cabezas de las organizaciones criminales? La teoría del atajo de Mockus plantean una reflexión interesante al respecto. El éxito de series de televisión o de cine sobre los narcotraficantes permite volver a viejas preguntas sobre el papel de los criminales en el imaginario social.

4. El estímulo populista de la “favelización”. Según Veja, muchos políticos se beneficiaron electoralmente de la existencia de las favelas. El populismo en las zonas más pobres parece ser el pan de cada día en muchos países del mundo. ¿Será que por ley transitiva una parte de la responsabilidad de la violencia en las zonas marginales de nuestras ciudades hay que buscarla en los políticos populistas que alentaron el crecimiento urbano precario o que callaron frente a ello? Cabría revisar la cuestión.

5. El miedo a remover las favelas. La pregunta es ¿qué hacer con los barrios informales en América Latina? ¿Relocalizar o remover son la única alternativa, así sea políticamente un suicidio? Ejemplos como el de la Comuna Nororiental de Medellín demuestran que existen soluciones posibles mezclando mejoramiento integral, intervenciones en infraestructura social y algo de relocalización que facilite la construcción de espacios públicos democráticos. No es fácil hacerlo pero es urgente.

6. Fingir que los bandidos no mandan. Para Veja, el discurso oficial insiste en que el Estado controla el territorio. Pero la realidad en muchos barrios informales, como en pequeñas y hasta grandes ciudades, es la captura o cooptación del Estado y de la sociedad por las organizaciones criminales. Este es tal vez uno de los mayores retos en la lucha contra la criminalidad organizada: recuperar el imperio de la ley en muchos barrios y ciudades.

Publicado El Nuevo Siglo 02-11-2009

Gerardo el re-inmigrante

Gerardo nació en Palmira. A los 45 años se quedó sin trabajo. Decidió irse a Londres a probar suerte. En su mente estaba la idea de enviar dinero para que sus hijos de 16, 14 y 5 continuaran los estudios. Ocho años después, la crisis económica ha hecho más dura la competencia por el trabajo informal para los inmigrantes ilegales en Londres. La revaluación del peso ha hecho que las libras que enviaba a su familia tengan hoy menos poder adquisitivo en Colombia. Gerardo ha decidido regresar a su país y no sabe qué suerte le espera.

Cuando llegó a Londres trabajaba dieciocho horas diarias. Tenía el entusiasmo del recién llegado, animado por el sentimiento de responsabilidad para con su familia. Consiguió un trabajo como limpiador de baños. No hablaba inglés. En realidad, no se necesita mucho inglés para entender lo que es la mierda en Londres. Recibía cinco libras esterlina por hora. Con esto pagaba su estadía, resumida a una habitación y mala comida, y por supuesto ninguna seguridad social. Lo que le quedaba lo enviaba a su familia en Palmira. Cuando la libra esterlina llegó a estar entre cuatro y cinco mil pesos, lo que enviaba alcanzaba también para hacer algunos ahorros.

Los años pasaron y Gerardo no aprendió mas inglés que el mínimo necesario para saludar y responder preguntas de si o no. En cambio, el conocimiento de Londres y de sus calles le permitió conseguir un trabajo como repartidor de correo postal. Ahora cobraba entre siete y ocho libras esterlinas por hora. Entonces comenzó a trabajar menos. El tiempo restante lo dedicaba esencialmente a compartir con otros miembros de la comunidad latina que estaban más o menos en su misma situación.

Gerardo nunca visitó a su familia durante estos ocho años como inmigrante ilegal en Londres. Solo pudo seguir el crecimiento de sus hijos a través de fotografías y de las imágines que le llegaban a su correo electrónico últimamente.

En los últimos años, con la revaluación del peso, Gerardo pensó en volver a los ritmos de trabajo de su época de recién llegado. Pero ya no tenía la misma energía. Tampoco había las mismas oportunidades. Incluso para limpiar baños comenzaron a pedirle documentos legales. La decisión de regresar no tardó en ser tomada y ahora está de viaje de regreso pensando que tal vez ahora es distinto y que podrá encontrar la oportunidad de trabajo que ocho años atrás no tuvo.

La crisis ha hecho que los inmigrantes colombianos consideren el retorno. Pero tal vez muchos de ellos se encuentren con que la realidad laboral en el país les sigue siendo esquiva. Y que durante los años que estuvieron afuera no ocurrieron mayores cambios en la superación de la pobreza y la creación de nuevas oportunidades. Les quedará, si les toca, como también está en la mente de Gerardo, buscar oportunidades en mercados ilegales.

Publicado El Nuevo Siglo 26-10-2009

Seguridad urbana y hábitat

Se presenta esta semana el libro de ONU-Habitat “Seguridad urbana y hábitat: tendencias, prevención y gobernanza de la seguridad” editado por este columnista y por Fabio Giraldo. Es la ocasión para recordar a alcaldes, a planificadores, funcionarios nacionales y comandantes de policía, que la seguridad en las ciudades del mundo está íntimamente ligada a las intervenciones que buscan el desarrollo urbano. No hay seguridad sin una perspectiva integral del hábitat y de la ciudad.

Lo más importante de una perspectiva de seguridad asumida desde lo urbano es la integralidad. Una buena política de seguridad urbana y convivencia debe combinar aspectos como: fortalecimiento institucional, política de espacio público físico, integración del concepto de cultura ciudadana, mayor participación de la ciudadanía, territorialización de la política pública y corresponsabilidad. Esto debe sumarse a los aspectos tradicionales de la concepción de la seguridad que en este país asumieron el eslogan de “zanahoria y garrote”.

El ciudadano urbano mejor informado está aumentando la demanda por una política de seguridad urbana más eficaz. Frente a esto, se requieren nuevos desarrollos, nuevas capacidades de análisis, todo orientado a una nueva visión política de seguridad urbana y la convivencia para el largo plazo que surja de los diálogos y debates políticos y ciudadanos sobre los retos que cada ciudad debe enfrentar y estar en capacidad de anticipar. La prevención efectiva de los problemas de delincuencia y convivencia en las ciudades, significará mayores exigencias a las autoridades locales y la policía urbana. Por ello, las ciudades deben fortalecer sus capacidades para: a) administrar y gerenciar los temas de convivencia y seguridad urbana, b) garantizar el ejercicio de los derechos a la seguridad y las libertades públicas por parte de los ciudadanos; c) medir la criminalidad, la violencia y la percepción de inseguridad; d) abordar integralmente todos los problemas de civismo y convivencia ciudadana, las manifestaciones de la violencia y la delincuencia, además de prepararse para rechazar los impactos de la criminalidad organizada; y e) concebir y fortalecer una política de orden social que permita construir una sociedad urbana más justa, en donde prime la cohesión social.

Los gobiernos nacionales, tradicionalmente reacios a la participación de los gobiernos locales en las políticas de seguridad urbana, deben comprender que la importancia de la tarea de las ciudades en las políticas de seguridad está la prevención. Aunque resulta obvio, no sobra insistir en que es en el ámbito local donde se materializan las políticas públicas y las intervenciones sociales. En esta medida, el acceso y el derecho a otros bienes públicos en la ciudad favorece el derecho al bien público de la seguridad.

En este escenario, la obligación de las autoridades locales es asumir el liderazgo, la de las nacionales, permitirlo, y la de la policía, integrarse activamente a las políticas integrales de desarrollo urbano. Será lo único que funcione en el futuro.

Publicado El Nuevo Siglo 19-10-2009

14 de octubre de 2009

La revolución celular

Hace apenas diez años era imposible llegar a una cita sin tener completamente memorizado o muy bien escrito en un papel, el camino para llegar a la dirección de la misma. Hoy ya no es necesario. Con el celular en la mano, no es imposible ver a dos personas que, para encontrarse, se marcan al celular, así estén a diez metros de distancia. También era necesario prever mejor las llegadas, las salidas, los itinerarios, pues no había celular a la mano para confirmar. Las hijas, para hablar de una reciente publicidad de radio, no tenían que responder por celular a su padre que preocupado llama hoy cada dos minutos para saber cómo está. No era común la comunicación en tiempo real.

Comunicarse en tiempo real es hoy una revolución. Y es “bien público” en la medida en que todo ciudadano debería tener acceso a ello. Pero ese acceso puede ser afectada por la posibilidad de “tener minutos” para llamar o por la cobertura de la red.

Durante mucho tiempo, tener una línea de teléfono fija constituyó parte de algunos indicadores económicos de desarrollo social. Esta variable ya no significa lo que antes. Podría incluso pensarse que tener línea fija es un lastre, cuando algunas empresas públicas hacen hasta lo imposible para que los usuarios no las entreguen. Es el resultado de la falta de visión de sus dirigentes en tiempos anteriores.

Los ciudadanos más beneficiados son los más pobres. Tienen acceso a comunicación. Y esto quiere decir acceso a información cotidiana. Los ciudadanos rurales están pasando, de manera masiva, del aislamiento a la posibilidad de comunicarse en tiempo real, de resolver problemas cotidianos con mayor facilidad, de impulsar sus tareas sociales o sus actividades económicas en tiempo real. Y esto en países con zonas rurales pobres, es muy importante.

Los decisores y sus grupos de trabajo deben dar toda la atención a los aspectos de equidad y acceso al bien público que es la comunicación en tiempo real. Una gran cantidad de actividades y situaciones pueden beneficiarse del buen eso de los celulares. Y, para tocar un tema tradicional de esta columna, la seguridad ciudadana podría ser uno de estos temas. En algunos países por ejemplo se ha puesto de moda que los ciudadanos se convocan por mensaje de texto, el famoso SMS, para sus citas urbanas: bien una cena de blanco en Paris, bien una actividad juvenil en Madrid. ¿Por qué no utilizar el mecanismo para por ejemplo mejorar la relación entre la policía y la comunidad?, ¿o para informar a los ciudadanos sobre situaciones de riesgo?, ¿o para brindar orientaciones preventivas, por ejemplo teniendo información de primera mano sobre los taxis?

En fin, la comunicación por celular es una revolución y aún se puede aprovechar mucho en beneficio del ciudadano para facilitar su acceso a las oportunidades del desarrollo o para disminuir sus riesgos.

Publicado El Nuevo Siglo 12-10-2009

6 de octubre de 2009

Viva Río

Tal vez una de las mejores noticias para América Latina en la última semana fue la elección de Rio de Janeiro como sede de los juegos olímpicos de 2016. El presidente Lula bien manifestó, con emotivas lágrimas, que era uno de los grandes acontecimientos que había recibido en su vida. Eso lo mostraron bien las pantallas de televisión. No era para menos por lo que significa realizar un evento de esta magnitud. Ahora, el punto central de análisis es entender lo que significa para una ciudad como Río prepararse para los juegos. No son pocos los retos que esto implica: preparar la infraestructura, preparar la acogida, preparar la seguridad, preparar el ambiente. En muchos de estos temas esta ciudad puede tener la preparación necesaria. Es una ciudad acostumbrada al turismo y a acoger a grandes cantidades de turistas. Cada año lo hace para su famoso carnaval. Tampoco es un secreto que en materia de ingeniería las firmas brasileras compiten entre las mejores de la región. No deberían tener inconveniente para adaptar la ya importante infraestructura. Y ni se diga del ambiente. Rio es tal vez la ciudad con mejor ambiente en todo el continente. El punto neurálgico de la preparación de los juegos en Rio será la seguridad y la convivencia. Desde ahora, las autoridades como las organizaciones internacionales deben comenzar a planear las respuestas que Rio necesita en materia de seguridad ciudadana y convivencia.

El marco geográfico de Rio de Janeiro combina zonas planas, principalmente cercanas a las playas, con laderas y vertientes, en muchas de las cuales se han desarrollado los asentamientos humanos vulnerables conocidos como favelas y en las que la planeación urbana ha sido la gran ausente. Allí, la informalidad en el desarrollo del hábitat ha incidido de manera importante en los límites al desarrollo económico y social, en los problemas de convivencia y también en el desarrollo de diferentes manifestaciones de la criminalidad.

No han sido pocos los esfuerzos de organismos internacionales y de ONGs para acompañar a Rio en los intentos de manejar y solucionar el problema. Las inversiones han sido cuantiosas en proyectos de mejoramiento integral de barrios. Queda por evaluar el impacto real de las mismas. Lo cierto es que para Río será importante trabajar en una estrategia que permita convertirla en una ciudad más segura, que pueda, en los años que quedan antes de sus juegos olímpicos, darle una oportunidad de desarrollo a sus favelas y al mismo tiempo prevenir los problemas de criminalidad y violencia. Se trata de un gran reto para esta ciudad que casi todo el mundo aprecia.

Río podría inspirarse de lo que ciudades colombianas como Medellín han desarrollo en los años más recientes. Y, definitivamente, lo que pueda desarrollar Río en la construcción de entornos urbanos más seguros será inspirador para las demás ciudades del continente. Las ciudades colombianas deberín estar atentas a dichos desarrollos.

Publicado El Nuevo Siglo 05-10-2009

Reality de candidatos

A esta hora ya hay candidatos del Polo y del Partido Liberal que, con Uribe o sin Uribe en el partidor, ya son vistos por algunos camino a una consulta interpartidista. Pareciera que se va aclarando el panorama. Pero no es así. La semana pasada fue particularmente inesperada para dos candidatos: Lucho y Uribito.

La borrachera de Lucho le ha salido cara, de eso no hay duda. Está por verse qué tanto. Pero el precedente es que este país es más sensible a las debilidades individuales, que a los crímenes de lesa humanidad. La opinión pública le podría cobrar a Lucho su borrachera más que a otros las masacres, los asesinatos o los robos al Estado. Sería una lástima que borraran a Lucho del escenario, poniéndolo al mismo nivel de otros políticos. De todas formas, lo suyo fue un error grande, como él mismo lo reconoció. La gran pregunta es qué pensarán Mockus y Peñalosa a esta hora. Una salida que ya han debido considerar es hacer de este error una oportunidad pedagógica sobre la responsabilidad individual y la responsabilidad pública. Mockus tiene la palabra.

Por su parte, Uribito mostró el cobre, dirán algunos. Los auxilios o incentivos, como púdicamente se han llamado en el lenguaje oficial, otorgados a las familias tradicionales de varias regiones del país, desde ya anticipan lo que quiere representar el novel precandidato conservador. Pero haber mostrado el cobre ya lo pone en dura competencia con Noemi y Marta Lucía, las que ya le llevan mucha ventaja en capacidad política y capacidad técnica respectivamente.

Mientras tanto Uribe sigue con su encrucijada el alma entre el miedo “formal” a cambiar la constitución y el miedo “real” a volver a épocas de control territorial amplio por parte de la guerrilla. Su estrategia está clara: mantener latente el miedo como arma para aglutinar. Y él sabe utilizarla de manera muy hábil. No es la primera vez que eso se hace en política, más Uribe ha sido un innovador al adaptar el arma del miedo a la situación colombiana.

Una vieja enseñanza de las estrategias de cabildeo y de lobby dice que “todos tienen jefe”, para referirse a que, teóricamente, en la política racional siempre hay alguien o algo susceptible de controlar o motivar las decisiones individuales. En física o matemáticas se hablaría, en sentido inverso, de los grados de libertad. Uribe depende de otros actores y no tiene todos grados de libertad que quisiera. Muy seguramente no se presentará a una tercera elección. Pero ello no impide que haga todo lo posible para generar temor con la segunda reelección. De esta manera puede mantener desorientados a sus opositores y al mismo tiempo preparar el terreno para su posible sucesora o sucesor.

Addenda. En adelante esta columna se ocupará de temas globales o internacionales fundamentalmente. No es riguroso opinar sobre los temas nacionales sin estar allí presente.

Publicado El Nuevo Siglo 28-09-2009

20 de septiembre de 2009

Difícil desarrollo urbano

Las ciudades colombianas están en un proceso de consolidación. Pero aún tienen muchos retos por resolver. Siguen afrontando con dificultades muchos de los problemas que las afectan. Y si bien hay casos exitosos e importantes, también hay recaídas. Dos ejemplos recientes son la corrupción y la inseguridad. La corrupción que surge donde hay grandes debilidades institucionales frente a grandes apetitos. La inseguridad que se está alimentando de la carencia de una estrategia nacional de seguridad urbana.

El último ejemplo de dudas sobre gran corrupción lo han develado los medios y el Concejo de Bogotá. Se trata de las actuaciones difíciles de entender de funcionarios de la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos. Al parecer, la puja de grandes grupos de contratación por el control de un millonario contrato para operar el moribundo relleno de Doña Juana, no se ha dado sin consecuencias en la actuación errada, y quién sabe si interesada en el propio pecunio, de algunos funcionarios. No sería difícil de entender que una entidad débil, con una mayoría de funcionarios contratistas, sea altamente vulnerable a eventuales capturas por grupos privados. Los problemas de fondo son dos: la debilidad estructural de esta entidad y el gran interés que representa para los grupos de contratistas y sus aliados políticos, el que la situación se mantenga así. Así es más fácil capturar el estado. Sería bueno escuchar lo que piensa el Alcalde de Bogotá sobre esto, pues el día del próximo escándalo por corrupción o emergencia ambiental no es imposible que su popularidad regrese a niveles cercanos al 20%.

En cuanto a la inseguridad, la ciudadanía urbana sigue manifestando gran preocupación por el fenómeno. El ejemplo de la última encuesta de Medellín Cómo Vamos, ha mostrado la sensibilidad del tema. Allí, sin embargo, un funcionario dio muestra de gallardía. El Secretario de Gobierno Jesús Ramírez en su carta de renuncia asumió el costo político de dicha situación, que como lo muestran los análisis, no depende solamente del gobierno local, sino también, y en mucho, del gobierno y los organismos del orden nacional. Si no hay una estrategia nacional de seguridad ciudadana que sirva de telón de fondo para articularse con los gobiernos locales, no es imposible que en medio de luchas mafiosas que no controla un gobierno local y que articulan gran cantidad de grupos de criminalidad organizada, la seguridad urbana se degrade.

Estos ejemplos muestran la debilidad y la vulnerabilidad de nuestras ciudades. Vamos a necesitar mayores liderazgos, mejores coordinaciones interinstitucionales, más control y mayor responsabilidad para la solución de los problemas del desarrollo urbano. Y esto obliga a volver a mirar las capacidades de las administraciones municipales, que ha venido francamente en claro deterioro y cuando más se ha estancado. Y por otra parte, hay que volver a revisar la pertinencia de las políticas nacionales para los territorios urbanos y cómo se articulan con la política local.

Publicado El Nuevo Siglo 21-09-2009

13 de septiembre de 2009

Narcotráfico democrático

En Colombia se ha abusado hasta el cansancio del adjetivo “democrático(a)” y no falta ahora quien hable del “narcotráfico democrático”. Que no se trata de un sablazo a Palacio por si alguno de sus miembros y amigos ya se ha prevenido al leer estas primeras líneas. Esta nueva expresión más bien parece nombrar la forma que encontró el negocio del narcotráfico para solucionar dos obstáculos que les preocupan: el alto perfil y la aversión social. La solución encontrada parece obvia: que muchos más obtengan una parte de la renta.

Algunos pasos de la cadena del narcotráfico siguen buscando una perspectiva mayorista: El transporte de grandes cargamentos de droga por el Pacífico o por el Caribe y la introducción de pacas de dólares del negocio de una sola vez por aire o por mar. Pero ahora, muchos están entrando dólares en múltiples operaciones de pequeñas cantidades o en especie (contrabando).

Lo nuevo es que hay una mayor participación de grupos y personas distintos en las rentas de la logística del transporte como del lavado de los dineros.

El transporte de una lancha rápida desde el Pacífico colombiano cuenta con la participación de aventureros de Juradó en Colombia o de Jaqué en Panamá. Y en su viaje a México o a barcos intermedios, las necesidades en mantenimiento y abastecimiento permiten actividad económica y rentas a muchas comunidades sobre las costas centroamericanas. Son particularmente activas comunidades de las fronteras Panamá-Costa Rica y Costa Rica-Nicaragua. Muchas comunidades y grupos allí viven de la economía informal derivada de suministros, servicios, provisiones y a veces protección a este transporte. Cuando hay naufragios, ellos mismos pueden recuperar la droga y distribuirla en mercados locales.

En Colombia, la droga que no cumple con la calidad exigida por compradores será destinada al mercado local, principalmente en las grandes ciudades, donde está creciendo el microtráfico. Este microtráfico requiere una gran red de distribución, conformada fundamentalmente por grupos delincuenciales barriales y por familias que entran a la actividad. El mercado son principalmente los jóvenes de clase media o media baja. La elección del expendedor tiene en cuenta muchas veces la proximidad a sitios que facilitan el atraco callejero, esto es, recursos para los eventuales compradores. Nuevos actores locales están percibiendo rentas del negocio.

Muchos dólares del narcotráfico se están convirtiendo en contenedores de mercancías chinas, pagadas en Panamá, y están inundando la distribución al detal en el mar de la informalidad callejera de nuestras ciudades. Las cantidades de dólares lavados por esta vía son, además de socialmente aceptadas, bastante consecuentes.

La lucha contra los capos, a lo que se dedica tanto recurso y discurso, no solucionará el problema por sí sola. El problema de fondo está en la alta vulnerabilidad de un sistema de ciudadanos con bajos ingresos, en una sociedad donde el ejemplo ha sido conseguir plata y poder a cualquier precio. ¡Bienvenidos al mundo del narcotráfico democrático!

Publicado El Nuevo Siglo 14-09-2009

9 de septiembre de 2009

Revisar política e instituciones de seguridad urbana

Los hechos y las percepciones están diciendo que hay necesidad de una revisión profunda de la política de seguridad ciudadana y convivencia así como de sus instituciones. Si no se dan cambios en la política a nivel nacional como a nivel urbano no es descartable que la inseguridad urbana siga avanzando y que se revierta la tendencia de los logros de tantos años.

En el nivel nacional, la política privilegió hasta ahora la seguridad rural. La Policía Nacional se preparó durante años para desarrollar, con éxito, el reflejo de combate frente a grupos armados ilegales. Y los grupos de inteligencia e investigación criminal se prepararon, con éxito, para desmontar las estructuras piramidales de los carteles. Su objetivo, como en cualquier juego de mesa, ha sido ir tachando dados de baja o capturados. Pero estas destrezas no son las que permiten mejorar la seguridad urbana. La política nacional debe ser revisada en asuntos de seguridad ciudadana y convivencia urbana. La seguridad cotidiana en las ciudades requiere de nuevas destrezas y acciones. No sirven para la seguridad ciudadana las recompensas. Ni los grupos élite. Ni el “body account”. Ni conocer las pirámides de los carteles. Y la capacidad de choque, que se debe mantener, sola no resuelve el problema.
En la zona urbana hay que desarrollar fundamentalmente dos aspectos: una táctica y lógica de acción de Policía Orientada a Resolver Problemas. Los policías urbanos deben ser entrenados en la comprensión multidimensional de los problemas, no solamente en el uso de la fuerza. Se necesita una nueva policía para las zonas urbanas, adaptada a las necesidades y la diversidad de las conflictividades urbanas. Deben conocer ampliamente las instituciones de la ciudad, para poder convocar la acción multisectorial que permita resolver bien los problemas de seguridad ciudadana y convivencia.

Y se requiere una mayor gobernanza de la seguridad urbana que permita una nueva articulación y confianza con la comunidad. Se requiere una coordinación real entre gobierno nacional y gobiernos locales: Los problemas de seguridad urbana requieren la acción de ambos.

Por su parte, las grandes ciudades no pueden abandonar su responsabilidad en la materia, que es lo que parece estar ocurriendo en algunas. Luego del logro de años de trabajo conjunto entre la ciudad y la policía, los responsables están planteando que hay que “dejar a la policía hacer el trabajo”. Se están desentendiendo del asunto. Es muy probable que manejar la cartera de la seguridad ciudadana con los reflejos de la cartera de la política, como ocurre en las secretarias de gobierno, esté llevando a que los secretarios de gobierno no den la atención técnica que desde el gobierno civil requiere el problema. La solución de fondo sería crear en las ciudades una Secretaría de Seguridad Ciudadana y liberar a los secretarios de gobierno de esta responsabilidad técnica que a veces parece incomodarles. Los ciudadanos urbanos merecen más responsabilidad en el tema.

Publicado El Nuevo Siglo 07-09-2009

1 de septiembre de 2009

El espejo mexicano

Para muchos, lo que pasa hoy en México con el narcotráfico y la violencia homicida es un espejo de lo que pasó en Colombia en los años 90. Pero entender el problema mexicano de hoy y cómo lo enfrentan también puede servir para entender posibles evoluciones de nuestro problema o lo que nos falta por hacer.

La revista Nexos de ese país se refiere a Ciudad Juárez, Tijuana y Monterrey como “ciudades tomadas” por el narcotráfico. Según la organización civil mexicana Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública, Ciudad Juárez presenta la tasa más alta de homicidios en las Américas. Y Tijuana la cuarta. En estas tres ciudades mexicanas los carteles del narcotráfico libran batallas entre ellos y contra todo lo que se les oponga. Eso explica buena parte de la violencia homicida. Y detrás de todo esto se han desarrollado grupos de sicarios entrenados, que también utilizan sus “capacidades” para obtener rentas por otras vías como el secuestro extorsivo. Además, según numerosas publicaciones, la participación de agentes o ex agentes de policía es un rasgo no poco común. Todo esto se da en un ambiente de fondo, este sí nacional, de permisividad frente a una especie de “corrupción institucionalizada” en algunos territorios y entidades. Las redes de corrupción, que involucran políticos, funcionarios y empresarios, han sido altamente facilitadoras de la acción del narcotráfico.

Algunos, por ello, han calificado a México como un estado frágil. Pero, en rigor, no es un estado frágil. Sin embargo, la vulnerabilidad frente al crimen organizado, que es el rasgo central a analizar, si es muy alta en algunos territorios e instituciones. Y eso la está costando caro a este país.

Para enfrentar el problema, el gobierno federal mexicano ha establecido recientemente una Estrategia Nacional de Seguridad y Justicia que busca reducir la acción del crimen organizado, a través de la recuperación de la autoridad del Estado, la construcción de una ciudadanía consciente del problema y el desarrollo de una cultura de rechazo social. En esta estrategia es importante el redespliegue de la autoridad pública en el territorio, el abordaje de todos los frentes y secuencias de la cadena de producción, transporte y distribución de droga, incluido el narcomenudeo. También se apunta a la depuración de redes de corrupción en las instituciones y a la recuperación de los espacios públicos y sociales tomados por este crimen organizado.

Si bien los mexicanos han aprendido de la capacidad de choque e inteligencia de la policía colombiana contra los narcos, en materia de atención integral al problema, se nota que en Colombia falta estrategia: llevamos años dedicados a capturar capos. Pero nada de redespliegue urbano de fuerza pública, ni de lucha real contra redes de corrupción articuladas al crimen organizado o de recuperación real de espacios urbanos perdidos por los ciudadanos con los actores del crimen organizado. Parece que a muchos conviene quedarse sólo en capturar o extraditar capos.

Publicado El Nuevo Siglo 31-08-2009

28 de agosto de 2009

Crimen organizado, pájaros y ranas

El Consorcio Global para la Transformación de la Seguridad organizó en México una reunión de un grupo internacional de trabajo sobre crimen organizado. Una metáfora del profesor Ernesto Savona, de la Università Cattolica del Sacro Cuore de Milán, permite entender lo que falta por hacer para enfrentar mejor el crimen organizado. Hasta ahora los esfuerzos se han concentrado en entender el problema desde la perspectiva del pájaro en vuelo: analizar las perspectivas globales, los actores criminales y sus dinámicas. Sin embargo, queda mucho por hacer para comprender el problema desde las vulnerabilidades locales de sociedades, gobiernos y economías expuestas a los actores del crimen organizado. El profesor Savona plantea la necesidad de abordar estos problemas en la perspectiva de la rana, es decir, desde la comprensión que permite el análisis desde el terreno local.

La moraleja de fondo es que si no se conoce bien un problema, desde todas sus perspectivas, no se puede abordar bien su solución. Eso pasa en Colombia en relación con guerrillas, paras, parapolítica y narcotráfico. Tirios y troyanos han privilegiado las perspectivas emocionales de análisis en torno a la sola idea del conflicto armado. Se ha construido un discurso según el cual el problema en Colombia es tan simple como que carteles de la droga, guerrillas y paramilitares se dedicaron a utilizar la violencia y la corrupción, las dos armas letales del crimen organizado, para someter a actores políticos, sociales y económicos, haciéndolos útiles para sus objetivos. Esta mirada, de vuelo de pájaro, ha sido suscrita con facilidad por investigadores, escritores, periodistas, políticos y parte de la opinión pública.

Pero una mirada de rana, desde el terreno local, permite plantear de entrada otra tesis tan sorprendente, como preocupante y difícil de abordar: nuestros sistemas políticos, económicos y sociales locales son supremamente vulnerables frente al crimen organizado en sus diferentes expresiones.

Nuestro sistema político, como lo han mostrado ampliamente estudios de diferentes instituciones, es muy vulnerable a la acción de paras y narcos. El fiscal Iguarán dijo hace poco que en Colombia los políticos fueron quienes buscaron a los paramilitares…

La sociedad colombiana pareciera tolerar o justificar la acción de los paras bajo el supuesto de que están desterrando a la guerrilla; la acción de los narcos, bajo el supuesto de que mucha gente vive de eso y, en algunas regiones, la acción de la guerrilla, bajo el supuesto de que a falta de Estado, alguien debe asumir el control. Y en cada región de manera distinta, la sociedad local parece haberse tornado tristemente permisiva con la acción de estos actores ilegales organizados.

Según esto, son necesarias nuevas acciones políticas y sociales para responder desde lo local a los problemas asociados a los actores ilegales organizados en Colombia. Y en esa línea, parecen útiles las tesis del profesor Savona que propenden por más análisis desde la ¨perspectiva rana¨, es decir desde la vulnerabilidad local frente al crimen organizado.

Publicado El Nuevo Siglo 24-08-2009

20 de agosto de 2009

Vicenta la negra o el apartheid de Cartagena

El pequeño Miami colombiano, como llaman algunos a la Cartagena de Bocagrande, Castillogrande y Manga, tiene, como todos lo saben, una triste contracara: una ciudad apartada social y económicamente, poblada principalmente por afrocolombianos, muchos de los cuales se dedican todos los días al rebusque incierto de las ventas a los turistas, que les permita llevar un sustento a sus hogares.

Vicenta, una negra de unos cuarenta años, con tres hijos y unos 80 kilos de peso, va al rebusque diario a las playas de Bocagrande. Lleva consigo collares y pulseras que elabora ella misma. Su hijo mayor de 21 años trabaja en Mamonal. “Se gana menos del mínimo, pero prefiere eso a robar”, dice sin complejos. Sus otros dos hijos también abandonaron los estudios y se mueven entre el rebusque y la champeta. Vicenta vive con sus hijos en una pequeña habitación en un barrio marginal de Cartagena, entre el Cerro de la Popa y la ciénaga de la Virgen. “Por allá no va ni la policía”, cuenta Vicenta. “Los jóvenes se han dedicado a montar pandillas; es que no hay trabajo”, explica. “Alguien debería darle qué hacer a estos pelaos, porque si no los vamos a seguir perdiendo”. Dice además que en la playa, sus colegas no le permiten hablar de su situacón con los cachacos.

La Cartagena de Vicenta no es la Cartagena de los turistas cachacos y extranjeros. Es la otra cara de una Cartagena segregada social y racialmente, resultado de una historia que reservó los sitios privilegiados y las intervenciones públicas a los pudientes y dejó los sitios difíciles para los más pobres.

La Mariamulata, Judith Pinedo en su registro civil, llegó a la alcaldía de Cartagena con una propuesta cívica de cambio en las costumbres políticas. Su mandato está intentando como legado un cambio en el imaginario de los cartageneros hacia lo público. Los cambios reales y de fondo que permitan superar de fondo la pobreza en la otra Cartagena necesitarán una sucesión de varias Mariamulatas. Mientras tanto, con el aumento de la percepción de inseguridad ciudadana, como en el resto de las capitales del país, la clase política tradicional está al acecho. Como los resultados de las políticas públicas de largo aliento toman tiempo para llegar, los Curi y compañía ya están preparando los lotes de abanicos (ventiladores) para las próximas elecciones. Se sabe que para muchos votantes pobres y segregados de Cartagena, más vale abanico en inquilinato caliente que un futuro social mejor.

Vicenta la negra es la fiel representante de una realidad que no cambiará completamente con la sola alcaldía de Mariamulata. Pero si la administración de Cartagena sigue por donde va, y como Bogotá la primera y luego Medellín, tiene algo de continuidad en la política urbana pro-pobre, tal vez sus hijos y sus nietos puedan conocer y vivir una Cartagena mejor y más digna en su otra Cartagena. El reto para Cartagena es que los de los abanicos no hagan su agosto con todas las Vicentas en las próximas elecciones.

Publicado El Nuevo Siglo 17-08-2009

10 de agosto de 2009

Carta al Canciller Celso Amorim

Respetado Canciller Amorim,

Con interés leímos su entrevista de agosto 2 en el diario Folha de Sao Paulo. Nos parece importante que Brasil desarrolle su liderazgo natural y con este contribuya a avanzar en la hasta ahora imperfecta unidad suramericana. Hemos escrito en el pasado que los países de Suramérica y su unión se beneficiarían mucho de un liderazgo brasilero, ponderado y generoso, que arbitre entre diferentes posiciones encontradas en el subcontinente.

Por ello nos parece bien su llamado a la responsabilidad del gobierno colombiano, para dar explicaciones sobre la cooperación militar con los Estados Unidos. No pensamos que un tema de tanta importancia deba abordarse aplicando la “política del avestruz”. Estamos seguros que, viniendo del líder de la región, en adelante el llamado a la transparencia, la claridad y las garantías formales, también cobijará al propio Brasil, como al resto de países del continente, cuando se trate de cooperaciones e intercambios militares futuros o en curso, con potencias internacionales.

Estamos seguros también que este llamado brasilero a aplicar un principio de acción de responsabilidad, será extendido a todos los países del continente. En particular a los que pudieran tener, más allá de coyunturales buenos oficios con fines humanitarios, alguna relación estructural directa o indirecta con grupos armados ilegales colombianos. No se entendería en Colombia que el liderazgo brasilero no se ejerciera en ello de manera equilibrada.

Brasil tiene las llaves de la unidad suramericana y debe utilizarlas de manera generosa con todos. No sería fructífero un liderazgo brasilero que no construya confianza, condición esencial de todo esfuerzo mancomunado de países cercanos.

Vale el momento para comentar que sorprende el camino tomado en el proceso de unidad suramericana. Al parecer, es en torno a la defensa y la seguridad que se habría iniciado el camino de la construcción del bloque político. Sobre ello, la evidencia de la Unión Europea ya ha mostrado con suficiencia que tiene mayor solidez un proceso de construcción de confianza sustentado inicialmente en temas comunitarios como el intercambio comercial y la asimilación conjunta de temas de sociedad. Sólo después de profundos avances en estos asuntos, ha sido posible allí allanar el camino para los temas difíciles como la defensa común, e incluso, más recientemente, como la justicia y la seguridad interior. Darle la prioridad a la defensa y la seguridad, como lo deja pensar su preocupación por los acuerdos de cooperación de Colombia con Estados Unidos, en un ambiente de desconfianza entre vecinos, no parece ser el más expedito de los caminos para consolidar la unión. Conviene ahora es inducir a la unión suramericana a construir confianzas en otros ámbitos de cooperación y acción conjunta. El camino contrario estará lleno de obstáculos y el liderazgo brasilero podría verse afectado allí, cada vez que se aleje de posiciones ponderadas de arbitraje y asuma posiciones difíciles que no respondan a un equilibrio de juicio.

Reciba mi cordial saludo.

Publicado El Nuevo Siglo 10-08-2009

1 de agosto de 2009

De los quíntuples a los múltiples

Al parecer, los quíntuples difícilmente irían más allá de su interesante encuentro ante los medios. Según www.lasillavacia.com “Sergio Fajardo no está dispuesto a jugársela por ningún candidato distinto a él”. Si, ante la negativa de Fajardo a medirse con los demás quíntuples, la iniciativa no pasara de la foto, ¿cuáles serían las enseñanzas e impactos del episodio de los quíntuples?

Es repetido decir que Colombia necesita un centro político. Este espacio del espectro político ha sido representado por personas, más que por movimientos o partidos. Los integrantes de los quíntuples son una muestra más de ello. Y esta no es la primera tentativa de agrupamiento de centro político. En el pasado existió la APC-Alternativa Política Colectiva-, que, liderada por Hernando Gómez Buendía, agrupó a varios líderes independientes. De ese intento quedó el interesante documento Agenda Por Colombia. El Partido Liberal y el Polo Democrático también se han disputado el espacio y los líderes de centro. El Partido Liberal, que cuenta con Rafael Pardo, tiene dificultades para atraer otros talantes de centro político. Las formas tradicionales de hacer política imperantes en las regiones generan esta aversión. Lo mismo puede decirse del Polo Democrático Alternativo. Este partido tuvo la oportunidad de construir una especie de Partido Demócrata, cuando nació de una alianza entre la izquierda ortodoxa, la izquierda moderada y muchos líderes de centro político. Sin embargo, como el dios Cronos, el Polo se encargó de devorar a sus hijos de centro político. Y se sabe en qué situación se encuentra actualmente.

Del partido de la U tuvieron que salir personas del centro político como Marta Lucía Ramírez y Gina Parody. En el conservatismo siempre ha existido una “tendencia humanista” representada por Juan Camilo Restrepo, Juan Gabriel Uribe, Juan Manuel Ospina y otros, muchos de ellos “hijos” del belisarismo. Y se han dado también multiplicidad de movimientos ciudadanos urbanos que encarnan el centro político: Compromiso Ciudadano, Visionarios, Por la Bogotá que queremos, Por una sola Cartagena, Podemos Cali, etc.

Todo muestra, incluido el episodio de los quíntuples, lo pertinente, cierto y necesario de las visiones de centro político para Colombia y la sensibilidad de la opinión pública a ello. También muestra la dificultad, frente a la mecánica y a los tiempos electorales, de una articulación efectiva, si bien no faltará quienes lo intenten de nuevo en el futuro.

La enseñanza de los quíntuples es que, a pesar de la dificultad del agrupamiento, se puede tener gran impacto en la construcción de imaginarios sobre las buenas formas de hacer política. Si ello es así, un importante impacto de los quíntuples será que cada uno de ellos pueda pasar a incidir en múltiples partidos y espacios políticos, para aumentar los umbrales de transparencia y la seriedad y responsabilidad en la elaboración de políticas públicas y propuestas. Y pasaríamos de los quíntuples a los múltiples.

Publicado El Nuevo Siglo 03-08-2009

27 de julio de 2009

Inseguridad en Bogotá: lo que viene

La seguridad en Bogotá está conociendo problemas y se requieren nuevas respuestas de política pública sustentadas en mayor observación y anticipación. Se necesita anteponer una visión técnica orientada a resolver problemas, por encima de una visión de equilibrios político-institucionales. Y en ese sentido, algunos de los problemas clave para el futuro próximo son:

- Los “chicos malos”. Los problemas en el entorno escolar siguen preocupando a los padres de familia. Muchos colegios, en su alrededor como en su interior, presentan señales y evidencias de deterioro en materia de seguridad y convivencia. La vivencia de estudiantes y padres de familia apunta a que hay mayor oferta de drogas a los estudiantes. También a que algunos jóvenes, ya por fuera del sistema escolar, han trivializado la práctica de pequeños cobros extorsivos a estudiantes adolescentes. No será de extrañar que los niveles de percepción de inseguridad aumenten en los próximos meses en la comunidad de padres de familia. Frente a esto se impone reforzar una política integral focalizada de atención a los jóvenes en riesgo, por un lado a los estudiantes amedrentados y por otro a los “chicos malos” que requieren una mayor atención por parte de la política pública.

- Los “muertos pagos”. En alguna reunión académica un oficial de la fuerza pública manifestó la dificultad de proteger a las personas amenazadas debido a relaciones mafiosas. “Esos muertos están pagos”, dijo el oficial, queriendo decir que es casi imposible prevenir el asesinato de esas personas. En Bogotá sigue aumentando el número de homicidios por sicariato. Y frente a esto es importante la intención del actual comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá de reforzar la inteligencia y la investigación criminal. Será el indicador de esclarecimiento de delitos el que dirá si el Coronel Pinzón tiene éxito o no. En complemento, la ciudad debe recuperar el imaginario de que “la vida es sagrada” que dejó como legado Antanas Mockus y que se construyó a partir de una narrativa constante y mucha pedagogía. Un objetivo de la sociedad debe ser prevenir el asesinato de los “muertos pagos”.

- La pérdida de gobernanza de la seguridad. Si no hay coordinación intra e interinstitucional, no hay gobernanza de la seguridad. La coordinación entre Policía Metropolitana y Alcaldía no puede limitarse a que cada uno haga lo que le toca. Se requiere un trabajo conjunto en el territorio, más allá de los escuetos consejos de seguridad en los que se articula y se decide poco. También se debe construir una mayor relación de confianza entre Policía y comunidad. Para ello se deben aumentar los espacios de discusión, análisis y construcción de planes conjuntos en torno a problemas concretos en los barrios, con la necesidad de mecanismos de evaluación conjunta de los resultados. Ya es conocido que los problemas de gobernanza de la seguridad suelen reflejarse en aumentos de la inseguridad.

Guerra avisada no mata soldado.

Publicado El Nuevo Siglo 27-07-2009

21 de julio de 2009

De Santos vs. Fajardo a Noemí vs Vargas

En lugar del duelo Santos-Fajardo que presentan hoy las encuestas y el imaginario de los opinadores, la realidad del país político pareciera estarnos reservando un duelo inédito: Noemí-Vargas Lleras.

Faltando mucha agua por correr debajo del puente, ya muchos compraron su boleto para el duelo Santos-Fajardo. Pero hay que recordar cómo son los electores en Colombia. Hay un trasfondo de voto corporativo, por no decir clientelista, que controlan y “trabajan” los caciques tradicionales. El voto de opinión está reservado para algunas fracciones del electorado de las grandes ciudades. Además, siguen existiendo tendencias y reflejos de agrupamiento en torno a las redes del trapo rojo y de la bandera azul. Por ello, el que los candidatos presidenciales deban utilizar un aval de un partido, dará a estas redes un nuevo protagonismo. Y en la calle habrá firmas para muy pocos; ya Fajardo y Marta Lucía Ramírez picaron en punta en este sentido. Para el resto de candidatos, los partidos actuarán como aglutinadores naturales de los dueños de los votos en las regiones.

En este escenario, Santos se presenta con una alta favorabilidad, por sus resultados contra las FARC, pero poco se sabe de su “trabajo” con las redes regionales, indispensables para transformar la favorabilidad en votos. Vargas Lleras en cambio, con gran experiencia de política de terreno a la colombiana, es decir, de construcción de organización y de redes regionales debidamente “aceitadas”, llegado el momento tendría la reserva de votos que le permita repuntar.

Por el otro lado, Fajardo está copando el espacio independiente de la Noemí de 1998, de Noemí y Lucho en 2002 y de Carlos Gaviria y Mockus en 2006. Está tratando de ganar reconocimiento en ciudades intermedias y pequeñas. Por ahora, sin embargo, las encuestas que lo presentan en la dupla de la segunda vuelta son las realizadas en las cuatro ciudades principales. Paradójicamente, la independiente del pasado, Noemí, estaría pasando del espacio de la tercería al de las organizaciones partidistas, si, como se espera, obtiene la candidatura conservadora.

Así las cosas, la realidad política podría perfilar para 2010 una segunda vuelta Noemí-Vargas. Noemí desde el partido conservador partiría con un sócalo de votos azules, y probablemente con la adhesión de votos del partido de la U, sino desde la primera vuelta, al menos para la segunda. Además, al estilo de una campaña belisarista, podría buscar adhesiones estructurales de sectores populares de otros partidos (remember Belisario Betancur en la última salida de plaza pública en 1982 con Maria Eugenia Rojas y Gloria Gaitán). Vargas podría llegar a una segunda vuelta con su propia maquinaria, con buena parte del partido Liberal sosteniéndolo y eventualmente con lo que quede del Polo para ese entonces. Sería el retorno a los duelos liberal-conservador del pre-uribismo, pero con el propio Uribe como nuevo gran elector en escena dispuesto a apoyar a quien combine mejor dos criterios: elegibilidad y lealtad.

Publicado El Nuevo Siglo 20-07-2009

18 de julio de 2009

La campaña política y la inseguridad

¿Qué tanto incidirá o está incidiendo la campaña política en la inseguridad en las ciudades? A primera vista se trata de una pregunta temeraria. No por ello varios actores de las ciudades más importantes del país dejan de hacerse esta pregunta. Por eso hay que explorar el escenario y hay que esperar que las autoridades nacionales se esfuercen por una atención efectiva a la situación.

Los estudios de gobernanza de la seguridad urbana han demostrado que más allá de las buenas fórmulas de política pública, cuyos manuales son de fácil acceso a través de la red internet, los buenos resultados dependen también de los intereses de los actores de la política pública y de las relaciones entre estos. Sobre esta base algunos se preguntan qué tanto inciden, por acción o por omisión, las posiciones de las instituciones nacionales o sus relaciones con las instituciones locales en los resultados de la política pública.

Una hipótesis plantea que cuando los poderes nacionales muestran desinterés sobre la situación de inseguridad de una ciudad y dejan “solos” a los actores locales, o disminuyen su acción para enfrentar el problema o no la aumentan según lo que la situación demanda, los problemas de criminalidad y delincuencia pueden aumentar. Si esta hipótesis es cierta, surge la pregunta sobre si, en medio de la campaña electoral, esto puede beneficiar políticamente a alguno de los candidatos. En Medellín, por ejemplo, muchos se están preguntando qué tanto de esto hay en la situación actual. ¿Conviene a algún candidato cercano al gobierno que se deteriore la situación de seguridad ciudadana? ¿Afecta a alguien? En cualquier circunstancia, no es conveniente que exista la duda.

La pregunta se exacerba con la idea que queda de que se conoce bastante sobre la dinámica criminal actual. Se conoce la evolución después de la extradición de Don Berna y otros comandantes paramilitares. Se conocen los grupos de criminalidad organizada que luchan por el control de la actividad criminal y su papel en la cooptación de jóvenes cuyas características familiares y sociales, como su historia delincuencial, han sido analizados. Se conocen los grupos poblacionales afectados y se conoce el impacto de la gran circulación de armas de fuego. Se conocen los territorios con algún grado de control por las bandas. Se conocen actividades económicas informales vulnerables frente a las pretensiones de control por grupos criminales. Se conocen las "ollas" y plazas de vicio en disputa. ¿Por qué no se es posible entonces contar con una política efectiva que atienda estas evoluciones del problema? ¿Falta coordinación entre las autoridades locales y las nacionales? ¿Falta decisión? ¿Falta incluir el problema en el “radar” del gobierno nacional?

Valdría la pena que el Gobierno Nacional abordara el tema y despejará la duda. Y la duda no se despeja con un discurso o con una salida en medios de algún ministro. Se despeja con resultados. La sociedad de Medellín está expectante.

Publicado El Nuevo Siglo 13-07-2009

14 de julio de 2009

Reelección de alcaldes: Vamos por partes

Ha vuelto a salir a la palestra la idea de la reelección de alcaldes y gobernadores. Esta vez es la Federación Colombiana de Municipios la abanderada. Uribe ya respondió que no cree que “sea justo seguir aplazando (...) la posibilidad de que el pueblo colombiano juzgue a los alcaldes y gobernadores en el certamen en el cual ellos presenten sus nombres para una reelección”.

La verdad no es una mala idea reelegir a los alcaldes, pero no en todos los municipios del país. Por ahora, es preferible concentrar esta perspectiva en los municipios grandes, digamos, de más de cien mil habitantes. Dirán algunos, ya los oigo, que todos deben ser iguales ante la ley. Pero la verdad es que en Colombia haríamos mejor, tratando distinto lo que es diferente.

Vamos por partes. En muchos países existe la posibilidad de reelegir alcaldes. En algunas partes hay alcaldes de veinte años. La idea de reelegir alcaldes va en la vía de darle continuidad a los proyectos locales exitosos. Pero la condición es que el sistema democrático local permita libertad y transparencia. Y ese es precisamente el principal “pero” en Colombia.

¿Hasta donde existen hoy las condiciones para un ejercicio de reelección libre en todos los municipios del país? La parapolítica ha demostrado claramente que las condiciones no están dadas hoy en todo el país. Agentes externos, paramilitares o mafias políticas, siguen controlando muchas estructuras municipales. Se ha hablado de la “reconfiguración cooptada del Estado”.

¿Cómo establecer una diferencia entre los sitios donde sí se puede y los sitios donde no sería conveniente? De entrada no habría por qué pensar que en municipios pequeños la vulnerabilidad es mayor que en municipios grandes. Sin embargo, la posibilidad de inducir mecanismos de prevención sí es más fácil en municipios grandes que en los pequeños. No hay que tomarlo como fórmula matemática, pero cabe pensar que en los municipios más grandes con mayor diversificación de la economía hay menor posibilidad de que el Estado sea la única instancia a capturar por los paramilitares o las mafias. Esto para los que quieren mirar el problema por el lado pesimista. También se puede pensar que en los municipios más grandes hay más posibilidades de contar con una masa crítica de opinión pública (academia, medios de comunicación, sector privado, etc.) con capacidad de veeduría, control ciudadano y denuncia. Habría mayor capacidad de contar con una opinión pública activa y con incidencia en los municipios más grandes y esto no es obstáculo completo para las mafias, pero ayuda a disuadir.

Entonces la propuesta es simple: Vamos por partes en la reelección de los alcaldes. Permitamos su reelección, pero arranquemos por los municipios más grandes, durante unos ocho años. Evaluemos, analicemos cómo evoluciona la captura del estado en los municipios pequeños en ese tiempo y, después de eso, volvamos a discutir la reelección en los demás municipios.

Publicado El Nuevo Siglo 06-07-2009
Publicado www.lapalabradigital.com

27 de junio de 2009

Excusas a la comunidad negra

El pasado 18 de junio el Senado de los Estados Unidos presentó excusas, en nombre del pueblo norteamericano, a la comunidad negra de ese país, por la esclavitud y la segregación racial. Esta resolución, aclamada por demócratas y republicanos, reconoció la injusticia fundamental, brutalidad e inhumanidad del tratamiento que recibieron los negros norteamericanos en el pasado, tanto por la esclavitud, como por las leyes segregacionistas de los siglos XIX y XX. Y esto sin contar la segregación socioeconómica que aún prevalece y sigue condenando a la pobreza y la marginalidad a muchas comunidades negras, como lo evidenció el desastre del Katrina en 2005.

La política son esencialmente símbolos. Que las más altas instituciones del Estado norteamericano hayan aceptado formalmente la calidad de víctimas históricas de las comunidades negras y haya pedido perdón, no soluciona la marginalidad socioeconómica actual de muchos negros norteamericanos, pero constituye un punto de inflexión que deja mejores esperanzas para las futuras generaciones. Que el presidente de los Estados Unidos sea actualmente un afroamericano, no es un mero detalle para explicar este histórico perdón y por supuesto que le ha quitado el complejo al Senado norteamericano. Más el hecho es histórico y debe suscitar las mayores y mejores reflexiones en otros países como por ejemplo en Francia donde un artículo reciente de Le Monde describe cómo para los jóvenes “de color” o “con orígenes”, como eufemísticamente se les llama, es más fácil tener éxito en Canadá, país desprovisto de complejos de este tipo, que en su propio país.

Pero miremos mejor la paja en ojo propio. Es ya bien conocido que en Colombia hay racismo y segregación racial. Que la población negra del país se encuentra en su conjunto en los niveles mas bajos de las escalas de ingresos y calidad de vida. Que los departamentos del Pacífico, que los barrios de las comunidades negras, como el Distrito Aguablanca en Cali, Nelson Mandela y María la Baja en Cartagena y tantos otros, sufren situaciones de pobreza inimaginables. Que allí convergen todos los problemas que incrementan la pobreza: corrupción, clientelismo, desplazamiento, criminalidad, conflicto armado. El tratamiento que la sociedad colombiana en su conjunto ha dado y sigue dando a las comunidades negras es fundamentalmente injusto, brutal e inhumano. Y la culpa no puede atribuírsele sólo a la corrupción de algunos líderes locales, argumento frecuente de las instituciones nacionales. Hay corruptos en esas comunidades y muchos, pero el gobierno nacional ha impulsado y presentado como representantes de las comunidades afrocolombianas a políticos sin escrúpulos, vinculados con la corrupción y la parapolítica.

La comunidad afrocolombiana merece que el Estado colombiano les pida un gran perdón por tantos años de injusticia, brutalidad e inhumanidad. Y merece, sobretodo, una decisión seria y desprovista de toda corrupción que permita, durante como mínimo los próximos diez años, concentrar todos los esfuerzos del Estado para, de una vez por todas, pagar una histórica deuda social.

Publicado El Nuevo Siglo 29-06-2009
Publicado www.palabranet.net

23 de junio de 2009

La frontera sur abandonada

Cuando se mira a Colombia desde afuera sorprende el contraste entre grandes ciudades y zonas rurales marginales, abandonadas por el Estado, y donde se enquistaron las organizaciones ilegales: unas veces la guerrilla, otras los paramilitares, y también el narcotráfico. Sin un sólido proyecto de Estado, históricamente Colombia abandonó a su suerte sus áreas periféricas. Nunca ha existido una conciencia del territorio. Pocos conocen estos territorios de frontera: soldados, guerrilleros, paramilitares, algunos investigadores científicos, aventureros colonizadores, misioneros, comunidades indígenas y secuestrados de las FARC. Todos en cambio hablan del “territorio colombiano”, pero sólo lo conocen en un mapa o desde el avión.

La frontera sur es uno de esos territorios donde a falta de presencia de las instituciones del Estado, la guerrilla y el narcotráfico, de un lado, y las bandas emergentes y el narcotráfico, del otro lado, terminaron por coparlo todo. La naturaleza le tiene pavor al vacío.

Del lado de Putumayo, hasta hace unos 15 años, la guerrilla hizo de esos territorios una retaguardia estratégica y la base para un proyecto político. Después, paulatinamente la carrera por los recursos para la guerra los convirtió sucesivamente en prestadores de servicios de protección al narcotráfico y en agentes mismos del tráfico de armas, de insumos para la coca y de coca. Las comunidades locales la vieron como la única presencia de una instancia organizada. Las armas les ayudaron a construir el imaginario de actores de poder. Y asumieron allí tres funciones básicas del Estado: monopolizaron las armas, administraron justicia, recaudaron impuestos. Jóvenes colonos y campesinos construyeron su modelo de poder sobre esa imagen.

A la par que coparon el territorio y la vida social, también manejaron la política. Cooptaron los gobiernos locales de una descentralización mal concebida en territorios abandonados. Y se convirtieron en motor de las pequeñas economías de caseríos, esencialmente economías de servicios y suministros a la tropa. Además controlaron el empleo ligado al cultivo, procesamiento y transporte de la cocaína. A pesar de la operación que dio de baja a Reyes, la cotidianidad no ha cambiado. Los locales siguen viendo a la guerrilla como actor de poder, pues la economía de la coca y de la guerra sigue dándoles de comer.

Recuperar esta frontera, hoy contralada con minas antipersonales y con francotiradores, requiere de un esfuerzo inteligente del Estado. Hay que repensar una estrategia integral de despliegue y presencia del Estado que permita ganar la confianza de las comunidades sobre la base de garantizar la permanencia institucional, de solucionar problemas sociales, de facilitar oportunidades laborales diferentes a las ilícitas y de reconstruir el tejido social. No puede tratarse sólo de controlar militarmente bienes estratégicos y nodos de aprovisionamiento. En estas zonas la respuesta es el Estado y sus instituciones, las mismas que durante 20 años fueron diezmadas por los apóstoles del Estado pequeño. Si comenzamos hoy, hay por lo menos 10 años por delante antes de cambiar radicalmente la situación.

Publicado El Nuevo Siglo 22-06-2009
Publicado www.lapalabradigital.com

13 de junio de 2009

Alvaro Uribe a las FARC: No entres

Si nos atenemos a la tesis de Marco Palacio según la cual en Colombia faltaba el periodo populista, al terminar el período de Uribe estaríamos listos para una nueva fase de la democracia. Han sido años de populismo moderno y de opinión en el cual el presidente Uribe congregó a los colombianos en torno a un credo: seguridad democrática, confianza inversionista y cohesión social. El 70% de los colombianos conocen y recitan hoy este credo casi con más facilidad que el Avemaría o el Padrenuestro. Y los que más lo recitan son, paradójicamente, aquellos de los estratos más bajos que hoy sufren la muerte de sus hijos como falsos positivos, que sólo tienen un trabajo informal en alguna calle de una ciudad colombiana, que sufren el rechazo y la estigmatización por ser pobres y además son los más afectados en su cotidianidad por las conflictividades sociales propias de los barrios más vulnerables.

¿Qué hizo posible esto? La teoría y la aplicación del Estado de Opinión de Uribe que ha consistido en concentrar la atención racional y la del inconsciente en las FARC, como el mal que todo lo explica en Colombia. No habría más problemas en Colombia, y, por si las dudas, hay que mantener la idea de que “la culebra sigue viva”, así hayan hoy problemas más apremiantes.

Un estilo presidencial lleno de alegorías, de rituales y de frases repetitivas logró construir un imaginario de presidente abnegado y milagroso contra las FARC. Una estrategia comunicacional exitosa y sostenida durante seis años, ha permitido que incluso hasta en los momentos de crisis económica, Uribe vaya bien, así el país vaya mal. Uribe es ya una especie de padre Marianito, el sacerdote de Angostura, Antioquia, convertido en el beato Mariano de Jesús Eusse y al cual le profesan tanta devoción sus seguidores, aún si sus rezos no se traducen en milagros, ni en soluciones a todos sus problemas.

Es el nuevo Estado de opinión, fase superior del Estado de Derecho según Uribe, en el que los imaginarios son más importantes que las realidades. Y en el que muchos medios y recursos públicos se utilizan para construir imaginarios convenientes, más que para resolver otros problemas cruciales del país como los de las vías, la pobreza, la corrupción, el acceso a salud, la calidad de la educación o la capacidad en ciencia y tecnología.

Los historiadores oficialistas escribirán que por esta época, en los barrios pobres de las ciudades, muchos niños, antes de acostarse y a pedido de sus madres, se paraban frente a la puerta de sus casas y leían la estampita que rezaba: “Alvaro Uribe tiene gran imperio contra las FARC, por lo cual es costumbre poner en las puertas de los aposentos, por la parte de adentro, esta cédula: Alvaro Uribe a las FARC: No entres”. Escribirán que Colombia había llegado a la fase superior del Estado de Opinión: El Estado Carismático.


Publicado El Nuevo Siglo 15-06-2009
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7 de junio de 2009

¿"Salto estratégico" sin Estado en el territorio?

A final de marzo pasado el entonces Ministro de la Defensa anunció con bombos y platillos el “salto estratégico” para derrotar definitivamente a las FARC. El planteamiento de Santos incluía seis elementos: campaña militar masiva y sostenida, contención en las fronteras, recuperación social de territorios, mayores trabajos de inteligencia, más capturas y judicialización de capturados y continuación de operaciones antinarcóticos. El columnista Eduardo Posada escribió que estos planteamientos “parecen…de sentido común” y que además “lo que sí parece faltarle …es una dimensión política”. Otro columnista, León Valencia, dijo que no había “nada nuevo en los enunciados del "salto estratégico"”. Además de que no haya nada nuevo y de que le falte dimensión política, que le falta, también le falta dimensión institucional: ¿Cómo se concibe una estrategia exitosa contra la guerrilla (o contra paramilitares o contra el narcotráfico) sin repensar la presencia de las instituciones del Estado en el territorio?

Sin instituciones públicas en el territorio, de manera permanente, no hay política ni gasto militar que aguante. Tampoco políticas sociales sostenibles, si las hubiera. Además, la descentralización está fracasada precisamente en las zonas de conflicto y no hay señales de mejoría en el horizonte. Todo lo contrario, los gobiernos locales en las zonas de conflicto, muchos capturados por grupos ilegales, están lejos de representar un verdadero Estado con presencia territorial: la cuestión no es de tener un aviso sino de tener instituciones sólidas y con oficio.

La estrategia militar, por su parte, se ha ocupado menos de garantizar soberanía en todo el territorio, que de controlar centros neurálgicos de aprovisionamiento y bienes estratégicos con localización específica. Para la mirada militar, controlar el territorio es controlar estos puntos. Y esto sólo no basta.

El tema central de la dimensión institucional, que ocupa poco a los estrategas del gobierno nacional, es el despliegue del Estado en el territorio. Por años, se impuso la tesis del Estado pequeño y se retiraron del territorio los servicios nacionales desconcentrados. Eran ineficientes e ineficaces pero la solución era reforzarlos. La lógica según la cual los servicios del Estado deben quedar en manos de otros agentes del mercado puede funcionar bien en zonas urbanas o en zonas consolidadas. En zonas con fuerte presencia de guerrilla, paras o narcos, la situación es diferente. En estos territorios se debe repensar el despliegue de una red de servidores e instituciones estatales. Allí se debe concebir un Estado territorializado que funcione diferente a otras zonas del país y que contribuya a la recuperación de la articulación Estado-Sociedad.

Hablar de un nuevo despliegue del Estado en territorios rurales en conflicto, concibiendo un nuevo esquema de desconcentración de instituciones y funcionarios, no puede ser políticamente incorrecto si de verdad se quiere superar la fase actual. Los candidatos presidenciales, que hablan a audiencias urbanas y se asesoran de profesionales que poco o nada conocen la realidad de estos territorios, deben asumir este debate.

Publicado El Nuevo Siglo 08-06-2009
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1 de junio de 2009

Del Polo a los Quíntuples

El Polo Democrático Alternativo no se decidió a ampliar su perspectiva hacia el centro político. Lucho Garzón sale de un Polo que se resiste a ampliar la dialéctica interna y persiste en encerrarse en una perspectiva ortodoxa. En cambio, se acerca a un espacio de centro político mayoritario en la Colombia urbana. Pero no todo está ganado en el centro político y de todas formas es deseable para la democracia colombiana que se mantenga el Polo como partido en el extremo del abanico de ideas políticas.

Como en casi todos los países occidentales, queda en Colombia una izquierda ortodoxa más disciplinada, equivalente más o menos a la antigua Alternativa Democrática y un centro-izquierda en fase con la opinión y con vocación de gobierno, cuyo representante es Lucho Garzón, y que se parece más al antiguo Polo Democrático Independiente. La izquierda ortodoxa se quedó con la personería del PDA, mientras que el centro-izquierda deberá buscar nuevas alternativas para futuras campañas electorales. El análisis no será completo sin considerar la fuerza pragmática popular que es la Anapo y sin preguntarse qué hará en dos años cuando termine su gobierno en Bogotá.

Hacia adelante, no es imposible pensar que los vaivenes sucesivos de la política permitirán a esta izquierda de opinión volver a la alianza con la izquierda ortodoxa. O aliarse con el centro político o incluso con ambos. Cuando esto último ocurra de manera sólida, llegar al poder será un escenario posible. En la actualidad, el escenario es el de la participación en el centro, materializado en el interesante fenómeno de los Quíntuples”. La gran pregunta, como la dejó entrever la columnista Claudia López, es cómo pasar de la foto de cinco personalidades distintas y con grandes pergaminos, a los acuerdos concretos que permitan la conformación de un movimiento político, capaz recoger en una sola organización la estela de cada uno de los Quíntuples. Esto daría mayor fuerza a un candidato presidencial único que surja de allí. También haría verosímil la pelea por el Congreso, como las futuras batallas electorales por alcaldías y gobernaciones. Al fin y al cabo, es la democracia local la que nutre el discurso de los Quíntuples que podrán incluso volverse ocho, con los alcaldes independientes con éxito: Salazar, Mariamulata y Ospina.

Materializar el centro político, a partir de los esfuerzos de independientes y de que otros dirigentes de diferentes corrientes concurran a consolidar este espacio depende hoy de qué respaldo reciban los Quíntuples de la opinión pública, más allá del impacto mediático del evento de rechazo a la reforma política organizado por David Luna.

La dificultad no es menor pues la evidencia reciente de tentativas electorales nacionales de algunos de los Quíntuples, no estuvieron a la altura de las expectativas. Pero una unión sobre bases serias y con buena estrategia puede dar los resultados que el centro político del país ha esperado por años. Los Quíntuples tienen la palabra.

Publicado El Nuevo Siglo 01-06-2009
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25 de mayo de 2009

Prevención para una zona crítica

No es más segura la ciudad que más vigila, sino la que más criminalidad previene. Si bien Bogotá le apuesta a una estrategia de prevención, aún debe superar al menos cuatro retos para avanzar y mostrar resultados.

1. Es fundamental que además del trabajo de coerción y vigilancia, la policía también asuma la prevención como parte de su tarea. Prevenir implica un profundo trabajo de inteligencia frente al crimen organizado local. También requiere una fuerte articulación comunitaria. Por ello se debe revisar el esquema de Frentes Locales de Seguridad. Deben ir más allá del manejo de una alarma. Relanzarlos implica repensar su papel en la construcción de planes de acción barrial en conjunto con la Policía, sobre los cuales se puedan establecer periódicamente procesos de rendición de cuentas. Debe evitarse sin embargo que, como se piensa en localidades como Ciudad Bolívar, estos frentes manejen las cámaras de seguridad. Esto resulta altamente inconveniente en una localidad en la cual actúan bandas emergentes y milicias.

2. La prevención requiere una nueva narrativa de cultura de la prevención. Frente a los problemas de seguridad en los barrios, el común de la gente, en Colombia como en otros países, pide más policía. La gente no pide prevención. Se necesita una nueva narrativa urbana de la seguridad que incorpore y desarrolle, como en su momento ocurrió con la cultura ciudadana, una cultura de la prevención. Todo el esfuerzo de pedagogía y de comunicación no tradicional que se haga para introducir la prevención en los imaginarios urbanos será muy conveniente para la política pública.

3. Hay que medir los resultados de la prevención. Es necesario darse los medios y las herramientas para constatar que la prevención es más que un discurso y que da resultados. De otra manera la prevención no es sostenible. Para Bogotá, al finalizar este segundo año de administración distrital, será tiempo de una evaluación concienzuda de los avances del plan de desarrollo en materia de prevención. Para ello se requieren indicadores distintos a los que comúnmente se utilizan en los observatorios del delito de la ciudad. Habrá que comparar también la eficacia de la inversión en prevención con la eficacia de la inversión en otros aspectos de la política de seguridad ciudadana.

4. No hay política de prevención que funcione sin una adecuada coordinación. Las políticas de coerción requieren menos coordinación y más voluntarismo pues se sustentan en la tríada policía-justicia-penitenciaría. Las de prevención, además de voluntad política, requieren una profunda y minuciosa coordinación, dado que su carácter multidimensional involucra al tiempo aspectos sociales, económicos, culturales, urbanísticos, comunitarios, educativos, etc. Bogotá tendrá que superar el actual archipiélago institucional si quiere acercarse a los buenos resultados.

Las cartas están echadas. Si no se obtienen resultados en prevención, la opinión pública insistirá en la sempiterna solicitud de policía y Bogotá habrá perdido la ocasión de dar un necesario salto cualitativo en la política de seguridad ciudadana.

Publicado El Nuevo Siglo 25-05-2009
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16 de mayo de 2009

Archipiélago Bogotá

El primer año de una administración es de reacomodo. En el primer año los gobiernos también suelen construir una narrativa y un relato que congregue la ciudadanía en torno al alcalde y su proyecto, cosa que no ocurre hoy con Samuel Moreno, según la encuesta reciente de Gallup. Si el inicio es de reacomodo, preparación de la estrategia y organización del trabajo, los déficits del primer año suelen ser compensados en el segundo. Preocupa que, casi a mitad del segundo año, no hay todavía señal de tal evolución en Bogotá. Como muchos, Bogotá Cómo Vamos evaluó ya la situación deficiente en frentes como vivienda, manejo de residuos, seguridad, educación, entre otros temas.

Tres razones tornan más complejo el escenario. 1) Un entorno político enrarecido para Samuel dado que hasta facciones del Polo que lo apoyaron en la consulta interna están acusando la pérdida de confianza y se tornaron exigentes; 2) Un constante rumor de clientelismo y prácticas politiqueras que genera mucha desconfianza; 3) La falta de una “marca” de gobierno con capacidad para movilizar a los ciudadanos, como en su momento lo hicieron la “cultura ciudadana” o la ciudad “sin indiferencia”.

Todo es propicio para que los grupos políticos que apoyaron a Samuel en campaña, y otros que no, aumenten su presión de participación en burocracia y contratos: o les dan más o pasan a la oposición.

Y sin un liderazgo fuerte, la administración de Bogotá adolece de un grave problema de coordinación. Las cabezas de las entidades distritales, sin un ambiente de proyecto conjunto, comienzan a hacer esfuerzos aislados. Muchos hacen esfuerzos para sacar adelante su sector o su entidad y no hundirse con el resto. Algunos, en el sector central como en las localidades, aprovechan la situación y se dedican a trabajar para sus respectivos grupos políticos. Con cada uno por su lado, la administración de Bogotá parece un archipiélago, sin articulación efectiva entre los sectores. Con este problema de coordinación, es normal que proyectos clave del Plan de Desarrollo se encuentren en déficit.

Samuel tiene legítimas aspiraciones futuras que se esfumarán si no logra imponer un nuevo liderazgo. Para ello, insiste esta columna, debe evitar ser presa de los grupos políticos, “refrescar” el equipo de gobierno, construir una nueva “marca” para su administración y permitirse nuevas audacias. A sólo dos años y medio de terminar la administración y con tantos logros por alcanzar, se requieren gerencias fuertes para los proyectos clave que, como hizo Fajardo con los Proyectos Urbanos Integrales de Medellín, aseguren una coordinación intersectorial fuerte e inteligente y garanticen los resultados que el Alcalde y la ciudad necesitan.

Si no se corrige el rumbo, en el rico laboratorio que es esta ciudad tendríamos a la administración de Moreno convirtiéndose en la prueba ácida para la Bogotá de Mockus. Al final del período Moreno se podría medir la resiliencia (capacidad de recuperación) de Bogotá frente a los momentos de flaqueza. Ojalá no haya lugar a este costoso experimento.

Publicado El Nuevo Siglo 18-05-2009
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12 de mayo de 2009

Enseñanzas de la gripa porcina

Mucha información ha circulado por internet sobre la gripa A(H1N1). Los países desarrollados han manejado el tema con calma. En países más folklóricos como el nuestro el manejo de información oficial ha sido más improvisado. Más allá de estas diferencias, la información que ha circulado pone de manifiesto diferencias que ameritan la reflexión. En concreto, hasta ahora se han registrado 45 muertes en México, 2 en Estados Unidos (una de un mexicano), una en Canadá y ninguna en Europa. ¿Qué revela esta diferencia para el caso mexicano?

Para algunos científicos la diferencia de consecuencias se explicaría porque el virus es muy virulento en el sitio de origen y cambia y pierde virulencia en la medida en que se expande. Una mirada alternativa es que esta crisis, como casi todas, habrá servido para destapar fallas estructurales de un sistema económico, político y social. En efecto, México es económicamente un país de primer rango, pero sus estructuras sociales aún se parecen a las de países en desarrollo: una gran desigualdad económica y social priva a una parte importante de la población del acceso a educación, salud y, sobretodo, a información oportuna.

También han circulado otras explicaciones. Desde divinas hasta complotistas. Para unos la epidemia ha sido un castigo de Dios. Para otros una maniobra estratégicamente concebida por la industria farmacéutica o un accidente en un laboratorio que trabajaba para una eventual “guerra bacteriológica” liderada desde los Estados Unidos. De todo se ha oído.

Lo cierto es que el manejo de información cierta sobre la epidemia ha sido bastante deficiente. Según el ministro de salud de México, no ha sido fácil para el Estado Federal corroborar la información llegada de las regiones. Pero también, la dificultad para conocer de primera mano las dimensiones del problema reside en la debilidad creciente de la investigación. En México se dedica 0.33% del PIB a la investigación, mientras en Estados Unidos este rubro representa 4% del PIB.

La corresponsal de Le Monde en México resume otros aspectos del problema estructural. Uno de los asuntos centrales del manejo del problema es la higiene, pero en este país, más de 26 000 establecimientos escolares no tienen agua potable y más de 100.000 tienen dificultades de alcantarillado. En términos del acceso a la salud la situación cotidiana es de una gran desigualdad. Los más pobres suelen pasar largas horas esperando antes de ser atendidos. Por ello muchos no acuden al médico. La automedicación está muy extendida entre las mujeres, que no tienen tiempo de ir al médico. En síntesis, la vulnerabilidad social estructural es alta.

El espejo mejicano debe servir para preguntarnos qué tan preparados estructuralmente estamos en Colombia para afrontar esta y otras crisis. Y esto no se resuelve con gesticulaciones inoportunas o con las declaratorias inapropiadas de “desastre nacional” del Ministro de Protección Social. Pero mejor seguir cañando con la reelección que dedicarse a solucionar las vulnerabilidades estructurales de los colombianos, ¿cierto señor Ministro?

Publicado El Nuevo Siglo 12-05-2009
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5 de mayo de 2009

Desastre de ministro

Pareciera que del Ministro de Protección Social para abajo, no se conoce el ABC de la gestión integral del riesgo. El ministro declaró el “Desastre Nacional”, según dijo a El Espectador, “con el fin de prevenir cualquier emergencia". Da la impresión de estar jugando con el lenguaje. Un país serio no declara el desastre antes de que ocurra. Se previene y se prepara para afrontarlo, pero no se genera un pánico innecesario. En Francia y en Estados Unidos, los decisores responsables han procurado ser muy cuidadosos con el manejo de la información y con la comunicación de la crisis. El mismo presidente Obama ha dicho que no hay razones para alarmar.

Si no entiende del tema Ministro, mejor no haga nada. Debe Ud saber que utilizar mal los instrumentos de la gestión de riesgos y catástrofes o, más simple, denominarlos mal, puede tener consecuencias más desastrosas que el mismo hipotético desastre. La historia del pastorcito mentiroso recuerda que después de anuncios en vano, cuando llegó el momento de la verdad, el de la llegada del lobo, ya nadie le creyó. Las equivocaciones en materia de gestión de riesgos como anunciar que llega el lobo o declarar el desastre nacional antes de tiempo, generan pánico innecesario y se pagan caro en el futuro: la gente y las instituciones perderán confianza y no responderán como se espera.

Bastante mejor se ha manejado la comunicación para las crisis políticas de este mismo gobierno. Pero se sabe que para algunos en el alto gobierno la salud de los colombianos es menos importante que la salud política de la Casa de Nariño.

En cambio, con la manera de proceder, el Ministro ha dejado elementos para otra interpretación al “desastre nacional” declarado. La oportunidad fue ni pintada para copar la agenda de medios en momentos en que estos se dedicaban a los lotes de la familia presidencial.

Una vez pase el tema, y ojalá con las menores consecuencias posibles, es necesario que Colombia revise los protocolos de manejo integral de riesgos y crisis que le permitan utilizar los buenos instrumentos en el momento apropiado. Ni antes, ni después. Se sabe que en estos asuntos la psicología colectiva es extremadamente delicada y si la emergencia no sobrepasa niveles preocupantes, en el futuro no será fácil que la gente reaccione adecuadamente frente a verdaderos desastres.

Hasta ahora, el verdadero desastre parece estar es en el Instituto Nacional de Salud, entidad de gran relevancia para el país y de gran tradición en investigación. Esta entidad ha debido jugar un papel más importante en la prevención y anticipación de esta epidemia. Hay aún allí excelentes funcionarios y científicos, pero parece que otra pandemia, la de la politiquería, se ha tomado el instituto y lo ha conducido a perder la importancia científica de años atrás. Así las cosas, como dijo la revista Semana: “que la gripa nos coja confesados”.

Publicado El Nuevo Siglo 4-05-2009
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1 de mayo de 2009

"Ambientes piramidales"

¿Qué es lo que favorece en una sociedad que existan pirámides? ¿Qué es lo que favorece que algunos saquen provecho de la normatividad sobre usos del suelo para aprovechar en beneficio propio las plusvalías que se generan con los cambios en la norma sobre usos del suelo?, ¿Por qué algunos aprovechan el acceso privilegiado a la información o influencias directas o indirectas para beneficio propio? La respuesta es la misma en todos los casos: falta de control del Estado, por deficiencias estructurales o por cooptación o inhibición interesada.

¿Que favorece la aparición de estos ambientes de inmunidad? El estado invierte grandes recursos en paliar las consecuencias catastróficas que resultan del colapso de las pirámides, pero no se conocen las medidas destinadas a prevenir su ocurrencia. Es necesario reforzar el Estado en su capacidad de investigar, de anticipar y de perseguir el fraude económico y la corrupción. En Estados Unidos por ejemplo, después de las estafas recientes a inversionistas en Wall Street, los senadores Leahy, Kaufman y Grassley han radicado un proyecto de ley (Fraud Enforcement and Recovery Act) destinado a reforzar los medios de la justicia en la lucha contra el crimen de cuello blanco. El tema es por ahí.

¿Qué favorece la captura del Estado por parte de grupos de interés para hacer negocios en beneficio propio, muchas veces incluso sin ilegalidad comprobada, pero con indelicadeza y abuso de confianza, aprovechando el acceso privilegiado a información o induciendo decisiones convenientes para sus propios intereses dada una posición de poder pasivo importante? El hecho es que existe una especie de “ambiente piramidal” de flagrante carencia de ética pública y de normatividad acorde con dicha ética pública, que no permite sanciones sociales o legales frente a esos comportamientos de abuso de poder o de posiciones de privilegio que buscan rentabilidades fáciles con poco trabajo.

Las sociedades mafiosas privilegian la debilidad del Estado y construyen a través de una coacción, no siempre violenta, una permisividad social hacia la captura de lo público. Colombia necesita urgente una nueva capacidad de regulación y control por parte del Estado y una nueva ética social de lo público. Esta es una tarea inaplazable. En esto, lo que ha probado ser exitoso es el trabajo de las administraciones de Antanas Mockus en Bogotá. ¿Será posible y creíble pensar que el próximo debate electoral en Colombia tome este como un asunto central? Hay que mantener la esperanza de que sí es posible. Ojalá los candidatos a la presidencia asuman este como un tema central del debate electoral.

Addenda: Ecuador ha tenido elecciones presidenciales este domingo. Es importante que pasado el debate electoral, independientemente de su resultado, comiencen a construirse, de parte y parte, las condiciones para un pronto restablecimiento de las relaciones bilaterales. Ambos gobiernos deben ponerse a la altura de las buenas relaciones históricas entre ambas naciones.

Publicado El Nuevo Siglo 27-04-2009
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