Mucha información ha circulado por internet sobre la gripa A(H1N1). Los países desarrollados han manejado el tema con calma. En países más folklóricos como el nuestro el manejo de información oficial ha sido más improvisado. Más allá de estas diferencias, la información que ha circulado pone de manifiesto diferencias que ameritan la reflexión. En concreto, hasta ahora se han registrado 45 muertes en México, 2 en Estados Unidos (una de un mexicano), una en Canadá y ninguna en Europa. ¿Qué revela esta diferencia para el caso mexicano?
Para algunos científicos la diferencia de consecuencias se explicaría porque el virus es muy virulento en el sitio de origen y cambia y pierde virulencia en la medida en que se expande. Una mirada alternativa es que esta crisis, como casi todas, habrá servido para destapar fallas estructurales de un sistema económico, político y social. En efecto, México es económicamente un país de primer rango, pero sus estructuras sociales aún se parecen a las de países en desarrollo: una gran desigualdad económica y social priva a una parte importante de la población del acceso a educación, salud y, sobretodo, a información oportuna.
También han circulado otras explicaciones. Desde divinas hasta complotistas. Para unos la epidemia ha sido un castigo de Dios. Para otros una maniobra estratégicamente concebida por la industria farmacéutica o un accidente en un laboratorio que trabajaba para una eventual “guerra bacteriológica” liderada desde los Estados Unidos. De todo se ha oído.
Lo cierto es que el manejo de información cierta sobre la epidemia ha sido bastante deficiente. Según el ministro de salud de México, no ha sido fácil para el Estado Federal corroborar la información llegada de las regiones. Pero también, la dificultad para conocer de primera mano las dimensiones del problema reside en la debilidad creciente de la investigación. En México se dedica 0.33% del PIB a la investigación, mientras en Estados Unidos este rubro representa 4% del PIB.
La corresponsal de Le Monde en México resume otros aspectos del problema estructural. Uno de los asuntos centrales del manejo del problema es la higiene, pero en este país, más de 26 000 establecimientos escolares no tienen agua potable y más de 100.000 tienen dificultades de alcantarillado. En términos del acceso a la salud la situación cotidiana es de una gran desigualdad. Los más pobres suelen pasar largas horas esperando antes de ser atendidos. Por ello muchos no acuden al médico. La automedicación está muy extendida entre las mujeres, que no tienen tiempo de ir al médico. En síntesis, la vulnerabilidad social estructural es alta.
El espejo mejicano debe servir para preguntarnos qué tan preparados estructuralmente estamos en Colombia para afrontar esta y otras crisis. Y esto no se resuelve con gesticulaciones inoportunas o con las declaratorias inapropiadas de “desastre nacional” del Ministro de Protección Social. Pero mejor seguir cañando con la reelección que dedicarse a solucionar las vulnerabilidades estructurales de los colombianos, ¿cierto señor Ministro?
Publicado El Nuevo Siglo 12-05-2009
Publicado www.lapalabradigital.com
Publicado www.palabranet.net
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