El primer año de una administración es de reacomodo. En el primer año los gobiernos también suelen construir una narrativa y un relato que congregue la ciudadanía en torno al alcalde y su proyecto, cosa que no ocurre hoy con Samuel Moreno, según la encuesta reciente de Gallup. Si el inicio es de reacomodo, preparación de la estrategia y organización del trabajo, los déficits del primer año suelen ser compensados en el segundo. Preocupa que, casi a mitad del segundo año, no hay todavía señal de tal evolución en Bogotá. Como muchos, Bogotá Cómo Vamos evaluó ya la situación deficiente en frentes como vivienda, manejo de residuos, seguridad, educación, entre otros temas.
Tres razones tornan más complejo el escenario. 1) Un entorno político enrarecido para Samuel dado que hasta facciones del Polo que lo apoyaron en la consulta interna están acusando la pérdida de confianza y se tornaron exigentes; 2) Un constante rumor de clientelismo y prácticas politiqueras que genera mucha desconfianza; 3) La falta de una “marca” de gobierno con capacidad para movilizar a los ciudadanos, como en su momento lo hicieron la “cultura ciudadana” o la ciudad “sin indiferencia”.
Todo es propicio para que los grupos políticos que apoyaron a Samuel en campaña, y otros que no, aumenten su presión de participación en burocracia y contratos: o les dan más o pasan a la oposición.
Y sin un liderazgo fuerte, la administración de Bogotá adolece de un grave problema de coordinación. Las cabezas de las entidades distritales, sin un ambiente de proyecto conjunto, comienzan a hacer esfuerzos aislados. Muchos hacen esfuerzos para sacar adelante su sector o su entidad y no hundirse con el resto. Algunos, en el sector central como en las localidades, aprovechan la situación y se dedican a trabajar para sus respectivos grupos políticos. Con cada uno por su lado, la administración de Bogotá parece un archipiélago, sin articulación efectiva entre los sectores. Con este problema de coordinación, es normal que proyectos clave del Plan de Desarrollo se encuentren en déficit.
Samuel tiene legítimas aspiraciones futuras que se esfumarán si no logra imponer un nuevo liderazgo. Para ello, insiste esta columna, debe evitar ser presa de los grupos políticos, “refrescar” el equipo de gobierno, construir una nueva “marca” para su administración y permitirse nuevas audacias. A sólo dos años y medio de terminar la administración y con tantos logros por alcanzar, se requieren gerencias fuertes para los proyectos clave que, como hizo Fajardo con los Proyectos Urbanos Integrales de Medellín, aseguren una coordinación intersectorial fuerte e inteligente y garanticen los resultados que el Alcalde y la ciudad necesitan.
Si no se corrige el rumbo, en el rico laboratorio que es esta ciudad tendríamos a la administración de Moreno convirtiéndose en la prueba ácida para la Bogotá de Mockus. Al final del período Moreno se podría medir la resiliencia (capacidad de recuperación) de Bogotá frente a los momentos de flaqueza. Ojalá no haya lugar a este costoso experimento.
Publicado El Nuevo Siglo 18-05-2009
Publicado www.lapalabradigital.com
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