22 de noviembre de 2008

La era del "googolazo"

En Colombia la coyuntura vertiginosa no deja espacio para analizar otros fenómenos sociales importantes. Entre “falsos positivos”, retiro de militares relacionados con violación de derechos humanos por omisión o por acción, acciones tardías del estado para proteger al ciudadano de las estafas piramidales, estrategias de lavado de dinero (DMG) y el eterno debate de la reelección, se quedan fenómenos sociales importantes sin reflexión ni columnas. Apartémonos hoy entonces de la coyuntura.

Un tema crucial en la sociedad contemporánea, incluida la colombiana, es el internet. El buscador Google por ejemplo está marcando una nueva era, con la posibilidad de acceder a cantidades de información que años atrás eran impensables. En un café internet de Ubaté, Cundinamarca o de Marsella, Risaralda, un ciudadano con un “googolazo” (una búsqueda en Google) puede acceder a mayor cantidad de información que un investigador en un día en una biblioteca en una de las grandes universidades del mundo hace 10 años. Por supuesto que se encuentra de todo: basura y cosas interesantes. Pero por ello mismo, la formación de estudiantes hoy hacer más énfasis en la capacidad de discernir entre lo que es basura de lo que es útil en el trabajo con los buscadores.

Antes el problema era de disponibilidad de información para tomar decisiones y había que dedicar mucho tiempo a su búsqueda o a su producción. Hoy los métodos de trabajo, de producción y de investigación deben focalizarse más en el tratamiento de toda la información útil que ofrecen los buscadores. Esto es una revolución.

Pero también hay riesgos. El “copy-paste” (copiar y pegar) se señala con frecuencia como una de las amenazas para los derechos de autor. El plagio es una realidad difícil de controlar. No ha faltado el concejal de Bogotá que ha hecho ponencias con documentos bajados de www.rincondelvago.com, o que ha fusilado textos de Juan Camilo Restrepo. Pero además muchos buscadores capturan información sobre las preferencias de los usuarios en internet que posteriormente es utilizada para fines comerciales. Además la red sirve para dejar expuesta información de los ciudadanos que puede ser consultada por cualquier persona, incluso con fones inapropiados. Habría que enseñarle a los colombianos a manejar estos y otros riesgos del internet.

Para bien y para mal, internet y los buscadores han cambiado la cotidianidad de muchas actividades diarias en el trabajo, en el estudio y en el hogar. Pero, ¿qué tanto está la sociedad colombiana preparando a los ciudadanos para usar bien el internet y las redes de buscadores? Y quién regulará y controlará para garantizar la seguridad de la información de los colombianos en internet? El tema no es sólo colombiano, pero alguien en el gobierno nacional debería estar reflexionando sobre el tema. Puede que sea mucho pedir en un país que ni siquiera protege a sus jóvenes más vulnerables. Pero como el futuro hay que penarlo antes de construirlo, vale la pena el llamado de atención.

Publicado El Nuevo Siglo 24-11-2008
Publicado www.lapalabradigital.com

17 de noviembre de 2008

AUV y DMG: ¿misma pirámide?

Pensaba escribir sobre lo incomprensible que resulta que la seguridad democrática, con logros tan importantes en seguridad rural, en debilitamiento de la guerrilla y disminución de la acción paramilitar y en disminución del secuestro, no sea eficaz frente al más grande riesgo para los colombianos de clase media y media baja desde que la guerrilla rondaba las ciudades: la estafa. Pero luego del debate del 14 de noviembre en la W entre el presidente Alvaro Uribe Vélez y la cabeza de DMG, David Murcia Guzmán, quedan reflexiones obligadas.


Estamos frente a dos personajes que llegan a la audiencia a través del lenguaje coloquial que, original o no, es el centro de sus respectivas estrategias de comunicación. Más allá de esa similitud hay que mirar el significado de ambos en la Colombia de hoy. AUV será recordado como el hombre frentero, “cargado de tigre”, para el que todo valió en la búsqueda de sus propósitos y de los de sus cercanos. Combinó audacia y aversión al riesgo (el propio y el del país), con una gran capacidad de comunicación y un trabajo de filigrana jurídica y legal para, en algunos casos al filo de la ley, cambiar articulitos cuando fue necesario. El que escucha a DMG reconoce la misma audacia del outsider que fue AUV, como los mismos códigos de comunicación exitosos. En lo jurídico, sustentado en el trabajo de filigrana de sus asesores, DMG no ha tenido complejo para decir que “no nos han encontrado nada”.


AUV y DMG son íconos del talante del nuevo colombiano: arrojados, audaces, emprendedores, frenteros, temerarios, devotos y patriotas; altamente motivados al logro fácil, para ellos todo es posible. El fin justifica los medios. AUV se ha apegado a la trilogía “Dios, patria y seguridad democrática” y a “trabajar, trabajar y trabajar”. DMG pide simplemente, lo que cae bien a cualquier colombiano en informalidad, “que los dejen trabajar”. Para ellos valen las emociones más que los argumentos; por ello entienden la importancia de, frente a la opinión, ser víctimas de los medios. Años atrás AUV fustigaba al aire a Alejandro Santos; DMG pide hoy a Julito que sea más cuidadoso con “el personal que contrata” (Félix de Bedout). A AUV le ha funcionado bien ser víctima de todos los que disienten de sus posiciones y actos de gobierno: “es que no lo dejan gobernar”, dice el colombiano medio. DMG dice hoy: “no nos dejan trabajar”.


La relación entre AUV y DMG no se limitaría sólo a que, según DMG, un hijo de AUV acudió a sus empresas buscando financiación para un proyecto. La relación social entre ambos es estructural. Por ello cabe preguntarse si, en un esquema social piramidal, AUV es la cabeza de una nueva estructura de valores de los colombianos y DMG no es más que uno de los mejores productos de esta pirámide de valores de la era AUV. Ojalá esté equivocado.

Publicado El Nuevo Siglo 17-11-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
Publicado www.palabranet.net

11 de noviembre de 2008

Cómo se recupera Samuel

Samuel Moreno fue elegido alcalde de Bogotá gracias a una mayor habilidad electoral y a la mejor estrategia política en la campaña de 2007. Aglutinando a diferentes sectores políticos, propuso un programa de gobierno que le apostó todo al Metro. Samuel tocó el ego de los bogotanos: ¿porqué Medellín sí tiene metro y Bogotá no? El empujón definitivo lo dio el voto de opinión que, frente a un Peñaloza pedante y distante, consideró que Samuel era la carta. Parte de los perdedores luego iniciaron una campaña de desprestigio por varias vías. Sin embargo, Samuel logró componer un gabinete tranquilizador para muchos sectores de opinión, mezclando bien representatividad política y capacidad técnica.


Pero lo que le ayudó a ganar la elección, lo tiene hoy con sólo un 31% de aceptación. El metro es percibido como un proyecto incierto. Muchos anuncios desconectados y los errores del recién renunciado secretario de movilidad han contribuido a esta percepción. La percepción es que falta una estrategia en el tema del metro. Y un tema que no fue de campaña se ha vuelto crucial: la seguridad pública. Ha aumentado la percepción de inseguridad, y su manejo no puede hacerse con los mismos instrumentos con que se responde a la inseguridad objetiva. Los grupos políticos que lo apoyaron han inflado su demanda de participación en el gobierno. Esta inflación, con una administración que no es infinita, tiene descontentos a muchos, incluida el ala radical del Polo. Además, en muchas entidades del Distrito, existen diferencias entre los directivos y los grupos de trabajo. Además, si el voto de opinión que lo acompañó en el momento decisivo de la elección está hoy insatisfecho, es que hay también un problema de comunicación del gobierno.


Samuel se recupera si construye una nueva narrativa de gobierno que le ayude a completar el primer año de gobierno mientras llegan los resultados que el Plan de Desarrollo prevé para 2009. Debe recuperar la certidumbre del metro en torno a una estrategia coherente en movilidad, que evite las decisiones y que le meta el diente a la chatarrización de los buses viejos. Mientras se pone en práctica el proyecto bandera de prevención del delito, debe acelerar el manejo estratégico de la seguridad ciudadana, pues existen varias alertas tempranas en algunos temas y la percepción de inseguridad sigue afectando a los ciudadanos. Impulsar una Secretaría de Seguridad Pública es un proyecto conveniente para este momento. Debe Samuel evitar ser presa de los grupos políticos, llevar su participación en el gobierno a sus “justas proporciones” y, como dirían en Washington, “refrescar” el equipo de gobierno. Debe promover la conexión de los equipos de funcionarios de las entidades del distrito con sus directivos. O viceversa para que la administración marche al 100%. Los días por venir son definitivos para reorientar el rumbo de la administración. La ciudad lo requiere.

Publicado El Nuevo Siglo 10-11-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
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4 de noviembre de 2008

La política: la fuerza que decide

Durante mucho tiempo se mantuvo como doctrina en Colombia el discurso de Alberto Lleras Camargo en el Teatro Patria el 9 de mayo de 1958 para definir, ante comandantes y oficiales de las Fuerzas Armadas "el contrato de recíproco respeto" entre los militares y la sociedad. De ese necesario discurso para la época, cabe recordar: “Colombia como toda nación, pero en este momento más que en cualquiera otra necesita…de un buen gobierno como de unas Fuerzas Armadas poderosas, no sólo por su capacidad física de defensa, sino por el respeto y el amor que el pueblo les profese. Yo no quiero que las Fuerzas Armadas decidan cómo se debe gobernar a la nación, en vez de que lo decida el pueblo, pero no quiero, en manera alguna, que los políticos decidan cómo se debe manejar las Fuerzas Armadas, en su función técnica, en su disciplina, en sus reglamentos, en su personal…”

Colombia salía de la dictadura y era necesario ese mensaje a la Nación. Se sabía de la incertidumbre manifestada por miembros de la fuerza pública frente al nuevo gobierno. Lleras Camargo enviaba así un parte de tranquilidad a la sociedad civil como a esos miembros de la fuerza pública. Desde entonces, la fuerza pública fue autónoma y poco tuvo incidencia política o de otras instituciones en su función técnica, su disciplina, sus reglamentos y su personal. La constitución de 1991 preparó el terreno para el cambio necesario del siglo XXI: que desde la política pública integral se orientase la fuerza pública hacia los objetivos trazados en la Constitución. Desde entonces se ha dado un cambio paulatino que comenzó con el primer Ministro de Defensa no militar. En las grandes ciudades, los comandantes de policía han entendido poco a poco la importancia, para el logro de los objetivos de seguridad ciudadana, de articularse a la política pública urbana liderada por los alcaldes. Y el ejemplo más reciente de este cambio es el acto inusual del Ministro Santos que pidió la investigación de las actuaciones de los militares en el caso de los desaparecidos de Soacha, con las consecuencias que el país conoce.

Detrás de estas evoluciones están silenciosos pero eficientes comandantes y oficiales de las fuerzas armadas y de la policía nacional, que en una perspectiva moderna han entendido ese cambio, sustentados en el convencimiento de que los problemas de defensa, de seguridad rural y de seguridad urbana, no se resuelven sólo con la táctica y la estrategia militar o policial, sino con la acción integral del Estado en todo su territorio.

Esperemos que los que aspiran a suceder a Uribe tengan la capacidad de ofrecer una perspectiva y una Política, con P mayúscula, de seguridad integral y de seguridad humana nueva e inteligente, capaz de articular cada vez más a Fuerzas Armadas y Policía Nacional a los objetivos de desarrollo integral del territorio.

Publicado El Nuevo Siglo, 04-11-2008
Publicado www.lapalabradigital.com