22 de agosto de 2008

No se lanza

En la opinión pública muchos siguen pensando que Uribe se lanza. Algunos que pensaban que no se lanzaba, recientemente han cambiado de opinión. Por otra parte, el New York Times dijo la semana anterior que "La región necesita una democracia que se afinque en instituciones fuertes. Lo que no necesita son más hombres fuertes, sin importar lo populares que sean o lo indispensables que se sientan”.

Uribe no se lanza y no es por lo que diga el NYT. Es por tres razones sencillas. La primera, que al Departamento de Estado norteamericano no le conviene que su mejor aliado en la región siga el ejemplo de Chávez intentando perpetuarse en el poder. La segunda, que al grueso de los empresarios colombianos no le conviene la señal de inseguridad jurídica que enviaría Uribe al mercado cambiando de nuevo la constitución para volver a lanzarse. Tercero, porque el tema que más le preocupa, la amenaza de la parapolítica sobre sí mismo, ha comenzado a menguar. Que la Fiscalía esté soltando a muchos parapolíticos es vivido en Palacio con un sentimiento entre júbilo y descanso y resta argumentos a los amigos de la idea de Uribe III.

Que es que Uribe quiere, dicen algunos entre resignados y seguros. Seguramente quiere, pero eso no es suficiente frente a la aversión de los factores de poder que son el tío Sam y el capital. De hecho, muchos han querido en el pasado ser candidatos presidenciales, pero, sin los factores de poder alineados a su favor, han tenido que declinar.

Que tiene como el 90% de popularidad. Es cierto. Pero ya le pasa lo que a los productos que alcanzan tal aceptación en el mercado que se vuelven genéricos y dejan de marcar diferencia. Uribe, y en particular la “seguridad democrática”, ya no marca diferencia en la oferta política y hasta posibles candidatos de oposición han dicho que por supuesto que los logros en seguridad deben continuarse. Con eso casi nadie va a pelear.

Que sigue enviando mensajes de que quiere la nueva reelección. Que ha nombrado a gente clave para una eventual tercera campaña. Que ha avanzado en el tema de la recolección de firmas para impulsar el referendo. También es cierto. Pero que no se vaya a lanzar no significa que no haya que mantener la caña hasta el último momento posible. Una recomendación de cualquier asesor de marketing político es que en estos casos hay que mantener la incertidumbre hasta el final. Y para ello hay que ser creíble. Estabilidad de la coalición de gobierno obliga. A la menor señal de que no se lanza, aflorarán en serio los candidatos a sucederlo y ello implicará mayores roces al interior del uribismo. Hasta que sea posible se seguirán enviando señales ambiguas.

Además, Santos, el ministro, ya es un candidato creíble para los uribistas. Ya sólo es cuestión de encontrarle una fórmula vicepresidencial conveniente.

Publicado El Nuevo Siglo 25-08-2008

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16 de agosto de 2008

El olvido que no será

“Se hizo una gran reunión en Aguachica, a la que fui invitado, y asistí acompañado de un funcionario del Ministerio del Interior que trabajaba en la LOOT. Llegamos y encontramos una concentración inusitada, una Asamblea Comunal de por lo menos ochocientas o mil personas, venidas de toda la zona que uno hubiera llamado Magdalena Medio, pero eran más de Mompox que de Yondó y Cantagallo. En la mesa a un lado estaban lo de Asocipaz y al otro los que parecían ser de la guerrilla del ELN, las diferencias ideológicas eran evidentes y marcadas. De esa reunión bilateral sale el ideal de la autonomía, la independencia, el autogobierno y afirman “nosotros somos capaces de autogobernarnos, de darnos la paz que necesitamos, si nos dejan tranquilos”. Por supuesto hubo momentos de tensión; el pueblo colombiano es simpático: no se si por diseño o porque se les ocurrió en el momento, cada vez en que estuvieron a punto de pelearse, entraba cantando y danzando el grupo musical de tambor Fonema de Aguachica, Cesar; claro, todos los escuchaban y se acababa la discusión; cuando notaban que se reanudaba la conversación se retiraban, así ocurrió unas tres o cuatro veces. De esta reunión salió la decisión de crear una región, no un departamento; se va a llamar Río Grande, ya tienen Himno Nacional, “La Piragua” y la decisión fue sellada por la tambora del colegio que salió a darle la bendición final”.

Así plasmaba Orlando Fals Borda una de sus vivencias, a la que tuve la fortuna de acompañarle, en su libro Kaziyadu.

Fals es uno de esos intelectuales no olvidaremos, gracias a su propuesta de IAP-Investigación Acción Participativa, que científicos sociales de otros países adoptaron luego con tanto interés. Y sobretodo gracias a su propuesta de una república unitaria regional, con regiones autónomas, en la que las regiones deberían constituirse según sus culturas y tradiciones. Como toda idea orientada a mover los espíritus, la del nuevo ordenamiento en regiones autónomas surgidas de rasgos culturales, se ubicaba en un extremo y no necesariamente tenía en cuenta que el territorio es también economía o que los límites de los departamentos, por más arbitrarios que sean, ya se han encargado de construir imaginarios y habrá que considerarlos. Fals sabía eso. Y de ello tal vez algún día se desprenda que el país avance hacia las regiones en un balance entre el departamentalismo extremo y la realidad de que el territorio también es la cultura, que no conoce límites político-administrativos. Y acaso esas regiones culturales, como lo vivimos en Aguachica, también sean los escenarios naturales para consolidar acuerdos y la paz específica que requiere cada región y que no se ve desde Bogotá

El territorio son sus gentes. Insistir en esa idea, que corrobora seguramente a muchos otros antes de él, es también un gran legado de Fals para el ordenamiento territorial de Colombia.

Publicado El Nuevo Siglo 18-08-2008
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9 de agosto de 2008

Aportes a un código de convivencia

La ciudad es ambiente propicio para los conflictos ligados a las “cosas del diario”, como los denomina el alcalde de Medellín, Alonso Salazar: Invasión del espacio público por comerciantes o particulares; disposición de basuras o escombros en espacios públicos; ruido en establecimientos de rumba, muchos arropados en la denominación de “clubes sociales”; incomodidades causadas por vecinos; irrespeto a las normas urbanísticas; daños a equipamentos urbanos; negligencia de organismos privados que organizan espectáculos públicos sin cumplir normas de seguridad; comportamientos individuales alejados de la civilidad, como orinar en el espacio público; intolerancia frente a grupos sociales específicos estigmatizados por la sociedad; movilizaciones no aprobadas, etc. Cuando estas “cosas del diario” no se regulan o atienden convenientemente pueden evolucionar hacia problemas mayores, incluyendo delitos.

El Código Nacional de Policía y otras normas asociadas, que sirven para regular y atender parte de estas situaciones, están desactualizados en contenido y espíritu requieren revisión urgente. Por ello está en discusión un nuevo Código Nacional de Convivencia. Dicho proyecto debería tener en cuenta:

  • Que no se trate solamente de un cambio de nombre, de Código de Policía a Código de Convivencia. Debe buscar la coexistencia tranquila y la cooperación entre los ciudadanos, retomando conceptos como “cultura ciudadana”, ya probado con éxito en Bogotá.
  • La recuperación del papel y la responsabilidad de la inspección de policía, eslabón crucial de la proximidad Estado-ciudadano, e impulsar las capacidades locales para prevenir contravenciones, ejercer control y responder a la demanda ciudadana. Allí nace la confianza ciudadana en la institucionalidad.
  • Un contenido de carácter general que permita autonomía y posibilidades de regulación a los municipios sobre los aspectos de convivencia propios y específicos.
  • Una alta componente pedagógica con el fin de promover el cumplimiento de la norma por convicción que no por miedo a la multa o la contravención.
  • La participación de actores privados, como la vigilancia privada, en la puesta en marcha de medidas de convivencia, bajo estricta coordinación del sector público.
  • El desarrollo de la regulación social y económica del uso del espacio público, acorde con costumbres y necesidades de cada municipio.
  • Para circunstancias excepcionales, la conducción a la estación de policía para reconvención preventiva de los ciudadanos en grado alto de excitación o que estén generando incomodidad o actos de incivilidad en el espacio público.
  • La posibilidad de que los municipios consoliden un registro de domicilios para todos los ciudadanos, que facilite la aplicación de la norma de convivencia, como en países desarrollados.
  • La promoción de redes de gestores en convivencia y educadores de calle, según sus necesidades específicas de cada municipio.
  • Reglas y procedimientos claros sobre el funcionamiento de los establecimientos de diversión y rumba y sobre la intervención de la autoridad policial.
  • Coherencia con las leyes recientes de pequeñas causas y de infancia y adolescencia.

Publicado El Nuevo Siglo 11-08-2008

Publicado www.lapalabradigital.com

2 de agosto de 2008

¿Cuál sociedad es más segura?

No es más segura la sociedad que más se protege sino la que más inseguridad previene. La seguridad ciudadana en Colombia podría dar un paso importante si nos orientamos a prevenir delitos, malestares sociales, incivilidades, corrupción. Las instituciones han desarrollado una muy alta capacidad de respuesta frente al delito ya ocurrido. Hay capacidad en reacción, en búsqueda, en vigilancia y en incentivar la cooperación ciudadana para responder al delito, como lo demuestran recientemente la captura de los violadores en Chía a inicios del año o la recuperación del menor secuestrado que conmovió a Bogotá hace algunos meses. Esto es importante, pero nos ha limitado, en materia de política pública, a una “cultura de los positivos”.

La práctica internacional muestra que es más costoso curar que prevenir. Pero también que necesita más trabajo prevenir que curar. Un estudio simple en Bogotá demostraría que la creciente inversión en seguridad y capacidad de reacción, con los años ha sido progresivamente menos eficiente. Prevenir es lo deseable, pero institucionalmente requiere un convencimiento de todos los actores y una capacidad importante de coordinación. Y esta última es complicada.

Bogotá ha planteado en su plan de desarrollo orientarse a la prevención. Y no está mal como declaración de principios. Ahora resulta fundamental que todas las instituciones del Distrito trabajen de manera coordinada para alcanzar los logros esperados. Lo primero es calcular el ahorro económico que en el mediano plazo significa para la ciudad la prevención en relación con la reactividad. Lo segundo, conocer mejor las buenas prácticas internacionales. Lo tercero, pasar del discurso, siempre fácil, a las propuestas concretas de acción en terreno. Lo cuarto, desarrollar e incorporar una alta dosis de estrategia y de entrenamiento institucional.

Barcelona es tal vez uno de los mejores ejemplos a nivel mundial de una política de prevención consistente y constante. En esta ciudad catalana policía e instituciones del ayuntamiento han desarrollado una capacidad de anticipación y adaptación a los nuevos retos de la inseguridad. Allí, pensando en el sentimiento de seguridad de los ciudadanos, se han focalizado en aspectos como: intervenciones integrales en sitios con situación crítica de inseguridad, atención integral para todas las víctimas de violencias y delincuencias, suministro adecuado de información a los ciudadanos sobre la situación real de la delincuencia, visibilización y explicación de la política de seguridad, institucionalización de la seguridad y la prevención al más alto nivel, apropiación del espacio público por los funcionarios y la ciudadanía para evitar percepción de aislamiento o soledad, mejora sustancial de espacios públicos deteriorados y de servicios y equipamentos urbanas.

Si la política se ha concentrado en la capacidad de reacción y respuesta, también es porque hemos dejado sola a la Policía. La prevención en Bogotá requeriría de un Sistema institucional de prevención, con un liderazgo desde un alto nivel en la estructura distrital. De lo contrario nos quedaremos en el discurso y en el mero marketing de las acciones piloto.

Publicado El Nuevo Siglo 04-08-2008

Publicado www.lapalabradigital.com