26 de diciembre de 2008

Las preguntas de 2009

Las buenas preguntas son la clave de todo análisis. Algunos, como Armando Marti, el famoso mentalista ex-asesor del Fiscal General de la Nación, prefieren el vaticinio. Esta columna difícilmente puede vaticinar; sin bola de cristal, ni nada parecido, sólo apunta a buscar la reflexión apropiada sobre el año que se le espera al país.

¿Qué tan duro pegará la crisis? ¿Cuánto va a crecer el desempleo? ¿Y en consecuencia, qué tanto aumentarán la pequeña delincuencia y los problemas de convivencia en las ciudades? ¿Qué tanto aumentará la incultura ciudadana en Bogotá? ¿Aguantarán los ciudadanos de Bogotá las restricciones en movilidad que provocarán las nuevas obras? ¿Se recuperarán los alcaldes de Bogotá y Medellín de sus descensos en las encuestas? ¿Le hará caso Samuel a D’Artagnan y comenzará a ser más osado y menos conciliador? ¿Se dará por vencida la política tradicional de Medellín en su embate contra Salazar?

¿Cuántas nuevas hectáreas de coca se sembrarán? ¿Qué tanto aumentarán los envíos a USA? ¿Cuántos nuevos baby-carteles surgirán? ¿Cuánto aumentará la financiación de las FARC y el ELN proveniente del narcotráfico? ¿Aumentarán las acciones de los nuevos paramilitares o bandas emergentes? ¿Liberarán las FARC a todos los secuestrados? ¿Seguirán con el discurso del intercambio humanitario a cualquier precio? ¿Continuarán los políticos explotando el dolor ajeno con el tema de la guerra, los unos, y del canje, los otros? ¿Se acabarán por fin los falsos positivos?

¿Reciclarán a DMG? ¿Cuántos clientes de DMG demandarán al Estado por la negligencia de haber permitido su funcionamiento por tanto tiempo?

¿Habrá nuevas sorpresas de la parapolítica? ¿Habrá referendo? ¿Qué tanto aguantará el teflón uribista? ¿Hasta cuanto descenderá la popularidad de Uribe? ¿Desarrollará la amenaza de cerrar al Congreso? ¿Hay Jose Obdulio para rato? ¿Condenarán a Guillermo León Valencia Cossio?

¿Habrá futuro liberal para Vargas Lleras? ¿Y para Rodrigo Rivera en el uribismo? ¿Le aguantará la imagen a Santos después de dejar el Ministerio? ¿Se desinflará definitivamente el Polo con sus contradicciones? ¿Surgirá el partido de la calle o el guantanamera de Lucho? ¿Mantendrán Robledo y Dussán la caña de la candidatura de Carlos Gaviria? ¿Iniciará Arias su primera aventura electoral conservadora presidencial? ¿Aumentarán los ataques políticos a Fajardo? ¿Logrará Marta Lucía una opinión a la altura de su preparación? ¿Se devolverá Noemí? ¿A cuál candidato le harán atentados?

¿Seguirá el éxito de Hora 20? ¿Seguirán tratando de enlodar la voz valiente de Claudia López? ¿Tres o cuatro canales privados? ¿Se harán pasito RCN y Caracol con el Palacio de Nari?

Son sólo algunos de los interrogantes de Colombia en 2009. De una cosa podemos estar seguros: el que viene promete ser un año poco aburrido, pero, lamentablemente, con dificultades para una gran cantidad de colombianos pobres. Mientras tanto, esta columna seguirá en este generoso espacio, aportando ideas y críticas a la seguridad, a las ciudades y a la política. A los amables lectores les deseo un 2009 lleno de buenas cosas.

Publicado El Nuevo Siglo29-12-2008
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23 de diciembre de 2008

¿Enlodar a Salazar para favorecer a quién?

En el caso de las declaraciones de Don Berna sobre su incidencia en la campaña que permitió la elección de Alonso Salazar como alcalde de Medellín conviene preguntarse, como en las series norteamericanas de CSI, ¿a quién favorece intentar enlodar a Salazar?.

Hasta 2003 Medellín era una de las ciudades políticamente más atrasadas del país. Los mandatarios sabían manejar su imagen. Y la ciudadanía paisa siempre ha preferido lavar los trapos sucios en casa, mientras responder en las encuestas que todo va bien. Pero la realidad detrás del manejo de imagen era un esquema clientelar, con visos de corrupción, que limitaba la relación democrática y transparente entre la Administración y la ciudadanía. Fajardo logró la alcaldía en 2003 con un proyecto fresco sustentado en la educación, en proyectos urbanos integrales y en una nueva forma de participación ciudadana. También tomó la decisión, no fácil, de acompañar el proceso de desmovilización de paramilitares que había iniciado el gobierno nacional en el Valle de Aburrá. Dicho proceso, necesariamente con aspectos por mejorar, ha tenido la evaluación positiva de organismos internacionales como la OEA y Naciones Unidas. Que a Fajardo le fuera bien con el nuevo esquema de articulación no clientelar entre la ciudadanía y la Administración de Medellín, no cayó bien en los grupos de la política tradicional. Fajardo ha sido como el Mockus de Bogotá, que ha introducido una nueva narrativa y una nueva forma de gobernar sustentada en una mayor cultura y compromiso ciudadano en Medellín.

Pero el golpe más duro para la clase política tradicional fue la derrota frente a Alonso Salazar, quien aseguraba la continuidad del nuevo modelo de gestión pública de Medellín. Ante la perspectiva de ocho años, y de pronto más, por fuera del poder local conviene a la política tradicional de Medellín que el alcalde sea enlodado. Y la estrategia no es desconocida entre los jefes paramilitares extraditados. Ya se reveló en la prensa nacional la semana pasada, a través de una grabación, cómo la estrategia de Mancuso ha sido la de delatar a políticos para favorecer a sus amigos congresistas. La pregunta del millón es entonces ¿Cuáles son los políticos tradicionales que se benefician con las declaraciones de Don Berna contra Salazar?

En medio de este río revuelto y sabiendo la relación entre Salazar y Fajardo, es claro que en la carrera presidencial hacia 2010 conviene a muchos que Salazar resulte enlodado, para, de paso, salpicar a Fajardo. Es cierto que la política pública de desmovilización y de seguridad ciudadana de Medellín, como todo, amerita evaluación transparente y objetiva para identificar avances y desafíos. Pero no parece honesto que las escuderías de otros precandidatos entren desde ahora en el terreno de la campaña negativa, a costa de toda una ciudad, cuando lo que espera la ciudadanía es un debate de propuestas.

Publicado El Nuevo Siglo 22-12-2008
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14 de diciembre de 2008

Hay seguridad después de Uribe

Siempre que le han preguntado a Uribe si está buscando la reelección, su respuesta es más o menos la misma: hay que buscar la reelección de la seguridad democrática. Se volvió tan automático y tan predecible que ya ni los medios de comunicación le prestan la atención que tenía antes. Lo cierto es que quien quiera ser presidente de Colombia tiene que seguir trabajando el tema de la seguridad.

Ahora el sonajero se mueve más que nunca. Entre los uribistas con posibilidades están Juan Manuel Santos cuenta con la maquina comunicacional del Partido de la U, Vargas Lleras con un fuerte aparato político propio, al que aspira a sumarle el aparato liberal, y Marta Lucía, la mejor preparada técnicamente hablando. Los tres son identificados con la seguridad democrática. Santos ha dicho que se requiere trabajar la seguridad urbana y Marta Lucía ha insistido en la necesidad de una política nacional de prevención. Está Sergio Fajardo, para quien la aceptación de su propuesta en seguridad depende en parte del epílogo de la batalla de los políticos tradicionales de Medellín para enlodar a su sucesor Salazar. Del lado liberal, Rafael Pardo no necesita credenciales en el tema de la seguridad y se conoce su talante civilista en estos asuntos. Rodrigo Rivera aspira a retomar las banderas uribistas de la seguridad democrática. A esto mismo aspiran los conservadores, con Nohemí Sanín o cualquier otro. Del lado del Polo, Lucho Garzón ya demostró en Bogotá y sin complejos que la seguridad funciona bien desde las propuestas socialdemócratas. Además no genera desconfianza en la fuerza pública. Petro, que podrá perfectamente proponer el uso de las armas de la nación para combatir por igual a guerrilla, narcotráfico y paramilitares, tiene que construir confianza con la fuerza pública. Carlos Gaviria es el único que se aparte de estos temas.

Todos tendrán que recoger los logros de Uribe en seguridad rural, en la reducción del secuestro y en el arrinconamiento de las FARC. Pero tendrán que ir más allá y asumir los retos, por no decir fracasos, de Uribe en seguridad: el rearme paramilitar, las bacrim, la seguridad urbana que sigue sin política específica y eficaz para complementar el trabajo de los alcaldes en las ciudades, la convivencia degradada y el aumento de la cultura de la solución de conflictos por la fuerza, el narcotráfico y las bacrim, así como la necesidad de reducir las vulnerabilidades de sectores de la fuerza pública en materia de derechos humanos y de cooptación.

El sucesor de Uribe podrá utilizar el término de seguridad democrática u otro, pero la solución real no podrá ser más de lo mismo. La seguridad después de Uribe, requerirá de una nueva narrativa, con nuevas propuestas y más creatividad. Se necesitará una política de seguridad integral. Este asunto será definitivo para que los ciudadanos se decidan a ungir a uno u otro de los pretendientes.

Publicado El Nuevo Siglo 15-12-2008
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7 de diciembre de 2008

El polo club

Esta columna no es sobre un club social o sobre un parque para Bogotá. Es sobre un partido político. Es cierto que durante la campaña de 2007 a la alcaldía de Bogotá los miembros del Country Club hicieron famosa la frase de “si quieres polo, vota por el polo”. Y así ocurrió. Pero la relación de hoy, la que esbozo en esta columna, tiene menos que ver con frases y que con el desempeño del Polo Democrático Alternativo.

El antiguo polo, el Polo Democrático Independiente-PDI era un partido de ciudadanos y grupos sociales, más que un partido de parlamentarios y estructuras rígidas. El actual PDA, resultado de la unión del antiguo polo con Alternativa Democrática, es un partido de parlamentarios y estructuras rígidas, con lógicas regidas por difíciles ejercicios de equilibrio entre sus parlamentarios. Es decir, más de lo mismo. Nada distinto a aquello frente a lo cual se quería ser alternativa.

La primera idea del polo como alternativa sedujo a muchos del centro político. Algunos de los cuales siguen pensando que la alternativa para los problemas del país debe surgir desde una posición socialdemócrata abierta al centro, como sucede en Chile o como se ha dado en Uruguay y a veces en Italia. Tal vez como lo ha inspirado Obama-candidato. Pero para lograr eso, es necesario seducir e incluir ampliamente a la opinión pública y al ciudadano en general. Y eso no está pasando.

El polo ha privilegiado las posiciones de equilibrio entre los parlamentarios y sus grupos. Hacia adentro, su rigidez lo muestra como el partido más organizado de todos, como lo reconoce hasta Fabio Echeverri. Pero no está haciendo el trabajo que le corresponde frente al país. Parece más club social, donde para convivir la única regla posible es la del mínimo común denominador. Por eso no es frecuente escuchar que el Polo, como partido, fije posiciones de fondo sobre el tema de las FARC, sobre el modelo económico, sobre la solución al empleo, sobre los profundos problemas de las instituciones, sobre la convivencia, y mucho menos sobre la seguridad. Que se sepa, no hay una propuesta de fondo para el país. Sólo se destacan esporádicamente algunos de sus miembros. Petro y Lucho son los únicos que no han perdido su libertad de palabra y de propuesta. Y afortunadamente Clara López mantiene su ojo vigilante sobre los problemas de los derechos humanos.

Sería importante para la democracia que este partido representara una verdadera alternativa, abierta a los ciudadanos del común, a la opinión pública y seriamente articulada con otros sectores demócratas del país. Pero primero se requiere que el polo salga de la lógica según la cuál todo en Colombia pasa por Uribe, que lleva a los parlamentarios al facilismo de ser reactivos frente a los planteamientos del presidente, sin hacer verdaderas propuestas robustas a los problemas nacionales. Pero la verdad sea dicha, esto último puede significar mucho esfuerzo.

Publicado El Nuevo Siglo 08-12-2008
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1 de diciembre de 2008

De regreso al punto cero

Hay caos en Palacio. El presidente se está quedando solo. Ha habido encontrones entre su despacho y Oscar Iván Zuluaga por el manejo de las pirámides. Al presidente no le gustan los superintendentes. Los economistas, cuando dicen lo que hay que hacer, son calificados como yuppies por Palacio. Hubo reservas en Palacio frente a Naranjo, a quien le atribuyeron lentitud en las investigaciones sobre las pirámides. No hay comunicación con la Corte Suprema de Justicia. En el Congreso se salieron del libreto Cambio Radical y parcialmente los conservadores. Los resultados de la agenda legislativa serán mediocres en 2008. El fenómeno comunicacional de Uribe ya no seduce a los medios como antes. Y, para completar, parece que la logística de la recolección de firmas para el referendo se manejó en conexión con DMG y con la opacidad de ésta.

Mientras Palacio está en caos el país sufre las consecuencias naturales del desgobierno. Lo de Putumayo es parecido al tema Albania, que allá acabó en guerra civil. Y para la gente que perdió en las pirámides el gobierno sigue siendo el culpable. En cierta parte tienen razón. DMG fue durante cinco años una empresa legal, con conexiones más que obvias con círculos cercanos al gobierno nacional, e incluso respaldada por escrito por el mismo presidente. La desprotección del ciudadano frente a la estafa de las pirámides, por inacción del gobierno, resultó ser una hecatombe para ciertas regiones del país.

Y del lado de la seguridad rural, el tema de mostrar del presidente, los estudios recientes muestran evidencias bastante preocupantes. De no actuarse coherente y decididamente en los próximos dos años, las consecuencias del post conflicto rural serán más devastadoras para el Estado de Derecho, la soberanía y el control en esos territorios, que las que tuvo el mismo conflicto. Según León Valencia (El Tiempo 29-11-2008) “los reductos paramilitares y los grupos emergentes…se están expandiendo desaforadamente. Las Farc se han reacomodado para seguir en la guerra”.

Entre bacrim, reinsertados reincidentes y los que nunca se desmovilizaron sumarían alrededor de 106 grupos y 10.000 hombres-arma ubicados en el 25% de los municipios colombianos. Las Farc, menguadas, se están adaptando asumiendo el esquema tradicional de grupos pequeños y móviles y, muy preocupante, buscando en ciertas zonas alianzas explícitas o tácitas con las bacrim para recuperar rutas de narcotráfico y de acceso a las ciudades. Y todo cobijado por el manto del negocio del narcotráfico.

A Uribe le queda uno de dos caminos. El primero es reorganizar su gobierno con un equipo técnico y renovado para gobernar los dos años que quedan y redondear su importante trabajo en la seguridad rural. El otro es, con la lógica de los clientes de DMG, seguir jugando a apostar dos años a la reelección para ganarse otros cuatro, y esto sin importar las consecuencias para el país. Ojalá su inteligencia superior le ayude a discernir bien.

Publicado El Nuevo Siglo 01-12-2008
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22 de noviembre de 2008

La era del "googolazo"

En Colombia la coyuntura vertiginosa no deja espacio para analizar otros fenómenos sociales importantes. Entre “falsos positivos”, retiro de militares relacionados con violación de derechos humanos por omisión o por acción, acciones tardías del estado para proteger al ciudadano de las estafas piramidales, estrategias de lavado de dinero (DMG) y el eterno debate de la reelección, se quedan fenómenos sociales importantes sin reflexión ni columnas. Apartémonos hoy entonces de la coyuntura.

Un tema crucial en la sociedad contemporánea, incluida la colombiana, es el internet. El buscador Google por ejemplo está marcando una nueva era, con la posibilidad de acceder a cantidades de información que años atrás eran impensables. En un café internet de Ubaté, Cundinamarca o de Marsella, Risaralda, un ciudadano con un “googolazo” (una búsqueda en Google) puede acceder a mayor cantidad de información que un investigador en un día en una biblioteca en una de las grandes universidades del mundo hace 10 años. Por supuesto que se encuentra de todo: basura y cosas interesantes. Pero por ello mismo, la formación de estudiantes hoy hacer más énfasis en la capacidad de discernir entre lo que es basura de lo que es útil en el trabajo con los buscadores.

Antes el problema era de disponibilidad de información para tomar decisiones y había que dedicar mucho tiempo a su búsqueda o a su producción. Hoy los métodos de trabajo, de producción y de investigación deben focalizarse más en el tratamiento de toda la información útil que ofrecen los buscadores. Esto es una revolución.

Pero también hay riesgos. El “copy-paste” (copiar y pegar) se señala con frecuencia como una de las amenazas para los derechos de autor. El plagio es una realidad difícil de controlar. No ha faltado el concejal de Bogotá que ha hecho ponencias con documentos bajados de www.rincondelvago.com, o que ha fusilado textos de Juan Camilo Restrepo. Pero además muchos buscadores capturan información sobre las preferencias de los usuarios en internet que posteriormente es utilizada para fines comerciales. Además la red sirve para dejar expuesta información de los ciudadanos que puede ser consultada por cualquier persona, incluso con fones inapropiados. Habría que enseñarle a los colombianos a manejar estos y otros riesgos del internet.

Para bien y para mal, internet y los buscadores han cambiado la cotidianidad de muchas actividades diarias en el trabajo, en el estudio y en el hogar. Pero, ¿qué tanto está la sociedad colombiana preparando a los ciudadanos para usar bien el internet y las redes de buscadores? Y quién regulará y controlará para garantizar la seguridad de la información de los colombianos en internet? El tema no es sólo colombiano, pero alguien en el gobierno nacional debería estar reflexionando sobre el tema. Puede que sea mucho pedir en un país que ni siquiera protege a sus jóvenes más vulnerables. Pero como el futuro hay que penarlo antes de construirlo, vale la pena el llamado de atención.

Publicado El Nuevo Siglo 24-11-2008
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17 de noviembre de 2008

AUV y DMG: ¿misma pirámide?

Pensaba escribir sobre lo incomprensible que resulta que la seguridad democrática, con logros tan importantes en seguridad rural, en debilitamiento de la guerrilla y disminución de la acción paramilitar y en disminución del secuestro, no sea eficaz frente al más grande riesgo para los colombianos de clase media y media baja desde que la guerrilla rondaba las ciudades: la estafa. Pero luego del debate del 14 de noviembre en la W entre el presidente Alvaro Uribe Vélez y la cabeza de DMG, David Murcia Guzmán, quedan reflexiones obligadas.


Estamos frente a dos personajes que llegan a la audiencia a través del lenguaje coloquial que, original o no, es el centro de sus respectivas estrategias de comunicación. Más allá de esa similitud hay que mirar el significado de ambos en la Colombia de hoy. AUV será recordado como el hombre frentero, “cargado de tigre”, para el que todo valió en la búsqueda de sus propósitos y de los de sus cercanos. Combinó audacia y aversión al riesgo (el propio y el del país), con una gran capacidad de comunicación y un trabajo de filigrana jurídica y legal para, en algunos casos al filo de la ley, cambiar articulitos cuando fue necesario. El que escucha a DMG reconoce la misma audacia del outsider que fue AUV, como los mismos códigos de comunicación exitosos. En lo jurídico, sustentado en el trabajo de filigrana de sus asesores, DMG no ha tenido complejo para decir que “no nos han encontrado nada”.


AUV y DMG son íconos del talante del nuevo colombiano: arrojados, audaces, emprendedores, frenteros, temerarios, devotos y patriotas; altamente motivados al logro fácil, para ellos todo es posible. El fin justifica los medios. AUV se ha apegado a la trilogía “Dios, patria y seguridad democrática” y a “trabajar, trabajar y trabajar”. DMG pide simplemente, lo que cae bien a cualquier colombiano en informalidad, “que los dejen trabajar”. Para ellos valen las emociones más que los argumentos; por ello entienden la importancia de, frente a la opinión, ser víctimas de los medios. Años atrás AUV fustigaba al aire a Alejandro Santos; DMG pide hoy a Julito que sea más cuidadoso con “el personal que contrata” (Félix de Bedout). A AUV le ha funcionado bien ser víctima de todos los que disienten de sus posiciones y actos de gobierno: “es que no lo dejan gobernar”, dice el colombiano medio. DMG dice hoy: “no nos dejan trabajar”.


La relación entre AUV y DMG no se limitaría sólo a que, según DMG, un hijo de AUV acudió a sus empresas buscando financiación para un proyecto. La relación social entre ambos es estructural. Por ello cabe preguntarse si, en un esquema social piramidal, AUV es la cabeza de una nueva estructura de valores de los colombianos y DMG no es más que uno de los mejores productos de esta pirámide de valores de la era AUV. Ojalá esté equivocado.

Publicado El Nuevo Siglo 17-11-2008
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11 de noviembre de 2008

Cómo se recupera Samuel

Samuel Moreno fue elegido alcalde de Bogotá gracias a una mayor habilidad electoral y a la mejor estrategia política en la campaña de 2007. Aglutinando a diferentes sectores políticos, propuso un programa de gobierno que le apostó todo al Metro. Samuel tocó el ego de los bogotanos: ¿porqué Medellín sí tiene metro y Bogotá no? El empujón definitivo lo dio el voto de opinión que, frente a un Peñaloza pedante y distante, consideró que Samuel era la carta. Parte de los perdedores luego iniciaron una campaña de desprestigio por varias vías. Sin embargo, Samuel logró componer un gabinete tranquilizador para muchos sectores de opinión, mezclando bien representatividad política y capacidad técnica.


Pero lo que le ayudó a ganar la elección, lo tiene hoy con sólo un 31% de aceptación. El metro es percibido como un proyecto incierto. Muchos anuncios desconectados y los errores del recién renunciado secretario de movilidad han contribuido a esta percepción. La percepción es que falta una estrategia en el tema del metro. Y un tema que no fue de campaña se ha vuelto crucial: la seguridad pública. Ha aumentado la percepción de inseguridad, y su manejo no puede hacerse con los mismos instrumentos con que se responde a la inseguridad objetiva. Los grupos políticos que lo apoyaron han inflado su demanda de participación en el gobierno. Esta inflación, con una administración que no es infinita, tiene descontentos a muchos, incluida el ala radical del Polo. Además, en muchas entidades del Distrito, existen diferencias entre los directivos y los grupos de trabajo. Además, si el voto de opinión que lo acompañó en el momento decisivo de la elección está hoy insatisfecho, es que hay también un problema de comunicación del gobierno.


Samuel se recupera si construye una nueva narrativa de gobierno que le ayude a completar el primer año de gobierno mientras llegan los resultados que el Plan de Desarrollo prevé para 2009. Debe recuperar la certidumbre del metro en torno a una estrategia coherente en movilidad, que evite las decisiones y que le meta el diente a la chatarrización de los buses viejos. Mientras se pone en práctica el proyecto bandera de prevención del delito, debe acelerar el manejo estratégico de la seguridad ciudadana, pues existen varias alertas tempranas en algunos temas y la percepción de inseguridad sigue afectando a los ciudadanos. Impulsar una Secretaría de Seguridad Pública es un proyecto conveniente para este momento. Debe Samuel evitar ser presa de los grupos políticos, llevar su participación en el gobierno a sus “justas proporciones” y, como dirían en Washington, “refrescar” el equipo de gobierno. Debe promover la conexión de los equipos de funcionarios de las entidades del distrito con sus directivos. O viceversa para que la administración marche al 100%. Los días por venir son definitivos para reorientar el rumbo de la administración. La ciudad lo requiere.

Publicado El Nuevo Siglo 10-11-2008
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4 de noviembre de 2008

La política: la fuerza que decide

Durante mucho tiempo se mantuvo como doctrina en Colombia el discurso de Alberto Lleras Camargo en el Teatro Patria el 9 de mayo de 1958 para definir, ante comandantes y oficiales de las Fuerzas Armadas "el contrato de recíproco respeto" entre los militares y la sociedad. De ese necesario discurso para la época, cabe recordar: “Colombia como toda nación, pero en este momento más que en cualquiera otra necesita…de un buen gobierno como de unas Fuerzas Armadas poderosas, no sólo por su capacidad física de defensa, sino por el respeto y el amor que el pueblo les profese. Yo no quiero que las Fuerzas Armadas decidan cómo se debe gobernar a la nación, en vez de que lo decida el pueblo, pero no quiero, en manera alguna, que los políticos decidan cómo se debe manejar las Fuerzas Armadas, en su función técnica, en su disciplina, en sus reglamentos, en su personal…”

Colombia salía de la dictadura y era necesario ese mensaje a la Nación. Se sabía de la incertidumbre manifestada por miembros de la fuerza pública frente al nuevo gobierno. Lleras Camargo enviaba así un parte de tranquilidad a la sociedad civil como a esos miembros de la fuerza pública. Desde entonces, la fuerza pública fue autónoma y poco tuvo incidencia política o de otras instituciones en su función técnica, su disciplina, sus reglamentos y su personal. La constitución de 1991 preparó el terreno para el cambio necesario del siglo XXI: que desde la política pública integral se orientase la fuerza pública hacia los objetivos trazados en la Constitución. Desde entonces se ha dado un cambio paulatino que comenzó con el primer Ministro de Defensa no militar. En las grandes ciudades, los comandantes de policía han entendido poco a poco la importancia, para el logro de los objetivos de seguridad ciudadana, de articularse a la política pública urbana liderada por los alcaldes. Y el ejemplo más reciente de este cambio es el acto inusual del Ministro Santos que pidió la investigación de las actuaciones de los militares en el caso de los desaparecidos de Soacha, con las consecuencias que el país conoce.

Detrás de estas evoluciones están silenciosos pero eficientes comandantes y oficiales de las fuerzas armadas y de la policía nacional, que en una perspectiva moderna han entendido ese cambio, sustentados en el convencimiento de que los problemas de defensa, de seguridad rural y de seguridad urbana, no se resuelven sólo con la táctica y la estrategia militar o policial, sino con la acción integral del Estado en todo su territorio.

Esperemos que los que aspiran a suceder a Uribe tengan la capacidad de ofrecer una perspectiva y una Política, con P mayúscula, de seguridad integral y de seguridad humana nueva e inteligente, capaz de articular cada vez más a Fuerzas Armadas y Policía Nacional a los objetivos de desarrollo integral del territorio.

Publicado El Nuevo Siglo, 04-11-2008
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25 de octubre de 2008

Asumir seriamente la política urbana

En 1994 en una reunión de la OCDE sobre ciudades y desarrollo nacional en Australia, Kenichi Ohmae, economista y prospectivista japonés, dijo que el futuro del mundo sería determinado por cuatro C’s: capital, comunicaciones, concentración y ciudades. Visión optimista y no necesariamente desatinada, siempre que la C de capital se asocie a la economía real y no a la especulación, en cuyo caso habría que cambiarla por la C de crisis. En la misma reunión, Michael Cohen de The New School de Nueva York, replicó que el futuro sería dominado por cuatro P´s: población, pobreza, participación y política. Consideraba Cohen que Ohmae apostaba sólo positivamente a la globalización económica. Pero los últimos años nos ha dejado ver dramas humanos que han contrastado con la visión optimista del japonés.

Recientemente en Nairobi, discutiendo con cerca de cincuenta expertos, Cohen incluido, convocados por la Agencia de las Naciones Unidas para los asentamientos humanos, UN-Hábitat, sobre los desafíos futuros de la ciudad, coincidimos en cinco retos (en inglés las cinco S’s): escasez, escala, seguridad, sostenibilidad y ciencia. Con voluntad, estos cinco retos pueden perfectamente guiar una política urbana en Colombia:

Escasez: En medio de altos niveles de inequidad, las ciudades colombianas deben enfrentar la escasez de alimentos para los más pobres (programas pioneros como Bogotá sin Hambre deberían ser multiplicados en otras ciudades), escasez de agua, escasez de suelo y de vivienda. Y la crisis económica en ciernes agravará la cuestión. Una política de ciudades debería privilegiar a los pobres urbanos frente a estos problemas.

Escala. Con el aumento de los hogares urbanos, los problemas de las ciudades tiendan a aumentar en escala: menor movilidad, menos suelo, más pobreza urbana, más delincuencia común, etc. Problemas a escala, requieren soluciones a escala. Una política de equilibrio urbano regional puede ayudar en mucho a abordar integralmente este reto.

Seguridad: La seguridad democrática avanzó en controlar el territorio rural, enfrentar guerrillas y paramilitares y disminuir el secuestro. No avanzó en la seguridad urbana. Es momento de desarrollar una verdadera política de seguridad urbana que de una vez por todas asuma los retos de la criminalidad y consolide la convivencia en las ciudades.

Sostenibilidad: Se requieren nuevas formas y modelos de ciudad que resulten más eficientes en el uso de energía y el consumo de recursos naturales, y generen menos problemas ambientales para sus ciudadanos. Son insuficientes los logros en el manejo apropiado del medio ambiente urbano y por ello son grandes los retos para recibir mejor a las futuras generaciones urbanas.

Ciencia: No es posible asumir estos retos convenientemente sin invertir tiempos, esfuerzos y recursos en investigación científica sobre los problemas urbanos colombianos. Acostumbrados como estamos a “apagar incendios”, tendremos que construir una mayor conciencia en investigadores como en financiadores públicos y privados para asumir el la investigación completa de problemas y conflictividades urbanas en Colombia. Sin esto no es posible anticipar crisis alguna, ni tomar mejores decisiones.

Publicado El Nuevo Siglo 27-10-2008
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19 de octubre de 2008

No hay política criminal

La seguridad urbana ha mostrado evidencias que deben despertar algunas alertas en las ciudades este año. Y en todo caso hay que preguntarse porqué la política de seguridad democrática no tiene incidencia en las grandes ciudades. Que el homicidio haya aumentado ligeramente en Medellín y que la percepción de inseguridad aumente en Bogotá, parece estar asociado a un tema: la lucha por el poder entre bandas criminales desarticuladas en la primera y la acción de grupos de delincuencia organizada en la segunda. Y en este contexto las políticas locales de convivencia no pueden tener mucha incidencia. Frente a los relictos de grupos armados organizados, posteriores a la desmovilización, y frente a la acción de organizaciones delincuenciales especializadas en delitos de alto impacto, lo efectivo es una verdadera política criminal, que no existe en Colombia. Al menos no una política seria, a pesar de que muchas entidades utilizan el término en sus documentos o para denominar comisiones.

La política de seguridad democrática no es una política criminal. No fue concebida para desarrollar una secuencia lógica de objetivos, metas, estrategias, medios, recursos y coordinaciones institucionales, orientadas a combatir el crimen y a desarticular la delincuencia en las ciudades. Se requiere una política criminal que permita identificar y caracterizar bien las diferentes modalidades delincuenciales, los modus operandi de las bandas criminales en las ciudades, los perfiles de los delincuentes y los entornos y circunstancias en los que desarrollan sus actividades, así como los factores que determinan la condición de las víctimas. Sólo siguiendo este camino es posible producir nuevos resultados en la lucha contra la violencia homicida instrumental y los delitos de alto impacto en las grandes ciudades. Es el punto de partida para diseñar un nuevo y permanente esquema coordinado de acciones de la fuerza pública y los organismos de investigación: policía operativa, policía judicial, CTI y fiscalía.

La fórmula de la seguridad democrática para combatir la guerrilla y los paramilitares en las zonas rurales, no ha funcionado en las ciudades. Y política criminal no es solamente reunir un grupo de personalidades para definir el tamaño de las penas o para tipificar nuevos delitos, como a veces se piensa en el Ministerio del Interior y de Justicia.

No habría que extrañarse de aumentos en las cifras objetivas de la criminalidad en algunas ciudades o del aumento de la percepción de inseguridad en otras, si desde el Ministerio del Interior y de Justicia no se toma en serio la construcción de una política criminal que sirva de complemento al esfuerzo que ciudades como Bogotá y Medellín hacen con sus políticas de seguridad ciudadana y convivencia, y que han sido importantes para tratar los problemas de incivilidad y convivencia, y muchos rasgos de la violencia impulsiva y delincuencia común. Porque lo cierto es que cuando los “muertos están pagos”, no hay política local que valga.

Publicado El Nuevo Siglo 20-10-2008
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13 de octubre de 2008

Se necesitan nuevas ideas para enfrentar la crisis

Con Wall Street, y luego con más fuerza la City en Londres, cambiando la cartilla económica y tratando de regular la mano invisible del mercado, que fue la diosa desde los años de Thatcher y Reagan, cabe preguntarse que estarán pensando los amigos de la doctrina de la desregulación a ultranza, siempre prestos a calificar mal todo asomo mínimo de regulación estatal.

La evidencia ha sido contundente. El mundo económico está cambiando y hasta miembros de los partidos políticos y adeptos a ideas neoconservadoras y neoliberales se han sumado, catástrofe económica obliga, a la defensa de la intervención con recursos públicos para salvar un sistema financiero ebrio de especulación. La opinión pública en los países más afectados por la crisis también está cambiando, y más consciente de la crisis, al menos por el momento, estaría votando mayoritariamente demócrata en Estados Unidos y tal vez vote laborista en las futuras elecciones británicas. Dos hombres de centro o centro-izquierda, Barack Obama y Gordon Brown, son los nombres políticos que la crisis económica ha puesto de moda.

¿Qué harán aquellos que siempre defendieron, porque así fueron educados, la minimización del estado? ¿Y aquellos que siempre fueron aversos a la regulación? Ya el 11S mostró la importancia de más Estado en los asuntos de seguridad. Ahora es necesaria más regulación y vigilancia estatal sobre la economía. Pero no hay que ser pesimistas frente a la capacidad de adaptación. Solo tendrán inconvenientes aquellos líderes que han defendido la desregulación a ultranza como credo. Pero aquellos que han actuado y hablado sobre la base de la evidencia, sin modelos preconcebidos en mente, no solo se adaptarán sino que tomarán relevancia en los próximos días. Pues lo que se viene en materia de crisis económica y, por añadidura, social, no será problema de poca monta y requerirá de medidas creativas y propuestas altenativas.

Ahora bien, el caso colombiano es patético. El efecto FARC sigue siendo en el imaginario nacional el centro de los problemas. Y esto podría llevar a que, una vez más, no se vea la crisis económica y social en su verdadera dimensión. Y peor aún, a que se diga a los icautos que la solución a la crisis es únicamente más seguridad democrática. Ya se sabe que el efecto las FARC han mantenido acomplejadas las posibilidades del centro y centro-izquierda en Colombia. Y por lo mismo, pocos líderes con este talante han salido a hablar de la crisis económica y sus implicaciones para la sociedad colombiana. Por su parte, la izquierda parlamentaria se acantanó durante seis años en un discurso antiuribista y, que se sepa, no hay una propuesta concreta o modelo de sociedad propuesto alterno al que Uribe propuso. Ahora, para ser honesto, es que es más fácil criticar que proponer, mostrar biografías personales o repetir los esquemas clientelares que construir propuestas y modelos de sociedad alternativos y robustos.

Publicado El Nuevo Siglo 13-10-2008
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4 de octubre de 2008

Alerta Bogotá

La última encuesta de percepción y victimización de la Cámara de Comercio debe disparar las alertas. El registro de eventos de inseguridad que habían hecho los medios de comunicación en el último año, no permitía por sí solo determinar el grado real de aumento de la inseguridad. Se sabe que las noticias encuentran su importancia según no existan otras noticias más importantes en otros ámbitos. También se sabe que en cada momento los actores políticos registrados por los medios tienen motivaciones distintas para hacer eco a los problemas de la seguridad: pueden dimensionar eventos normales, mientras dejan pasar eventos graves. La encuesta presentada por la Cámara permite análisis más objetivos y una conclusión concreta: sin que la situación se haya desbordado, se presentan síntomas y señales que deben prender las alarmas y deben orientar nuevas acciones de la Policía y las autoridades.

La encuesta constata que se ha aumentado el número de delitos cometidos en la calle y en el espacio público. Esto significa que los elementos que disuaden al delincuente no están actuando eficientemente. Hay que revisar la presencia policial o de funcionarios guías ciudadanos en la calle. También hay que volver a la vieja discusión sobre el pie de fuerza de la ciudad, pues parece que en lugar de aumentar está disminuyendo por las circunstancias del servicio público (vacaciones, sanciones, traslados, etc.). También llama la atención sobre la necesidad de reforzar la intervención del espacio público con criterio de entorno urbano más seguro: mejor manejo de basuras, recuperación de paredes y muros, de equipamentos urbanos, de malla vial, mejor iluminación, etc. Es necesario revisar el manejo preventivo del espacio público para disuadir hechos delincuenciales.

La encuesta permite mirar también del lado de los ofensores. Los ciudadanos están percibiendo que la inseguridad existente se debe a la presencia de grupos, en particular delincuencia común y pandillas. ¿Cuáles son los factores que están incidiendo para que más grupos delincuenciales decidan cometer delitos? ¿Hacia el futuro cuál será el efecto de la actual crisis económica en la tendencia de acción de los grupos delincuenciales organizados? La política pública debe responder estos interrogantes y asumir las acciones necesarias.

Las autoridades habían sostenido que el principal problema de Bogotá era la convivencia. Y es cierto que no se debe descuidar ese frente. En cambio, la encuesta deja pensar que el problema central de Bogotá hoy es la acción de los grupos delincuenciales organizados. Y esta constatación debe ser la base para formular y ejecutar una buena política pública de prevención, para la cual el Plan de Desarrollo prevé esfuerzos y recursos apropiados. Las expectativas sobre la política de prevención de la delincuencia del Distrito son altas en términos de resultados. La próxima encuesta de victimización y percepción será un termómetro de la efectividad de esta política pública y dirá si se ha respondido bien a las alertas que ahora aparecen.

Publicado El Nuevo Siglo 06-10-2008
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1 de octubre de 2008

1929-1933

Estamos en crisis económica. En Colombia el imaginario de la seguridad democrática no ha dejado ver la tormenta completamente. Convendría que los responsables políticos y económicos salieran un poco de la obnubilación de la parroquia y comenzaran a ver que estamos en la crisis más dura después de 1929 y que definitivamente tendrá efectos sociales en Colombia en los años que vienen.

Claro que en Estados Unidos y Europa hasta hace solo algunas semanas no se había reconocido la magnitud de la crisis. Sólo algunos analistas como Jacques Attali, se habían atrevido a compararla con la de 1929-1933 y esto por varias similitudes: la necesidad de una nueva regulación bancaria, la necesidad de una fuerte inyección financiera con recursos de los contribuyentes (paradójicamente promovida por un presidente neoconservador!), propuestas de nacionalización e intervención de bancos, tensiones militares y geopolíticas y una gran connivencia entre Washington y Wall Street en la que al momento de la crisis este último transfiere el riesgo y la cobertura de la crisis a los contribuyentes.

Pero hay diferencias con 1933. El tamaño financiero de la crisis es mucho mayor y los recursos previstos por parte del fisco norteamericano como salvavidas para los bancos, se suman a un déficit norteamericano ya bastante importante. Por otra parte, con la economía globalizada de hoy, no son suficientes medidas nacionales para contener impactos internacionales, lo que nos pone a pensar de nuevo en la necesidad de una regulación financiera mundial. En otra palabras, a mercado y problemas económicos globalizados, democracia y regulación global.

Lo que siguió a la crisis de 1929-1933 en bien conocido en Europa: en medio de una crisis que había tocado de manera muy importante a los ciudadanos del común, surgieron nacionalismos encontrados, acompañados de tensiones militares y de una guerra mundial. Sangre, sudor y lágrimas fue lo que caracterizó ese período de la historia.

Conviene pues que nuestros responsables y analistas comiencen a hacer prospectiva sobre las consecuencias de la actual crisis en la economía colombiana, ojalá desprovistos de la tan colombiana autocomplacencia y de la tradicional dificultad para ver las crisis o para llamarlas por su nombre. ¿Qué pasará con la economía en los próximos años? Si nos atenemos al discurso oficial de los últimos seis años, según el cual hemos crecido gracias a la seguridad democrática, deberíamos seguir creciendo, ¿cierto? ¿O será que el crecimiento no fue producto de la seguridad democrática sino de la coyuntura económica mundial? ¿Qué pasará con la disminución de pobreza? Si nos atenemos a los discursos recientes, bastaría con que las políticas sociales locales continúen para seguir mejorando en los indicadores sociales. Y en las dos ciudades más importantes hay continuidad, formal por lo menos. Pero creo que la crisis económica tendrá impacto en las ciudades y hay que prepararse para un estancamiento de los avances sociales o para un aumento de la pequeña delincuencia. La próxima campaña presidencial se jugará en ese terreno.

Publicado El Nuevo Siglo 29-09-2008
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21 de septiembre de 2008

De postconflicto y nuevas seguridades (2)

Esta columna comentó la semana anterior sobre la importancia de reconocer situaciones de postconflicto y nuevas necesidades acerca de la seguridad, así como de adaptar la fuerza pública a dichas nuevas situaciones. Avanzar en esa lógica necesita de un fuerte apoyo desde la academia, la empresa y la política. El postconflicto ofrece tal vez más ventanas de investigación que el mismo conflicto armado. Solamente los fenómenos de la criminalidad y la delincuencia que se siguen al conflicto en las zonas donde ya se están dando mutaciones desde estructuras armadas ilegales paramilitares o guerrilleras hacia bandas criminales, necesitarán estudios y rigurosos análisis. Tal vez haya que aplicar a la época los estudios de bandolerismo de Gonzalo Sánchez para aportar a las nuevas necesidades de conocimiento científico. Y no hay mejor escenario que el postconflicto para aguzar la capacidad de análisis en materia de derechos humanos, que precede a la vigilancia sobre su cumplimiento por parte de los organismos del Estado. Además, para los nostálgicos del tema, las capacidades acumuladas en análisis del conflicto armado colombiano podrán ponerse al servicio del estudio de otros conflictos armados en el mundo. Y de paso comenzamos a relativizar.

Con aquella porción de la empresa privada que se ha beneficiado indirectamente del conflicto armado, porque en todo conflicto armado se necesitan insumos y servicios que alguien debe proveer, hay que comenzar el trabajo de concientización y de responsabilidad empresarial para hacerles caer en cuenta, con cifras en la mano, que está probado que no hay mejor sitio para hacer empresa durable y sostenible que uno donde no hay conflicto armado. Y si algún renglón de sus portafolios de servicios y productos estaba diseñado para un entorno de conflicto, su capacidad de innovación los conducirá fácilmente a competir con éxito ofreciendo los nuevos productos y servicios que demanda el mercado más grande y con menores riesgos de una sociedad postconflicto. Es cuestión de mirar la rentabilidad de largo plazo.

También en la arena política hay que comenzar a trabajar en clave de postconflicto. Pueden estar convencidos aquellos políticos de derecha y de izquierda, que es posible construir un discurso político sin las FARC y sin los paramilitares. Bastantes problemas y necesidades surgen en las sociedades en desarrollo. Pero hay que sentarse a pensar en verdaderos modelos de sociedad, que bastante falta nos hacen y que en los países serios suelen surgir de los partidos políticos y sus think tanks . Y si llegaran a pensar que en las elecciones, no polarizar con un discurso electoral sobre las FARC o sobre los paramilitares puede significar perder votos, hay que hacerles notar que en los problemas cotidianos de la sociedad colombiana hay suficientes temas para conquistar electores, como lo demuestran las democracias más desarrolladas. Pero la verdad sea dicha, aquí es donde menos preocupación tengo, pues sé que nuestros políticos tienen suficiente capacidad de adaptación…

Publicado El Nuevo Siglo 22-09-2008
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15 de septiembre de 2008

De postconflicto y nuevas seguridades

Hablar del postconflicto es una herejía, sobre todo para aquellos que viven del conflicto. La visibilidad y presencia de muchos militares, policías, políticos de izquierda y de derecha, analistas, académicos, empresarios, presidentes y alcaldes depende de que se mantenga y se perciba una situación de conflicto armado en todo el país. Al que maneja bien un martillo todo problema le parece un clavo. Parecería que hay que esperar a que surjan con fuerza otros conceptos complementarios para que todos estos actores dejen de ver que todo es conflicto armado. Hay que empezar a tratar situaciones de algunas zonas del país, principalmente las urbanas, a partir de nuevas lecturas que permitan un mejor tratamiento de los problemas.

Colombia puede por ejemplo comenzar a hablar de post conflicto en algunos territorios y frente a algunos problemas. Es fundamental entender que la seguridad seguirá siendo el tema central de la sociedad postmoderna. Pero hay que cambiar de disco duro y comenzar a abordar otras formas de seguridad. Hay que comenzar a hablar de prevención integral pensando en todos los ámbitos y situaciones que ponen en riesgo la vida cotidiana de los colombianos, que son más numerosos que los atribuibles al conflicto armado. Incluso no hay que prever una disminución de pie de fuerza. Lo que se necesita es una reorganización profunda de los cuerpos de seguridad y un impulso de los nuevos oficios de la seguridad. Por ejemplo, seguiremos necesitando una presencia importante de cuerpos de seguridad en el territorio rural. Pero no será de un ejército, sino de una policía polivalente especializada en brindar seguridad en territorios rurales. En las ciudades necesitaremos cada vez más policías para atender una delincuencia y criminalidad urbanas más demandante y una sociedad cada vez más aversa a los riesgos pequeños y con mayor percepción de inseguridad. El cálculo es relativamente fácil. Tomemos el número de hombres de las fuerzas armadas y comencemos a reorientar, cuestión de dos o tres años, una parte importante de ellos para llegar hasta la mitad, hacia labores de policía rural polivalente con estatus militar o sin él, y en todo caso dependiendo de la autoridad de policía y formados por las escuelas de carabineros, que tendrían que aumentar su capacidad de acogida. Esta podrá llamarse carabineros, gendarmería, guardia civil, guardia nacional o simplemente policía rural. Y tomemos los efectivos actuales de la policía nacional y concentrémoslos en las ciudades. Las ciudades están dispuestas a contribuir en su financiación y así podremos aumentar rápidamente la relación de policías por cien mil habitantes para acercarnos a tasas internacionales.

¿Será que tenemos la lucidez suficiente para comenzar a analizar las situaciones que enfrentamos en los diferentes territorios con un criterio práctico de resolución de problemas específicos?. Entretanto es fundamental que la estrategia futura del ejército incluya como eje central el cuidado de las fronteras pues se avecinan tiempos difíciles para la Defensa Nacional.

Publicado El Nuevo Siglo 15-09-2008
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6 de septiembre de 2008

Naranjo no está solo

Recuerdo a un ministro del interior francés en un momento de críticas ciudadanas a la policía nacional francesa porque la policía no era amiga de los ciudadanos, haberle dicho a sus comandantes algo así como “yo no quiero una policía amiga sino una policía que inspire respeto y autoridad; la Policía cuenta con todo mi respaldo, a condición de ser intachable”. Creo que hoy esa misma frase podría ser expresada por un ministro en Colombia, por un alcalde o por un simple ciudadano en Colombia.

Ha caído bien que Naranjo haya advertido (El Espectador 05-09-2008) que “no habrá tolerancia de parte de la institución para cualquier policía que sea sorprendido en actos de corrupción o delitos comunes”. En este momento, en el que la confianza en las instituciones toca puntos bajos, da tranquilidad este pronunciamiento público de Naranjo, porque si hasta la sal se corrompe…

Sacudió a la opinión pública la portada sobre “La soledad del General” (Revista Cambio 04-09-2008). Si alguno de los actores políticos mencionados está en lógica de ataque o de bloqueo a Naranjo que analiza la revista, la que sufrirá será la gobernanza de la seguridad ciudadana y detrás las cifras de la seguridad objetiva y la percepción podrán deteriorarse. Hay evidencias de que los problemas entre actores políticos están correlacionados con problemas reales de seguridad. No es difícil imaginar que cuando la institucionalidad no actúa coordinadamente, se abren espacios para la acción de los ilegales. El caso de Medellín es un ejemplo reciente; los problemas de gobernanza de la seguridad, manifestados por el complot de dos actores político-institucionales contra el Alcalde, han afectado la seguridad misma. Allí hay un reto para recuperar la confianza ciudadana en las instituciones y el Alcalde Salazar está haciendo lo que toca.

Volviendo a Naranjo, es claro que estamos frente a alguien con una visión moderna de una policía más ciudadana y civilista, y con muchos retos por delante. En la época post-Tirofijo, la seguridad ciudadana constituye la tarea fundamental de las instituciones nacionales y locales. Ya muchos comparten que la seguridad democrática no fue diseñada para atender la preocupación de los ciudadanos urbanos: convivencia y seguridad ciudadana. Que el país puede desarrollar políticas de seguridad ciudadana modernas, depende de cuatro factores: que cese o se regule el fuego amigo entre los actores político-institucionales, que el Gobierno Nacional entienda el problema de la seguridad ciudadana, que los alcaldes de las ciudades asuman la responsabilidad que les toca y que la Policía acompañe ese proceso desde una visión cada vez más civilista y con menos reflejos jerárquicos que a veces hacen pensar en el ejército. Naranjo es el hombre para esa tarea y no está solo.

Para los dos retos de la seguridad de las ciudades, la lucha contra la criminalidad organizada y la construcción de políticas modernas de prevención de la pequeña delincuencia urbana, Naranjo no está solo siempre que mantenga su búsqueda de una policía intachable.

Publicado El Nuevo Siglo 08-09-2008
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1 de septiembre de 2008

Es el futuro, chino

Los recientes juegos olímpicos han sido un hito histórico. Han marcado el inicio de una nueva era y nos es mera prosopopeya. La inauguración de los juegos olímpicos de China dejó conmovido a más de uno. En la transmisión del evento por La W, Felix de Bedout decía al aire que el encargado de la inauguración de los juegos de Londres 2012 debería estar asustadísimo frente al reto de superar a los chinos. Mientras Alberto Casas afirmaba su conmoción con un bogotanísimo: “¡No salgo!”. Tal vez no fue mera coincidencia que los únicos que no vieron la ceremonia en directo fueron los gringos. ¿Asunto de psicología colectiva y de impedir que el orgullo gringo se afectara viendo en directo el nuevo poderío chino? Que para eso sirve organizar unos juegos olímpicos.

Los juegos olímpicos chinos han materializado una búsqueda. La de China de posicionarse como una nueva potencia, y no por la fuerza, que también la desarrollan. Y para ello los chinos no han acudido a viejas ideologías, que ya los chinos dijeron que no importaba de qué color fuera el gato y que lo importante era que cazara ratones. Están acudiendo a prácticas de occidente: marketing, movilización de las emociones y construcción de imaginarios, combinadas con valores tradicionales del oriente milenario: paciencia, constancia, flexibilidad.

Si todos sentiremos la necesidad de hablar mandarín en el futuro, como hoy inglés, es la pregunta del presente. La economía y la sociedad mundial ya giraron en el pasado en torno a las dinámicas de innovación, de acumulación y de poder de ocho ciudades: Brujas, Venecia, Amberes, Génova, Amsterdam, Londres, Boston, Nueva York. Hoy la economía mundial gira en torno a la capacidad de innovación, al presupuesto en defensa y al capital humano que se da en California. ¿Se moverá el mundo del futuro en torno a Shangai o a Beijing? Dependerá primero de la capacidad de California y los Estados Unidos, con una economía desacelerada, para reinventarse y encontrar salida a una de las leyes de la historia según las cuales, de acuerdo con Jacques Attali en Une breve histoire de l`avenir, todo imperio tiene su fin. En todo caso, es diciente que un intelectual norteamericano como Francis Fukuyama en una conferencia a graduandos de la Rand Graduate School en junio pasado ya haya disertado en torno a la pregunta ¿está América preparada para un mundo post-americano?

Que la China y una de sus ciudades se vuelva el centro del planeta, dependerá de qué tanto llegue a concentrar en su entorno los factores del poder económico y de la capacidad de la sociedad china para aportar su liderazgo en la regulación de la globalización y del mercado, para impulsar la democracia y preservar la libertad de sus ciudadanos, tema este que todavía está por demostrar. Más lejano o más cercano, el futuro parece será chino. Por ahora, paciencia, constancia y flexibilidad están de su lado.

Publicado El Nuevo Siglo 01-09-2008
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22 de agosto de 2008

No se lanza

En la opinión pública muchos siguen pensando que Uribe se lanza. Algunos que pensaban que no se lanzaba, recientemente han cambiado de opinión. Por otra parte, el New York Times dijo la semana anterior que "La región necesita una democracia que se afinque en instituciones fuertes. Lo que no necesita son más hombres fuertes, sin importar lo populares que sean o lo indispensables que se sientan”.

Uribe no se lanza y no es por lo que diga el NYT. Es por tres razones sencillas. La primera, que al Departamento de Estado norteamericano no le conviene que su mejor aliado en la región siga el ejemplo de Chávez intentando perpetuarse en el poder. La segunda, que al grueso de los empresarios colombianos no le conviene la señal de inseguridad jurídica que enviaría Uribe al mercado cambiando de nuevo la constitución para volver a lanzarse. Tercero, porque el tema que más le preocupa, la amenaza de la parapolítica sobre sí mismo, ha comenzado a menguar. Que la Fiscalía esté soltando a muchos parapolíticos es vivido en Palacio con un sentimiento entre júbilo y descanso y resta argumentos a los amigos de la idea de Uribe III.

Que es que Uribe quiere, dicen algunos entre resignados y seguros. Seguramente quiere, pero eso no es suficiente frente a la aversión de los factores de poder que son el tío Sam y el capital. De hecho, muchos han querido en el pasado ser candidatos presidenciales, pero, sin los factores de poder alineados a su favor, han tenido que declinar.

Que tiene como el 90% de popularidad. Es cierto. Pero ya le pasa lo que a los productos que alcanzan tal aceptación en el mercado que se vuelven genéricos y dejan de marcar diferencia. Uribe, y en particular la “seguridad democrática”, ya no marca diferencia en la oferta política y hasta posibles candidatos de oposición han dicho que por supuesto que los logros en seguridad deben continuarse. Con eso casi nadie va a pelear.

Que sigue enviando mensajes de que quiere la nueva reelección. Que ha nombrado a gente clave para una eventual tercera campaña. Que ha avanzado en el tema de la recolección de firmas para impulsar el referendo. También es cierto. Pero que no se vaya a lanzar no significa que no haya que mantener la caña hasta el último momento posible. Una recomendación de cualquier asesor de marketing político es que en estos casos hay que mantener la incertidumbre hasta el final. Y para ello hay que ser creíble. Estabilidad de la coalición de gobierno obliga. A la menor señal de que no se lanza, aflorarán en serio los candidatos a sucederlo y ello implicará mayores roces al interior del uribismo. Hasta que sea posible se seguirán enviando señales ambiguas.

Además, Santos, el ministro, ya es un candidato creíble para los uribistas. Ya sólo es cuestión de encontrarle una fórmula vicepresidencial conveniente.

Publicado El Nuevo Siglo 25-08-2008

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16 de agosto de 2008

El olvido que no será

“Se hizo una gran reunión en Aguachica, a la que fui invitado, y asistí acompañado de un funcionario del Ministerio del Interior que trabajaba en la LOOT. Llegamos y encontramos una concentración inusitada, una Asamblea Comunal de por lo menos ochocientas o mil personas, venidas de toda la zona que uno hubiera llamado Magdalena Medio, pero eran más de Mompox que de Yondó y Cantagallo. En la mesa a un lado estaban lo de Asocipaz y al otro los que parecían ser de la guerrilla del ELN, las diferencias ideológicas eran evidentes y marcadas. De esa reunión bilateral sale el ideal de la autonomía, la independencia, el autogobierno y afirman “nosotros somos capaces de autogobernarnos, de darnos la paz que necesitamos, si nos dejan tranquilos”. Por supuesto hubo momentos de tensión; el pueblo colombiano es simpático: no se si por diseño o porque se les ocurrió en el momento, cada vez en que estuvieron a punto de pelearse, entraba cantando y danzando el grupo musical de tambor Fonema de Aguachica, Cesar; claro, todos los escuchaban y se acababa la discusión; cuando notaban que se reanudaba la conversación se retiraban, así ocurrió unas tres o cuatro veces. De esta reunión salió la decisión de crear una región, no un departamento; se va a llamar Río Grande, ya tienen Himno Nacional, “La Piragua” y la decisión fue sellada por la tambora del colegio que salió a darle la bendición final”.

Así plasmaba Orlando Fals Borda una de sus vivencias, a la que tuve la fortuna de acompañarle, en su libro Kaziyadu.

Fals es uno de esos intelectuales no olvidaremos, gracias a su propuesta de IAP-Investigación Acción Participativa, que científicos sociales de otros países adoptaron luego con tanto interés. Y sobretodo gracias a su propuesta de una república unitaria regional, con regiones autónomas, en la que las regiones deberían constituirse según sus culturas y tradiciones. Como toda idea orientada a mover los espíritus, la del nuevo ordenamiento en regiones autónomas surgidas de rasgos culturales, se ubicaba en un extremo y no necesariamente tenía en cuenta que el territorio es también economía o que los límites de los departamentos, por más arbitrarios que sean, ya se han encargado de construir imaginarios y habrá que considerarlos. Fals sabía eso. Y de ello tal vez algún día se desprenda que el país avance hacia las regiones en un balance entre el departamentalismo extremo y la realidad de que el territorio también es la cultura, que no conoce límites político-administrativos. Y acaso esas regiones culturales, como lo vivimos en Aguachica, también sean los escenarios naturales para consolidar acuerdos y la paz específica que requiere cada región y que no se ve desde Bogotá

El territorio son sus gentes. Insistir en esa idea, que corrobora seguramente a muchos otros antes de él, es también un gran legado de Fals para el ordenamiento territorial de Colombia.

Publicado El Nuevo Siglo 18-08-2008
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9 de agosto de 2008

Aportes a un código de convivencia

La ciudad es ambiente propicio para los conflictos ligados a las “cosas del diario”, como los denomina el alcalde de Medellín, Alonso Salazar: Invasión del espacio público por comerciantes o particulares; disposición de basuras o escombros en espacios públicos; ruido en establecimientos de rumba, muchos arropados en la denominación de “clubes sociales”; incomodidades causadas por vecinos; irrespeto a las normas urbanísticas; daños a equipamentos urbanos; negligencia de organismos privados que organizan espectáculos públicos sin cumplir normas de seguridad; comportamientos individuales alejados de la civilidad, como orinar en el espacio público; intolerancia frente a grupos sociales específicos estigmatizados por la sociedad; movilizaciones no aprobadas, etc. Cuando estas “cosas del diario” no se regulan o atienden convenientemente pueden evolucionar hacia problemas mayores, incluyendo delitos.

El Código Nacional de Policía y otras normas asociadas, que sirven para regular y atender parte de estas situaciones, están desactualizados en contenido y espíritu requieren revisión urgente. Por ello está en discusión un nuevo Código Nacional de Convivencia. Dicho proyecto debería tener en cuenta:

  • Que no se trate solamente de un cambio de nombre, de Código de Policía a Código de Convivencia. Debe buscar la coexistencia tranquila y la cooperación entre los ciudadanos, retomando conceptos como “cultura ciudadana”, ya probado con éxito en Bogotá.
  • La recuperación del papel y la responsabilidad de la inspección de policía, eslabón crucial de la proximidad Estado-ciudadano, e impulsar las capacidades locales para prevenir contravenciones, ejercer control y responder a la demanda ciudadana. Allí nace la confianza ciudadana en la institucionalidad.
  • Un contenido de carácter general que permita autonomía y posibilidades de regulación a los municipios sobre los aspectos de convivencia propios y específicos.
  • Una alta componente pedagógica con el fin de promover el cumplimiento de la norma por convicción que no por miedo a la multa o la contravención.
  • La participación de actores privados, como la vigilancia privada, en la puesta en marcha de medidas de convivencia, bajo estricta coordinación del sector público.
  • El desarrollo de la regulación social y económica del uso del espacio público, acorde con costumbres y necesidades de cada municipio.
  • Para circunstancias excepcionales, la conducción a la estación de policía para reconvención preventiva de los ciudadanos en grado alto de excitación o que estén generando incomodidad o actos de incivilidad en el espacio público.
  • La posibilidad de que los municipios consoliden un registro de domicilios para todos los ciudadanos, que facilite la aplicación de la norma de convivencia, como en países desarrollados.
  • La promoción de redes de gestores en convivencia y educadores de calle, según sus necesidades específicas de cada municipio.
  • Reglas y procedimientos claros sobre el funcionamiento de los establecimientos de diversión y rumba y sobre la intervención de la autoridad policial.
  • Coherencia con las leyes recientes de pequeñas causas y de infancia y adolescencia.

Publicado El Nuevo Siglo 11-08-2008

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2 de agosto de 2008

¿Cuál sociedad es más segura?

No es más segura la sociedad que más se protege sino la que más inseguridad previene. La seguridad ciudadana en Colombia podría dar un paso importante si nos orientamos a prevenir delitos, malestares sociales, incivilidades, corrupción. Las instituciones han desarrollado una muy alta capacidad de respuesta frente al delito ya ocurrido. Hay capacidad en reacción, en búsqueda, en vigilancia y en incentivar la cooperación ciudadana para responder al delito, como lo demuestran recientemente la captura de los violadores en Chía a inicios del año o la recuperación del menor secuestrado que conmovió a Bogotá hace algunos meses. Esto es importante, pero nos ha limitado, en materia de política pública, a una “cultura de los positivos”.

La práctica internacional muestra que es más costoso curar que prevenir. Pero también que necesita más trabajo prevenir que curar. Un estudio simple en Bogotá demostraría que la creciente inversión en seguridad y capacidad de reacción, con los años ha sido progresivamente menos eficiente. Prevenir es lo deseable, pero institucionalmente requiere un convencimiento de todos los actores y una capacidad importante de coordinación. Y esta última es complicada.

Bogotá ha planteado en su plan de desarrollo orientarse a la prevención. Y no está mal como declaración de principios. Ahora resulta fundamental que todas las instituciones del Distrito trabajen de manera coordinada para alcanzar los logros esperados. Lo primero es calcular el ahorro económico que en el mediano plazo significa para la ciudad la prevención en relación con la reactividad. Lo segundo, conocer mejor las buenas prácticas internacionales. Lo tercero, pasar del discurso, siempre fácil, a las propuestas concretas de acción en terreno. Lo cuarto, desarrollar e incorporar una alta dosis de estrategia y de entrenamiento institucional.

Barcelona es tal vez uno de los mejores ejemplos a nivel mundial de una política de prevención consistente y constante. En esta ciudad catalana policía e instituciones del ayuntamiento han desarrollado una capacidad de anticipación y adaptación a los nuevos retos de la inseguridad. Allí, pensando en el sentimiento de seguridad de los ciudadanos, se han focalizado en aspectos como: intervenciones integrales en sitios con situación crítica de inseguridad, atención integral para todas las víctimas de violencias y delincuencias, suministro adecuado de información a los ciudadanos sobre la situación real de la delincuencia, visibilización y explicación de la política de seguridad, institucionalización de la seguridad y la prevención al más alto nivel, apropiación del espacio público por los funcionarios y la ciudadanía para evitar percepción de aislamiento o soledad, mejora sustancial de espacios públicos deteriorados y de servicios y equipamentos urbanas.

Si la política se ha concentrado en la capacidad de reacción y respuesta, también es porque hemos dejado sola a la Policía. La prevención en Bogotá requeriría de un Sistema institucional de prevención, con un liderazgo desde un alto nivel en la estructura distrital. De lo contrario nos quedaremos en el discurso y en el mero marketing de las acciones piloto.

Publicado El Nuevo Siglo 04-08-2008

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27 de julio de 2008

Cambió Colombia, ¿y ahora qué?

Sin el complejo de la guerra de guerrillas ahora los colombianos podremos sentarnos a discutir los temas de fondo. ¿Cómo daremos los grandes debates sin tener la siempre fácil excusa de las FARC? ¿O de los paramilitares? Es el reto de la política para la Colombia que cambió.

Algunos tratarán de mantener los viejos fantasmas. Pues se sabe que ha sido ha sido recurrente en la historia de la humanidad gobernar a través del miedo, como lo recuerda Corey Robin en su libro Fear: The history of a political idea. Pero es posible que, con unas FARC amputadas y desvertebradas, ya los colombianos no comamos cuento. Como lo hemos dicho aquí: las ciudades ya estamos en post-conflicto y ya se necesita otra política. El problema es que, con notables y saludables excepciones, la generación de políticos del conflicto, no sabe todavía pensar en clave de post-conflicto. Sin el conflicto con tema, los políticos tradicionales de las regiones, recién liberados o no, tal vez se refugiarán en los sempiternos discursos populistas. Y se mantendrán en la lógica de los puestos y los favores y no habrá rápidamente en las regiones un debate político para la Colombia del post-conflicto.

Queda esperar que los presidenciables que quedan hoy asuman el debate que toca. Miremos cómo está el poker. Juan Manuel Santos, que es habilidoso y es reconocido como el hombre de la estrategia de guerra, deberá construirse una imagen de estratega moderno del desarrollo. Si juega bien y convence a Ingrid de ir en el mismo tiquete, puede ganar la mano. La misma Ingrid es la segunda del juego. Y tiene una posibilidad de aumentar su presencia en la opinión pública colombiana, moviéndose afuera del país. Como dijo Eduardo Chávez, si no comete errores, ella es una candidata fuerte, a la que Lucho Garzón ya se ofreció a cargarle la maleta. El tercero es Sergio Fajardo, el más sintonizado hoy con los habitantes urbanos del país. Va lento y seguro haciendo la tarea de conocer el país. Su prueba más dura: enfrentar a los que ya no quieren más paisas en Palacio. Martha Lucía Ramírez, con un discurso moderno, acaba de presentar su candidatura en entrevista a El Espectador y está formando un dream team con un equipo joven y competente. Rafael Pardo depende hoy menos de su talento y sus conocimientos, que de la capacidad de reacción del partido liberal. Y si alguien pregunta por el espacio del Polo, hay que decirle que es el más perjudicado con los cambios recientes, pues lleva seis años sin pensar el país, pensando sólo en Uribe y cuidando nichos electorales unipersonales. Y, como en todo juego, habrá que esperar como reparte las cartas el tallador. Que en este caso es un Uribe, que pesará mucho en la campaña, sino para endosar votos, al menos para poner sus recursos de poder a nombre de alguien. Y si no decide reelegirse.

Publicado El Nuevo Siglo 27-07-2008

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19 de julio de 2008

Cambio de cartilla en la percepción de seguridad

En las últimas semanas acentuó el problema de la percepción de inseguridad en Bogotá. , a pesar de que las cifras oficiales siguen mostrando descenso de los índices delictivos. El alcalde Moreno se ha esforzado por explicar que las noticias malas tienen mucha incidencia en tal percepción. Tiene razón. Pero a la gente le suena a excusa. En materia de percepción de inseguridad, hay que cambiar la cartilla. La percepción de inseguridad no es un tema accesorio que se maneja simplemente a través de comunicados y explicaciones. La política de seguridad ciudadana debe considerar la percepción de inseguridad como un tema central de la agenda y requiere de una buena estrategia, con medición, método, mensajes claros, acciones reales y acertadas, recursos y algo de olfato.

El problema no es sólo de Bogotá. Es de Santiago de Chile, de Ciudad de México, de Barcelona. Las teorías tradicionales de las políticas públicas, muy racionales por cierto, han asumido que mejorando la “seguridad objetiva” debería mejorar la percepción de inseguridad, como consecuencia lógica. Pero la evidencia muestra que no es así. Santiago de Chile es una ciudad con tasas de criminalidad bajas, comparables con las de ciudades europeas. Pero es una de las ciudades con mayor percepción de inseguridad en América Latina. Y para no ir muy lejos, una reciente encuesta de victimización y percepción de inseguridad de la Cámara de Comercio de Bogotá, mostró cómo la percepción de inseguridad aumentó de un 34% a un 39% en el segundo semestre de 2007, mientras que la victimización bajaba del 34 al 26%.

Si la percepción de inseguridad no está relacionada exclusivamente con la mejoría objetiva de la lucha contra el delito, ¿cómo incidir sobre ella? Lo primera es entenderla y medirla. Luego, determinar cuáles factores psicológicos, sociales y económicos inciden en ella. Cuáles formas de comunicación la aumentan o la disminuyen. Cuáles delitos tienen más impacto en ella. Cuáles son los temores de los ciudadanos. Cuáles lugares o situaciones generan más miedo. Qué tanto incide la confianza en las instituciones o en el mandatario. Qué tanto depende de experiencias individuales pasadas.

Una estrategia que parta de una medición consistente del fenómeno de percepción y que combine apropiadamente acciones de prevención, atención a las víctimas del delito, construcción de confianza, construcción de autoestima colectiva, mayor presencia de funcionarios distritales en el espacio público y comunicación y construcción de imaginarios apropiados, parece ser respuesta apropiada de política pública.

Alcalde, Ud ha sido bueno en el pasado para transmitir confianza a sus electores. Y puede entender que cuando dice que la percepción se debe a las noticias, así Ud tenga parte de la razón, a la gente le suene a excusa. Contar la dimensión del problema de percepción, la estrategia para combatirla y, cuando lleguen, los resultados, será mucho más efectivo, para la ciudad y para Ud.


Publicado El Nuevo Siglo 21-07-2008
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14 de julio de 2008

¡Que no nos deje el tren!

Al salir de la reunión del pasado viernes con Uribe, Chávez dijo: “Nos debíamos esta conversación”. En privado seguramente hablaron de los temas que había que hablar: de las FARC, de la operación jaque, de Ingrid, de Ecuador, de Nicaragua, de la no injerencia de Venezuela en Colombia, de la frontera. También hablaron de los temas comerciales y de infraestructura. Los medios dijeron que sólo se habló de este tema y no está mal, pues desde hace mucho tiempo se esperaba, en Venezuela como en Colombia, que los dos presidentes hablaran de los temas estructurales del desarrollo. Para la opinión, el largo intercambio de dardos de los últimos meses, sobretodo del lado venezolano, ya parecía demasiado.

No voy a especular sobre las motivaciones de Chávez para emprender tal cambio de tono. Tal vez baste pensar que en el fondo se trata de un pragmático de la política que se va adaptando a la coyuntura. Parece más importante resaltar uno de los temas que tocaron: el del tren. Hacía mucho que no se hablaba de temas de fondo de la integración regional. Y el tema de infraestructura es supremamente importante y más para Colombia que para Venezuela.

Este país sin visión dejó acabar la infraestuctura férrea. Cuán importante sería hoy, con el barril de petróleo a más de US$140, disponer de un sistema férreo mínimo. Se ahorraría mucho en transporte de mercancías y materias primas. Cuán importante sería hoy ese sistema para sustentar el discurso de la competitividad que tanto gusta a nuestros tecnócratas, porque la verdad es que sin medios de transporte eficientes difícilmente seremos competitivos en muchas áreas.

Por ello, no hay que dejar en el sólo comunicado de prensa y en la ambientación de la reunión de presidentes, la promesa de un tren que una a Venezuela con Colombia y con el Pacífico y que de paso integre los Llanos orientales y estos con el centro y occidente del país. Se ha dicho que se trata de un tren para movilizar derivados del petróleo y otros productos y también pasajeros. Que se trata de un tren liviano y rápido, más económico que una carretera, y que podría extenderse hacia el piedemonte de la Amazonía colombiana y luego hacia Ecuador y los demás países andinos. Se sabe de la posibilidad que ofrecen las líneas férreas para estructurar asentamientos humanos y ciudades en torno a sus principales estaciones o nodos. Dijeron también los medios que Uribe, entusiasmado con la idea, agregó un tren por la Guajira que después debería interconectar con Centroamérica.

Podría tratarse todo esto de una simple calentura de sábanas para ambientar el momento. Pero tratándose, ni más ni menos, de retomar una visión estructural del desarrollo de un país como Colombia, vale la pena cogerle la caña a Chávez. ¡Que no nos deje el tren!

Publicado El Nuevo Siglo 14-07-2008

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5 de julio de 2008

El efecto Ingrid

Los colombianos y el mundo están contentos con la liberación de Ingrid Betancourt. También con el regreso a la libertad de los otros catorce secuestrados. Ingrid se convirtió en símbolo de la lucha contra el secuestro en el mundo y ello hace más importante su rescate. El país nacional está de plácemes con esta liberación por lo que representa también como golpe a las FARC. Seguramente la marcha convocada por Ingrid será se vivirá como una estocada final.

La llegada de Ingrid también es saludable para el país político. Ya hay muchos haciendo cábalas y otros no necesariamente tan contentos, así por ahora no lo digan. No son pocos los que comenzaron a apostar a la dupla Santos-Ingrid para que materialice la “reelección de la seguridad democrática” que Uribe ha vuelto un mensaje casi subliminal. Pero Lucho Garzón, que conoce bien a Ingrid, dice que ella no juega de segunda, como también lo insinuó doña Yolanda Pulecio.

Parte de la izquierda, la más radical, esperaba que Ingrid saliera a liderar el movimiento antiuribista. Los moderados esperaban un discurso pos-uribista. Pero todo lo contrario, Ingrid le ha planteado al país la importancia de los ocho años de Uribe en la derrota de las FARC y además que algunas cosas se podrían hacer mejor. Ingrid no solamente ha respaldado al presidente, sino que se ha posicionado para incidir de manera importante en las próximas elecciones. Y esto es un alivio para el país político pues, sin las FARC y con Ingrid en el escenario, podremos pasar del sempiterno debate sobre el conflicto, que ha decidido las últimas elecciones presidenciales, a verdaderos debates sobre el futuro de la sociedad colombiana y el papel de Colombia en el contexto regional y mundial. Y el reconocimiento internacional a Ingrid como el símbolo de la libertad y la lucha contra el secuestro, podría transformarse en un reconocimiento a Colombia y a los colombianos, no como país inseguro y mafioso, sino como país de oportunidades.

Con la liberación de Ingrid es de esperar que de una vez por todas el país discuta otros temas de fondo de nuestra sociedad. El debate sobre las FARC le facilitaba la tarea a los políticos monodiscurso. Ahora habrá que ser analítico, creativo y visionario para proponer alternativas serias que permitan solucionar problemas estructurales como el narcotráfico, la propiedad de la tierra, la vulnerabilidad institucional, las garantías democráticas y para abordar las discusiones que el país necesita sobre desigualdad, políticas urbanas e infraestructura económica. El momento es propicio para inducir círculos virtuosos de desarrollo. En cuanto a la seguridad, probado está que para Colombia se ha convertido en un tema estructural. Sin las FARC, el debate ahora será entre cuanta seguridad ciudadana y cuanta seguridad nacional necesitamos. Bienvenida Ingrid pues con su llegada el país político se tendrá que abrir a nuevas discusiones sobre el futuro de Colombia y allí ella tendrá un papel por jugar.


Publicado El Nuevo Siglo 7-07-2008

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27 de junio de 2008

Cañar no cuesta nada

El país escuchó al Presidente de la República pedir la repetición de las elecciones de 2006. Para muchos se trata más de una jugada para asegurar su reelección pues las elecciones de 2006 no han sido anuladas y no hay razón para repetirlas. En cambio, la jugada es bastante útil para el gobierno, si bien es supremamente peligrosa, pues el presidente se acerca a un punto de no retorno en las relaciones con la Corte y corre el peligro de afectar en materia grave a la debilitada democracia colombiana. Los observadores internacionales ya subrayaron la dificultad de la crisis en la que paradójicamente el mismo político que mejoró la seguridad en las zonas rurales, ahora contribuye a la desinstitucionalización con el rechazo a los fallos de las cortes.

La inesperada y audaz jugada de ajedrez dejó a todo el mundo perplejo. Con ella Uribe mata varios pájaros de un tiro. Pone a la opinión pública, incluida la oposición, a respaldar la legitimidad de las elecciones de 2006. Pone en la picota pública a la Corte Suprema de Justicia, que, para muchos, cruzo el rubicón e ingresó en terreno político con las frases utilizadas en sus comunicados. Pone la agenda de medios a girar en torno a la amenaza de un nuevo orden institucional; por estos días, temas críticos como la parapolítica y la economía serán opacos para la opinión. Y, con todo esto, se crea el ambiente propicio para reformar la justicia a la medida del gobierno. De paso, Uribe desacomoda a los actores políticos que se organizan para la próxima elección presidencial y les deja claro que, hoy, nada puede hacerse sin contar con él. Los candidatos presidenciales se concentrarán en conquistar a Uribe más que en conquistar a los colombianos. Y el equipo político del gobierno podrá maniobrar más fácilmente para que el dedazo funcione.

Uribe y sus asesores saben que la comunidad internacional percibe esta salida como un acto desinstitucionalizador, más cercano al cliché del dictador latinoamericano que al estadista que Uribe siempre ha soñado ser. Los capitales siempre han sido aversos al riesgo de un país donde de un plumazo el presidente cambia las reglas de juego. Los empresarios podrían tomar precauciones y sacar parte de sus dólares, aumentar las primas de riesgo o simplemente postergar la decisión de invertir en Colombia. Pero, pareciera que el efecto negativo en percepción de inseguridad jurídica, ha sido calculado en Palacio. Y hasta ha tenido un impacto en la devaluación del peso, de mucho interés para gobierno y exportadores.

La pregunta clave hoy es qué tanto está Uribe cañando y hasta dónde encontró la vía para retomar el control de los factores de manejo de las crisis de la parapolítica y del yidisgate. Si la oposición muerde el anzuelo y responde con el mismo tono, estará contribuyendo al éxito del cañazo.

Publicado El Nuevo Siglo 30-06-2008

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24 de junio de 2008

Jóvenes: Estigmatización y realidad

En el encuentro mundial de la delincuencia juvenil en Suráfrica de este mes, jóvenes del mundo entero discutieron sus problemáticas. Igualmente, responsables de gobiernos locales y expertos internacionales han propuesto perspectivas analíticas y de política pública. No es dable la generalización, pero del diálogo entre estos actores surge que hay tantas realidades como elementos de estigmatización de los jóvenes en este asunto.


La población juvenil aumenta en los países en desarrollo y cada vez son más necesarias mejores oportunidades de acceso a la educación, al trabajo y a la inclusión en los asuntos colectivos. Son clave la educación y la inserción laboral para la franja de jóvenes que incluso debería, al menos en Colombia, llegar incluso hasta los 30 años. Actualmente llega hasta los 24.


También es real que una parte importante de los delitos y crímenes son cometidos por jóvenes. Esto es distinto a decir, como lo piensan algunos, que los jóvenes son delincuentes y por ello es fundamental tratar el tema con responsabilidad para evitar la peligrosa estigmatización. En Bogotá, según el Observatorio de la Seguridad, dos de cada tres reclusos, sindicados o condenados por delitos de alto impacto están en la franja de 12 a 35 años. Adicionalmente, el análisis de la trayectoria de los reclusos jóvenes indica que la reincidencia delictiva es alta y que el inicio en el delito se dio antes de los 19 años. Una conclusión es clara: debe trabajarse de manera seria y profunda en la prevención social de la delincuencia juvenil.


Para los que entran por primera vez al sistema judicial, es importante evitar su “contagio” con los delincuentes “confirmados”. Canadá ha aplicado un esquema especial para los jóvenes que delinquen por primera vez y son castigados. No se permite allí que entren en contacto con otros reclusos. Por ello, según análisis recientes, las ciudades canadienses se cuentan entre las más seguras del mundo. Una fuerte dosis de prevención social orientada a ofrecer oportunidades nuevas de acción colectiva y formación a todos los jóvenes, con énfasis en los jóvenes en riesgo y una focalización en los reclusos jóvenes evitando su relación con delincuentes confirmados en centros de reclusión, explicarían esos resultados. Empíricamente, a la sociedad le cuesta lo mismo en dinero la atención de un joven en un centro de reclusión que su atención en la educación superior por un mismo período de tiempo. La diferencia está en que las competencias delincuenciales y las redes sociales adquiridas en la cárcel pueden ser puestas en práctica más rápidamente que las competencias técnicas, científicas y ciudadanas. Para las ciudades colombianas es necesaria una política de juventud integral, concentrada en los derechos económicos, sociales, políticos y colectivos de los jóvenes. Y en materia de delincuencia juvenil, se requiere un mayor énfasis en la prevención social. Este es un tema en el que el nuevo Ministro del Interior podría hacer un aporte capital.

Publicado El Nuevo Siglo 23-06-2008

14 de junio de 2008

Un país, tres sistemas (1)

Colombia no es una sola. Son varias Colombias. Una más cercana a lo que es la vida en las grandes ciudades de los países de ingreso medio. Esta Colombia son esencialmente las ciudades de más de 200.000 habitantes y las zonas circunvecinas. En estas ciudades se está prácticamente en post-conflicto. Otra Colombia es la rural, la de los pequeños municipios, más o menos situados alrededor de la primera Colombia, conectados a las grandes zonas urbanas por los carreteables que el Ministro de Transporte llama carreteras. Y otra Colombia rural más profunda, prácticamente desconectada, porque en este país sin visión territorial el Estado nunca consideró importantes las fronteras ni la soberanía. En columna anterior me refería a estos tres territorios respectivamente como territorios verdes, amarillos y rojos.

Los dos gobiernos liberales de los años 90 gobernaron para la Colombia urbana y la Colombia de los municipios rurales conectados. Los últimos tres gobiernos, conservador uno y ultraconservador los dos últimos, han gobernando para las clases altas de la Colombia urbana, pero concentrando una gran porción del presupuesto en el problema de seguridad de la Colombia rural profunda que ha vió en acción a Castaño, Tirofijo y Jojoy. La inversión nacional de los últimos años ha privilegiado el gasto y la inversión militar para tratar de ganar el control de esos territorios. Pastrana se apertrechó, Uribe I tomo la iniciativa militar, aunque sin rumbo estable, y Uribe II-Santos pusieron estrategia y comenzaron a obtener resultados tangibles en ese control militar de los territorios rojos.

Pero la Colombia rural más conectada a los centros urbanos está descuidada. Basta mirar los pobres resultados del ministro Arias en su ramo (me refiero a la agricultura…por si el lector no lo sabía). Y en las zonas urbanas, afortunadamente existen en algunos casos buenas administraciones (Medellín y Bogotá son emblemáticos) que sumadas a la fracción moderna del empresariado, han asumido una parte de responsabilidad social y del discurso de esperanza y modernidad urbana. En cambio, en las zonas urbanas en las que el gobierno nacional ha metido la mano, la situación de desgobierno había podido alcanzar hasta el años pasado niveles preocupantes y la situación social, económica y hasta ambiental sigue siendo tensa y mostrando numerosos desafíos (Cali y Cúcuta son dos ejemplos).

Cada una de esas tres Colombias necesita un modelo distinto. Un país, tres sistemas. Pero no se trata por supuesto de copiar el eslogan de China. No es lo mismo Bogotá que Honda, ni Neiva que La Gabarra o Barranquilla que Condoto. Colombia necesita un gobierno tan bueno para comunicar (el de Uribe II-Santos ha sido el mejor de todos), como para actuar de manera adaptada a estas diferentes realidades. La historia podrá registrar que este fue el gobierno de la comunicación y de la muerte de Tirofijo. Pero tal vez la comunicación no alcance a la historia para borrar la incapacidad de desarrollar políticas públicas territorializadas.


Publicado El Nuevo Siglo 16-06-2008

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