5 de julio de 2008

El efecto Ingrid

Los colombianos y el mundo están contentos con la liberación de Ingrid Betancourt. También con el regreso a la libertad de los otros catorce secuestrados. Ingrid se convirtió en símbolo de la lucha contra el secuestro en el mundo y ello hace más importante su rescate. El país nacional está de plácemes con esta liberación por lo que representa también como golpe a las FARC. Seguramente la marcha convocada por Ingrid será se vivirá como una estocada final.

La llegada de Ingrid también es saludable para el país político. Ya hay muchos haciendo cábalas y otros no necesariamente tan contentos, así por ahora no lo digan. No son pocos los que comenzaron a apostar a la dupla Santos-Ingrid para que materialice la “reelección de la seguridad democrática” que Uribe ha vuelto un mensaje casi subliminal. Pero Lucho Garzón, que conoce bien a Ingrid, dice que ella no juega de segunda, como también lo insinuó doña Yolanda Pulecio.

Parte de la izquierda, la más radical, esperaba que Ingrid saliera a liderar el movimiento antiuribista. Los moderados esperaban un discurso pos-uribista. Pero todo lo contrario, Ingrid le ha planteado al país la importancia de los ocho años de Uribe en la derrota de las FARC y además que algunas cosas se podrían hacer mejor. Ingrid no solamente ha respaldado al presidente, sino que se ha posicionado para incidir de manera importante en las próximas elecciones. Y esto es un alivio para el país político pues, sin las FARC y con Ingrid en el escenario, podremos pasar del sempiterno debate sobre el conflicto, que ha decidido las últimas elecciones presidenciales, a verdaderos debates sobre el futuro de la sociedad colombiana y el papel de Colombia en el contexto regional y mundial. Y el reconocimiento internacional a Ingrid como el símbolo de la libertad y la lucha contra el secuestro, podría transformarse en un reconocimiento a Colombia y a los colombianos, no como país inseguro y mafioso, sino como país de oportunidades.

Con la liberación de Ingrid es de esperar que de una vez por todas el país discuta otros temas de fondo de nuestra sociedad. El debate sobre las FARC le facilitaba la tarea a los políticos monodiscurso. Ahora habrá que ser analítico, creativo y visionario para proponer alternativas serias que permitan solucionar problemas estructurales como el narcotráfico, la propiedad de la tierra, la vulnerabilidad institucional, las garantías democráticas y para abordar las discusiones que el país necesita sobre desigualdad, políticas urbanas e infraestructura económica. El momento es propicio para inducir círculos virtuosos de desarrollo. En cuanto a la seguridad, probado está que para Colombia se ha convertido en un tema estructural. Sin las FARC, el debate ahora será entre cuanta seguridad ciudadana y cuanta seguridad nacional necesitamos. Bienvenida Ingrid pues con su llegada el país político se tendrá que abrir a nuevas discusiones sobre el futuro de Colombia y allí ella tendrá un papel por jugar.


Publicado El Nuevo Siglo 7-07-2008

Publicado www.lapalabradigital.com


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