26 de marzo de 2007

El Cóndor y el juez de garantías

Hace varias semanas la Casa de Nariño se vio sorprendida por el robo, con mano hábil, de El Cóndor del maestro Obregón. No podía por supuesto pasar desapercibido tamaño hurto en el centro de la seguridad democrática, en el cual hasta los mismos miembros de la fuerza pública colombiana son requisados por agentes norteamericanos cuando Bush pasa por aquí…

Los organismos de seguridad recuperaron rápido la valiosa pintura, sólo afectada por algunos dobleces que sufrió al ser guardado en una bolsa plástica. El sargento de la marina autor del hurto fue capturado y puesto a disposición de la justicia. La noticia que sorprendió a muchos fue que el juez de garantías puso en libertad al autor del hurto, quien consideró que la detención no se ajustó a la norma.

La función de juez de garantías hace parte de las innovaciones del nuevo Sistema Penal Acusatorio, que en Bogotá funciona desde 2005. Se trata de un avance garantista en nuestra justicia penal. En Estado de Derecho, los procedimientos judiciales deben responder al principio del debido proceso y, a diferencia del sistema anterior, el juez de garantías ha surgido como la figura garante de su aplicación. El sargento fue puesto en libertad al considerar el juez que no se había respetado en su captura el debido proceso.

No ha faltado quien ponga en tela de juicio el papel del juez de garantías y no es tampoco la primera vez. “Es que la policía los coge y los jueces los sueltan” se está volviendo frase repetida en ciertos círculos. Pero los problemas que pueda experimentar el Sistema Penal Acusatorio no hay que buscarlos en la labor del juez de garantías. Están en el proceso de producción del acerbo probatorio y en la aplicación de los debidos procedimientos para, por ejemplo, proceder a capturar al sospechoso de algún delito.

Los críticos del sistema que señalan la labor del juez de garantías están equivocados. Cuando se analiza con objetividad, se encuentra fácilmente que los problemas en la implementación del nuevo sistema se encuentran “aguas arriba”, en el proceso de producción de pruebas. La evidencia muestra que la mayoría de los procesos tratados positivamente por el sistema penal parten de capturas in fraganti en las que no se requiere una gran capacidad técnica para producir pruebas. También que la mayor parte de las pruebas aportadas a los procesos penales son pruebas testimoniales.

El sistema penal acusatorio aún se encuentra en etapas de ajuste y es de esperar que los actores de la justicia se vayan adecuando a sus exigencias. Pero el tema central para asegurar un cada vez mejor funcionamiento, y alejarse del colapso deseado por muchos, está en fortalecer la capacidad del Estado para producir pruebas técnicas, esto es, la capacidad de la policía judicial para mejorar la tasa de esclarecimiento de delitos.

Publicado El Nuevo Siglo 26-03-2007

19 de marzo de 2007

Las llaves de Bogotá

Bogotá Cómo Vamos es un ejercicio ciudadano de observación y seguimiento a la evolución de la calidad de vida. Es apoyado por El Tiempo, la Cámara de Comercio de Bogotá y la Fundación Corona. La Misión para la Reducción de la Pobreza es un proyecto del Departamento Nacional de Planeación dedicado analizar los mecanismos que determinan la pobreza y la desigualdad en Colombia y a diseñar políticas de largo plazo para su reducción. El jueves anterior, Bogotá Cómo Vamos y la Misión evaluaron positivamente el avance del Distrito en calidad de vida.

Ni más ni menos, el camino tomado por Bogotá para reducir la pobreza, podría inspirar una buena parte de las futuras políticas nacionales. Bogotá logró en cinco años combinar un esquema de gestión moderna y humana de los asuntos públicos, colocando en el centro de la gestión de la ciudad la llave seguridad social-seguridad ciudadana-seguridad de las finanzas públicas. El Distrito sigue fortaleciendo su responsabilidad inalienable de garantizar la libertad de los ciudadanos, para que desarrollen destrezas y utilicen su inteligencia, en las menores condiciones de riesgo posible.

Entre 2000 y 2005 Bogotá logró bajar la indigencia de 14% a 4,5%. La población pobre, que no accede a la canasta básica de bienes y servicios, pasó de 46% al 28,5%. La explicación técnica de estos avances no es unimodal, más aquí está presente la mano visible del Estado, que en Bogotá se ha notado. Han sido claves Bogotá sin Hambre y los programas para incentivar la permanencia de niños y jóvenes en el sistema educativo a través de la gratuidad y de la prevención de la deserción escolar. Seguridad alimentaria-Educación segura es la llave que Bogotá está forjando para abrir las puertas y empezar a salir de la pobreza.

Estos logros en la lucha contra la exclusión social se suman a los logros en seguridad ciudadana y en la consolidación de esquemas de financiación de la política pública. En el primer tema, la ciudad sigue avanzando en el control de los homicidios y de los delitos de alto impacto. No debe significar esto que hay que bajar la guardia por ejemplo frente al hurte a personas, a los riesgos derivados del conflicto armado (desmovilización y desplazamiento) o al desarrollo de redes mafiosas. En el segundo tema, la ciudad ha consolidado sus finanzas públicas y además se ha dotado de activos prometedores, caso Ecogás, que dejan hacer buenos augurios sobre la financiación futura de los programas sociales.

Y no hay que olvidar que una especie de gobernabilidad no formalizada ha permitido que los éxitos de Garzón en política social y seguridad, se hayan sumado a la continuidad de logros de las administraciones anteriores.

Addenda: Bush no recibió las llaves de la ciudad. Interesa más saber qué candidata o candidato recogerá estas llaves y las utilizará bien en 2008, o aún quién hará la mejor copia para el país en 2010.

Publicado El Nuevo Siglo 19-03-2007

12 de marzo de 2007

A propósito de la visita de Bush

A propósito de la visita de Bush, muchos se prepararon para protestar y sus razones tienen. Más útil puede resultar prepararse para entender lo que hacen bien los gringos para mantener su dinámica economía.

Existe una leyenda en los círculos económicos según la cual este dinamismo excepcional de la economía norteamericana se debe sólo a las fuerzas del mercado. La realidad es otra. Se debe más a la mano visible del Estado, que a la reputada invisible del mercado. Lo que tiene ese país es una Política Industrial, clara y explícita, sustentada en varios puntos:

1. La tradición del “Buy American”. Desde 1993 La “Buy American Act” prevé para las compras y licitaciones públicas que la mitad de los bienes adquiridos deben ser fabricados o ensamblados en suelo americano. Ese es hoy el caso para las compras inferiores a ocho millones de dólares. Incluso, según un consejero económico de la Unión Europea (Le Parisien, 26-10-2006), “cuando los productos extranjeros son más baratos y mejores, el gobierno americano prefiere a menudo las firmas locales”.

2. Un fuerte soporte a las Pymes en el acceso a las compras públicas. La “Small Business Developpement Innovation Act” de 1982 pretende asegurar que las Pymes (hasta 500 empleados) puedan acceder a un mínimo del 23% de los contratos directos y 40% de los subcontratos. Y existe una agencia del Estado para hacer aplicar esta norma (Small Business Administration). Las pymes contribuyeron en los años 90 al 75% del crecimiento del empleo, y de estas, el 50% eran de menos de 20 empleados.

3. Una política clara de subvenciones a la Investigación y el Desarrollo. Existen numerosas ayudas las empresas que permiten sostener un esfuerzo importante en ciencia y tecnología en campos asociados, incluso tangencialmente, con defensa, seguridad interior y lucha contra el terrorismo. Por ejemplo, con recursos destinados a seguridad interior se han financiado las redes Wi-Fi en ciudades como Filadelfia. Estas redes son accesibles en forma gratuita a todos los agentes económicos, incluidos hogares y pymes.

4. La regulación de las OPA (Ofertas Públicas de Acciones). Desde 1980, la ley americana prevé bloquear las OPA contrarias a los “intereses estratégicos” del país. No es preciso el término “intereses estratégicos”, pero sí de fácil uso. Sirvió para rechazar la toma del control de la sociedad Unocal (7ª compañía americana de petróleo) por parte de un inversionista chino y también para rechazar la compra de puertos por parte de una compañía pública de Dubai.

Para Colombia, que no cuenta con política industrial explícita desde hace muchos años, resultaría de mucho interés comprender lo que puede significar la mano visible del Estado en el desarrollo económico, como lo expone Villemeur en La croissance américaine ou la main de l’Etat. Mientras tanto, muchos prefieren estar en las protestas callejeras y otros aprender solamente de libre comercio, que resulta siendo funcional principalmente para quien tiene política industrial…

Publicado El Nuevo Siglo 12 03 2007

5 de marzo de 2007

Lecciones de La Jagua

Luego de una manifestación pacífica de 2 días por problemas ambientales atribuidos a la actividad carbonífera, el 10 de febrero hubo asonada y murió una persona en la Jagua de Ibérico. Desde Valledupar se había dispuesto el desplazamiento de escuadrones antimotines que inicialmente levantaron el bloqueo de la vía nacional. Pero los manifestantes continuaron el enfrentamiento desde los barrios y la fuerza pública continuó con el lanzamiento de gases lacrimógenos y chorros de agua. Corrió el rumor de que dos niñas habían perdido el conocimiento e incluso de que habían muerto. Esto fue suficiente para que a los manifestantes se sumaran los habitantes de dichos barrios e hicieran retroceder los antimotines hacia el comando de policía.

La comunidad la tomó entonces contra el comando de policía. El comandante local decidió intervenir para calmar los ánimos, aprovechando sus buenas relaciones con la ciudadanía. Algunos cuentan que, estando en estas, alcanzó a golpearlo uno de los dispositivos de gas lacrimógeno lanzados por los antimotines desde la estación. La muchedumbre arreció contra la estación, tomo a los antimotines, los redujo y los desnudó. Muchos resultaron bastante golpeados.

El relato es digno de una novela de García Marquez. Pero tratándose de la realidad reciente, preocupa lo que significa en términos de gobernabilidad territorial y de la relación entre fuerza pública y ciudadanía. Por un lado, la fuerza pública local, próxima a su población, respetó inicialmente el legítimo derecho a la protesta social e incluso intentó vías de diálogo para calmar la situación. Pero por otro lado, la fuerza de choque antimotines provocó a la muchedumbre. Al mismo tiempo, en esta suma de aciertos y desaciertos, esta misma fuerza pública supo mantener una cierta cordura para no usar las armas.

La población ha utilizado el legítimo derecho a la protesta, más se ha desbordado en el trato de la fuerza pública y los daños a la estación. Desnudar a la fuerza pública es a la vez un acto de irrespeto con ella y una lección que deja pensar que la violencia puede canalizarse por las vías de la simbología, que deja mensaje pero no hiere físicamente.

Este episodio es un síntoma de pérdida de credibilidad en la autoridad en las regiones y trae a la memoria hechos de ingrata recordación en países andinos como en 2004 la muerte de alcaldes, literalmente linchados por sus ciudadanos, en Ilave, Perú y en Ayo Ayo, Bolivia.

Hay que esperar que los acontecimientos de La Jagua no sean señales tempranas de un concentrado proceso de erosión de la confianza en instituciones y fuerza pública. Sería muy grave que a la profunda crisis de la parapolítica, se sumara ahora una crisis de gobernabilidad territorial. Más bien hay que mirar con lupa y aprender las lecciones que el episodio deja sobre la importancia de la proximidad como estrategia de la fuerza pública y de la simbología como reemplazo de la violencia de las armas.

Publicado El Nuevo Siglo 05-03-2007