Estamos en crisis económica. En Colombia el imaginario de la seguridad democrática no ha dejado ver la tormenta completamente. Convendría que los responsables políticos y económicos salieran un poco de la obnubilación de la parroquia y comenzaran a ver que estamos en la crisis más dura después de 1929 y que definitivamente tendrá efectos sociales en Colombia en los años que vienen.
Claro que en Estados Unidos y Europa hasta hace solo algunas semanas no se había reconocido la magnitud de la crisis. Sólo algunos analistas como Jacques Attali, se habían atrevido a compararla con la de 1929-1933 y esto por varias similitudes: la necesidad de una nueva regulación bancaria, la necesidad de una fuerte inyección financiera con recursos de los contribuyentes (paradójicamente promovida por un presidente neoconservador!), propuestas de nacionalización e intervención de bancos, tensiones militares y geopolíticas y una gran connivencia entre Washington y Wall Street en la que al momento de la crisis este último transfiere el riesgo y la cobertura de la crisis a los contribuyentes.
Pero hay diferencias con 1933. El tamaño financiero de la crisis es mucho mayor y los recursos previstos por parte del fisco norteamericano como salvavidas para los bancos, se suman a un déficit norteamericano ya bastante importante. Por otra parte, con la economía globalizada de hoy, no son suficientes medidas nacionales para contener impactos internacionales, lo que nos pone a pensar de nuevo en la necesidad de una regulación financiera mundial. En otra palabras, a mercado y problemas económicos globalizados, democracia y regulación global.
Lo que siguió a la crisis de 1929-1933 en bien conocido en Europa: en medio de una crisis que había tocado de manera muy importante a los ciudadanos del común, surgieron nacionalismos encontrados, acompañados de tensiones militares y de una guerra mundial. Sangre, sudor y lágrimas fue lo que caracterizó ese período de la historia.
Conviene pues que nuestros responsables y analistas comiencen a hacer prospectiva sobre las consecuencias de la actual crisis en la economía colombiana, ojalá desprovistos de la tan colombiana autocomplacencia y de la tradicional dificultad para ver las crisis o para llamarlas por su nombre. ¿Qué pasará con la economía en los próximos años? Si nos atenemos al discurso oficial de los últimos seis años, según el cual hemos crecido gracias a la seguridad democrática, deberíamos seguir creciendo, ¿cierto? ¿O será que el crecimiento no fue producto de la seguridad democrática sino de la coyuntura económica mundial? ¿Qué pasará con la disminución de pobreza? Si nos atenemos a los discursos recientes, bastaría con que las políticas sociales locales continúen para seguir mejorando en los indicadores sociales. Y en las dos ciudades más importantes hay continuidad, formal por lo menos. Pero creo que la crisis económica tendrá impacto en las ciudades y hay que prepararse para un estancamiento de los avances sociales o para un aumento de la pequeña delincuencia. La próxima campaña presidencial se jugará en ese terreno.
Publicado El Nuevo Siglo 29-09-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
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