Esta columna comentó la semana anterior sobre la importancia de reconocer situaciones de postconflicto y nuevas necesidades acerca de la seguridad, así como de adaptar la fuerza pública a dichas nuevas situaciones. Avanzar en esa lógica necesita de un fuerte apoyo desde la academia, la empresa y la política. El postconflicto ofrece tal vez más ventanas de investigación que el mismo conflicto armado. Solamente los fenómenos de la criminalidad y la delincuencia que se siguen al conflicto en las zonas donde ya se están dando mutaciones desde estructuras armadas ilegales paramilitares o guerrilleras hacia bandas criminales, necesitarán estudios y rigurosos análisis. Tal vez haya que aplicar a la época los estudios de bandolerismo de Gonzalo Sánchez para aportar a las nuevas necesidades de conocimiento científico. Y no hay mejor escenario que el postconflicto para aguzar la capacidad de análisis en materia de derechos humanos, que precede a la vigilancia sobre su cumplimiento por parte de los organismos del Estado. Además, para los nostálgicos del tema, las capacidades acumuladas en análisis del conflicto armado colombiano podrán ponerse al servicio del estudio de otros conflictos armados en el mundo. Y de paso comenzamos a relativizar.
Con aquella porción de la empresa privada que se ha beneficiado indirectamente del conflicto armado, porque en todo conflicto armado se necesitan insumos y servicios que alguien debe proveer, hay que comenzar el trabajo de concientización y de responsabilidad empresarial para hacerles caer en cuenta, con cifras en la mano, que está probado que no hay mejor sitio para hacer empresa durable y sostenible que uno donde no hay conflicto armado. Y si algún renglón de sus portafolios de servicios y productos estaba diseñado para un entorno de conflicto, su capacidad de innovación los conducirá fácilmente a competir con éxito ofreciendo los nuevos productos y servicios que demanda el mercado más grande y con menores riesgos de una sociedad postconflicto. Es cuestión de mirar la rentabilidad de largo plazo.
También en la arena política hay que comenzar a trabajar en clave de postconflicto. Pueden estar convencidos aquellos políticos de derecha y de izquierda, que es posible construir un discurso político sin las FARC y sin los paramilitares. Bastantes problemas y necesidades surgen en las sociedades en desarrollo. Pero hay que sentarse a pensar en verdaderos modelos de sociedad, que bastante falta nos hacen y que en los países serios suelen surgir de los partidos políticos y sus think tanks . Y si llegaran a pensar que en las elecciones, no polarizar con un discurso electoral sobre las FARC o sobre los paramilitares puede significar perder votos, hay que hacerles notar que en los problemas cotidianos de la sociedad colombiana hay suficientes temas para conquistar electores, como lo demuestran las democracias más desarrolladas. Pero la verdad sea dicha, aquí es donde menos preocupación tengo, pues sé que nuestros políticos tienen suficiente capacidad de adaptación…
Publicado El Nuevo Siglo 22-09-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
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