Los recientes juegos olímpicos han sido un hito histórico. Han marcado el inicio de una nueva era y nos es mera prosopopeya. La inauguración de los juegos olímpicos de China dejó conmovido a más de uno. En la transmisión del evento por La W, Felix de Bedout decía al aire que el encargado de la inauguración de los juegos de Londres 2012 debería estar asustadísimo frente al reto de superar a los chinos. Mientras Alberto Casas afirmaba su conmoción con un bogotanísimo: “¡No salgo!”. Tal vez no fue mera coincidencia que los únicos que no vieron la ceremonia en directo fueron los gringos. ¿Asunto de psicología colectiva y de impedir que el orgullo gringo se afectara viendo en directo el nuevo poderío chino? Que para eso sirve organizar unos juegos olímpicos.
Los juegos olímpicos chinos han materializado una búsqueda. La de China de posicionarse como una nueva potencia, y no por la fuerza, que también la desarrollan. Y para ello los chinos no han acudido a viejas ideologías, que ya los chinos dijeron que no importaba de qué color fuera el gato y que lo importante era que cazara ratones. Están acudiendo a prácticas de occidente: marketing, movilización de las emociones y construcción de imaginarios, combinadas con valores tradicionales del oriente milenario: paciencia, constancia, flexibilidad.
Si todos sentiremos la necesidad de hablar mandarín en el futuro, como hoy inglés, es la pregunta del presente. La economía y la sociedad mundial ya giraron en el pasado en torno a las dinámicas de innovación, de acumulación y de poder de ocho ciudades: Brujas, Venecia, Amberes, Génova, Amsterdam, Londres, Boston, Nueva York. Hoy la economía mundial gira en torno a la capacidad de innovación, al presupuesto en defensa y al capital humano que se da en California. ¿Se moverá el mundo del futuro en torno a Shangai o a Beijing? Dependerá primero de la capacidad de California y los Estados Unidos, con una economía desacelerada, para reinventarse y encontrar salida a una de las leyes de la historia según las cuales, de acuerdo con Jacques Attali en Une breve histoire de l`avenir, todo imperio tiene su fin. En todo caso, es diciente que un intelectual norteamericano como Francis Fukuyama en una conferencia a graduandos de la Rand Graduate School en junio pasado ya haya disertado en torno a la pregunta ¿está América preparada para un mundo post-americano?
Que la China y una de sus ciudades se vuelva el centro del planeta, dependerá de qué tanto llegue a concentrar en su entorno los factores del poder económico y de la capacidad de la sociedad china para aportar su liderazgo en la regulación de la globalización y del mercado, para impulsar la democracia y preservar la libertad de sus ciudadanos, tema este que todavía está por demostrar. Más lejano o más cercano, el futuro parece será chino. Por ahora, paciencia, constancia y flexibilidad están de su lado.
Publicado El Nuevo Siglo 01-09-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
Publicado www.palabranet.net
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