Con Wall Street, y luego con más fuerza la City en Londres, cambiando la cartilla económica y tratando de regular la mano invisible del mercado, que fue la diosa desde los años de Thatcher y Reagan, cabe preguntarse que estarán pensando los amigos de la doctrina de la desregulación a ultranza, siempre prestos a calificar mal todo asomo mínimo de regulación estatal.
La evidencia ha sido contundente. El mundo económico está cambiando y hasta miembros de los partidos políticos y adeptos a ideas neoconservadoras y neoliberales se han sumado, catástrofe económica obliga, a la defensa de la intervención con recursos públicos para salvar un sistema financiero ebrio de especulación. La opinión pública en los países más afectados por la crisis también está cambiando, y más consciente de la crisis, al menos por el momento, estaría votando mayoritariamente demócrata en Estados Unidos y tal vez vote laborista en las futuras elecciones británicas. Dos hombres de centro o centro-izquierda, Barack Obama y Gordon Brown, son los nombres políticos que la crisis económica ha puesto de moda.
¿Qué harán aquellos que siempre defendieron, porque así fueron educados, la minimización del estado? ¿Y aquellos que siempre fueron aversos a la regulación? Ya el 11S mostró la importancia de más Estado en los asuntos de seguridad. Ahora es necesaria más regulación y vigilancia estatal sobre la economía. Pero no hay que ser pesimistas frente a la capacidad de adaptación. Solo tendrán inconvenientes aquellos líderes que han defendido la desregulación a ultranza como credo. Pero aquellos que han actuado y hablado sobre la base de la evidencia, sin modelos preconcebidos en mente, no solo se adaptarán sino que tomarán relevancia en los próximos días. Pues lo que se viene en materia de crisis económica y, por añadidura, social, no será problema de poca monta y requerirá de medidas creativas y propuestas altenativas.
Ahora bien, el caso colombiano es patético. El efecto FARC sigue siendo en el imaginario nacional el centro de los problemas. Y esto podría llevar a que, una vez más, no se vea la crisis económica y social en su verdadera dimensión. Y peor aún, a que se diga a los icautos que la solución a la crisis es únicamente más seguridad democrática. Ya se sabe que el efecto las FARC han mantenido acomplejadas las posibilidades del centro y centro-izquierda en Colombia. Y por lo mismo, pocos líderes con este talante han salido a hablar de la crisis económica y sus implicaciones para la sociedad colombiana. Por su parte, la izquierda parlamentaria se acantanó durante seis años en un discurso antiuribista y, que se sepa, no hay una propuesta concreta o modelo de sociedad propuesto alterno al que Uribe propuso. Ahora, para ser honesto, es que es más fácil criticar que proponer, mostrar biografías personales o repetir los esquemas clientelares que construir propuestas y modelos de sociedad alternativos y robustos.
Publicado El Nuevo Siglo 13-10-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
Publicado www.palabranet.net
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