No es más segura la sociedad que más se protege sino la que más inseguridad previene. La seguridad ciudadana en Colombia podría dar un paso importante si nos orientamos a prevenir delitos, malestares sociales, incivilidades, corrupción. Las instituciones han desarrollado una muy alta capacidad de respuesta frente al delito ya ocurrido. Hay capacidad en reacción, en búsqueda, en vigilancia y en incentivar la cooperación ciudadana para responder al delito, como lo demuestran recientemente la captura de los violadores en Chía a inicios del año o la recuperación del menor secuestrado que conmovió a Bogotá hace algunos meses. Esto es importante, pero nos ha limitado, en materia de política pública, a una “cultura de los positivos”.
La práctica internacional muestra que es más costoso curar que prevenir. Pero también que necesita más trabajo prevenir que curar. Un estudio simple en Bogotá demostraría que la creciente inversión en seguridad y capacidad de reacción, con los años ha sido progresivamente menos eficiente. Prevenir es lo deseable, pero institucionalmente requiere un convencimiento de todos los actores y una capacidad importante de coordinación. Y esta última es complicada.
Bogotá ha planteado en su plan de desarrollo orientarse a la prevención. Y no está mal como declaración de principios. Ahora resulta fundamental que todas las instituciones del Distrito trabajen de manera coordinada para alcanzar los logros esperados. Lo primero es calcular el ahorro económico que en el mediano plazo significa para la ciudad la prevención en relación con la reactividad. Lo segundo, conocer mejor las buenas prácticas internacionales. Lo tercero, pasar del discurso, siempre fácil, a las propuestas concretas de acción en terreno. Lo cuarto, desarrollar e incorporar una alta dosis de estrategia y de entrenamiento institucional.
Barcelona es tal vez uno de los mejores ejemplos a nivel mundial de una política de prevención consistente y constante. En esta ciudad catalana policía e instituciones del ayuntamiento han desarrollado una capacidad de anticipación y adaptación a los nuevos retos de la inseguridad. Allí, pensando en el sentimiento de seguridad de los ciudadanos, se han focalizado en aspectos como: intervenciones integrales en sitios con situación crítica de inseguridad, atención integral para todas las víctimas de violencias y delincuencias, suministro adecuado de información a los ciudadanos sobre la situación real de la delincuencia, visibilización y explicación de la política de seguridad, institucionalización de la seguridad y la prevención al más alto nivel, apropiación del espacio público por los funcionarios y la ciudadanía para evitar percepción de aislamiento o soledad, mejora sustancial de espacios públicos deteriorados y de servicios y equipamentos urbanas.
Si la política se ha concentrado en la capacidad de reacción y respuesta, también es porque hemos dejado sola a la Policía. La prevención en Bogotá requeriría de un Sistema institucional de prevención, con un liderazgo desde un alto nivel en la estructura distrital. De lo contrario nos quedaremos en el discurso y en el mero marketing de las acciones piloto.
Publicado El Nuevo Siglo 04-08-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
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