7 de diciembre de 2008

El polo club

Esta columna no es sobre un club social o sobre un parque para Bogotá. Es sobre un partido político. Es cierto que durante la campaña de 2007 a la alcaldía de Bogotá los miembros del Country Club hicieron famosa la frase de “si quieres polo, vota por el polo”. Y así ocurrió. Pero la relación de hoy, la que esbozo en esta columna, tiene menos que ver con frases y que con el desempeño del Polo Democrático Alternativo.

El antiguo polo, el Polo Democrático Independiente-PDI era un partido de ciudadanos y grupos sociales, más que un partido de parlamentarios y estructuras rígidas. El actual PDA, resultado de la unión del antiguo polo con Alternativa Democrática, es un partido de parlamentarios y estructuras rígidas, con lógicas regidas por difíciles ejercicios de equilibrio entre sus parlamentarios. Es decir, más de lo mismo. Nada distinto a aquello frente a lo cual se quería ser alternativa.

La primera idea del polo como alternativa sedujo a muchos del centro político. Algunos de los cuales siguen pensando que la alternativa para los problemas del país debe surgir desde una posición socialdemócrata abierta al centro, como sucede en Chile o como se ha dado en Uruguay y a veces en Italia. Tal vez como lo ha inspirado Obama-candidato. Pero para lograr eso, es necesario seducir e incluir ampliamente a la opinión pública y al ciudadano en general. Y eso no está pasando.

El polo ha privilegiado las posiciones de equilibrio entre los parlamentarios y sus grupos. Hacia adentro, su rigidez lo muestra como el partido más organizado de todos, como lo reconoce hasta Fabio Echeverri. Pero no está haciendo el trabajo que le corresponde frente al país. Parece más club social, donde para convivir la única regla posible es la del mínimo común denominador. Por eso no es frecuente escuchar que el Polo, como partido, fije posiciones de fondo sobre el tema de las FARC, sobre el modelo económico, sobre la solución al empleo, sobre los profundos problemas de las instituciones, sobre la convivencia, y mucho menos sobre la seguridad. Que se sepa, no hay una propuesta de fondo para el país. Sólo se destacan esporádicamente algunos de sus miembros. Petro y Lucho son los únicos que no han perdido su libertad de palabra y de propuesta. Y afortunadamente Clara López mantiene su ojo vigilante sobre los problemas de los derechos humanos.

Sería importante para la democracia que este partido representara una verdadera alternativa, abierta a los ciudadanos del común, a la opinión pública y seriamente articulada con otros sectores demócratas del país. Pero primero se requiere que el polo salga de la lógica según la cuál todo en Colombia pasa por Uribe, que lleva a los parlamentarios al facilismo de ser reactivos frente a los planteamientos del presidente, sin hacer verdaderas propuestas robustas a los problemas nacionales. Pero la verdad sea dicha, esto último puede significar mucho esfuerzo.

Publicado El Nuevo Siglo 08-12-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
Publicado www.palabranet.net

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