En el caso de las declaraciones de Don Berna sobre su incidencia en la campaña que permitió la elección de Alonso Salazar como alcalde de Medellín conviene preguntarse, como en las series norteamericanas de CSI, ¿a quién favorece intentar enlodar a Salazar?.
Hasta 2003 Medellín era una de las ciudades políticamente más atrasadas del país. Los mandatarios sabían manejar su imagen. Y la ciudadanía paisa siempre ha preferido lavar los trapos sucios en casa, mientras responder en las encuestas que todo va bien. Pero la realidad detrás del manejo de imagen era un esquema clientelar, con visos de corrupción, que limitaba la relación democrática y transparente entre la Administración y la ciudadanía. Fajardo logró la alcaldía en 2003 con un proyecto fresco sustentado en la educación, en proyectos urbanos integrales y en una nueva forma de participación ciudadana. También tomó la decisión, no fácil, de acompañar el proceso de desmovilización de paramilitares que había iniciado el gobierno nacional en el Valle de Aburrá. Dicho proceso, necesariamente con aspectos por mejorar, ha tenido la evaluación positiva de organismos internacionales como la OEA y Naciones Unidas. Que a Fajardo le fuera bien con el nuevo esquema de articulación no clientelar entre la ciudadanía y la Administración de Medellín, no cayó bien en los grupos de la política tradicional. Fajardo ha sido como el Mockus de Bogotá, que ha introducido una nueva narrativa y una nueva forma de gobernar sustentada en una mayor cultura y compromiso ciudadano en Medellín.
Pero el golpe más duro para la clase política tradicional fue la derrota frente a Alonso Salazar, quien aseguraba la continuidad del nuevo modelo de gestión pública de Medellín. Ante la perspectiva de ocho años, y de pronto más, por fuera del poder local conviene a la política tradicional de Medellín que el alcalde sea enlodado. Y la estrategia no es desconocida entre los jefes paramilitares extraditados. Ya se reveló en la prensa nacional la semana pasada, a través de una grabación, cómo la estrategia de Mancuso ha sido la de delatar a políticos para favorecer a sus amigos congresistas. La pregunta del millón es entonces ¿Cuáles son los políticos tradicionales que se benefician con las declaraciones de Don Berna contra Salazar?
En medio de este río revuelto y sabiendo la relación entre Salazar y Fajardo, es claro que en la carrera presidencial hacia 2010 conviene a muchos que Salazar resulte enlodado, para, de paso, salpicar a Fajardo. Es cierto que la política pública de desmovilización y de seguridad ciudadana de Medellín, como todo, amerita evaluación transparente y objetiva para identificar avances y desafíos. Pero no parece honesto que las escuderías de otros precandidatos entren desde ahora en el terreno de la campaña negativa, a costa de toda una ciudad, cuando lo que espera la ciudadanía es un debate de propuestas.
Publicado El Nuevo Siglo 22-12-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
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