No es más segura la ciudad que más vigila, sino la que más criminalidad previene. Si bien Bogotá le apuesta a una estrategia de prevención, aún debe superar al menos cuatro retos para avanzar y mostrar resultados.
1. Es fundamental que además del trabajo de coerción y vigilancia, la policía también asuma la prevención como parte de su tarea. Prevenir implica un profundo trabajo de inteligencia frente al crimen organizado local. También requiere una fuerte articulación comunitaria. Por ello se debe revisar el esquema de Frentes Locales de Seguridad. Deben ir más allá del manejo de una alarma. Relanzarlos implica repensar su papel en la construcción de planes de acción barrial en conjunto con la Policía, sobre los cuales se puedan establecer periódicamente procesos de rendición de cuentas. Debe evitarse sin embargo que, como se piensa en localidades como Ciudad Bolívar, estos frentes manejen las cámaras de seguridad. Esto resulta altamente inconveniente en una localidad en la cual actúan bandas emergentes y milicias.
2. La prevención requiere una nueva narrativa de cultura de la prevención. Frente a los problemas de seguridad en los barrios, el común de la gente, en Colombia como en otros países, pide más policía. La gente no pide prevención. Se necesita una nueva narrativa urbana de la seguridad que incorpore y desarrolle, como en su momento ocurrió con la cultura ciudadana, una cultura de la prevención. Todo el esfuerzo de pedagogía y de comunicación no tradicional que se haga para introducir la prevención en los imaginarios urbanos será muy conveniente para la política pública.
3. Hay que medir los resultados de la prevención. Es necesario darse los medios y las herramientas para constatar que la prevención es más que un discurso y que da resultados. De otra manera la prevención no es sostenible. Para Bogotá, al finalizar este segundo año de administración distrital, será tiempo de una evaluación concienzuda de los avances del plan de desarrollo en materia de prevención. Para ello se requieren indicadores distintos a los que comúnmente se utilizan en los observatorios del delito de la ciudad. Habrá que comparar también la eficacia de la inversión en prevención con la eficacia de la inversión en otros aspectos de la política de seguridad ciudadana.
4. No hay política de prevención que funcione sin una adecuada coordinación. Las políticas de coerción requieren menos coordinación y más voluntarismo pues se sustentan en la tríada policía-justicia-penitenciaría. Las de prevención, además de voluntad política, requieren una profunda y minuciosa coordinación, dado que su carácter multidimensional involucra al tiempo aspectos sociales, económicos, culturales, urbanísticos, comunitarios, educativos, etc. Bogotá tendrá que superar el actual archipiélago institucional si quiere acercarse a los buenos resultados.
Las cartas están echadas. Si no se obtienen resultados en prevención, la opinión pública insistirá en la sempiterna solicitud de policía y Bogotá habrá perdido la ocasión de dar un necesario salto cualitativo en la política de seguridad ciudadana.
Publicado El Nuevo Siglo 25-05-2009
Publicado www.lapalabradigital.com
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