Pareciera que del Ministro de Protección Social para abajo, no se conoce el ABC de la gestión integral del riesgo. El ministro declaró el “Desastre Nacional”, según dijo a El Espectador, “con el fin de prevenir cualquier emergencia". Da la impresión de estar jugando con el lenguaje. Un país serio no declara el desastre antes de que ocurra. Se previene y se prepara para afrontarlo, pero no se genera un pánico innecesario. En Francia y en Estados Unidos, los decisores responsables han procurado ser muy cuidadosos con el manejo de la información y con la comunicación de la crisis. El mismo presidente Obama ha dicho que no hay razones para alarmar.
Si no entiende del tema Ministro, mejor no haga nada. Debe Ud saber que utilizar mal los instrumentos de la gestión de riesgos y catástrofes o, más simple, denominarlos mal, puede tener consecuencias más desastrosas que el mismo hipotético desastre. La historia del pastorcito mentiroso recuerda que después de anuncios en vano, cuando llegó el momento de la verdad, el de la llegada del lobo, ya nadie le creyó. Las equivocaciones en materia de gestión de riesgos como anunciar que llega el lobo o declarar el desastre nacional antes de tiempo, generan pánico innecesario y se pagan caro en el futuro: la gente y las instituciones perderán confianza y no responderán como se espera.
Bastante mejor se ha manejado la comunicación para las crisis políticas de este mismo gobierno. Pero se sabe que para algunos en el alto gobierno la salud de los colombianos es menos importante que la salud política de la Casa de Nariño.
En cambio, con la manera de proceder, el Ministro ha dejado elementos para otra interpretación al “desastre nacional” declarado. La oportunidad fue ni pintada para copar la agenda de medios en momentos en que estos se dedicaban a los lotes de la familia presidencial.
Una vez pase el tema, y ojalá con las menores consecuencias posibles, es necesario que Colombia revise los protocolos de manejo integral de riesgos y crisis que le permitan utilizar los buenos instrumentos en el momento apropiado. Ni antes, ni después. Se sabe que en estos asuntos la psicología colectiva es extremadamente delicada y si la emergencia no sobrepasa niveles preocupantes, en el futuro no será fácil que la gente reaccione adecuadamente frente a verdaderos desastres.
Hasta ahora, el verdadero desastre parece estar es en el Instituto Nacional de Salud, entidad de gran relevancia para el país y de gran tradición en investigación. Esta entidad ha debido jugar un papel más importante en la prevención y anticipación de esta epidemia. Hay aún allí excelentes funcionarios y científicos, pero parece que otra pandemia, la de la politiquería, se ha tomado el instituto y lo ha conducido a perder la importancia científica de años atrás. Así las cosas, como dijo la revista Semana: “que la gripa nos coja confesados”.
Publicado El Nuevo Siglo 4-05-2009
Publicado www.lapalabradigital.com
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