En lugar del duelo Santos-Fajardo que presentan hoy las encuestas y el imaginario de los opinadores, la realidad del país político pareciera estarnos reservando un duelo inédito: Noemí-Vargas Lleras.
Faltando mucha agua por correr debajo del puente, ya muchos compraron su boleto para el duelo Santos-Fajardo. Pero hay que recordar cómo son los electores en Colombia. Hay un trasfondo de voto corporativo, por no decir clientelista, que controlan y “trabajan” los caciques tradicionales. El voto de opinión está reservado para algunas fracciones del electorado de las grandes ciudades. Además, siguen existiendo tendencias y reflejos de agrupamiento en torno a las redes del trapo rojo y de la bandera azul. Por ello, el que los candidatos presidenciales deban utilizar un aval de un partido, dará a estas redes un nuevo protagonismo. Y en la calle habrá firmas para muy pocos; ya Fajardo y Marta Lucía Ramírez picaron en punta en este sentido. Para el resto de candidatos, los partidos actuarán como aglutinadores naturales de los dueños de los votos en las regiones.
En este escenario, Santos se presenta con una alta favorabilidad, por sus resultados contra las FARC, pero poco se sabe de su “trabajo” con las redes regionales, indispensables para transformar la favorabilidad en votos. Vargas Lleras en cambio, con gran experiencia de política de terreno a la colombiana, es decir, de construcción de organización y de redes regionales debidamente “aceitadas”, llegado el momento tendría la reserva de votos que le permita repuntar.
Por el otro lado, Fajardo está copando el espacio independiente de la Noemí de 1998, de Noemí y Lucho en 2002 y de Carlos Gaviria y Mockus en 2006. Está tratando de ganar reconocimiento en ciudades intermedias y pequeñas. Por ahora, sin embargo, las encuestas que lo presentan en la dupla de la segunda vuelta son las realizadas en las cuatro ciudades principales. Paradójicamente, la independiente del pasado, Noemí, estaría pasando del espacio de la tercería al de las organizaciones partidistas, si, como se espera, obtiene la candidatura conservadora.
Así las cosas, la realidad política podría perfilar para 2010 una segunda vuelta Noemí-Vargas. Noemí desde el partido conservador partiría con un sócalo de votos azules, y probablemente con la adhesión de votos del partido de la U, sino desde la primera vuelta, al menos para la segunda. Además, al estilo de una campaña belisarista, podría buscar adhesiones estructurales de sectores populares de otros partidos (remember Belisario Betancur en la última salida de plaza pública en 1982 con Maria Eugenia Rojas y Gloria Gaitán). Vargas podría llegar a una segunda vuelta con su propia maquinaria, con buena parte del partido Liberal sosteniéndolo y eventualmente con lo que quede del Polo para ese entonces. Sería el retorno a los duelos liberal-conservador del pre-uribismo, pero con el propio Uribe como nuevo gran elector en escena dispuesto a apoyar a quien combine mejor dos criterios: elegibilidad y lealtad.
Publicado El Nuevo Siglo 20-07-2009
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