Gerardo nació en Palmira. A los 45 años se quedó sin trabajo. Decidió irse a Londres a probar suerte. En su mente estaba la idea de enviar dinero para que sus hijos de 16, 14 y 5 continuaran los estudios. Ocho años después, la crisis económica ha hecho más dura la competencia por el trabajo informal para los inmigrantes ilegales en Londres. La revaluación del peso ha hecho que las libras que enviaba a su familia tengan hoy menos poder adquisitivo en Colombia. Gerardo ha decidido regresar a su país y no sabe qué suerte le espera.
Cuando llegó a Londres trabajaba dieciocho horas diarias. Tenía el entusiasmo del recién llegado, animado por el sentimiento de responsabilidad para con su familia. Consiguió un trabajo como limpiador de baños. No hablaba inglés. En realidad, no se necesita mucho inglés para entender lo que es la mierda en Londres. Recibía cinco libras esterlina por hora. Con esto pagaba su estadía, resumida a una habitación y mala comida, y por supuesto ninguna seguridad social. Lo que le quedaba lo enviaba a su familia en Palmira. Cuando la libra esterlina llegó a estar entre cuatro y cinco mil pesos, lo que enviaba alcanzaba también para hacer algunos ahorros.
Los años pasaron y Gerardo no aprendió mas inglés que el mínimo necesario para saludar y responder preguntas de si o no. En cambio, el conocimiento de Londres y de sus calles le permitió conseguir un trabajo como repartidor de correo postal. Ahora cobraba entre siete y ocho libras esterlinas por hora. Entonces comenzó a trabajar menos. El tiempo restante lo dedicaba esencialmente a compartir con otros miembros de la comunidad latina que estaban más o menos en su misma situación.
Gerardo nunca visitó a su familia durante estos ocho años como inmigrante ilegal en Londres. Solo pudo seguir el crecimiento de sus hijos a través de fotografías y de las imágines que le llegaban a su correo electrónico últimamente.
En los últimos años, con la revaluación del peso, Gerardo pensó en volver a los ritmos de trabajo de su época de recién llegado. Pero ya no tenía la misma energía. Tampoco había las mismas oportunidades. Incluso para limpiar baños comenzaron a pedirle documentos legales. La decisión de regresar no tardó en ser tomada y ahora está de viaje de regreso pensando que tal vez ahora es distinto y que podrá encontrar la oportunidad de trabajo que ocho años atrás no tuvo.
La crisis ha hecho que los inmigrantes colombianos consideren el retorno. Pero tal vez muchos de ellos se encuentren con que la realidad laboral en el país les sigue siendo esquiva. Y que durante los años que estuvieron afuera no ocurrieron mayores cambios en la superación de la pobreza y la creación de nuevas oportunidades. Les quedará, si les toca, como también está en la mente de Gerardo, buscar oportunidades en mercados ilegales.
Publicado El Nuevo Siglo 26-10-2009
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