28 de diciembre de 2007

2008: “Pole position” presidencial

En 2008 iniciará la campaña presidencial de 2010. De cómo termine el posicionamiento de cada candidato en 2008, dependerán sus posibilidades y sus estrategias para 2009.

En 2000-2001 el candidato Uribe había organizado una estrategia de reuniones comunitarias por todo el país. No sólo sembraba su discurso y conseguía multiplicadores, sino que prefiguraba lo que sería su estilo de gobierno a través de consejos comunitarios. Cuando el hasta entonces poco conocido ex-gobernador de Antioquia comenzó a despegar en las encuestas, ya su discurso rondaba en una gran cantidad de municipios. El resto de esa campaña presidencial y lo que siguió es bastante conocido.

De la misma manera, 2008 será un año de posicionamiento político para la próxima elección presidencial. Con esta perspectiva habrá que leer los movimientos de los presidenciables y los de sus amigos. Se pensaba que sería un año sabático, pero ya no tendrá lugar el tradicional año en Harvard o en Oxford, para mejorar o practicar el inglés, o bien para acreditar un valorado diploma de esas universidades, incluso con el curso más banal.

Algunos aprovecharan su posición en el gobierno para reforzar su visibilidad y para consolidar su imagen le apostarán a los éxitos y golpes de opinión en los temas de sus carteras (defensa, vicepresidencia, hacienda) o a la imitación de los ademanes presidenciales (Uribito). Otros tendrán en su trabajo desde el Congreso la posibilidad de crecer en favorabilidad (Vargas Lleras, Marta Lucía, Petro). Los embajadores tendrán la dificultad de la lejanía y tendrán que acomodarse a lo que pasa “adentro”, si bien sus amigos estarán impulsando sus nombres para que sean incluidos en las barajas y encuestas presidenciales (Casos Noemí y Sabas).

Los ex-alcaldes Lucho y Fajardo ya partieron en punta. Garzón inició el proceso con una reconocida gestión en Bogotá. Su libro y entrevistas recientes fueron leídos como su lanzamiento. 2008 será para Lucho la definición del camino a seguir, al interior del Polo o con un “partido de la calle”. Una verdadera consulta abierta Gaviria-Lucho podría ser la garantía para que Garzón juegue con el Polo. Fajardo, elegido mejor alcalde del país, ya anunció que recorrerá el país, como Uribe 2000-2001, y hablará a los oyentes de Caracol radio. Finalmente, los candidatos liberales harán el trabajo desde “la calle”. Rafael Pardo y Rodrigo Rivera, sin mandato, ni cargo, deberán buscar su posicionamiento desde la opinión pública.

La perspectiva de una presidencia de ocho años obliga a tomar un impulso mayor en las campañas. Por ello la carrera inicia en serio dos años antes de la elección. En 2008 se disputará la “pole position” presidencial, la cual, considerando la cantidad y calidad de los candidatos, podría ser determinante para llegar a la Casa de Nariño.

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22 de diciembre de 2007

Ingrid, la colombiana de 2007

Parecía como si Colombia no hubiera dado al secuestro de Ingrid Betancourt, ni al de los demás secuestrados, la importancia que merecían. Muchos discursos y solicitudes de acuerdo humanitario, de un lado, o de liberación por la fuerza, del otro, han parecido más ser mensajes políticamente correctos para hacer frente a la opinión pública. Como lo dijo Ingrid en su conmovedora carta, aquí los actores de este conflicto se mueven más por intereses que por principios.

Las imágenes y la carta de Ingrid mostraron que en medio del sufrimiento y la tragedia del secuestro, aún están vivos los principios y su espíritu políticos. Fueron tal vez los más importantes mensajes políticos enviados a los colombianos en mucho tiempo. No hubo colombiano que al leer la carta u observar la imagen, no se hubiera sentido conmovido y solidario de manera sincera con su liberación y la de todos los secuestrados.

Es cierto que al momento de su secuestro la campaña de Ingrid no convocaba a los colombianos. Y durante mucho tiempo del secuestro, sólo su familia, sus cercanos y Francia mantuvieron la voz en alto para que no los olvidaran, como ocurre tan a menudo en Colombia con las víctimas del conflicto. Pero no es menos cierto que en las últimas semanas el mensaje enviado por Ingrid logró convocar a los colombianos, incluso a los más incrédulos.

Las naciones suelen cohesionarse en la adversidad, pero aun se requiere que la adversidad toque a la mayor parte de la sociedad. Ocurrió frente a las dos guerras mundiales en Europa. También en los Estados Unidos frente a los ataques del 11-9. Colombia sin embargo, no parece aún unida para enfrentar la tragedia del secuestro y del conflicto. Al contrario, se utilizan estos para sacar provecho político. Basta mirar las últimas noticias. Prima el cálculo en las posiciones frente al conflicto. El objetivo es afectar al contrincante. Uno gana si el otro pierde. Es el caso de Uribe, de las FARC y de muchos políticos sin escrúpulos.

Y precisamente, en ese mar de cálculos, el mensaje de Ingrid logró, así haya sido por poco tiempo, despertar una verdadera solidaridad entre los colombianos y contra las FARC y las formas de violencia disfrazadas de legitimidad. Y logró también impulsar la liberación de Emmanuel, Clara y Consuelo. Por ello para esta columna, Ingrid Betancourt es la colombiana del año. La Historia registrará su carta como el símbolo de la tragedia de la Colombia de esta época y como el mensaje que más congregó a los colombianos en medio del conflicto, que muchos prefieren mantener vivo por cálculo. Ojalá el 2008 sea el año de los principios y no de los cálculos por intereses para contar con la libertad de todos los secuestrados.

Publicada El Nuevo Siglo, 24-12-2007
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15 de diciembre de 2007

La misión de Lucho

François Mitterrand, primer presidente socialista de la V república francesa, entre 1981 y 1995, había pronunciado la siguiente frase: “Tendré verdaderamente éxito el día en que otro socialista sea elegido presidente de la república”. Lucho Garzón en Bogotá ya tuvo éxito. Otro hombre de centro-izquierda, miembro del partido que él mismo fundó, fue elegido alcalde de Bogotá. El legado para la democracia colombiana, tan afectada por el conflicto de cuarenta años, es fundamental: Es posible y necesario un centro-izquierda preparado para gobernar.

El inicio no fue fácil. La administración de Lucho Garzón había sido recibida con desconfianza por una parte del establecimiento bogotano y hasta de los organismos de seguridad. Incluso, un secretario de gobierno de talante conservador y social no era suficiente para generar confianza frente a la perspectiva de un alcalde con pasado sindicalista. Cuatro años después, el balance de la administración de Lucho es principalmente positivo. Por supuesto con los lunares conocidos en medio ambiente y movilidad. Frente a Bogotá, Lucho Garzón hizo la tarea. Frente al país, además y sobretodo, mostró que cuando hay alternancia, gana la democracia. Incluso, en un hecho contraintuitivo para muchos en Colombia, Lucho demostró la necesaria responsabilidad de gobierno para asumir el liderazgo, y resultados globales positivos, en los temas de la seguridad ciudadana.

Viene ahora 2010. La entrevista reciente de Lucho en El Tiempo (9-12-2007) y su libro marcan el inicio de su carrera hacia el Palacio de Nariño. Su papel será el mismo frente al país: Abrir una democracia nacional bastante cerrada y mostrar a los colombianos que más allá del uso de política del miedo como estrategia de gobierno, existen, en democracia, formas alternativas para gobernar un país como Colombia, haciendo posible al tiempo el avance en las soluciones a los problemas de desigualdad, los derechos económicos y sociales y la creación de oportunidades. La derrota a las FARC pasa por que el imaginario nacional pueda asimilar que las guerrillas y los paramilitares no son alternativa posible para asumir la autoridad o para mediar los servicios del Estado en los territorios, y que en cambio existen alternativas para alcanzar estos objetivos concebidas sobre la base del interés general y no personal.

Lucho Garzón puede ser una de esas alternativas. Para ello debe construir confianza, ya no solo con la masa crítica bogotana que lo ha catapultado como una opción creíble, sino con una masa crítica y una opinión pública colombianas que no han contado en todas partes con las posibilidades financieras, ciudadanas o institucionales de Bogotá. Lucho tendrá que pasar a escuchar el país y a construir confianza con nuevos actores, esta vez nacionales, y tendrá que darse los medios para entrar en la dialéctica y enfrentar la presión de aquellos contrarios a las aperturas, que se encuentran no solo afuera de su entorno, sino también, paradójicamente, en las estructuras de su actual familia política.

Publicado El Nuevo Siglo 20-12-2007
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8 de diciembre de 2007

Con tacto en Francia

La casa de Nariño intentó involucrar a la ligera a Francia en la mediación internacional para el acuerdo humanitario. Pero Sarkozy con tono propio de diplomacia madura dijo claramente no que no se dejaría instrumentalizar. Resultó, por decir lo menos, apresurado anunciar que el Comisionado Restrepo salía de urgencia para Francia a reunirse con el presidente francés. Uribe no puede pretender un involucramiento de Sarkozy a la ligera y sin una hoja de ruta seria. En las relaciones con Francia se requiere el tacto de la diplomacia. Por su parte, Francia parece haber reconstruido una fórmula para enfrentar el problema, con menos pasión, con mas estrategia y cabeza fría, sustentada en pruebas concretas de supervivencia, que ellos eran los únicos que habían pedido desde tiempo atrás, y manteniendo la perspectiva humanista que siempre la ha caracterizado.

Gracias a la ambivalencia del Gobierno y de las FARC, el acuerdo humanitario está en el punto cero. Es cierto que en Uribe y las FARC han primado las consideraciones de índole política más que las humanitarias en este asunto, como diría Ingrid, se han guiado por intereses y no por principios. No ha habido hasta ahora espíritu humanitario en Uribe y las FARC. Con Francia, hay la posibilidad de ver aparecer los principios. Por ello han resultado tan significativos los mensajes de Sarkozy a los secuestrados y a Tirofijo.

Realmente ha sido la carta de Ingrid la que ha relanzado esta nueva dinámica. Ingrid ha demostrado que no se necesita un discurso encendido ni una cantaleta constante para que el mundo entienda el salvajismo de las FARC. Sus palabras y el símbolo de su imagen han sido más efectivas que las frases altisonantes de los ministros. Gracias a ello, hoy el mundo y también los colombianos son más sensibles al drama de los secuestrados y hay esperanza de que esta presión internacional conduzca a su liberación. La alcaldía de Paris y también las de Bogota, Medellin, Cali y Cartagena, convocadas por el alcalde Samuel Moreno, podrán contribuir mucho en mantener esta presión sobre las FARC.

Entramos en una nueva fase del sinsentido que es esta tragedia. Queda esperar que la ambivalencia y la terquedad de las FARC y del Gobierno nacional no terminen por abortar una vez mas lo que podría ser la acción que ponga fin al drama de estas familias colombianas. No puede ocurrir que las necesidades políticas y de imagen de las FARC y de Uribe, a quienes parece convenir mutuamente mantener un pulso de primer plano, terminen por frustrar una vez más la liberación de los secuestrados.

La presencia de Francia en la escena, con tacto, con cabeza fría y con humanismo, es bienvenida y puede dar sus frutos, a condición que se den a la tarea de conocer mejor los intereses, las características y las sensibilidades de los dos actores principales de la situación.

Publicado El Nuevo Siglo 10-12-2007
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30 de noviembre de 2007

Secretaría de Seguridad Pública

Bogotá necesita una Secretaría de Seguridad Pública. Es importante que la capital desarrolle un esquema institucional específico para el manejo de la seguridad ciudadana y la convivencia y que integre los diferentes componentes (coerción, prevención, solidaridad). Debe dársele un manejo autónomo y un nuevo liderazgo a esta política, de tal forma que se faciliten las relaciones entre el gobierno distrital, la policía y las agencias del Estado, nacionales como distritales, que deben intervenir para seguir avanzando en la seguridad de los bogotanos.

Bogotá se ha venido consolidando en América Latina como un ejemplo a seguir en materia de política de seguridad ciudadana y convivencia. Los resultados desde la administración de Jaime Castro, y a los que han contribuido Mockus, Peñalosa y Garzón, han sido positivos en relación con todo aquello que es objeto de medición: cuatro tipos de muertes violentas y siete delitos calificados como de alto impacto. Pero responder efectivamente a los nuevos retos de la seguridad ciudadana, puede necesitar un empuje institucional decidido que permita, entre otros puntos: a)Darle estatus de miembro del gabinete al principal asesor del Alcalde en materia de seguridad ciudadana; b)Darle un manejo integrado y con un direccionamiento único a las diferentes componentes de la seguridad pública; c)Institucionalizar la coordinación de los servicios de prevención social de la delincuencia y, en consecuencia, d)Manejar de manera concentrada y coordinada con la política los recursos y fondos existentes; e)Institucionalizar y fortalecer los programas de atención a las víctimas iniciados recientemente; f)Implementar una gran encuesta de victimización que complemente las cifras oficiales y que visibilice muchas conductas no registradas por las denuncias ciudadanas.

Ya se ha dicho que, a pesar de que las cifras oficiales mejoren, no es raro que la percepción de inseguridad ciudadana en el futuro desmejore. Se trata de un fenómeno normal, según el cual, la evolución social y económica de una sociedad la puede hacer más aversa al riesgo. Es el caso de Bogotá, donde además la capacidad de demanda ciudadana que se había desarrollado en los 90s frente a los delitos contra la vida y la libertad, se ha trasladado ahora, paradójicamente gracias a los resultados de la política pública, hacia otras conductas como el atraco callejero y las violencias cotidianas y domésticas. Lo que se haga para concentrar y visibilizar más la institucionalidad distrital para la seguridad pública, tendría un impacto positivo directo en la percepción.

La posesión del alcalde Moreno Rojas sería ocasión apropiada para llegar, con el apoyo de la coalición de gobierno, con la propuesta y el cronograma para poner en marcha la Secretaría de Seguridad Pública. Sería este un logro más de las grandes ciudades de Colombia para construir reflejos de seguridad urbana, en necesario complemento a la lógica de la seguridad nacional que ha primado en las instituciones y actores nacionales.

Publicado El Nuevo Siglo 3-12-2007
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24 de noviembre de 2007

Desnombramiento

Muchos dijeron que Uribe había cometido un error cuando nombró a Chávez como mediador. La razón aducida era que no se puede nombrar alguien que no se pueda desnombrar. Y parece que el argumento hizo más carrera del lado venezolano pues Chávez actuó hasta ahora como si no tuviera amenaza de “desnombramiento”, a juzgar por los errores elementales de diplomacia, el último de los cuales fue saltarse los canales naturales de comunicación con el comandante del ejército.

No hay duda en que era una carta arriesgada de Uribe y tal vez, aún hoy, la única capaz de lograr una salida real al acuerdo humanitario, dado el ascendente del fenómeno Chávez sobre la guerrilla colombiana. Pero por lo mismo, se trataba de una situación peligrosa para el objetivo del gobierno Uribe de quitarle oxígeno político y exposición mediática internacional a la guerrilla. En estos tres meses, las FARC recuperaron visibilidad política e interlocución internacional, la misma que habían perdido en los últimos años. Pero en ese tiempo, la posibilidad del acuerdo humanitario estuvo más cerca que nunca.

El Gobierno dejó la impresión de que desde hacía varias semanas venía buscando el pretexto para parar la mediación del presidente de Venezuela. Quedaron “colgados de la brocha” no solamente Chávez y Piedad, sino también Sarkozy, los secuestrados de las FARC, sus familias y todos los colombianos que quieren un acuerdo humanitario.

Resulta difícil creer que la decisión del gobierno no tendrá efectos sobre otros frentes. Las FARC parecían haber visto en Chávez una posibilidad de visibilidad internacional. Su reacción podría ser la de un enfriamiento y endurecimiento respecto de cualquier negociación o intercambio con el actual gobierno.

Chávez por su parte respondió desde su cancillería, ahora sí con lenguaje diplomático. Pero no es descartable haya un efecto de enfriamiento de temas sensibles de la agenda binacional, al menos por algún tiempo. Los franceses, tan interesados en el tema, habían puesto en esta mediación mucha expectativa y la opinión pública francesa ha percibido la decisión de Uribe como impredecible, por decir lo menos. Es difícil, pero tampoco habría que descartar que las FARC avancen hacia una entrega a Chávez de algunos secuestrados, lo que sería retornar al escenario que algunos analistas habían aventurado antes del “nombramiento” de Chávez como mediador y que precisamente había precipitado en Palacio este nombramiento, como en una especie de “fuga hacia adelante”.

Retornados al punto “cero” del acuerdo humanitario, la gran pregunta es si algo se moverá antes de las próximas elecciones presidenciales. Una lógica de racionalidad política hace pensar que las FARC se reservarán para ese momento la posibilidad de incidir, como ya lo hicieron en las tres elecciones anteriores, una vez impulsando el la opinión pública hacia el candidato de la paz y dos veces seguidas hacia el candidato de la mano dura.

Publicado El Nuevo Siglo 27-11-2007
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17 de noviembre de 2007

Democracias urbanas

Los resultados electorales del 28 de octubre demostraron que se sigue gestando en Colombia un esquema de democracia urbana que contrasta con lo que ocurre en el nivel nacional. Ganaron candidatos independientes o de la izquierda democrática en las grandes ciudades. y algunos incluso a pesar de una abierta campaña en contra por parte de Palacio. En Bogotá la victoria de Samuel confirmó el anclaje de Bogotá en el centro-izquierda, probablemente en la búsqueda de consolidar un esquema de ciudad incluyente capaz de combinar los logros en infraestructura de los años 90s con las necesidades, atendidas en los últimos cuatro años pero siempre latentes, de mayor inclusión económica y social. La misma ciudad que dio mayorías a Uribe en el nivel nacional, se la juega por otro modelo de sociedad en lo local, como si enviara el mensaje de la necesidad de un equilibrio en la sociedad colombiana.

Luego de dos administraciones realmente pobres, los caleños no escogieron a Kiko Lloreda, representante de las familias tradicionales de la élite caleña. Por el contrario le entregaron la confianza a Jorge Iván Ospina, candidato independiente, de centro izquierda, con la esperanza de que esta vez el voto no se dilapide. A decir verdad, los antecedentes de Ospina como funcionario público fueron sus principales credenciales, a diferencia de las experiencias anteriores. Es importante para esta ciudad con la gobernabilidad tan menguada, que las expectativas creadas no se vean frustradas una vez más. Ello obligará a Ospina a un gobierno muy responsable en el manejo de la cosa pública. Cali no soportaría una decepción más.

El caso de Medellín, siempre mal analizado por las encuestas, produjo la continuidad de la buena gestión de Fajardo. Alonso Salazar representa como el que más la posibilidad de dar continuidad a los logros de la propuesta política del movimiento Compromiso Ciudadano. Parecería que Medellín está tomando la vía que Bogotá inició en los 90s con un esquema de continuidad en la construcción de una idea de ciudad con mayor cultura ciudadana. Lo de Medellín es prometedor. También es de cuidado para la nueva administración, dadas las expectativas elevadas.

Y Cartagena también se la jugó por la “mariamulata” en un claro rechazo a la política tradicional. Por ese mandato distinto resulta fundamental que la nueva alcaldesa sea capaz de sortear los retos de la gestión pública de una ciudad con los problemas de Cartagena sin necesidad de transar en principios con la clase política tradicional de Cartagena que se ha mantenido en el Concejo.

Las zonas urbanas de Colombia siguen buscando nuevos rumbos, nuevos modelos e idearios de ciudad y en ello se prefigura lo que sería una nueva opción para todo el país en 2010. De los resultados de estas gestiones urbanas también dependerá la posibilidad de que los colombianos busquen trasladarla al nivel nacional.

Publicado El Nuevo Siglo19-11-2007
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9 de noviembre de 2007

Planeación de la futura Bogotá (2)

La Bogotá de los próximos 20 años estará marcada por el metro. Como lo dijo El Nuevo Siglo la semana pasada, entraremos en la “metromanía”. Una ciudad es una antes y otra después del metro. Basta mirar a Medellín, donde se crearon nuevas centralidades, se desarrollaron nuevos hábitos de desplazamiento en la ciudad. Allí los espacios públicos del metro se han convertido en espacios de pedagogía para la cultura ciudadana. También se han disminuido la fragmentación y la segregación urbana. En efecto, el metro ha logrado que las diferentes ciudades que hay en Medellín se crucen y se integren, como ha ocurrido con el Barrio Santo Domingo, tradicionalmente marginalizado, que con la línea del metrocable se convirtió en una nueva centralidad y se integró a la ciudad. Además de eje del sistema de movilidad, el metro de Medellín ha sido un elemento fundamental para la integrar la ciudad.

Esta columna ya había tratado algunos retos de la planeación futura de Bogotá orientada a construir un modelo social urbano, de ciudad incluyente y competitiva. Y entre esos retos hay que insistir en el desarrollo del Sistema Integrado de Transporte, la puesta en marcha de un ambicioso proyecto de desarrollo territorial en torno a la renovación del aeropuerto, el relanzamiento de un pacto por el Habitat para recuperar el déficit de vivienda de la ciudad a través de la renovación urbana y el acceso equitativo a la banda ancha. A esto se debe sumar la recuperación ambiental de Bogotá y de sus fuentes hídricas.

Pero la realidad del metro, que en 15 días hizo cambiar de opinión al propio Presidente, es el reto más importante para la planeación de la futura Bogotá. El trazado del metro y sus áreas de influencia estructurarán la vida cotidiana de los bogotanos. Aparecerán nuevas centralidades, nuevas dinámicas económicas, nuevos itinerarios y formas de desplazamiento multimodal; también nuevas articulaciones entre los barrios y con la ciudad-región, como nuevas posibilidades de renovación urbana. También aparecerán nuevas vulnerabilidades.

El concepto clave será la anticipación. Por un lado se deben anticipar los posibles problemas de especulación con la tierra en las áreas aledañas al eje del metro. Por otro, se debe anticipar el aprovechamiento de la dinámica económica que seguramente acompañará una obra de estas características.

El alcalde Moreno le dijo al Presidente que no entenderían los bogotanos que la Nación financie el 70% del Metro de Medellín y se oponga al de Bogotá. Y eso es cierto. Tampoco entenderían los bogotanos que no se aprovechara este megaproyecto para relanzar la dinámica económica urbana, el desarrollo de nuevas centralidades, la revitalización de zonas de la ciudad subutilizadas y la disminución de la segmentación social de Bogotá. La planeación de la futura Bogotá y la revisión del POT deben dar cuenta de estas nuevas dimensiones y dinámicas urbanas.

Publicado El Nuevo Siglo 12-11-2007
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2 de noviembre de 2007

Hecatombe: ¿Falso positivo?

Ha dicho el Presidente: “Reelección: sólo si hay una hecatombe”. El país lleva una semana interpretando “hecatombe” en el vocabulario de Palacio. Muchos se concentraron en la apreciación del “buen sentido de la expresión gráfica” acomodado por José Obdulio y otros en el hecho de una coalición uribista centrífuga. Hay otras ventanas para analizar lo que el Presidente quiso decir.

Se diría que el Presidente sueña con ser cuasivitalicio, pero como algunos partidos de la coalición tienen la intención de presentar pre-candidatos, una vía posible para crear la necesidad de la nueva reelección es la exacerbación de los miedos. Uribe sabe bien que en procesos electorales los ciudadanos se preocupan por el futuro de dos maneras: a través de los sueños o a través de las ansiedades y temores. Y la estrategia parece lógica: Combinar una altísima popularidad con una gran angustia o un gran miedo coyuntural. Creando desde ahora el imaginario de hecatombe, menos frente a la reorganización de fuerzas políticas que frente al accionar de grupos armados, se “corregiría” para Palacio lo incómodo que resulta lo impredecible. La estrategia es la hecatombe predecible.

Y hay evidencia reciente de este tipo de estrategias. El evento del 11-9 estuvo presente en el imaginario de los norteamericanos en la reelección de Bush, montada en la estrategia neoconservadora de exacerbación de los miedos y las ansiedades. Esta “burbuja de miedos” duró hasta las siguientes elecciones al Congreso, cuando perdió las mayorías republicanas. Pero del otro lado, la crisis del 11-M sobre la cual Aznar intentó montar la misma estrategia de Bush, produjo al contrario el efecto boomerang que dejó a Zapatero como vencedor en España. La evidencia, como la teoría de la complejidad, muestran que no siempre se puede controlar la dinámica de los actores (en este caso los electores) post-hecatombe. Ni siquiera en las que resultan de falsos positivos.

Habría que hacer también un paralelo entre Chávez y Uribe. Resulta extraño que el Presidente Uribe busque asemejarse a Chávez pretendiendo una presidencia a perpetuidad. Uribe ha dicho que ya en América Latina había que abolir las viejas categorías políticas de izquierda y derecha, pero era difícil imaginar que buscara parecerse a Chávez en esta pretensión de una presidencia vitalicia.

La frase del Presidente denota una clara desconfianza en las instituciones y los líderes colombianos. Es cierto que Colombia vive una gran crisis en algunas de sus instituciones (legislativo, algunos gobiernos locales), pero también es cierto que otras instituciones se han caracterizado por su robustez y legitimidad (Corte Suprema, alcaldías de Medellín y Bogotá, algunos Ministerios) y que existen, en la oposición como en el uribismo, líderes capaces de conducir la sociedad colombiana. El presidente debe explicar a los colombianos lo que quiso decir para evitar tergiversaciones. A no ser que sea parte de la estrategia.

Publicado El Nuevo Siglo 05-11-2007
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26 de octubre de 2007

Planeación de la futura Bogotá

El alcalde elegido de Bogotá tiene la responsabilidad de relanzar el desarrollo urbanístico de la ciudad. Pero después de la administración Garzón, no puede tratarse solamente de un modelo “frío” enfocado exclusivamente en el espacio público. Debe ser un modelo urbano social que proyecte esta como una urbe del siglo XXI, incluyente y competitiva. Un ejemplo de lo que se puede lograr es Barcelona. Para ello la tarea más importante es retomar las riendas de una planeación que anticipe e interprete los grandes retos por venir y los plasme en la próxima revisión del POT.

Varios son los aspectos cruciales. Debe focalizarse una parte del proceso planificador y de gestión de la ciudad en la renovación urbana del centro y de las áreas aledañas al transmilenio y al futuro Metro, si esta propuesta fuera revalidada por el alcalde electo. Se trata de proyectos que deben acelerar la dinámica económica de la ciudad y la generación de empleo.

Debe la oficina de Planeación del alcalde electo retomar las discusiones con el gobierno nacional y los concesionarios del Aeropuerto de Bogotá para que el entorno inmediato de esta infraestructura de competitividad, el de la Ciudad-Región, se adecue a las necesidades de un terminal aéreo que aspira a volverse el hub más importante de la mitad de las Américas. Ayudará mucho pasar de la reflexión a la acción en materia de institucionalización de esta Ciudad-Región.

La nueva Planeación debe preparar y materializar los esquemas de gobernabilidad para la problemática del Hábitat, entre los ciudadanos sin vivienda, organizaciones de vivienda popular, constructores privados, gobierno nacional y el propio Distrito, para coproducir vivienda digna completa, que no lotes con servicios, de manera eficaz y efectiva. Las bases de un Pacto por el Hábitat deben ser retomadas y fortalecidas para avanzar efectivamente en el desarrollo de nuevos suelos y en la renovación urbana integral, como ocurre en las ciudades desarrolladas.

Se debe planear y actuar sobre la movilidad de la Bogotá del futuro en términos del Sistema Integrado de Transporte ya mencionado por todos y también de una política del tiempo, orientada a disminuir los desplazamientos, en cantidad y duración, para acceder a los servicios sociales. En ello es clave una perspectiva social de proximidad residencia-servicios.

Se debe comenzar a anticipar la que podría ser, de no actuar ahora, la mayor inequidad del futuro: el acceso inequitativo a la banda ancha. Una ciudad que ha imaginado su propia “ciudad del conocimiento”, debe avanzar hacia la gratuidad del acceso al Internet inalámbrico. Este es elemento clave de la metrópolis incluyente del futuro. Hay que buscar ser competitivos en materia impositiva frente a la instalación de nuevas firmas en el sector de servicios, de información y de comunicación.

En necesario en síntesis que el nuevo alcalde lidere la planeación de un nuevo modelo de ciudad incluyente y competitiva.

Publicado El Nuevo Siglo 29-10-2007
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20 de octubre de 2007

EL: próximo alcalde

Samuel Moreno sería el próximo alcalde de Bogotá, si, como suele ocurrir en Bogotá, las tendencias de los sondeos se mantienen la última semana, si los pálpitos de líderes políticos cercanos a las campañas de los dos punteros se materializan y si a última hora no ocurre un hecho de opinión mayor capaz de cambiar la tendencia (remember Aznar contra Zapatero). ¿Qué hizo bien la campaña de Samuel?, ¿Qué hizo mal la de Peñalosa?

Samuel demostró una mejor estrategia política. Ha aglutinado más allá de la izquierda tradicional y se ha ocupado de afianzar el voto de opinión y robustecer su propuesta programática. Supo mantener unida la izquierda. Supo seducir la base liberal y consolidar el apoyo del conservatismo belisarista y hasta pastranista. Incluso, con perfil bajo, algunos líderes uribistas se sumaron. Samuel ha sabido apartar el debate local de la polarización nacional. Y frente a algunos escepticismos en el electorado de opinión, el candidato hizo la tarea y sorprendió a muchos con el conocimiento concreto de las cifras y los problemas de la ciudad, así como la defensa con argumentos de su propuesta para afianzar la política social distrital. De confirmarse, la clave de su triunfo habría sido la combinación de una eficiente estrategia política con un esfuerzo en la maduración de su propuesta y la conquista del voto de opinión.

Si Peñalosa pierde, debe buscarse una explicación en los numerosos errores de su campaña. Otrora candidato independiente, se decidió esta vez por un esquema, que no es su fuerte, de alianzas partidistas. Se ausentó de los debates al inicio de la campaña y eso terminó sumando al imaginario de prepotencia y a la cota de desfavorabilidad. La campaña cambió el mensaje y la orientación varias veces al vaivén de episodios y sondeos, lo que deja pensar que no existía una verdadera estrategia. Y tal vez el factor de mayor incidencia ha sido su mensaje centrado en un pasado, exitoso sin duda, cuando la expectativa ciudadana en elecciones suele apuntar al futuro y manifestarse a través de miedos o a través de sueños. El mensaje de Peñalosa fue más percibido como una retrospectiva que como un sueño.

La pregunta a responder ahora es ¿Qué significa que Samuel sea el alcalde de esta metrópolis? Ese será tema de un próximo análisis.

Entretanto, la tendencia para el Concejo mostraría al Polo como primera fuerza con entre 10 y 12 curules, seguido de Cambio Radical y el Partido Liberal con entre 8 y 10 curules. Con la posible mayor votación en el Polo, Toño Sanguino se vislumbraría como el próximo presidente del cabildo. Hay que esperar que además de figuras frescas como las de Sanguino y Juan Fernando Rueda, el Concejo siga contando con dos de sus concejales más serios: Carlos Vicente De Roux y Lariza Pizano.

Publicado El Nuevo Siglo 22 10 2007
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15 de octubre de 2007

¿Quo vadis, Uribe?

La pregunta que hay que hacerse ahora es ¿A dónde va Uribe? ¿Cuáles son las razones de los últimos acontecimientos con los que se ha impactado a la opinión pública? Hay que saber que los actores políticos casi siempre actúan buscando “efectos colaterales”. Detrás de cada frase o de cada acción el actor político ya ha visualizado las reacciones de otros actores y ha debido analizar cuatro o cinco jugadas más adelante. Como cualquier jugador normal de ajedrez.

El pronunciamiento del Presidente contra la Corte Suprema de Justicia fue el hecho más impactante de la semana pasada. Desde Palacio se ha hablado de complot de magistrados de la Corte. Esto ocurrió en momentos en que se vislumbraba el llamado a indagatoria de otros políticos, también por presuntos vínculos con el paramilitarismo. Tres episodios precedían estos pronunciamientos: la filtración de las grabaciones que involucraban a los llamados “parapolíticos”; las posiciones del New York Times frente al gobierno y el libro de Virginia Vallejo que también mencionaba al Presidente. En días anteriores, la agenda pública había sido copada por Chávez y Piedad Córdoba en el tema del acuerdo humanitario, opacando al gobierno nacional. El Presidente llevaba varias semanas a la defensiva.

¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Son puras coincidencias? ¿Alguien ha buscado indisponer deliberadamente al Presidente con la carta que recibió de “Tasmania” y que motivó su reacción? ¿O se trata de una estrategia para que pasar de la defensiva a la ofensiva, como ya ha ocurrido en el pasado? En Colombia hay que todo más allá de las interpretaciones intuitivas. Los jugadores de la política son más perspicaces de lo que la opinión se imagina. También el anuncio de la “U”, con excepción de tres lúcidos disidentes, de promover un referendo para que Uribe sea elegido para un tercer mandato, amerita análisis contextualizado. La inmediatez de los hechos no permite excluir su conexión.

¿Habrá sido la reacción del Presidente una jugada que busca efectos varios? Con ese pronunciamiento, se pone en tela de juicio ante la opinión pública a la Corte Suprema, y se crea un ambiente para las defensas de los políticos vinculados con el paramilitarismo, al tiempo que blinda a la Presidencia de la República ante la opinión pública. Además, el tono usado por el presidente pareciera buscar una mayor sintonía con una parte de la opinión que gustan de un presidente “cargado de tigre”. Y escoger como objetivos de sus críticas también a periodistas y medios capitalinos, pone en tela de juicio a la “prensa bogotana” frente al presidente de la provincia. Eso vende en las regiones. ¿Cuál será entonces en este contexto la pretensión de la noticia de buscar un tercer mandato? Tal vez habría que leerla de manera contraintuitiva.

Publicado El Nuevo Siglo 15-10-2007
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6 de octubre de 2007

Ciudadanos armados

En el último reporte del Small Arms Survey, que analiza la relación entre armas de fuego y violencia, se percibe bien que en esta materia los hechos hablan por sí solos. En la Conferencia sobre el estado de la seguridad en las ciudades del mundo en 2007, organizada este inicio de octubre en Moterrey, Robert Muggah, investigador de esta organización ha explicado cómo la violencia suele ser mayor en las ciudades en las que los ciudadanos poseen armas de fuego, legales o ilegales.

Los datos presentados por este reporte, elaborado con el apoyo de la Universidad de Columbia, muestran la correlación existente entre los niveles de violencia homicida y las presencia de armas en la ciudad en poder de los habitantes. En por ejemplo, los datos que entrega el Observatorio de la Seguridad ya han demostrado que en al menos un 60% de los homicidios que se presentan en la ciudad, son usadas armas de fuego.

Otros datos del informe que hablan por sí solos. Llama la atención que los países que critican y "vigilan" a otros por no respetar los derechos humanos, entre otras razones debido a la violencia homicida, son los productores de armas que a veces de manera legal y muchas a través del mercado negro, son usadas en dichos crímenes. ¿Doble moral? También debe llamar a la reflexión profunda el que exista una correlación entre la inequidad en el ingreso y la violencia armada y también el que esta última a su vez, favorezca la inequidad social y económica. Esto ameritaría un análisis profundo sobre lo que está ocurriendo en las ciudades de Colombia para comprobar si se reproduce dicho patrón.

Todo esto conduce a pensar que es bastante atinada la iniciativa del Alcalde de Bogotá, junto con los alcaldes de Pereira, Medellín y otras ciudades, que ha promovido a través de la recolección de firmas un proyecto de ley para dar a los mandatarios locales un poder completo de regulación del porte de armas de fuego en sus jurisdicciones. Parece que se trata de una idea de sentido común.

De esa manera, incluso, la fuerza pública podría concentrarse en el control del porte de armas ilegal, en aquellas ciudades en las que el alcalde decidiera avanzar con una regulación más restricta al pote legal de armas.

Los avances de las sociedades urbanas hacia la civilidad pasan necesariamente por este tipo de regulaciones tendientes a consolidar el natural monopolio del Estado sobre las armas de fuego. Incluso es pensable que durante un período la norma se aplique únicamente en las ciudades y que paulatinamente se vaya extendiendo a las zonas rurales. De la misma manera que en la edad media la iglesia promovido los días y los sitios de tregua para ir ganando espacio a las violencias de la época. Bogotá y otras ciudades del país están entonces marcando una pauta que podría contribuir en mucho al avance de la civilidad en las ciudades.

Publicado El Nuevo Siglo 08-10-2007
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2 de octubre de 2007

20 años no es nada

A las 2:40 pm del 27 de septiembre de 1987 en el barrio Villatina, sobre la ladera centro oriental de Medellín, un deslizamiento de tierra que bajó del Cerro Pan de Azúcar sepultó cerca de 100 casas de bajos estratos y con ellas a 500 personas. Quedaron damnificadas 1700 personas más. Esta tragedia, ampliamente cubierta por los medios de comunicación nacionales en su momento, marco el imaginario de los medellinenses. Después de este episodio cambió el concepto de riesgo urbano que venía funcionando en esta ciudad e incluso en el país. A partir de ese momento se mejoraron los trabajos de análisis de las amenazas naturales y la ciudad entró en una fase moderna de comprensión del riesgo. Sin embargo, 20 años después, muchas de las zonas declaradas de alto riesgo se han densificado de manera desordenada, como sigue ocurriendo en casi todas las zonas urbanas del país. Muchos Villatinas siguen latentes en las ciudades de Colombia.

Líderes sociales y académicos de Medellín han organizado una serie de eventos para conmemorar los 20 años de la tragedia. Y eso tiene todo el sentido, pues lo peor después de un desastre es olvidarlo. La sociedad aprende a manejar sus riesgos sólo incorporando las lecciones aprendidas de sus desastres anteriores en las dinámicas de toma de decisiones públicas. Diamond en su obra “Colapso”, explica que finalmente la decadencia y el colapso de las sociedades se da por la toma de decisiones catastróficas y en ello, no conocer, no aprender o evitar las lecciones del pasado tiene una alta influencia.

En su cotidianidad, todo ciudadano está expuestos a riesgos de diferente índole: riesgos naturales y ambientales, riesgos ligados a la delincuencia y la criminalidad, riesgos tecnológicos, riesgos ligados a la movilidad, a la protección social, riesgos económicos y de precarización de su situación, incluso riesgos políticos. Es por ello que se debe desarrollar la cultura del riesgo, que no es otra cosa que hace prospectiva sobre las posibles consecuencias de las acciones en la planeación de las mismas; también generar una responsabilidad cada vez mayor de cada actor de la sociedad frente a las situaciones de riesgo.

Hoy se habla de seguridad integral y los líderes políticos tienen la clave: no olvidar las experiencias del pasado. Por todo ello, hay que aplaudir que Medellín esté recordando lo que pasó en Villatina. Por ello también hay que preocuparse porque en las ciudades colombianas siguen existiendo muchas barrios en la situación de riesgo de Villatina, gracias a la falta de una planeación seria, a la precariedad del control del uso del suelo en las ciudades y a la vulnerabilidad social y económica de una parte de la población que muchas veces llega a las ciudades huyendo de la amenaza de violencia en áreas rurales. Veinte años no es nada para aprender las lecciones y ponerlas en práctica.

Publicado El Nuevo Siglo 02-10-2007
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22 de septiembre de 2007

Señales modernas

Van apareciendo señales modernas sobre la concepción de la seguridad urbana en Colombia y de eso trata esta columna. Hugo Acero ha señalado recientemente (El Tiempo, 20-09-2007) el agotamiento de la “seguridad democrática” y la necesidad de pasar a diseñar y ejecutar una política de convivencia y seguridad ciudadana. Pero, pensándolo bien, no es que la “seguridad democrática” se haya agotado. Es que no fue concebida para las especificidades de las zonas urbanas. Las cifras recientes revelan que la violencia y los delitos de alto impacto, asociados a guerrillas, paramilitares y narcotraficantes, han disminuido en las zonas rurales. Sin embargo, las cifras globales del delito y la criminalidad en zonas urbanas, con las excepciones de Bogotá y Medellín, han empeorado.

Las zonas urbanas de Colombia no necesitan la “seguridad democrática” tal como fue concebida hace cinco años. Necesitan unas políticas modernas de seguridad urbana, que cuenten con la participación de todos los actores, incluidos los locales, con una policía formada exclusivamente para atender la especificidad de la problemática urbana y con una perspectiva amplia que articule la dimensión de la seguridad ciudadana a una visión integral de desarrollo urbano.

Afortunadamente hay señales que anuncian que la visión de una política moderna de seguridad urbana se está abriendo camino. Se está dando el debate sobre la especificidad de la policía urbana en relación con el servicio de policía rural. También se habla de la desmilitarización de la policía, al menos, para estos tiempos de conflicto, en el ámbito urbano. En el Congreso se anuncian debates sobre la seguridad urbana que seguramente abordarán la problemática. Personas como Rafael Pardo y Martha Lucía Ramírez han hablado del tema.

Más señales. Una ciudad como la capital de la República se dota de un instrumento colectivo de construcción social de las respuestas a los retos futuros de la seguridad; se trata del Libro Blanco de la Seguridad Ciudadana y la Convivencia de Bogotá. El General Naranjo comienza a convocar a expertos del país para reflexionar sobre las necesidades de la seguridad urbana. Y el mismo General Naranjo ha decidido incluso ponerse el Everfit en algunas apariciones públicas, lo cual, lejos de ser un comentario de la sección de farándula, muy por el contrario envía un mensaje subliminal a la ciudadanía sobre el carácter civil de la Policía Nacional.

Pensar la seguridad para un país con diferencias territoriales tan marcadas es un reto grande. Y tratándose de Colombia hay que tener presentes, en materia de seguridad ciudadana, las especificidades y necesidades distintas de las ciudades de más de 200.000 habitantes, que albergan un 50% de la población del país en el 3% del territorio nacional. Estas necesidades son muy distintas a las de cascos urbanos de municipios pequeños con sus extensas áreas rurales. La futura organización institucional para la seguridad y la necesaria Ley Orgánica de Seguridad que requiere el país deberán tratar distinto lo que es diferente.

Publicado El Nuevo Siglo 24-09-2007
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21 de septiembre de 2007

Convivencia y seguridad ciudadanas en áreas urbanas: Claves para los municipios

La mirada clásica de la seguridad urbana como un ámbito discrecional del Estado central sustentado en el sistema policía-justicia-cárcel, ha comenzado a cambiar. Nuevos actores y fenómenos han aparecido en la escena:

- Una seguridad privada en constante crecimiento.
- Una demanda creciente de participación ciudadana en la decisión y en la acción sobre temas de seguridad.
- Una evolución en la concepción de la seguridad como servicio público, hacia una seguridad como bien público que debe ser coproducido.
- La globalización que también ha globalizado el crimen y el delito, sacándolo incluso de las órbitas y jurisdic¬ciones nacionales.
- Las demandas crecientes de mayores relaciones entre policía y comunidad, en materia de cooperación y coproducción de seguridad, como de control social a la acción policial.
- La percepción de inseguridad ciudadana, que puede aparecer incluso cuando mejoran los indicadores de delitos de alto impacto, llegando a posicionar la seguridad urbana como el problema número uno para los próximos alcaldes.
- Una mayor importancia de los gobiernos locales gracias a la descentralización y, en consecuencia, una mayor expectativa frente a estos.

La seguridad ciudadana y la convivencia han pasado a ser también una responsabilidad de los gobiernos locales. En Colombia, la normatividad permite que los gobiernos locales asuman un liderazgo en las políticas de convivencia y seguridad ciudadanas. La Constitución Nacional establece que “los alcaldes deben conservar el orden público en el municipio, de conformidad con la ley y las instrucciones y órdenes que reciban del presidente de la República y del respectivo gobernador”. También dice que “el alcalde es la primera autoridad de policía del municipio” y que “la Policía Nacional cumplirá con prontitud y diligencia las órdenes que imparta el alcalde por conducto del respectivo comandante” (Art. 315). En desarrollo de esto, las leyes 4ª de 1991 y 62 de 1993 establecen que los alcaldes y gobernadores deben “diseñar y desarrollar planes y estrategias integrales de seguridad con la Policía Nacional, atendiendo las necesidades y circunstancias de las comunidades bajo su jurisdicción”.

Los municipios deben asumir la convivencia y la seguridad ciudadanas para sus áreas urbanas como bienes públicos que propician las condiciones estructurales necesarias para la vida digna y el goce pleno de los derechos humanos y la convivencia democrática, en un ambiente de solidaridad y desarrollo armónico, con sujeción a las normas establecidas.

Es cierto que el conflicto armado ha conducido a que una lógica de seguridad nacional haya dominado las políticas de seguridad en el país. Pero la seguridad ciudadana y la convivencia como bienes públicos deben responder a una lógica de desarrollo urbano integral y, para ello, estas claves de política pública pueden ser de gran utilidad:

1. La seguridad ciudadana y la convivencia deben desarrollarse, principalmente, en torno a los fenómenos relacionados con el delito común, las violencias no letales, las contravenciones y las incivilidades.
2. El liderazgo decidido de cada alcalde frente a su comunidad, a la fuerza pública y a los actores económicos y sociales, debe servir para impulsar esta visión de la seguridad ciudadana.
3. La política pública necesita herramientas financieras apropiadas. La normatividad permite la constitución de un fondo-cuenta, con ingresos propios municipales, destinado a la seguridad ciudadana y la convivencia. Existe también la posibilidad de acceder al Fondo de Seguridad Ciudadana y Convivencia del Ministerio del Interior.
4. La seguridad ciudadana no es un asunto exclusivamente de la policía. Debe resultar de una aproximación global que integre coerción, prevención y solidaridad.
5. Las componentes de prevención y de solidaridad son muy pertinentes para la política pública local, dada la importancia de las políticas sociales en el ámbito municipal. Focalizar factores de riesgo (droga, alcohol, hacinamiento, deserción escolar, etc.) y poblaciones vulnerables es más fácil desde lo local.
6. La autoridad municipal debe liderar la fuerza policial de su municipio y evaluar su desempeño no sólo en función de resultados sobre la gran criminalidad y la violencia homicida, sino también en cuanto a logros en prevención del delito común y de los problemas de convivencia, y de los resultados en el control de las normas municipales.
7. El municipio debe medir y hacer seguimiento a los indicadores de violencia, delincuencia y convivencia, liderando el desarrollo de observatorios de convivencia. Para ello es necesaria una apropiada coordinación entre las instituciones que inciden en el tema: Secretarías de Gobierno, Salud, Desarrollo Comunitario o Integración Social, oficinas del ICBF, comisarías de familia, inspecciones de policía, etc.
8. Además de los consejos de seguridad previstos por la ley, es necesario establecer mesas de trabajo y análisis permanente con los organismos de justicia que tienen jurisdicción en el municipio.

La seguridad ciudadana y la convivencia constituyen un ámbito fundamental para el desarrollo urbano. Aquí, más que los recursos, son la capacidad de gestión y el liderazgo de los alcaldes en la aplicación de estas claves, los que pueden conducir a mejorar las condiciones de seguridad ciudadana y convivencia de los municipios colombianos.

Publicado Revista del Buen Gobierno 09-2007

15 de septiembre de 2007

No caben ambigüedades

El senador Dussán dijo que no es “ni amigo ni enemigo” de las FARC. Esa declaración despertó el debate al interior del Polo. Saltaron aquellos que desde el centro-izquierda no tienen complejos para declararse enemigos de los métodos atroces de esta guerrilla anquilosada, como Garzón, Petro, Navarro, Maria Emma o Carlos Vicente de Roux. Pero del otro lado, se ha mantenido una posición de apego a la disciplina y a los estatutos para criticar las críticas a las FARC. Se trata de un debate, que contrario a lo que muchos pueden creer, es necesario para el país, pues la derrota de la guerrilla pasa por el fortalecimiento de un centro-izquierda de gobierno, tal como ocurre en las democracias serias.

Sin ambigüedades, el país necesita que todos los líderes rechacen no sólo la violencia de las FARC sino también la idea de la combinación de las formas de lucha, que algunos nostálgicos todavía acarician como una posibilidad. No se crea que rechazar a las FARC significa abandonar la posibilidad de una negociación política como parte de una estrategia más amplia para salir del conflicto armado. Todo lo contrario. El que el gobierno esté negociando políticamente con el ELN no quiere decir que no se rechacen Machuca o los secuestros. Tal vez allí ha estado la confusión de algunos y ello aún no les ha permitido asumir vivamente el rechazo a la violencia de las FARC.

También se ha dicho por parte de algunos líderes que lo importante es oponerse a Uribe. La oposición por la oposición es un error estratégico, de cara a la sociedad. La sociedad colombiana necesita menos una confrontación focalizada uninominalmente, que una dialéctica entre modelos de sociedad y que la posibilidad de comparar y escoger entre proyectos concretos debidamente expuestos por los líderes políticos. Pero ello necesita contar con los proyectos concretos o con ejecutorias para mostrar. Infortunadamente, el debate inteligente sobre proyectos concretos aún escasea en el país.

Ahora bien, cabe otra lectura de la crisis de la izquierda. No es descartable que se presenten movimientos de ruptura como fruto de estas tensiones. Si de este proceso surgen dos grupos consolidados, uno de izquierda radical, que ojalá rectifique el tiro y asuma también el rechazo a la combinación de las formas de lucha, y otro grupo socialdemócrata o de centro izquierda, no habría que interpretar necesariamente la disputa como una mala cosa en la perspectiva de largo plazo. En un sistema multipartidista razonable, con entre cinco y seis partidos, hay espacio suficiente para dos agrupaciones políticas con esas características. Se podría estar dibujando parte del espectro futuro de los partidos en Colombia.

Addenda. En medio de la campaña medio insabora de Bogotá se está colando la tercería de Vinasco. Habrá que ver la reacción de los equipos de Samuel y Peñalosa, pero muchos ya están diciendo: “y que no me esperen en la casa”.

Publicado El Nuevo Siglo, 19-09-2007
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8 de septiembre de 2007

¿Las mejores elecciones?

El procurador Maya dijo que no había condiciones para las elecciones regionales de octubre. La analista Claudia Lopez ha manifestado que “el panorama electoral para octubre luce (…) claroscuro”. El mismo Ministro de la Defensa ha enseñado el mapa de riesgo electoral, donde una cuarta parte del territorio nacional aparece afectada. Todo esto se suma a los mapas de riesgo electoral presentados por la Misión de Observación Electoral estas últimas semanas. Por ello resultó sorprendente, por decir lo menos, la afirmación del Registrador Nacional Juan Carlos Galindo en una audiencia ciudadana organizada por la presidenta del Congreso Nancy Patricia Gutierrez y por la senadora Martha Lucía Ramirez el 30 de agosto en el salón elíptico. ¡Dijo el Registrador que las próximas elecciones podrían ser las mejores de todos los tiempos!

A no ser que se trate de una salida sarcástica, infortunadamente para los colombianos la evidencia existente no permite suscribir el entusiasmo del señor registrador. Todo lo contrario. Al día de hoy no parecen suficientes los esfuerzos del gobierno nacional para evitar los riesgos contra las elecciones: los riesgos de intervención de actores armados, de clientelismo, de fraude y alteración a la mecánica electoral, de financiación mafiosa de las campañas.

Lo que sí es cierto es que esta vez, como tal vez nunca se había registrado, pareciera haber más ojos abiertos observando el proceso. Pero las vulnerabilidades y los riesgos no van a cambiar con la sola observación. Algunos “inexpertos” serán disuadidos, pero los “profesionales” del clientelismo, el fraude y la financiación mafiosa seguirán allí y afectarán los resultados.

Se debe pensar en cómo mitigar los riesgos del 28 de octubre, a sabiendas que, de fondo, el problema no sufrirá modificaciones. En el corto plazo, la fórmula es vigilancia y control institucional, control ciudadano, conciencia ciudadana en su voto y judicialización ejemplarizante de los delitos contra el sufragio.

Lo serio, lo estructural, debe comenzar el 29 de octubre. Pasado el fragor de la campaña, es preciso iniciar un verdadero debate sobre la reforma electoral profunda e integral que entre otros puntos permita discutir: El empadronamiento para evitar el trasteo de votos de una vez por todas; el voto obligatorio por diez años, para disminuir el impacto del clientelismo y del poder de compra de votos con los recursos de las mafias; las circunscripciones electorales uninominales en las elecciones locales a corporaciones, para aumentar la responsabilización de los elegidos y disminuir el costo de las campañas, y el voto electrónico, para disminuir la vulnerabilidad de los comicios frente al fraude y la alteración de la mecánica electoral en las registradurías.

Sólo de esta manera será posible que la democracia pueda contar con elecciones transparentes donde prime el mérito y la sana competencia entre alternativas y modelos de sociedad.

Publicado El Nuevo Siglo 11-09-2007
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1 de septiembre de 2007

Terremoto impredecible, imaginario vulnerable

Hubo un irresponsable rumor según el cual ocurriría un sismo el martes 28 de agosto en la tarde en Bogotá. La bola corrió por internet y algunos medios le hicieron eco al rumor. Diana Rubiano, Directora de Prevención y Atención de Emergencias de Bogotá, prontamente respondió al pánico generado en algunos sectores y comunicó claramente y con argumentos científicos que los sismos no son predecibles. Queda sin embargo la preocupación frente al riesgo que significa la información mal manejada, por error o con fines de terror, y las afectaciones que ello puede generar.

El riesgo es la posibilidad de ocurrencia de un fenómeno que puede generar daños, perjuicios o disfuncionamientos a la sociedad, sus bienes y sus sistemas. No se predice pero se puede “sospechar” gracias a la evidencia histórica. Si en Bogotá han ocurrido sismos en el pasado, es muy probable que ocurran en el futuro y conviene prepararse disminuyendo la vulnerabilidad de las infraestructuras, de las instituciones, de los sistemas económicos y hasta de los imaginarios urbanos. Y este último punto debe preocupar. Quedó al descubierto que, contrario a lo que intuitivamente muchos creíamos, aún hay mucho por hacer en Bogotá para sensibilizar, construir un imaginario apropiado sobre lo que significa un sismo y la forma de prepararse y actuar frente al fenómeno cuando se presenta.

El que un ciudadano irresponsable haya inducido la situación ese día, cuando hasta en instituciones de seguridad y hospitales hizo eco al rumor, dice bastante sobre la necesidad de trabajar más en la concientización y los imaginarios del riesgo. Hay que trabajar mucho sobre la percepción ciudadana del riesgo, para que la asunción del mismo responda más a un ejercicio racional que al fatalismo guiado por imaginarios construidos con información falsa.

Según un interesante libro de Kervern sobre los riesgos, es una polémica entre Voltaire y Rousseau, con ocasión del sismo de Lisboa de 1755, la que permitió entrar a la “era de las neuronas” en la gestión del riesgo. Mientras Voltaire continúaba acusando a la naturaleza y a la providencia de los efectos del sismo, Rousseau recalcaba que lo que estaba en juego era la inteligencia y la responsabilidad humana. Invitaba así a salir del campo de lo mitológico y entrar al campo de lo lógico.

Queda mucho por hacer en materia de gobierno del riesgo en nuestras ciudades. El trabajo en Bogotá y el país en materia de percepción del riesgo, y de la inseguridad pública en general, debe apuntar en últimas a acercar los imaginarios y las percepciones a la realidad de los datos y la evidencia científica, incluso aceptando su incertidumbre. Y ello resulta más importante si se considera que en este y en otros campos del riesgo, como también ha ocurrido en la seguridad ciudadana, no faltarán otros pastorcitos mentirosos dispuestos a disfrazar las realidades.

Publicado El Nuevo Siglo 03-09-2007
Publicado http://www.lapalabradigital.com/

26 de agosto de 2007

Desmilitarización de la policía

En una columna reciente (El Tiempo, 18-08-2007) manifesté que “para construir una cultura de fuerza exclusivamente civil, un primer paso es la creación de un Viceministerio de la Policía…. Un segundo paso es la división de tareas entre esta policía civil dedicada a la seguridad en las ciudades y una policía más rural con estatus militar (…) al estilo de gendarmería francesa”. La pregunta de fondo es: ¿Cuál es la organización institucional de las fuerzas militares y policiales que más conviene a la situación actual y de mediano plazo en Colombia? No pocas personas han reaccionado y por ello van algunas ampliaciones a estas ideas.

La desmilitarización de la Policía es un propósito ya expuesto por algunos analistas. El tema es cuándo y cómo. Para muchos habría que esperar a salir del conflicto armado. La realidad es que en las zonas urbanas la problemática de seguridad no es precisamente el conflicto armado, sino el delito común, la violencia no letal, los problemas de convivencia y el control de la normatividad urbana.

Esto exige respuestas modernas distintas a las tradicionales de seguridad nacional, tal como Bogotá o Medellín lo han venido experimentando. El cuándo puede ser ahora. Colombia podría contar con un cuerpo de Policía Nacional para las grandes zonas urbanas manejado desde un Viceministerio de la Policía, en el Ministerio del Interior. No pocos advierten, con algo de razón, el riesgo de exponer el manejo de la policía a la negociación política ejecutivo-legislativo. Frente a esto se puede considerar, jugársela definitivamente con un Ministerio de la Seguridad Pública, como en Québec, o bien, concentrar la interlocución con el legislativo en un Ministerio de Relaciones con el Congreso.

La idea de separar policía urbana y policía rural nace de una lectura de la seguridad en clave territorial. La diversidad de situaciones territoriales hace pensar que hay que tratar distinto lo que es diferente. En seguridad esto es particularmente cierto y haría necesario concebir un esquema y una organización de la policía para zonas urbanas y otros para zonas rurales.

Martha Lucía Ramírez había introducido la reflexión sobre la policía rural. Vamos en que la Policía Nacional ha incluido en su organigrama y objetivos la referencia a la Policía Rural, asumida por los carabineros; incluso se ha propuesto una formación técnica en temas agropecuarios para este cuerpo. La iniciativa debe ir más allá. A diferencia de la policía urbana, una policía rural en zonas de conflicto armado debería tener estatus militar y complementar la tarea de recuperación del territorio que cumple el Ejército, con la de permanencia y orden público, más cercanas a la función policial. Como lo plantean Haenel y Lizurey en su libro La gendarmerie, esta opción representa una perspectiva realista para las zonas en las que la herramienta militar vaya ameritando una reorientación hacia las necesidades de la seguridad pública.

Publicado El Nuevo Siglo 26-08-2007
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20 de agosto de 2007

Evoluciones necesarias de la policía urbana

Causaron indignación y preguntas en la ciudad las imágenes de las agresiones policiales a un taxista. Indignación, porque contrastan con esfuerzos de varios años para construir una cultura ciudadana y una política de seguridad en perspectiva de derechos humanos. Preguntas, pues obligan a reflexionar sobre su significado como indicio de necesarias evoluciones en la fuerza pública de Bogotá.

El comandante de la Policía de Bogotá ha advertido que se trata de un caso aislado. La ciudadanía se pregunta por la existencia de casos similares. En el fondo, la pregunta significa plantear la necesidad de una mayor relación entre la Policía y la ciudadanía. Es sano que la cultura policial incorpore nuevos esquemas de diálogo con la población y luego, sustentados en cifras de delitos, de percepción y de prevención y en información periodística, nuevos esquemas de rendición ciudadana de cuentas.

La imagen de la Policía se ha vista afectada. El comandante de la Policía de Bogotá hizo lo correcto tomando de inmediato las medidas que el caso ameritaba. La pregunta que surge es cómo se evitarán en el futuro este tipo de actos. Para ello se debe entender bien qué pudo determinar la reacción de patrulleros. ¿Se trata de un problema de formación policial? ¿De cultura de algún grupo pequeño? ¿De secuelas del servicio anterior en zonas con situaciones críticas de violencia? ¿Fue una mala interpretación de la legítima defensa? ¿Una reacción a la presión por resultados? El análisis profundo que pueda liderar el Gral Naranjo y luego compartir con la ciudadanía, contribuirá a superar la situación.

También son necesarias reflexiones de fondo sobre los desafíos futuros para la fuerza policial. A los debates sobre el pie de fuerza y sobre las divergencias entre seguridad ciudadana y seguridad nacional o entre políticas nacionales y distritales, se suman hoy interrogantes sobre las nuevas prioridades de la seguridad urbana y las formas de asumirlas: delito común, problemas de convivencia, control del cumplimiento de normas distritales, etc.

Es entendible que una Policía con creciente militarización en los últimos lustros y además solicitada en Bogotá para muchas responsabilidades adicionales a la vigilancia (escoltas, policía de tránsito, de turismo, diplomática, de menores, comunitaria, ambiental, judicial, SMAT, etc.) tenga que dar menor prioridad efectiva a tareas como la prevención del delito común, la promoción de la convivencia, las tareas de policía comunitaria, el control de las normas distritales o aún la resolución temprana de conflictos. La seguridad de Bogotá necesita un fortalecimiento de las funciones de proximidad y prevención frente a problemas como las lesiones personales, asociadas a la conflictividad en los barrios; o como el delito callejero, que depende en mucho de la presencia disuasiva de funcionarios y agentes en la vía pública.

Se debe analizar de manera serena y argumentada la creación –experimental y sólo en Bogotá- de un cuerpo distrital que cumpla funciones específicas de complemento, que no de reemplazo, a la Policía Metropolitana. Sería un cuerpo distrital no armado destinado a la prevención de problemas de convivencia y al control de la normatividad distrital, temas fundamentales en la concepción moderna de la seguridad ciudadana.

Desde el nivel nacional el esfuerzo de militarización de la Policía no facilita la focalización en estos temas de la seguridad ciudadana. Para construir una cultura de fuerza exclusivamente civil, un primer paso es la creación de un Viceministerio de la Policía en el Ministerio del Interior. Un segundo paso es la división de tareas entre esta policía civil dedicada a la seguridad en las ciudades y una policía más rural con estatus militar y ligada al Ministerio de Defensa, al estilo de gendarmería francesa, que mantenga el orden público en las zonas y pueblos aún amenazados por el conflicto armado.

Este sería el comienzo del camino para darle a la institución policial en el país y en Bogotá un campo de acción moderno y afín a las necesidades actuales de los ciudadanos urbanos.

Publicado El Tiempo 18-08-2007

17 de agosto de 2007

Cómo gana Samuel

Samuel Moreno puede ser el próximo alcalde de Bogotá. Hasta ahora ha demostrado con habilidad la mejor estrategia política. Ganó bien la consulta interna del Polo, con los apoyos del sector más pragmático y del ala más radical, que aplicó la lógica de Francisco Mosquera según la cual los grandes ríos no sólo se hacen con aguas cristalinas. Estos grupos hicieron una mejor lectura de la forma de ganar jugando la carta de exacerbar la aversión que existe a quedar inscrito en el Polo en simpatizantes de centro-político e independientes.

Pero Samuel ahora esta aglutinando más allá de la izquierda radical y los sectores pragmáticos. Maria Emma, Parmenio, Petro, Navarro y De Roux serían decisivos a la hora de atraer el voto de opinión y contribuir a la solidez programática. Una parte del liberalismo, principalmente la base, no tendrá complejo para tomar la vía de Samuel. También se acercarán conservadores, unos rosaristas amigos de vieja data de Samuel, otros amigos de Maria Eugenia Rojas de tiempos de Belisario. Hasta uno que otro uribista lo acompañaría, a pesar del llamado al orden por parte del Presidente al partido de la U, pues el debate local se está apartando de la polarización nacional. La estrategia de Samuel se parece a la de Mitterrand en 1981 que, camino a la presidencia de Francia, primero aglutinó la izquierda y después unió a su aspiración sectores de centro y hasta algunos de derecha.

Un tema por analizar es el rápido crecimiento de Samuel. Seguela, el estratega de Mitterrand, sostenía que había que ser preciso en el tempo y sobrepasar al opositor en el momento oportuno, ni antes ni después. Planeado o no, fue el caso de Garzón y de Mockus II. Pero la encuesta reciente, positiva para Samuel, a más de dos meses de la elección, ya ha debido permitir al equipo de Peñalosa hacer un replanteamiento.

Samuel gana si mantiene la izquierda unida, brindando espacio real a todos sus sectores, históricos o de opinión. Si termina de seducir a la base liberal y consolida el apoyo conservador, que podría tener la tentación de hacerse contar con Leyva. Pero lo más importante es desarrollar la campaña de opinión, sustentada en propuestas sólidas y un equipo técnicamente competitivo. Hasta ahora los sectores de opinión, que finalmente eligen alcalde en Bogotá, no tienen todos los elementos para valorar lo que Samuel puede significar. Los que hoy consideran antipático a Peñalosa, podrían cambiar de posición. La clave del triunfo de Samuel está en la dinámica de conquista de la opinión. Como Lucho en 2003. Incluso, si lograra vencer con un “sinfalla” de los grupos pragmáticos y con exitosas alianzas políticas, los sectores independientes y de opinión serán claves para contrarrestar apetitos burocráticos postelectorales y para gobernar. La gobernabilidad de Bogotá dependería de las “justas proporciones” en la conformación del equipo de gobierno de Samuel.

Publicado El Nuevo Siglo 20-08-2007

15 de agosto de 2007

Cómo gana Peñalosa

Peñalosa lideró las encuestas para la Alcaldía de Bogotá hasta el mes de julio. Después, Samuel Moreno repuntó y lo sobrepasó en algunas de ellas. Se decía que lo de Samuel era resultado de la exposición a medios durante la consulta interna del Polo, pero las cifras muestran una tendencia de crecimiento.

Peñalosa, otrora candidato independiente, organizó esta vez una campaña apoyado en Cambio Radical y la dirigencia liberal. Sus asesores le aconsejaron además abstenerse de asistir a los debates, pues suponían que los candidatos pequeños, sin nada que perder, buscarían ponerlo en aprietos. Empero, a más de dos meses de las elecciones, la disparada de Samuel puede estar obligando a un replanteamiento de la campaña y tal vez veamos a Peñalosa en próximos debates.

Peñalosa adolece también de un fenómeno sui generis. Es calificado de “antipático” por no pocos. Sus respaldos políticos han agregado incluso que “Samuel es más simpático”. Un análisis racional diría que la gente no debería ocuparse de esas frivolidades, mas en política juegan mucho el carisma del candidato y las pasiones de los electores. Ser considerado como antipático incide en la imagen negativa del candidato y perfectamente puede costar una elección.

Por otra parte, el discurso de Peñalosa parece más referirse a la Bogotá de 1997 que a la de 2007. Para una parte importante del electorado Bogotá siempre fue como es hoy y poco o nada recuerdan las crisis de los 90s o las acciones de Peñalosa. No es claro para esos electores porqué alguien se autoadjudica los éxitos de la ciudad. Se ha invertido mucho esfuerzo para construir el imaginario de un Peñalosa responsable de los avances en infraestructura, incluso de la construida después del 2000. Pero ese mismo fenómeno hace que muchos atribuyan a Peñalosa las fallas o los efectos asociados a esa misma infraestructura, incluso después de su alcaldía. Un ejemplo es el “efecto balón” sobre la inseguridad de obras de renovación urbana, que mejoraron los espacios intervenidos, pero tuvieron efectos en otro lado, como en los barrios alrededor del Parque Tercer Milenio o en la Cra 13 con el Trasmilenio de la Caracas.

Peñalosa puede ganar si no comete más errores. Debe reclamar lealtad a sus apoyos políticos y asumir el debate con todos los candidatos. Debe igualmente “revisar la cartilla” y adecuar su propuesta a la realidad de la ciudad exitosa de 2007. Finalmente, tiene dos cartas a la mano, arriesgadas por cierto. Primo, la "carta Uribe”. Un apoyo decidido del Presidente, a través de sus hijos, sería como un “todo o nada”, pues no es seguro que las polarizaciones nacionales se trasladen a las elecciones locales. Secondo, la "carta seguridad”. Pero los delitos de alto impacto siguen mejorando y, a pesar de la persistencia del delito común, la percepción no ha desmejorado según lo dijo recientemente Bogotá como Vamos.

Próxima columna: Cómo gana Samuel

Publicado El Nuevo Siglo 13-08-2007

4 de agosto de 2007

Es....¡verdad!

Bogotá es la ciudad del país con mayor cantidad de voto de opinión. Pero también, por su tamaño, la política tradicional se aprecia en distintos rincones de la capital. Se siguen comprando y vendiendo votos. Siguen apareciendo “líderes” que dicen tener algunos cientos de votos pero que necesitan un "incentivo" para poderlos "trabajar". Sus “clientes” pueden pertenecer a cualquier partido. Y los que saben de casos concretos difícilmente asumen la responsabilidad ciudadana de denunciar.

También siguen funcionando los “votos por empleos” o “votos por obras” y tal vez por eso muchos ciudadanos preguntan a los candidatos: "¿Y Ud qué da?". La promesa del favor político es la antesala del clientelismo. Encuentra su explicación en la tendencia tan colombiana de entender la intermediación como elemento central de la política, particularmente al elegir cuerpos colegiados. Pero como es difícil pagar favores individuales a tantos, la contracara de la promesa es la decepción por que "vino por aquí pero no lo volvimos a ver". Y vuelve y pasa.

A vuelo de pájaro, el electorado de Bogotá esta dividido en tres partes más o menos iguales: una muy proclive a la compra-venta de votos, una muy corporativizada y vulnerable al clientelismo y, afortunadamente, una de opinión que decide en función de propuestas concretas. Según la coyuntura y el tipo de elección la relación varía. La primera y la segunda encuentran su caldo de cultivo en las elecciones a corporaciones. En las elecciones de mandatarios, el voto de opinión tiende a ser más amplio.

¿Cómo hacer crecer el voto de opinión por encima del voto comprado y del voto amarrado? Depende de las responsabilidades que asuman unos y otros. Por ejemplo, los candidatos a la alcaldía tienen la responsabilidad de no eludir el debate y de someter sus propuestas a la confrontación democrática y al libre examen. En la actual campaña a la alcaldía de Bogotá, muchos sectores de opinión siguen extrañando la falta de debate serio. Pero eludir el debate tiene sus costos. No falta el candidato evasivo percibido como “antipático”, incluso por sus respaldos políticos, y que termina siendo el mayor enemigo de su propia aspiración.

Los candidatos a corporaciones tienen una responsabilidad de construir plataformas programáticas consistentes e integrales, si bien por el modo de elección pululan candidatos sin propuesta pero que han “trabajado bien” sus votos. También los hay con mucho músculo financiero para la compra de votos. Pero finalmente es la ciudadanía quien decide y sobre ella recae la mayor responsabilidad. Elegir candidatos sin propuestas, por venta del voto o buscando favores personales, se paga caro en las futuras decisiones sobre lo público.

En democracia de opinión, a falta de circunscripciones uninominales que facilitan la relación elegido-elector y la responsabilización de los candidatos, los medios de comunicación tienen también la responsabilidad de visibilizar los candidatos a corporaciones que por el tipo de elección “se pierden” fácilmente frente a la opinión.

Publicado El Nuevo Siglo 06-08-2007
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28 de julio de 2007

Movilidad y política del tiempo

Se ha puesto sobre la mesa el debate de la movilidad en Bogotá. Se han hecho sesudos análisis sobre Transmilenio, el metro y las vías, desde una lógica de planeación del transporte. Si los problemas de movilidad generan incomodidad, es porque hacen perder el tiempo que podría dedicarse a otras actividades generadoras de calidad de vida: tiempo para reposo o esparcimiento, tiempo para aprender o para los hijos.

En otros países, el debate de la movilidad es sólo una arista del problema de gestión del tiempo en la ciudad, que en Bogotá no se ha abordado. Ciudades europeas vienen desarrollando políticas temporales desde los ochenta, para impulsar el uso óptimo y la coordinación de los tiempos de la vida cotidiana. Algunos puntos de las políticas públicas temporales pueden inspirar reflexiones sobre la solución para Bogotá:

1. Desarrollar el transporte en común. Por supuesto que un sistema integral de transporte público para Bogotá seguirá siendo un tema central: Un metro estructurador, una red de transmilenios, aerobús, cable, tranvía o colectivos para ciertos sitios y todo integrado y accesible con un tiquete único.

2. Incentivar los desplazamientos en servicio público o en bicicleta. Viajar en Transmilenio, a pie o en bicicleta puede ahorrar tiempo, sabiendo que ir en auto particular implica además tiempo para buscar parqueadero.

3. Acercar los servicios y oficinas públicas al ciudadano. La descentralización administrativa y los esquemas de “ventanilla única” tienen incidencia fuerte en la disminución de desplazamientos. Lo mismo se puede decir de un ordenamiento territorial escolar que prevea la cercanía de guarderías y colegios a la demanda.

4. Extender horarios de manera sistemática. Las extensiones de horarios de servicios públicos y comerciales, como lo practican algunos bancos, o las jornadas de comercio abierto hasta tarde ya han probado ser útiles y pueden ser desarrolladas de manera permanente buscando disminuir las concentraciones en horas pico. Está que el mecanismo también sirve para redinamizar zonas de la ciudad en horarios “muertos” y de paso contribuir en la percepción de seguridad.

5. Flexibilizar horarios de trabajo. En Finlandia algunos servicios públicos adoptaron un horario de 6+6 en lugar de 8 horas con varios propósitos: extender horarios de atención al ciudadano, permitir cargas horarias más flexibles a empleados con hijos pequeños y generar nuevos empleos. Cabría incluso analizar un pico y placa para algunos empleados, aprovechando el teletrabajo. El efecto sería la disminución y reorganización de los desplazamientos en la ciudad.

Pensar la solución de movilidad sólo en términos de vías y parque automotor siempre podrá verse superado por las implicaciones de crecimiento demográfico y económico de Bogotá. Es necesaria una nueva perspectiva para abordar los problemas de movilidad: la de una política temporal que busque una gestión apropiada de los tiempos cotidianos. Tal vez algún candidato con visión pueda compartir que el futuro de la ciudad se puede jugar en el trabajo de una nueva Secretaría Distrital del Tiempo.

Publicado El Nuevo Siglo 30-07-2007
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22 de julio de 2007

Máscara contra Pelo

La política colombiana cada vez se parece más a los viejos combates de lucha libre de la Arena Bogotá que enfrentaban a Máscara, el de la máscara negra, contra Pelo, el musculoso de cabello largo. Los asistentes gozaban con las llaves y piruetas de los luchadores. No había estrategia, sólo bravuconadas y fuerza bruta.

La política nacional de los últimos años ha sido de bravucones. El método ha sido gritar más fuerte o agredir verbalmente más duro. Esta lógica, de Máscara y de Pelo, logra enardecer al público, pero poco aporta al debate serio de proyectos y soluciones.

La política bogotana puede llegar al mismo escenario. Bogotá ha sido en los últimos 15 años ejemplo de fortalecimiento de la democracia local. Y ello fue posible gracias al deslinde entre la administración de la ciudad y las maquinarias partidistas. Eso lo hizo posible el Estatuto Orgánico de Bogotá. Desde entonces las elecciones para alcalde se jugaron en el terreno de la opinión pública, como tal vez no ocurre en ninguna otra ciudad de Colombia. Se demostró incluso que en elecciones reñidas, la capacidad de debate, el alcance de la propuesta y la buena estrategia de marketing político fueron determinantes, como ocurre en democracias maduras. Fue así como Mockus II y Garzón vencieron a Maria Emma y a Lozano.

El debate electoral actual podría ser diferente. Para muchos peñalosistas la derrota de Maria Emma fue su victoria anticipada. Por ello algunos estrategas y asesores de Peñalosa, y sus razones tienen, le aconsejan no asistir a los debates. Por otro lado, Moreno se concentró hasta ahora en consolidar la sólida maquinaria de las izquierdas históricas, pero la estrategia para conquistar sectores de opinión y de centro político con propuestas concretas aún no se ve.

Si se cercena el debate entre los candidatos más opcionados, por que una parte se siente ganadora y la otra se demora en desprenderse de la maquinaria, la ciudadanía no tendrá la posibilidad de asistir, como en los últimos 15 años, a la confrontación democrática de proyectos y soluciones concretas a sus problemas. Sin debates profundos entre los más opcionados, no habrá oportunidad de ir más allá de los eslogan de campaña, ni de forjarse una idea seria de las diferencias entre uno y otro. Y la campaña se concentrará en una especie de guerra de posiciones entre las maquinarias de ambos lados. Y ya Bogotá, antes del Estatuto Orgánico, padeció lo que significan las maquinarias en el poder.

Si Moreno y Peñalosa no logran brindar a la opinión un debate serio sobre sus imaginarios urbanos y sus proyectos y soluciones concretas, la visibilidad la cobrarán las bravuconadas de las maquinarias. Será Máscara contra Pelo y será también el inicio del fin de una belle epoque de Bogotá.

Addenda: en algunos de los combates de Máscara contra Pelo aparecía un enmascarado de plata que los sacaba a ambos del cuadrilátero. Será cierta la tan comentada tercería de Mockus?

Publicado El Nuevo Siglo 23-07-2007

17 de julio de 2007

Desmovilizados y desplazados, un gran reto para Bogotá

Bogotá necesita debatir procesos que, en un escenario de post-conflicto, podrían tener incidencia en la seguridad ciudadana y la convivencia, como la reincorporación de combatientes desmovilizados, los flujos de población desplazada por la violencia y la situación de las víctimas. Y no sólo desde las dinámicas reales, sino también desde la percepción ciudadana. Imposible darle la espalda al hecho de que el 10 por ciento de los 43.000 combatientes desmovilizados desde 2002 han llegado a la ciudad y a que el 31 de diciembre de este año, el 98 por ciento quedará sin cobertura y articulación a los programas nacionales existentes.

¿Qué pasará con estas personas y cuál será para ese momento su nivel de inclusión a la vida bogotana? ¿Qué vulnerabilidades pueden existir alrededor?

Los expertos temen que su "reciudadanización" pueda verse limitada por la falta de seguimiento adecuado, tan esencial en escenarios de posibilidades limitadas de reincorporación económica. Y el riesgo estará en eventuales procesos de "rearme" o de involucramiento en otras actividades ilegales.

Una amenaza latente

Aunque Bogotá ha logrado mantenerse alejada de una influencia de peso de los actores del conflicto o de redes mafiosas, la ciudad sigue siendo codiciada por nuevos o antiguos actores del conflicto armado, atraídos por la captura de rentas de actividades económicas ilícitas ligadas al lavado de dinero, o porque sirve de retaguardia "tranquila" para preparar la logística, reclutar o movilizar recursos de apoyo a las estructuras armadas.

No pocos observadores llaman la atención sobre un fenómeno de "traquetización" que afecta ciertos ámbitos de la ciudad, para lo cual es necesario identificar y conocer mediante acciones prospectivas aquellos sectores sociales y espacios urbanos con algún grado de vulnerabilidad.

Primer receptor de desplazados además, Bogotá alberga 13.3 por ciento del total de la población desplazada de Colombia y es la principal ciudad receptora, según Acción Social, con un promedio diario de 15 familias.

La mayoría de ellos quiere quedarse porque en sus lugares de origen las condiciones de vida son más precarias y más escasas las oportunidades laborales y, sobre todo, porque permanecen insolubles las causas de su expulsión violenta.

Sin embargo, aquí su vulnerabilidad se agudiza porque asientan en condiciones de precariedad debido, entre otros factores, a pobre acceso a servicios públicos, habitat inapropiado y dificultades para generar ingresos.

¿En qué medida los sitios de asentamiento de población desplazada por la violencia se convierten en sitios vulnerables frentes a fenómenos de violencia y delincuencia?

¿Cómo abordar posibles problemas futuros de convivencia y violencia en sitios de confluencia de desplazados y de pobres históricos? ¿Qué capacidades adicionales a las ya desplegadas debe desarrollar la ciudad para mejorar la atención y restitución de derechos a la población en situación de desplazamiento forzado?

Ir más allá de la coyuntura y hacer las preguntas sobre los posibles escenarios y problemas del futuro es el primer paso para una prevención efectiva. Y es urgente comenzar a debatir sobre este reto, que no es un reto menor.

Publicado El Tiempo 15-07-2007

13 de julio de 2007

El olor de la basura

Los habitantes de Bogotá recuerdan con pavor las épocas de la EDIS, Empresa Distrital de Aseo, cuando hizo crisis luego de años de desgreño administrativo, corrupción e ineficiencia. Todos recuerdan la emergencia ambiental de inicio de los 90s cuando las basuras se apilaron en las esquinas de los barrios y los recicladores de oficio, acompañados por la Fundación Social, prestaron un servicio de recolección de basuras bastante eficiente en varias zonas de Bogotá.

Después, la historia es conocida. En la premura de la crisis, primeras concesiones del servicio de recolección de residuos, prórroga de esos contratos de concesión y luego, segunda concesión, con un negocio estructurado en torno al transporte de desechos, más que a su manejo integral. Y ahí estamos, hasta la próxima licitación que tendría lugar hacia 2009.

Entretanto, la ciudad formuló un Plan Maestro de Residuos Sólidos y ya se ha diseñado un Sistema Integral de Reciclaje sustentado en cuatro componentes. 1) Participación ciudadana: Los ciudadanos inician la cadena del reciclaje con la separación en la fuente. Se requiere mucha pedagogía, pero el incentivo es la reducción de la tasa de aseo. 2) Rutas selectivas: Los residuos sólidos inertes, sin orgánicos, separados en la fuente, deben ser recogidos por un vehículo especial. Ya los actuales contratos de concesión, prevén que los operadores deben tener un parque automotor específico para esta ruta selectiva. Sólo hay un proceso piloto en operación. 3) Parques de reciclaje: El POT determinó, con las consideraciones ambientales necesarias, seis sitios para implantar Parques de Reciclaje. Son sitios de acopio del material recuperado, antes de su destinación como materia prima para industrias grandes y pequeñas. Son parques porque además del acopio incorporan museos e instalaciones para pedagogía ambiental, además de contar con un diseño arquitectónico que agrega valor al entorno. 4) Inclusión social: La cadena de valor del reciclaje puede incorporar recicladores de oficio en diferentes modalidades, incluso en cooperación con sector privado socialmente responsable.

Este año Bogotá deberá contar con un piloto de ruta selectiva probado y con un Parque de Reciclaje en construcción y ojalá concesionado. No avanzar en ese sentido pone en peligro un Sistema de Reciclaje que ya es modelo para el país y que es promovido por el mismo Ministerio del Ambiente.

Las movidas recientes de varios actores de la ciudad pueden frenar el desarrollo de los Parques de Reciclaje y afectar el Sistema Integral ¿Hay intereses no colectivos detrás de esto? Es importante que haya claridad y vigilancia ciudadana. Ya informes de entidades internacionales advertían que en algunos países lo que olía mal en el negocio de la basura, no era precisamente la basura.

Bogotá tiene una responsabilidad con sus ciudadanos y con su entorno. Debe resolver el problema de los residuos sólidos y el reciclaje es la salida. No sería tolerable ningún tipo de crisis ambiental ligada al aseo.

Publicado El Nuevo Siglo 16-07-2007

8 de julio de 2007

Resistencia civil, al fin!

Siempre, afuera, la gente pregunta cómo es posible que en Colombia ocurran tantas desgracias provocadas por fuerzas ilegales, y la gente no haga nada, ni se exprese colectivamente. Es cierto que el movimiento social en Colombia ha sufrido en el pasado la estigmatización y acción represiva por parte del establecimiento. También que la sociedad colombiana ha desarrollado un individualismo exagerado, que invita suficientemente al avance personal, pero poco al avance colectivo y a la solidaridad. Incluso la tutela, instrumento central de la Constitución para garantizar los derechos fundamentales, ha podido incidir en este individualismo: ya no hay que acudir a la movilización ciudadana para reclamar un derecho vulnerado.

Pero hay derechos frente a los que la tutela no tiene mayor efecto: el derecho a la vida y el derecho a la libertad, cuando estos son violados por grupos armados ilegales. Resultaba por ello extraño que la sociedad civil colombiana no se movilizara frente a las decenas de masacres de los paramilitares, o frente a los centenares de secuestros y los asesinatos de políticos y miembros de la fuerza pública en cautiverio por parte de las FARC.

Las marchas de la semana anterior marcan una importante ruptura. Demuestran claramente que la sociedad colombiana puede reaccionar y manifestarse con amplio eco. Para algunos, las FARC venían cosechando algunas victorias políticas al tornarse interlocutores directos de otros gobiernos y al mostrarse como un actor resistente al embate del Plan Patriota, en contraste con el discurso oficial de una guerrilla derrotada. Las marchas han infringido la más importante derrota política para las FARC en los últimos años. Para derrotar a las FARC, y al paramilitarismo que aún persiste, esta resistencia civil debe mantenerse.

Ahora bien, una resistencia civil profunda encuentra mayor impulso cuando hay completa democracia, cuando no hay abuso de poder, cuando la meritocracia real es la vía del acceso a cargos y contratación públicos, por encima del dañino clientelismo. También cuando los partidos no se restringen a pequeños poderes de pequeñas élites de izquierda o de derecha, sino que son verdaderos espacios de democracia e inclusión.

Queda claro también que esta resistencia civil no es homogénea ni uniforme. Seguirá existiendo el clivaje entre los partidarios a fondo de la liberación por vía militar y los partidarios de un acuerdo humanitario. Pero la fórmula está en algún punto intermedio: 1) el acuerdo humanitario es pertinente en un escenario de conflicto, 2) la acción de las fuerzas del Estado debe continuar, sin excesos, con estrategia y con inteligencia y 3) Un rescate militar sólo se debe dar cuando haya al menos 95% de posibilidades de éxito.

La responsabilidad de la vida de los secuestrados es de las FARC, que los han secuestrado. Empero, las fuerzas del Estado no deben desencadenar el riesgo de asesinato por parte de los captores, cuando las probabilidades de éxito no sean las mencionadas.

Publicada El Nuevo Siglo 09-07-2007
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2 de julio de 2007

María Emma: existen razones

La democracia Bogotana ha demostrado solidez y audacia en los últimos 12 años. Audacia para elegir a un matemático ex rector de la Nacional y a un ex sindicalista. Solidez para no elegir al actual embajador en Sudáfrica. Esta vez, la elección tiene un ingrediente adicional, la primaria del Polo Democrático, lo que anticipa el inicio real de la campaña a la alcaldía y vuelve a probar la solidez y la audacia de la democracia bogotana y esto por al menos tres razones.

La primera, porque la consulta “semiabierta” significa que todo ciudadano, militante, simpatizante de los candidatos o simplemente interesado en expresarse, podrá ir el 8 de julio a votar con solo firmar una planilla. Para el Polo significa medir su nivel de aceptación entre los bogotanos, por lo que obtener menos del 50% de los votos de Carlos Gaviria en la presidencial debería ser considerado como un pobre resultado. Maria Emma Mejía, que casi triplica a su más inmediato seguidor en las encuestas, es quien contribuye a aumentar el voto de opinión hacia el PDA.

La segunda, porque la democracia Bogotana es una especie de faro para el país. Bogotá ha sido exitosa en fortalecer su democracia y ha demostrado a la sociedad colombiana: 1) que sí existe un espacio democrático para visiones progresistas, 2) que así las cosas no tienen sentido grupos como las FARC que, armados y violando derechos humanos, insisten en buscar el poder por la fuerza y 3) que visiones progresistas pueden gobernar con seguridad y de manera satisfactoria para la mayoría de la población. Maria Emma Mejía consolida esa posibilidad de que la democracia bogotana y colombiana cuente con una “izquierda de gobierno” defensora de la democracia y responsable en el manejo de la cosa pública.

La tercera, porque Bogotá requiere de experiencia internacional y social probada en la administración pública, asumida con profesionalismo, eficacia, eficiencia y, sobretodo, con lealtad frente a los términos del mandato asignado.

Para seguir contribuyendo al fortalecimiento de la democracia bogotana, el Polo Democrático debe presentar un candidato que garantice continuar con estos logros. De las cuatro alternativas propuestas por el Polo, María Emma Mejía es ese candidato. Cuenta con los mejores niveles de aceptación entre la opinión medida de los bogotanos y representa un Polo más incluyente, más amplio en el arraigo ciudadano. Puede conducir a un crecimiento real de la “izquierda de gobierno” en Bogotá, como ingrediente esencial para restar argumentos al extremismo armado de las FARC. Adicionalmente, la experiencia pública, social e internacional de Maria Emma, adquirida en diferentes cargos y en diferentes momentos de la vida política e institucional del país, son garantía para que una “izquierda de gobierno” siga al frente de Bogotá y para que Bogotá siga avanzando.

Existen razones para que Maria Emma Mejía sea la candidata del Polo Democrático a la Alcaldía de Bogotá.

Publicado El Nuevo Siglo 02-07-2007

24 de junio de 2007

¿Quién le teme a la Procuraduría?

Es sorprendente que el Congreso de la República haya aprobado un artículo en el nuevo estatuto de ética de los congresistas que sustrae del campo de competencias del Procurador, la facultad de investigarlos disciplinariamente. Esta competencia se proponía fuera entregada a las comisiones de ética del Congreso, elegidas por los mismos parlamentarios. Además, los senadores y representantes que cometieran faltas disciplinarias gravísimas ya no serían destituidos e inhabilitados para ejercer funciones públicas, sino que máximo serían sancionados con una multa y con una amonestación privada.

La iniciativa es a todas luces inconstitucional, además de inconveniente. A la luz de la constitución (art 277) el Procurador General de la Nación tiene la función de “ejercer vigilancia superior de la conducta oficial de quienes desempeñen funciones públicas, inclusive las de elección popular; ejercer preferentemente el poder disciplinario; adelantar las investigaciones correspondientes, e imponer las respectivas sanciones conforme a la ley”. El espíritu de la Constitución en este punto es la materialización de contrapoderes que ayuden a controlar posibles excesos de parte de alguno de los poderes. Esto es fundamental en democracia.

Ya el presidente anunció la objeción de la propuesta de marras por inconstitucionalidad. Empero quedan interrogantes. ¿Quién le teme a la Procuradoría? El que nada debe nada teme. La labor del Ministerio Público es visibilizar, prevenir o sancionar, según el caso, los desvíos de las funciones de servicio a la ciudadanía, desde infracciones disciplinarias contra el patrimonio público (¿se acuerdan del pomaricazo?), pasando por los conflictos de intereses y las ya clásicas presiones indebidas para incidir en la destinación de recursos públicos a nivel nacional o en las regiones, hasta la toma del paramilitarismo por políticos regionales, tal y como lo ha denunciado el mismísimo Fiscal Iguarán. A pesar de su temor, deben entender los congresistas que es inconveniente para la democracia, y no tiene presentación, sustraerse del control por parte del Ministerio Público.

También queda el interrogante de porqué los congresistas que respaldaron la proposición y votaron el artículo temen al control y a la rendición de cuentas. Porque además, como otro elemento del análisis, frente a este asunto, parecían no existir diferencias ideológicas, a juzgar por el origen partidista de los parlamentarios firmantes de la proposición. Lo cierto es que pocos congresistas rinden cuentas a sus electorados. Algunos rinden cuentas es al ejecutivo a cambio de favores (remember Teodolindo). Al contrario, si algo falta en el Congreso, es rendición de cuentas, evaluación y seguimiento.

Para la próxima legislatura la casi segura presidenta del Congreso será Nancy Patricia Gutierrez, quién precisamente en la época del pomaricazo asumió y recuperó la desacreditada presidencia de la Cámara de Representantes. Tiene la senadora Gutierrez una oportunidad de volver oportunidad la crisis, impulsando nuevas formas de rendición de cuentas y control ciudadano a los congresistas. Sería un buen paso en la búsqueda de una nueva legitimidad para el Congreso.

Publicado El Nuevo Siglo 25-06-2007
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