François Mitterrand, primer presidente socialista de la V república francesa, entre 1981 y 1995, había pronunciado la siguiente frase: “Tendré verdaderamente éxito el día en que otro socialista sea elegido presidente de la república”. Lucho Garzón en Bogotá ya tuvo éxito. Otro hombre de centro-izquierda, miembro del partido que él mismo fundó, fue elegido alcalde de Bogotá. El legado para la democracia colombiana, tan afectada por el conflicto de cuarenta años, es fundamental: Es posible y necesario un centro-izquierda preparado para gobernar.
El inicio no fue fácil. La administración de Lucho Garzón había sido recibida con desconfianza por una parte del establecimiento bogotano y hasta de los organismos de seguridad. Incluso, un secretario de gobierno de talante conservador y social no era suficiente para generar confianza frente a la perspectiva de un alcalde con pasado sindicalista. Cuatro años después, el balance de la administración de Lucho es principalmente positivo. Por supuesto con los lunares conocidos en medio ambiente y movilidad. Frente a Bogotá, Lucho Garzón hizo la tarea. Frente al país, además y sobretodo, mostró que cuando hay alternancia, gana la democracia. Incluso, en un hecho contraintuitivo para muchos en Colombia, Lucho demostró la necesaria responsabilidad de gobierno para asumir el liderazgo, y resultados globales positivos, en los temas de la seguridad ciudadana.
Viene ahora 2010. La entrevista reciente de Lucho en El Tiempo (9-12-2007) y su libro marcan el inicio de su carrera hacia el Palacio de Nariño. Su papel será el mismo frente al país: Abrir una democracia nacional bastante cerrada y mostrar a los colombianos que más allá del uso de política del miedo como estrategia de gobierno, existen, en democracia, formas alternativas para gobernar un país como Colombia, haciendo posible al tiempo el avance en las soluciones a los problemas de desigualdad, los derechos económicos y sociales y la creación de oportunidades. La derrota a las FARC pasa por que el imaginario nacional pueda asimilar que las guerrillas y los paramilitares no son alternativa posible para asumir la autoridad o para mediar los servicios del Estado en los territorios, y que en cambio existen alternativas para alcanzar estos objetivos concebidas sobre la base del interés general y no personal.
Lucho Garzón puede ser una de esas alternativas. Para ello debe construir confianza, ya no solo con la masa crítica bogotana que lo ha catapultado como una opción creíble, sino con una masa crítica y una opinión pública colombianas que no han contado en todas partes con las posibilidades financieras, ciudadanas o institucionales de Bogotá. Lucho tendrá que pasar a escuchar el país y a construir confianza con nuevos actores, esta vez nacionales, y tendrá que darse los medios para entrar en la dialéctica y enfrentar la presión de aquellos contrarios a las aperturas, que se encuentran no solo afuera de su entorno, sino también, paradójicamente, en las estructuras de su actual familia política.
Publicado El Nuevo Siglo 20-12-2007
Publicado www.lapalabradigital.com
El inicio no fue fácil. La administración de Lucho Garzón había sido recibida con desconfianza por una parte del establecimiento bogotano y hasta de los organismos de seguridad. Incluso, un secretario de gobierno de talante conservador y social no era suficiente para generar confianza frente a la perspectiva de un alcalde con pasado sindicalista. Cuatro años después, el balance de la administración de Lucho es principalmente positivo. Por supuesto con los lunares conocidos en medio ambiente y movilidad. Frente a Bogotá, Lucho Garzón hizo la tarea. Frente al país, además y sobretodo, mostró que cuando hay alternancia, gana la democracia. Incluso, en un hecho contraintuitivo para muchos en Colombia, Lucho demostró la necesaria responsabilidad de gobierno para asumir el liderazgo, y resultados globales positivos, en los temas de la seguridad ciudadana.
Viene ahora 2010. La entrevista reciente de Lucho en El Tiempo (9-12-2007) y su libro marcan el inicio de su carrera hacia el Palacio de Nariño. Su papel será el mismo frente al país: Abrir una democracia nacional bastante cerrada y mostrar a los colombianos que más allá del uso de política del miedo como estrategia de gobierno, existen, en democracia, formas alternativas para gobernar un país como Colombia, haciendo posible al tiempo el avance en las soluciones a los problemas de desigualdad, los derechos económicos y sociales y la creación de oportunidades. La derrota a las FARC pasa por que el imaginario nacional pueda asimilar que las guerrillas y los paramilitares no son alternativa posible para asumir la autoridad o para mediar los servicios del Estado en los territorios, y que en cambio existen alternativas para alcanzar estos objetivos concebidas sobre la base del interés general y no personal.
Lucho Garzón puede ser una de esas alternativas. Para ello debe construir confianza, ya no solo con la masa crítica bogotana que lo ha catapultado como una opción creíble, sino con una masa crítica y una opinión pública colombianas que no han contado en todas partes con las posibilidades financieras, ciudadanas o institucionales de Bogotá. Lucho tendrá que pasar a escuchar el país y a construir confianza con nuevos actores, esta vez nacionales, y tendrá que darse los medios para entrar en la dialéctica y enfrentar la presión de aquellos contrarios a las aperturas, que se encuentran no solo afuera de su entorno, sino también, paradójicamente, en las estructuras de su actual familia política.
Publicado El Nuevo Siglo 20-12-2007
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