Los resultados electorales del 28 de octubre demostraron que se sigue gestando en Colombia un esquema de democracia urbana que contrasta con lo que ocurre en el nivel nacional. Ganaron candidatos independientes o de la izquierda democrática en las grandes ciudades. y algunos incluso a pesar de una abierta campaña en contra por parte de Palacio. En Bogotá la victoria de Samuel confirmó el anclaje de Bogotá en el centro-izquierda, probablemente en la búsqueda de consolidar un esquema de ciudad incluyente capaz de combinar los logros en infraestructura de los años 90s con las necesidades, atendidas en los últimos cuatro años pero siempre latentes, de mayor inclusión económica y social. La misma ciudad que dio mayorías a Uribe en el nivel nacional, se la juega por otro modelo de sociedad en lo local, como si enviara el mensaje de la necesidad de un equilibrio en la sociedad colombiana.
Luego de dos administraciones realmente pobres, los caleños no escogieron a Kiko Lloreda, representante de las familias tradicionales de la élite caleña. Por el contrario le entregaron la confianza a Jorge Iván Ospina, candidato independiente, de centro izquierda, con la esperanza de que esta vez el voto no se dilapide. A decir verdad, los antecedentes de Ospina como funcionario público fueron sus principales credenciales, a diferencia de las experiencias anteriores. Es importante para esta ciudad con la gobernabilidad tan menguada, que las expectativas creadas no se vean frustradas una vez más. Ello obligará a Ospina a un gobierno muy responsable en el manejo de la cosa pública. Cali no soportaría una decepción más.
El caso de Medellín, siempre mal analizado por las encuestas, produjo la continuidad de la buena gestión de Fajardo. Alonso Salazar representa como el que más la posibilidad de dar continuidad a los logros de la propuesta política del movimiento Compromiso Ciudadano. Parecería que Medellín está tomando la vía que Bogotá inició en los 90s con un esquema de continuidad en la construcción de una idea de ciudad con mayor cultura ciudadana. Lo de Medellín es prometedor. También es de cuidado para la nueva administración, dadas las expectativas elevadas.
Y Cartagena también se la jugó por la “mariamulata” en un claro rechazo a la política tradicional. Por ese mandato distinto resulta fundamental que la nueva alcaldesa sea capaz de sortear los retos de la gestión pública de una ciudad con los problemas de Cartagena sin necesidad de transar en principios con la clase política tradicional de Cartagena que se ha mantenido en el Concejo.
Las zonas urbanas de Colombia siguen buscando nuevos rumbos, nuevos modelos e idearios de ciudad y en ello se prefigura lo que sería una nueva opción para todo el país en 2010. De los resultados de estas gestiones urbanas también dependerá la posibilidad de que los colombianos busquen trasladarla al nivel nacional.
Publicado El Nuevo Siglo19-11-2007
Publicado www.lapalabradigital.com
Luego de dos administraciones realmente pobres, los caleños no escogieron a Kiko Lloreda, representante de las familias tradicionales de la élite caleña. Por el contrario le entregaron la confianza a Jorge Iván Ospina, candidato independiente, de centro izquierda, con la esperanza de que esta vez el voto no se dilapide. A decir verdad, los antecedentes de Ospina como funcionario público fueron sus principales credenciales, a diferencia de las experiencias anteriores. Es importante para esta ciudad con la gobernabilidad tan menguada, que las expectativas creadas no se vean frustradas una vez más. Ello obligará a Ospina a un gobierno muy responsable en el manejo de la cosa pública. Cali no soportaría una decepción más.
El caso de Medellín, siempre mal analizado por las encuestas, produjo la continuidad de la buena gestión de Fajardo. Alonso Salazar representa como el que más la posibilidad de dar continuidad a los logros de la propuesta política del movimiento Compromiso Ciudadano. Parecería que Medellín está tomando la vía que Bogotá inició en los 90s con un esquema de continuidad en la construcción de una idea de ciudad con mayor cultura ciudadana. Lo de Medellín es prometedor. También es de cuidado para la nueva administración, dadas las expectativas elevadas.
Y Cartagena también se la jugó por la “mariamulata” en un claro rechazo a la política tradicional. Por ese mandato distinto resulta fundamental que la nueva alcaldesa sea capaz de sortear los retos de la gestión pública de una ciudad con los problemas de Cartagena sin necesidad de transar en principios con la clase política tradicional de Cartagena que se ha mantenido en el Concejo.
Las zonas urbanas de Colombia siguen buscando nuevos rumbos, nuevos modelos e idearios de ciudad y en ello se prefigura lo que sería una nueva opción para todo el país en 2010. De los resultados de estas gestiones urbanas también dependerá la posibilidad de que los colombianos busquen trasladarla al nivel nacional.
Publicado El Nuevo Siglo19-11-2007
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