Ha dicho el Presidente: “Reelección: sólo si hay una hecatombe”. El país lleva una semana interpretando “hecatombe” en el vocabulario de Palacio. Muchos se concentraron en la apreciación del “buen sentido de la expresión gráfica” acomodado por José Obdulio y otros en el hecho de una coalición uribista centrífuga. Hay otras ventanas para analizar lo que el Presidente quiso decir.
Se diría que el Presidente sueña con ser cuasivitalicio, pero como algunos partidos de la coalición tienen la intención de presentar pre-candidatos, una vía posible para crear la necesidad de la nueva reelección es la exacerbación de los miedos. Uribe sabe bien que en procesos electorales los ciudadanos se preocupan por el futuro de dos maneras: a través de los sueños o a través de las ansiedades y temores. Y la estrategia parece lógica: Combinar una altísima popularidad con una gran angustia o un gran miedo coyuntural. Creando desde ahora el imaginario de hecatombe, menos frente a la reorganización de fuerzas políticas que frente al accionar de grupos armados, se “corregiría” para Palacio lo incómodo que resulta lo impredecible. La estrategia es la hecatombe predecible.
Y hay evidencia reciente de este tipo de estrategias. El evento del 11-9 estuvo presente en el imaginario de los norteamericanos en la reelección de Bush, montada en la estrategia neoconservadora de exacerbación de los miedos y las ansiedades. Esta “burbuja de miedos” duró hasta las siguientes elecciones al Congreso, cuando perdió las mayorías republicanas. Pero del otro lado, la crisis del 11-M sobre la cual Aznar intentó montar la misma estrategia de Bush, produjo al contrario el efecto boomerang que dejó a Zapatero como vencedor en España. La evidencia, como la teoría de la complejidad, muestran que no siempre se puede controlar la dinámica de los actores (en este caso los electores) post-hecatombe. Ni siquiera en las que resultan de falsos positivos.
Habría que hacer también un paralelo entre Chávez y Uribe. Resulta extraño que el Presidente Uribe busque asemejarse a Chávez pretendiendo una presidencia a perpetuidad. Uribe ha dicho que ya en América Latina había que abolir las viejas categorías políticas de izquierda y derecha, pero era difícil imaginar que buscara parecerse a Chávez en esta pretensión de una presidencia vitalicia.
La frase del Presidente denota una clara desconfianza en las instituciones y los líderes colombianos. Es cierto que Colombia vive una gran crisis en algunas de sus instituciones (legislativo, algunos gobiernos locales), pero también es cierto que otras instituciones se han caracterizado por su robustez y legitimidad (Corte Suprema, alcaldías de Medellín y Bogotá, algunos Ministerios) y que existen, en la oposición como en el uribismo, líderes capaces de conducir la sociedad colombiana. El presidente debe explicar a los colombianos lo que quiso decir para evitar tergiversaciones. A no ser que sea parte de la estrategia.
Publicado El Nuevo Siglo 05-11-2007
Publicado www.lapalabradigital.com
Se diría que el Presidente sueña con ser cuasivitalicio, pero como algunos partidos de la coalición tienen la intención de presentar pre-candidatos, una vía posible para crear la necesidad de la nueva reelección es la exacerbación de los miedos. Uribe sabe bien que en procesos electorales los ciudadanos se preocupan por el futuro de dos maneras: a través de los sueños o a través de las ansiedades y temores. Y la estrategia parece lógica: Combinar una altísima popularidad con una gran angustia o un gran miedo coyuntural. Creando desde ahora el imaginario de hecatombe, menos frente a la reorganización de fuerzas políticas que frente al accionar de grupos armados, se “corregiría” para Palacio lo incómodo que resulta lo impredecible. La estrategia es la hecatombe predecible.
Y hay evidencia reciente de este tipo de estrategias. El evento del 11-9 estuvo presente en el imaginario de los norteamericanos en la reelección de Bush, montada en la estrategia neoconservadora de exacerbación de los miedos y las ansiedades. Esta “burbuja de miedos” duró hasta las siguientes elecciones al Congreso, cuando perdió las mayorías republicanas. Pero del otro lado, la crisis del 11-M sobre la cual Aznar intentó montar la misma estrategia de Bush, produjo al contrario el efecto boomerang que dejó a Zapatero como vencedor en España. La evidencia, como la teoría de la complejidad, muestran que no siempre se puede controlar la dinámica de los actores (en este caso los electores) post-hecatombe. Ni siquiera en las que resultan de falsos positivos.
Habría que hacer también un paralelo entre Chávez y Uribe. Resulta extraño que el Presidente Uribe busque asemejarse a Chávez pretendiendo una presidencia a perpetuidad. Uribe ha dicho que ya en América Latina había que abolir las viejas categorías políticas de izquierda y derecha, pero era difícil imaginar que buscara parecerse a Chávez en esta pretensión de una presidencia vitalicia.
La frase del Presidente denota una clara desconfianza en las instituciones y los líderes colombianos. Es cierto que Colombia vive una gran crisis en algunas de sus instituciones (legislativo, algunos gobiernos locales), pero también es cierto que otras instituciones se han caracterizado por su robustez y legitimidad (Corte Suprema, alcaldías de Medellín y Bogotá, algunos Ministerios) y que existen, en la oposición como en el uribismo, líderes capaces de conducir la sociedad colombiana. El presidente debe explicar a los colombianos lo que quiso decir para evitar tergiversaciones. A no ser que sea parte de la estrategia.
Publicado El Nuevo Siglo 05-11-2007
Publicado www.lapalabradigital.com
1 comentario:
Es una interpretación adecuada para las circunstancias y entorno nacional. En cierta medida el Presidente des-institucionaliza cuando se presenta como la única solución, lo que se dice haber ganado en confianza de la inversión extranjera en el país, se pierde con este mensaje del Presidente.
Publicar un comentario