Peñalosa lideró las encuestas para la Alcaldía de Bogotá hasta el mes de julio. Después, Samuel Moreno repuntó y lo sobrepasó en algunas de ellas. Se decía que lo de Samuel era resultado de la exposición a medios durante la consulta interna del Polo, pero las cifras muestran una tendencia de crecimiento.
Peñalosa, otrora candidato independiente, organizó esta vez una campaña apoyado en Cambio Radical y la dirigencia liberal. Sus asesores le aconsejaron además abstenerse de asistir a los debates, pues suponían que los candidatos pequeños, sin nada que perder, buscarían ponerlo en aprietos. Empero, a más de dos meses de las elecciones, la disparada de Samuel puede estar obligando a un replanteamiento de la campaña y tal vez veamos a Peñalosa en próximos debates.
Peñalosa adolece también de un fenómeno sui generis. Es calificado de “antipático” por no pocos. Sus respaldos políticos han agregado incluso que “Samuel es más simpático”. Un análisis racional diría que la gente no debería ocuparse de esas frivolidades, mas en política juegan mucho el carisma del candidato y las pasiones de los electores. Ser considerado como antipático incide en la imagen negativa del candidato y perfectamente puede costar una elección.
Por otra parte, el discurso de Peñalosa parece más referirse a la Bogotá de 1997 que a la de 2007. Para una parte importante del electorado Bogotá siempre fue como es hoy y poco o nada recuerdan las crisis de los 90s o las acciones de Peñalosa. No es claro para esos electores porqué alguien se autoadjudica los éxitos de la ciudad. Se ha invertido mucho esfuerzo para construir el imaginario de un Peñalosa responsable de los avances en infraestructura, incluso de la construida después del 2000. Pero ese mismo fenómeno hace que muchos atribuyan a Peñalosa las fallas o los efectos asociados a esa misma infraestructura, incluso después de su alcaldía. Un ejemplo es el “efecto balón” sobre la inseguridad de obras de renovación urbana, que mejoraron los espacios intervenidos, pero tuvieron efectos en otro lado, como en los barrios alrededor del Parque Tercer Milenio o en la Cra 13 con el Trasmilenio de la Caracas.
Peñalosa puede ganar si no comete más errores. Debe reclamar lealtad a sus apoyos políticos y asumir el debate con todos los candidatos. Debe igualmente “revisar la cartilla” y adecuar su propuesta a la realidad de la ciudad exitosa de 2007. Finalmente, tiene dos cartas a la mano, arriesgadas por cierto. Primo, la "carta Uribe”. Un apoyo decidido del Presidente, a través de sus hijos, sería como un “todo o nada”, pues no es seguro que las polarizaciones nacionales se trasladen a las elecciones locales. Secondo, la "carta seguridad”. Pero los delitos de alto impacto siguen mejorando y, a pesar de la persistencia del delito común, la percepción no ha desmejorado según lo dijo recientemente Bogotá como Vamos.
Próxima columna: Cómo gana Samuel
Publicado El Nuevo Siglo 13-08-2007
Peñalosa, otrora candidato independiente, organizó esta vez una campaña apoyado en Cambio Radical y la dirigencia liberal. Sus asesores le aconsejaron además abstenerse de asistir a los debates, pues suponían que los candidatos pequeños, sin nada que perder, buscarían ponerlo en aprietos. Empero, a más de dos meses de las elecciones, la disparada de Samuel puede estar obligando a un replanteamiento de la campaña y tal vez veamos a Peñalosa en próximos debates.
Peñalosa adolece también de un fenómeno sui generis. Es calificado de “antipático” por no pocos. Sus respaldos políticos han agregado incluso que “Samuel es más simpático”. Un análisis racional diría que la gente no debería ocuparse de esas frivolidades, mas en política juegan mucho el carisma del candidato y las pasiones de los electores. Ser considerado como antipático incide en la imagen negativa del candidato y perfectamente puede costar una elección.
Por otra parte, el discurso de Peñalosa parece más referirse a la Bogotá de 1997 que a la de 2007. Para una parte importante del electorado Bogotá siempre fue como es hoy y poco o nada recuerdan las crisis de los 90s o las acciones de Peñalosa. No es claro para esos electores porqué alguien se autoadjudica los éxitos de la ciudad. Se ha invertido mucho esfuerzo para construir el imaginario de un Peñalosa responsable de los avances en infraestructura, incluso de la construida después del 2000. Pero ese mismo fenómeno hace que muchos atribuyan a Peñalosa las fallas o los efectos asociados a esa misma infraestructura, incluso después de su alcaldía. Un ejemplo es el “efecto balón” sobre la inseguridad de obras de renovación urbana, que mejoraron los espacios intervenidos, pero tuvieron efectos en otro lado, como en los barrios alrededor del Parque Tercer Milenio o en la Cra 13 con el Trasmilenio de la Caracas.
Peñalosa puede ganar si no comete más errores. Debe reclamar lealtad a sus apoyos políticos y asumir el debate con todos los candidatos. Debe igualmente “revisar la cartilla” y adecuar su propuesta a la realidad de la ciudad exitosa de 2007. Finalmente, tiene dos cartas a la mano, arriesgadas por cierto. Primo, la "carta Uribe”. Un apoyo decidido del Presidente, a través de sus hijos, sería como un “todo o nada”, pues no es seguro que las polarizaciones nacionales se trasladen a las elecciones locales. Secondo, la "carta seguridad”. Pero los delitos de alto impacto siguen mejorando y, a pesar de la persistencia del delito común, la percepción no ha desmejorado según lo dijo recientemente Bogotá como Vamos.
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Publicado El Nuevo Siglo 13-08-2007
Publicado www.lapalabradigital.com
1 comentario:
¿Primo? ¿Secondo? ¿Qué es esa cursileria?
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