Al centro político pertenece aquella porción de la sociedad que responde más a la lógica de cambios graduales que de defensa del statu quo o de cambios radicales. Pertenecen más aquellos que prefieren políticas concretas orientadas a resolver problemas en lugar de políticas apegadas a fundamentalismos ideológicos. La Encuesta Mundial de Valores había mostrado en 2005 que en Colombia, en una escala de 1 a 10 en la que 1 es izquierda y 10 derecha, un 5% de los encuestados se reconocía como de izquierda y un 18 % como de derecha. En esa escala, la gran mayoría se reconocieron como de centro político.
En el centro están los electores que indagan más por las capacidades de los hombres políticos, que por el color del trapo que agitan. Son mayoría en la Colombia urbana. El centro son los líderes con más capacidad de escucha y de aglutinación política que de división; con más capacidad de propuesta que de protesta. Para muchos de ellos las buenas ideas no tienen color político. Paradójicamente, los responsables políticos con talante de centro son minoría. Pero todos saben, o deberían saber, que la posibilidad de acceder al poder y gobernar bien está en esa franja. Por ello el reto para los partidos políticos está en la capacidad de seducir, sino incorporar, a esa franja del electorado.
No es gratuito el esfuerzo por construir imaginarios políticos. Algunos mencionan “un gran movimiento aglutinador” de partidos de centro y derecha para facilitar su éxito en las próximas elecciones. Se afirma también que el futuro político será de dos grandes movimientos, uno de izquierda representado por el Polo y otro que recoja el centro y la derecha. Es conocido el slogan del presidente de la República “mano firme, corazón grande”. El presidente del partido de la U ha acudido a la fórmula de “a la derecha en seguridad, económicamente en el centro y socialmente a la izquierda”.
Del otro lado se ha acudido a la fórmula de los “sectores democráticos”, convergencia de líderes y tendencias de izquierda histórica, de liberales, de conservadores tipo democristianos, de mockusianos, de fajardistas y de independientes. Para el Polo incluso, las cuentas recientes son claras: a los quinientos mil votos de izquierda de octubre de 2006, se habían sumado unos dos millones para las elecciones presidenciales, votos estos de centro político si se quiere.
El asunto no será de slogans o de frases. Los ciudadanos urbanos ya no votan por el color del trapo, sino por propuestas concretas. Y los líderes con talante de centro deberán asumir como bases para el diálogo político y la construcción de alianzas de gobierno, la fuerza de los argumentos y la discusión sobre propuestas concretas de gobierno y sobre soluciones técnicas y sustentadas a los problemas de los ciudadanos.
De hacia dónde se mueva el centro político, depende hacia dónde se moverá la política en Colombia. Queda por mirar de cerca cómo está compuesto ese pretendido centro político.
Artículo publicado El Nuevo Siglo 29-01-2007
En el centro están los electores que indagan más por las capacidades de los hombres políticos, que por el color del trapo que agitan. Son mayoría en la Colombia urbana. El centro son los líderes con más capacidad de escucha y de aglutinación política que de división; con más capacidad de propuesta que de protesta. Para muchos de ellos las buenas ideas no tienen color político. Paradójicamente, los responsables políticos con talante de centro son minoría. Pero todos saben, o deberían saber, que la posibilidad de acceder al poder y gobernar bien está en esa franja. Por ello el reto para los partidos políticos está en la capacidad de seducir, sino incorporar, a esa franja del electorado.
No es gratuito el esfuerzo por construir imaginarios políticos. Algunos mencionan “un gran movimiento aglutinador” de partidos de centro y derecha para facilitar su éxito en las próximas elecciones. Se afirma también que el futuro político será de dos grandes movimientos, uno de izquierda representado por el Polo y otro que recoja el centro y la derecha. Es conocido el slogan del presidente de la República “mano firme, corazón grande”. El presidente del partido de la U ha acudido a la fórmula de “a la derecha en seguridad, económicamente en el centro y socialmente a la izquierda”.
Del otro lado se ha acudido a la fórmula de los “sectores democráticos”, convergencia de líderes y tendencias de izquierda histórica, de liberales, de conservadores tipo democristianos, de mockusianos, de fajardistas y de independientes. Para el Polo incluso, las cuentas recientes son claras: a los quinientos mil votos de izquierda de octubre de 2006, se habían sumado unos dos millones para las elecciones presidenciales, votos estos de centro político si se quiere.
El asunto no será de slogans o de frases. Los ciudadanos urbanos ya no votan por el color del trapo, sino por propuestas concretas. Y los líderes con talante de centro deberán asumir como bases para el diálogo político y la construcción de alianzas de gobierno, la fuerza de los argumentos y la discusión sobre propuestas concretas de gobierno y sobre soluciones técnicas y sustentadas a los problemas de los ciudadanos.
De hacia dónde se mueva el centro político, depende hacia dónde se moverá la política en Colombia. Queda por mirar de cerca cómo está compuesto ese pretendido centro político.
Artículo publicado El Nuevo Siglo 29-01-2007
3 comentarios:
Muy buen analisis, velasquez
Creo que te equivocas en pensar que las politicas economicas del presidente Uribe son de Centro, pues todas son politicas neoliberales - fuertemente de derecha, orientadas a: privatizar empresas estratégicas del estado, disminuir impuesto de renta, extender el IVA, flexibilizar las condiciones laborales, despreocuparse y desocupar el agro, concentrar a riqueza y la tierra, etc, estas no estan orientadas a una verdadera democracia y mucho menos de politicas de centro.
Ivar, no son de centro las políticas de Uribe. Lo que digo en el artículo es precisamente que se trata de crear un imaginario para que parezcan como tales. Ahora bien, lo que corresponde desde un análisis objetivo es analizar cada una de las políticas en sus contenidos e implicaciones para, con argumentos específicos, determinar su eventual caracter retardatario o progresista, y más importante, si contribuyen o no a la solución concreta a los problemas que intentan resolver.
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