Al lado de la literatura reciente sobre el conflicto colombiano, atestada de los relatos cargados de humanidad, escritos por los ex-secuestrados de las FARC, una editorial ecuatoriana ha publicado el que a mi juicio es uno de los libros recientes más interesantes para comprender lo que pasa en la frontera colombo-ecuatoriana: “El juego del camaleón”, del periodista del diario El Comercio Arturo Torres.
Se trata de una investigación periodística sustentada en numerosos documentos, evidencias y fuentes. Por su origen ecuatoriano, el escritor no entra en las polarizaciones colombianas, que aquí habrían dado para calificarlo de guerrillero en unos capítulos o de paramilitar en otros. Torres intenta una lectura de la forma en que Ecuador ha vivido el problema en esa zona fronteriza y más allá: “los grupos armados colombianos no solo operan en la frontera sino que se han instalado en otras zonas del país (Ecuador, nota del columnista), que viven con la misma intensidad las secuelas de la violencia generada por sus acciones criminales”.
El escrito, que busca establecer el contexto y el preámbulo histórico de lo que fue la operación Fénix en el sitio Angostura, donde las fuerzas armadas colombianas dieron de baja a Raúl Reyes, permite al lector colombiano ilustrar una vieja sospecha sobre el vacío de estado en ambos lados del cordón fronterizo: “ambos estados abandonaron las poblaciones fronterizas, que se articularon desde la década de los 80s a la economía de la hoja de coca en el Putumayo”. Según el autor, “ante la ausencia del Estado, las FARC asumieron la figura de autoridades locales, impartiendo justicia y dirimiendo conflictos entre los pobladores”.
Si bien el título del libro se refiere al papel del ecuatoriano cuyo cuerpo fue recuperado al lado del de Reyes por el comando de tierra colombiano que intervino en el lado ecuatoriano de la frontera, uno de los mayores aportes del escrito tiene que ver con el relato histórico de la forma en que las FARC tomaron posesión de esa zona en dos décadas. Torres recoge el testimonio de un ex-guerrillero de la zona y lo contrasta con fuentes colombianas y ecuatorianas: “Yo era muy joven cuando las FARC tomaron el control del Putumayo. Los mayores todavía tiemblan cuando se acuerdan de la masacre donde murieron soldados y policías ecuatorianos en Peña Colorada. La guerrilla empezó así a dominar este territorio, donde es Dios y ley desde hace más de dos décadas”. “Pero con los años todo se fue distorsionando. Para sobrevivir, las FARC empezaron a controlar el negocio del narcotráfico, y debieron aliarse con las mafias de la droga y con los traficantes de armas”.
Se trata de una mirada externa que los que estudian y analizan el conflicto, de izquierda como de derecha, deberían leer. Tal vez contribuya a relativizar muchos de los imaginarios, muchos de los reflejos pavlovianos y muchas de las frases preconcebidas que siguen circulando en el país.
Publicado 20-04-2009 El Nuevo Siglo
Publicado www.lapalabradigital.com
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