En el ajedrez y en la guerra la clave para ganar es adelantarse a lo que haga el oponente por dos jugadas. Uribe, que ha jugado el ajedrez de la guerra desde que fue Gobernador de Antioquia, está tratando de adelantarse a las jugadas recientes de las FARC.
La semana anterior Uribe se refirió dos veces al tema de diálogos que ha empezado a ser movido por las FARC. Primero en una conferencia sobre antiterrorismo Uribe sugirió que se requiere un cese de acciones violentas por parte de la guerrilla, con verificación, para entrar en un proceso de negociación. Luego, en una reunión empresarial en Popayán sugirió que para emprender un proceso de negociación, las FARC deberían cesar actos de violencia durante tres o cuatro meses.
Es probable que Uribe haya comprendido la paradoja de su seguridad democrática y la necesidad de moverse antes que todo el mundo de cara a la próxima elección presidencial (la suya o la de los suyos). La seguridad democrática construyó con hechos e imaginarios, la idea de unas FARC casi derrotadas. El fin del fin fue anunciado con bombos y platillos. Sin embargo la realidad es doble: las FARC han resultado muy golpeadas por la estrategia uribista, pero están lejos de ser derrotadas. Y la razón es muy sencilla, no hay políticas de soberanía y presencia del Estado en más de la mitad de las regiones colombianas, en las cuales, sin políticas de Estado diferentes a la estrategia militar, y con el negocio de la coca boyante, siempre habrá incentivos para que alguien, paramilitares, mafias, políticos o guerrillas, conforme su grupo armado, trate de controlar dicho territorio, lo administre a su antojo y lo ponga al servicio de mafias propias o ajenas.
Los colombianos tienen en mente que las FARC están que se acaban. Y como la dan por prueba superada, la seguridad democrática ya no despierta el mismo entusiasmo de antes. Esa es la paradoja que tiene a Uribe en una encrucijada: no puede decir que es imposible derrotar militarmente a las FARC porque entonces admitiría que su política de seguridad democrática se construyó sobre la búsqueda de un objetivo imposible, pero tampoco puede decir que las FARC siguen siendo la principal amenaza porque entonces estaría admitiendo que la seguridad democrática no ha sido 100% exitosa.¿Qué decir ahora? Como las FARC se están moviendo las fichas hacia el discurso de la negociación, Uribe ya se está adelantando para copar también ese escenario, pues sabe que no es fácil, luego del fracaso del Caguán, volver a encontrarle apoyo a un proceso de paz en la opinión pública y, por reacción, la seguridad democrática seguiría en la opinión como el menor de los males.
Pero mientras las FARC y Uribe siguen jugando ajedrez, los problemas estructurales del país siguen avanzando: narcotráfico, exclusión social, disminución del ingreso, descontrol en los territorios, crisis institucional, impunidad, corrupción y politiquería.
Publicado El Nuevo Siglo 06-04-2009
Publicado www.lapalabradigital.com
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