Desear lo mejor, prepararse para lo peor. Ese buen consejo han dado siempre las abuelas. Cuando se trata de una ciudad que enfrenta un cierto riesgo sísmico, más que un buen consejo, se trata de un acto de responsabilidad. Así lo reconocieron expertos reunidos la semana pasada en el Seminario Internacional “Pensando la recuperación de Bogotá después de un terremoto”, convocado por la Dirección de Emergencias y por el PNUD.
Desde la administración distrital anterior, la Dirección de Emergencias de Bogotá comenzó a concebir la necesidad de concientizar la ciudadanía, los actores privados y a los mismos actores públicos, sobre la importancia de tomar el riesgo sísmico en serio. Gracias a la campaña “Con los pies en la tierra” el tema ha comenzado a calar en el imaginario colectivo y los bogotanos de hoy conocen mejor cómo comportarse cuando ocurra un sismo.
La pregunta de fondo del seminario ha sido ¿Cómo recuperarse de los efectos de un eventual sismo de gran magnitud? La primera dificultad reside en que, dado que las generaciones recientes no han sentido sismos fuertes, no es fácil introducir la idea de “un gran sismo”, además con el cuidado y la responsabilidad suficiente para no crear pánicos. La reacción común sería pensar que un terremoto, cuya probabilidad de ocurrencia es de uno en doscientos años, no tendría por qué volverse una preocupación principal para los bogotanos. Sin embargo, la paradoja está en que prepararse responsablemente para enfrentar una situación de contingencia grave, aún lejana en el tiempo, significa, analizar mejor las vulnerabilidades estructurales de la ciudad y trabajar en su disminución, sin apasionamientos ni demagogias.
“Quien no es bailarín de ballet antes de un desastre, difícilmente puede aspirar a que el proceso de recuperación post-desastre lo vuelva bailarín”, dijo uno de los expositores. Dicho de otra manera, las vulnerabilidades sociales, económicas e institucionales que hoy tiene Bogotá, serán los obstáculos para una buena recuperación posterior a un desastre.
Formular un plan recuperación para un sismo de gran magnitud que puede ocurrir en las próximas horas (y toquemos madera!) o en 200 años, es, además de un acto de responsabilidad, un caso poco frecuente y que a muchas ciudades que han enfrentado terremotos o que tienen riesgo sísmico alto, les hubiera o les podría resultar muy útil.
Dentro de este debate ha aparecido la discusión sobre el mito de la buena capacidad institucional de Bogotá. No ha faltado la voz que sostiene que la actual estructura institucional de la capital estaría preparada para cualquier tipo de desastre. Sin entrar a polemizar por ahora, lo responsable hacia adelante será evaluar la vulnerabilidad institucional de Bogotá en términos de su real capacidad para hacer frente a un proceso robusto de recuperación postdesastre. Por si las dudas, que se mire la capacidad institucional actual para responder a desastres del momento como el de la movilidad o como el del control de vivienda ilegal…
Publicado El Nuevo Siglo 23-02-2009
Publicado www.lapalabradigital.com
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