Durante mucho tiempo funcionó en imaginarios y realidad la doctrina Monroe de “América para los americanos”. Pronunciada en 1823 para respaldar la independencia de las ex colonias europeas en las Américas, luego sustentó muchas intervenciones norteamericanas en países del continente. Bajo esta fórmula, con variantes y matices, funcionaron durante mucho tiempo las relaciones América Latina-Estados Unidos. Sin embargo, la evidencia muestra que el liderazgo norteamericano en la región no ha logrado inducir el desarrollo social y económico que debería, si se le compara con Europa, donde el liderazgo político de los países grandes (Francia, Alemania, Inglaterra), ha inducido, gracias al invento de la Unión Europea, el despegue económico y el mejoramiento de la calidad de vida en los demás países de la unión.
Sería de actualidad la frase atribuida a Fernando Henrique Cardoso, el ex presidente brasilero, según la cual Latinoamérica ya no necesita de los Estados Unidos. Merecería análisis profundo una nueva fórmula para la articulación entre Estados Unidos y Latinoamérica, insertada en una visión multipolar del mundo, por lo demás muy cercana a la visión de los Demócratas. Es en este escenario que el liderazgo brasilero podría tener un papel preponderante, a condición de insertarse en una perspectiva real y demostrable de solidaridad e impulso del desarrollo social y económico de la región.
Brasil se ha dotado de una diplomacia a la altura de sus ambiciones y posibilidades. Itamaratí ha trazado de tiempo atrás una hoja de ruta para desarrollar una visión brasilera del mundo y esta ha orientado su diplomacia. Han desarrollado una política exterior seria (a diferencia de Colombia que sigue viendo su política exterior como un asunto ligado a la coyuntura interna y su diplomacia como un ámbito para que el presidente de turno pague favores políticos).
Recientemente Brasil ha decidido, en cooperación con Francia, dotarse de una mayor capacidad militar, con cuatro nuevos submarinos más otro submarino nuclear, con el compromiso francés de una transferencia tecnológica. Esto se suma al impulso voluntarista que Brasil ha dado desde tiempo atrás a su capacidad científica y tecnológica, porque en efecto no hay posibilidad de avance económico, en competitividad y en liderazgo sin capacidad propia de innovación científica y tecnológica.
Uribe visita a Lula esta semana. Se trata, según se infiere de anuncios oficiales, de una visita coyuntural para agradecer la participación brasilera en las recientes liberaciones de las FARC. Ojalá el presidente Uribe, más allá de involucrar el nombre de Brasil y el del presidente Lula en su estrategia de comunicación interna contra las FARC, buscara aprender de la diplomacia brasilera y desarrollar un nuevo y fuerte tropismo hacia este nuevo liderazgo suramericano, sustentado en una sólida alianza comercial, científica, tecnológica y en seguridad y defensa, como en cooperación para el desarrollo. Por supuesto, habrá que confiar y vigilar que Brasil también contribuya a disuadir las veleidades de los regímenes reeleccionistas que se instalan en las democracias andinas.
Publicado El Nuevo Siglo 16-02-2009
Publicado www.lapalabradigital.com
Publicado www.palabranet.net
No hay comentarios.:
Publicar un comentario