El caso de “Blanquita”, el asesino de la 85, deja una serie de lecciones. La columna anterior analizó algunas lecciones sobre prevención que conduzca a que futuras “Blanquitas” no se generen en nuestra sociedad . Pero también hay que preguntarse ¿qué hacer con las “Blanquitas” que en este momento deambulan por Bogotá? Frente a este grupo, es fundamental reforzar el trabajo de la policía, el trabajo de la justicia y el trabajo de las penitenciarías. Es decir, la acción coercitiva y represiva. La policía ha adoptado la táctica de pararse en los postes, sobre las vías principales, para resaltar su presencia en la ciudad, a la hora en que los bogotanos regresan a sus casas.
Para disuadir la acción de todas las “Blanquitas” de Bogotá, la policía debe retomar o reforzar según el caso, elementos esenciales de su labor cotidiana: caminar los barrios, aumentar el contacto con los ciudadanos en dichos barrios (comerciantes, líderes comunales, líderes juveniles, etc.) y tomar información sobre lo que ocurre sospechoso en la calle, en una libreta, como lo hacían los viejos policías de barrio. Pero la policía necesita la compañía de la administración distrital en esta importante labor de presencia constante en el terreno. Por ello hay que profundizar el trabajo mancomunado entre la policía, los funcionarios y la comunidad. Bogotá necesita reforzar la preparación de los miembros de la policía metropolitana en tareas de convivencia ciudadana que cada día necesitan más articulación con las demás políticas públicas de la ciudad (educación, salud, saneamiento, gestión de basuras, iluminación, paisajismo, manejo de riesgos naturales y tecnológicos, gestión de la toxicomanía, convivencia, participación ciudadana, etc.). Es probable que Bogotá necesite, impulsada por la Alcaldía Mayor y por la misma Policía Metropolitana, una verdadera escuela de formación de los policías que actúan en la ciudad.
Hay que avanzar igualmente en la capacidad de esclarecimiento de delitos. La ciudad debe poder coordinar más su acción con la de la policía judicial y con la del CTI. Sin este trabajo, extendido a delitos de menor cuantía, será imposible judicializar a todos los agresores y disminuir la impunidad que existe en la ciudad y que facilita la trayectoria de todas las “Blanquitas” que existen y que actúan solas o en el marco de la delincuencia organizada. Trabajos científicos recientes han demostrado que con el modo de funcionamiento actual, la justicia no logra el impacto que debería en la disuasión de los criminales. La historia delictiva de “Blanquita” así lo muestra, como también muestra que en el pasado sus pasos por la cárcel, en lugar rehabilitarlo, le permitieron adquirir nuevas competencias delictivas y nuevos contactos criminales, los que puso al servicio de su actividad una vez salió! Bogotá debe medir la tasa de reincidencia delictiva de sus “Blanquitas” y desarrollar una política pública para reducir esta reincidencia. Para ello debe colaborar estrechamente para intercambiar información con el Consejo Superior de la Judicatura y con el INPEC.
Publicado El Nuevo Siglo 26-01-2009
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