31 de marzo de 2008

Seguridad en el entorno escolar

Más allá del debate político reciente sobre el estudio de victimización en escuelas y colegios, conviene, de manera serena y objetiva, entender que la cuestión de la seguridad en el entorno escolar debe ser objeto de un seguimiento sostenible por parte de toda la sociedad urbana y ello implica que cada uno asuma la parte que le toca, pero de manera coordinada.

El año pasado fue la muerte del rector del colegio Naciones Unidas y otros comportamientos violentos de algunos estudiantes, lo que había generado alarma. También existen fenómenos de intimidación a maestros, proxenetismo y prostitución, circulación de drogas duras y porte de armas blancas en algunos colegios, y no solamente de estratos bajos. Y ahora se constata la victimización de los jóvenes escolarizados frente a las agresiones y robos, según analiza el estudio reciente de la Secretaria de Gobierno y el Dane.

No hay que poner en discusión que la vulnerabilidad de la comunidad académica ha aumentado y que los factores de riesgo están latentes. ¿Cómo responder de manera estructural y sostenida al reto de brindar seguridad ciudadana a estudiantes y profesores? ¿Cómo construir un ambiente escolar sin violencias? La respuesta no es única y tiene varias caras. Por ello mismo, se requiere una respuesta integral, corresponsable, por parte de todos los actores del entorno escolar: gobierno distrital, gobierno nacional, fuerza pública, padres de familia, rectores, profesores, organizaciones sociales, empresarios, transportadores, comerciantes vecinos a los colegios, actores políticos, Personería, Cámara de Comercio, etc.

El estudio en cuestión debería servir menos para un debate político clásico y más para construir soluciones y coordinaciones durables entre todos los actores involucrados. No será la primera vez que desde esta columna se plantea la necesidad de un “Pacto de convivencia y seguridad ciudadana para el entorno escolar”, que facilite la necesaria discusión pública sobre el tema y la concepción de una estrategia de acción integral.

El pacto debe orientarse a establecer acciones específicas de prevención de la violencia y la agresión contra y entre escolares, o hacia profesores. Debe abordar la prevención de la violencia en las familias de los estudiantes, la protección a la entrada y salida del colegio con la policía comunitaria. En Rio de Janeiro por ejemplo la guardia urbana, sin armas, es responsable de la convivencia en el entorno escolar. Habrá que desarrollar programas para estimular el buen uso del tiempo libre de los estudiantes, acciones de seguridad vial para el transporte escolar, así como de prevención de la drogadicción y la prostitución en el entorno escolar.

El reto es prevenir en los colegios y en su entorno toda forma de violencia y toda amenaza sobre estudiantes y profesores. No podemos darnos el lujo de escatimar esfuerzos para reducir la vulnerabilidad de los que son el futuro de nuestra sociedad. La próxima generación no puede estar marcada por la intolerancia.

Publicado El Nuevo Siglo 31-03-2007
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22 de marzo de 2008

Sarkozy sancionado

Acaban de pasar las elecciones locales francesas. El partido del presidente francés fue derrotado por la oposición del Partido Socialista, diez meses después de haber ganado la elección presidencial. Esta derrota, relativizada por el entorno del presidente, seguramente obligará a Sarkozy a reorganizar su esquema de gobierno en varios aspectos. La gran pregunta, en todo caso, para Colombia, gira en torno al efecto que dicha derrota local puede tener sobre el manejo del tema Ingrid Betancur.

Para la elección presidencial de 2007 Sarkozy había encarnado el cambio, paradójicamente proviniendo del mismo partido del ex -presidente Chirac. Pero la realidad es que Sarkozy introdujo en Francia una nueva forma de hacer política concentrada en una muy desarrollada estrategia de marketing político, por supuesto con una componente mediática grande. Terminada la elección, Sarkozy asumió un esquema de gobierno del tipo “campaña permanente”, que también ha explotado al máximo las posibilidades de los medios de comunicación. Sin embargo, una opinión pública poco francesa acostumbrada a este tipo de política supremamente mediatizada, más propia de la cultura política de los Estados Unidos, comenzó a reaccionar de manera contraria a lo esperado. Y ello explica en parte que las elecciones locales hayan sido vividas como una especie de sanción al estilo de gobierno de Sarkozy. No solamente el partido socialista mantuvo el poder en Paris y Lyon, sino que más de cuarenta ciudades francesas pasaron de la derecha a la izquierda.

El presidente francés sigue teniendo retos importantes para producir cambios profundos en muchos aspectos de la vida institucional y económica francesa. Pero también aparece la pregunta sobre cómo el desempeño en los asuntos internos franceses puede influenciar sus posiciones frente al caso de Ingrid Betancourt. Para nadie es un secreto que un éxito en relación con la liberación de Ingrid puede ser un hito que ayude a mitigar los problemas del presidente frente a la opinión francesa. Pero, ¿Puede esta necesidad política interior llevar al gobierno de Francia a inducir acciones precipitadas o equivocadas en el actual y complejo panorama geopolítico de la región andina? Es la pregunta que se hacen no pocos analistas en Francia. No es un mero detalle el comentario de Piedad Córdoba en entrevista reciente para la Revista Cambio según el cual una llamada a Raúl Reyes desde Panamá, tres días antes de su muerte, por parte del emisario francés designado de tiempo atrás para interlocutar con las FARC, habría sido el origen de la posibilidad de ubicar al mimbro del Secretariado con mayor precisión. Difícil decir si este comentario reviste algo de realidad o no, lo cierto es que cada vez más los hechos imponen la mayor prudencia posible, en particular al gobierno de un Sarkozy en búsqueda de un hecho político que le dé un aire en la política interna francesa. Las FARC no son tan predecibles como el análisis cartesiano podría insinuarlo.

Publicado El Nuevo Siglo 24-03-2008
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15 de marzo de 2008

Ciudadanía o barbarie

No es inverosímil un escenario en el que las FARC, entre su crisis actual, su lucha por controlar el enemigo interno y la tendencia centrífuga que parece instalarse entre los mandos medios, lleve al país a vivir episodios de exacerbación de la guerra en las zonas urbanas. Lo deseable es esperar es que dicho escenario no tengan lugar. Lo responsable es considerarlo como un escenario más, entre muchos, para el cual habría que tener una forma de respuesta. Autoridades, ciudadanía y líderes políticos, de izquierda como de derecha, harían bien en hacer análisis guiados por las preguntas: ¿Qué pasa si…? Y ¿Cómo responder a…?

Ya se ha dicho en esta columna, y lo propio han hecho otros analistas políticos, que el fortalecimiento de las fuerzas armadas en capacidad táctica y, sobretodo, de inteligencia, ha llevado a dar los mayores golpes en cuarenta años a las FARC. Con esa situación, lo procedente sería allanar el camino que brinde al Secretariado la alternativa de una salida política. No es estratégico que un guerrerismo exacerbado lleve al traste la solución ideal que debe combinar por una parte, el fortalecimiento de la capacidad militar oficial, con, por otra parte, una ventana de negociación política siempre abierta. Habría que analizar si el pronunciamiento de Rosemberg Pabón se inscribe en esa lógica.

La otra alternativa es que, sin posibilidades reales de salida política “monolítica”, la dinámica centrífuga de los mandos medios de las FARC comiencen a trazar caminos y estrategias de consolidación autónomos. Para estos es un incentivo saber que consolidar un poder territorial en determinadas zonas del país, resulta práctico siempre que exista la posibilidad de ponerse al servicio del narcotráfico. Y en esas condiciones, la evidencia ha mostrado suficientemente las consecuencias que pueden tener las disputas de mandos medios en proceso de reacomodamiento para la seguridad ciudadana en las zonas urbanas.

Como nadie puede asegurar que el gobierno superará la aversión a la salida negociada, correspondería a los líderes de las grandes ciudades construir los imaginarios y las dinámicas de ciudadanía que puedan actuar como antídoto frente a la barbarie, bien para prevenir, o bien para desarrollar la capacidad de recuperación (de resiliencia dicen los expertos) frente a cualquier crisis eventual. Y en ello no hay que improvisar. Ya existen los ejemplos recientes de la “cultura ciudadana” de Mockus, de la “ciudad sin indiferencia” de Garzón o del “compromiso ciudadano” de Fajardo.

El dilema de las ciudades frente a las crisis potenciales no debe ser el de mano dura o barbarie, ni el de socialismo o barbarie. El dilema verdadero es ciudadanía o barbarie, porque como lo ha escrito Jordi Borja, desarrollar la ciudadanía es transformar el mundo y construir espacios políticos que hagan posible una vida más amable, cordial y justa para todos. Aquí está el verdadero antídoto contra la amenaza de la barbarie.


Publicado El Nuevo Siglo 17-03-2008
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8 de marzo de 2008

El frente interior de la crisis

No es exageración decir que estamos en la peor crisis de los últimos cien años. Se trata de una crisis que requiere soluciones imaginativas, generosas y de largo plazo tanto en su frente exterior como en su frente interior. En el frente exterior, como lo ha dicho Posada Carbó, “se debe buscar evitar una confrontación militar con nuestros vecinos y encontrar al tiempo fórmulas que permitan fortalecer la posición internacional del Estado colombiano en su lucha contra las organizaciones armadas ilegales”. No será fácil, dado que nuestra diplomacia aún dista de ser una diplomacia profesional y de carrera. Pero hay que lograrlo recurriendo también al respaldo de la experiencia acumulada en el Partido Liberal (Cesar Gaviria), el Polo (Maria Emma) y el Partido Conservador (Fernandez de Soto).

También debe preocupar el frente interior de la crisis, que tiene diferentes caras. La gran mayoría de colombianos respaldamos la acción militar contra las FARC. Muchos pensamos además que hay que combinarla con la negociación política. En la medida en que la primera sea eficaz, la segunda será más verosímil. Pero hay que seguir imaginando los escenarios para, llegado el momento, buscar la salida política. Incluso, el duro golpe de la baja de Raúl Reyes debe permitir a las FARC también comenzar a imaginar nuevos escenarios de negociación política.

Consolidar definitivamente el frente interno de esta crisis tiene dos condiciones cruciales: 1) Que el Presidente, por una vez, convoque en torno a una estrategia diplomática orientada a desestimular la condescendencia de los países vecinos con las FARC o a que al menos les resulte más costoso. Ello requiere generosidad del presidente con la propuesta de un consenso político nacional por la paz.

2) Que el gobierno nacional decida, de una vez por todas, liderar una política seria de soberanía institucional y social sobre los territorios ocupados históricamente por organizaciones armadas ilegales. Colombia es más territorio que sociedad y más sociedad que Estado, dijo Luis Carlos Galán, y sigue siendo cierto. Donde no hay sociedad ni Estado, van a seguir apareciendo, por la inercia de la violencia y del narcotráfico, nuevos grupos armados dispuestos enfrentar a la sociedad y a prestar servicios a las actividades ilegales. La única solución sostenible es aquella que se ocupe de manera integral de la soberanía territorial en los departamentos del suroriente colombiano. Para ello se requiere algo más que la capacidad de movilización del ejército y de la fuerza aérea. Se requiere una verdadera política pública de ordenamiento territorial, de asentamientos humanos, de movilidad y transporte y de presencia de otras agencias del Estado. Y no ayuda en nada la perspectiva de enclaves económicos privados que sugiere la visión del Ministro de Agricultura en el caso Carimagua. Se requiere además una forma distinta de seguridad, asumida por una fuerza de policía rural polivalente, capaz de asumir la seguridad ciudadana y entrenada también en táctica militar contraguerrilla y contraparamilitar.

Publicado El Nuevo Siglo 10-03-2008
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2 de marzo de 2008

El inicio del inicio

Con la mayoría de los grandes capos paramilitares en el proceso judicial, muchos pensaban que la violencia y el crimen en Colombia se volverían menos complejos. Sumado al avance militar frente a la guerrilla, se había anunciado que estábamos en el fin del fin. Pero no hay tal. Hay reacomodamiento de carteles, mafias, paramilitares y guerrillas, con un efecto impredecible para la seguridad de las zonas rurales y de las zonas urbanas. Se avizora el inicio del inicio de otras dinámicas de la criminalidad.

Empecemos por las zonas urbanas. En muchas ciudades los procesos parciales de desmovilización paramilitar y de entrega de armas permitieron una disminución de la violencia. El desmonte de organizaciones verticales facilitaron esta regulación y, con pocas excepciones, las cifras de la violencia urbana han mostrado mejoría. Los capos llevan ya muchos meses en el proceso judicial y dando el pulso político para que les mantengan los acuerdos de Ralito desconocidos hasta ahora por la opinión pública. Algunos analistas no descartan incluso una eventual negociación de algunos con los Estados Unidos. Mientras tanto, la vida en la calle continúa. Y allí los mandos medios no desmovilizados de las antiguas estructuras paramilitares toman decisiones a diario según se presente la coyuntura. ¿Qué tanto siguen conectados los mandos medios con los capos? ¿Qué nivel de autonomía tienen en sus acciones? ¿Cómo evolucionan sus controles territoriales? ¿Y qué tanto las nuevas dinámicas de autonomía, de alianzas y de controles territoriales afectan la seguridad ciudadana y presagian de un aumento de la violencia urbana? Al parecer, algunos de las series de homicidios urbanos de los últimos meses responderían a estos reacomodos. Por ello, se impone que los alcaldes, responsables de la política de seguridad ciudadana, contemplen en sus dispositivos de política pública, esquemas de observación de estos fenómenos para, en compañía de la Policía, anticipar y prevenir nuevos brotes de violencia.

Para las zonas rurales, donde tienen asiento real las acciones del negocio de la droga -cultivo, procesamiento y transporte- ya se ha constatado la reorganización de las pequeñas estructuras criminales lideradas ahora por mandos medios en tránsito de volverse grandes capos. Según Semana.com (9-02-2008) se trata de “un monstruo de dos cabezas: tiene la ambición desmedida de los mafiosos, y la crueldad sin límites de los paras… están dispuestos a matar a quien sea con tal de mantener el control del territorio y las rutas... Quieren convertirse en un proyecto nacional y poner en jaque a las autoridades”. La política de seguridad rural no puede limitarse a la búsqueda de grandes capos, que dan puntos, pero que son sólo la punta del iceberg. Se requieren formas más creativas y eficaces que las actuales para asegurar el control integral del territorio y para anticipar la dinámica de las estructuras emergentes. No estamos en el fin del fin. Estamos en el inicio del inicio de la nueva mutación de la criminalidad en Colombia.

Publicado El Nuevo Siglo 03-03-2008
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