2 de abril de 2007

Avviso Pubblico para Bogotá

En los últimos 15 años Bogotá ha recorrido un camino de institucionalidad y democratización ampliamente reconocido. Castro organizó las finanzas, Mockus creó conciencia y cultura ciudadanas, Peñalosa recuperó el espacio público y Garzón deja la marca de la inclusión social y las llaves para superar la pobreza.

Según los expertos en desarrollo urbano, este proceso se ha dado en paralelo a la “macrocefalia urbana” del país. Esta patología se caracterizó por la concentración de una parte importante de la riqueza y el PIB en la capital, mientras otras ciudades, que en los 70s se equiparaban con Bogotá, entraron en procesos de declive o estancamiento.

La macrocefalia no viene sola. Se presenta con dos caras como el dios romano Janos. Una cara atractiva para la inversión, principalmente en bolsa o en sectores financieros, de servicios, de información y de comunicación. Y otra atractiva para el anclaje del crimen internacional, de redes mafiosas y del lavado de dineros. También para el establecimiento de “retaguardias socioeconómicas” de grupos armados y para la “colocación” de capitales del narcotráfico en negocios en el límite entre lo legal y lo ilegal.

Qué tanto podrá introducirse esa cara mafiosa en los sistemas económicos, sociales y político-institucionales de Bogotá, tal como ha ocurrido en otras zonas del país? Es cierto que el entramado social e institucional de Bogotá es complejo y en esa medida difícil de controlar o regular totalmente por redes criminales o mafiosas. Pero en 2006 el mismo Gral Naranjo hablaba ya del fenómeno de la traquetización en Bogotá (http://www.wradio.com.co/, 02-01-2006), entendido en dos sentidos: en el del comportamiento social y en el del problema derivado del ingreso de capitales por cuenta del narcotráfico. Qué tanto pueden afectar estos comportamientos la institucionalidad pública?

No se trata de una amenaza menor para la Bogotá del futuro. Por ello es clave anticipar y que la misma institucionalidad se prepare y blinde para hacer frente a la amenaza de infiltración mafiosa. El ejemplo italiano es inspirador. Allí, diferentes actores institucionales han asumido una tarea de concientización y promoción de la cultura antimafia en la sociedad y en la institucionalidad. Un ejemplo es Avviso Pubblico (http://www.avvisopubblico.it/), una organización que actúa en el nivel local para la formación civil contra la mafia. Promueve acciones de prevención y respuesta a la infiltración mafiosa en las instancias públicas. También desarrolla actividades educativas para promover la legalidad democrática en la sociedad. Entre las acciones más importantes de esta organización se encuentran la Jornada de recuerdo de las víctimas de la mafia; la caravana antimafia, que lleva el mensaje antimafia a través de actividades lúdicas itinerantes; la promoción de una ley para el uso social de los bienes confiscados a la mafia y la educación para la ciudadanía activa.

En Bogotá, la ciudad de la cultura ciudadana y la ciudad sin indiferencia, también podría desarrollarse la cultura antimafia, antiparaca y antiguerrilla. El futuro alcalde o la futura alcaldesa tienen la palabra.

Publicado El Nuevo Siglo 02-04-2007

2 comentarios:

Ivar Rojas dijo...

Bien por la propuesta, creo muy conveniente promocionar un frente comun contra la cultura mafiosa en la ciudad, que la ciudadanía se apropie de la lucha contra el pensamiento y acción mafioso de muchos compatriotas que tienen un modelo de vida de la riqueza fácil y la violencia en cantidades.

Unknown dijo...

La mafia es un actor social que no respecta las reglas de juego de la sociedad, es una antisocial por naturaleza, quiere hacerse rico rápidamente, si alguien se atraviesa en sus objetivos lo matan, dan grandes cantidades de dinero para obtener favores de funcionarios de estado, no les importa los impactos sociales y ambientales de sus productos, los antivalores que promueven a sus socios no son tolerables si se violan, no atienden la justicia sino la de sus armas, practican al dedillo la ley del Talion y más, y sus esperanzas de vida no se comparan con los avances de la sociedad actual, en conclusion no son bienvenidos en Bogotá