El Consorcio Global para la Transformación de la Seguridad organizó en México una reunión de un grupo internacional de trabajo sobre crimen organizado. Una metáfora del profesor Ernesto Savona, de la Università Cattolica del Sacro Cuore de Milán, permite entender lo que falta por hacer para enfrentar mejor el crimen organizado. Hasta ahora los esfuerzos se han concentrado en entender el problema desde la perspectiva del pájaro en vuelo: analizar las perspectivas globales, los actores criminales y sus dinámicas. Sin embargo, queda mucho por hacer para comprender el problema desde las vulnerabilidades locales de sociedades, gobiernos y economías expuestas a los actores del crimen organizado. El profesor Savona plantea la necesidad de abordar estos problemas en la perspectiva de la rana, es decir, desde la comprensión que permite el análisis desde el terreno local.
La moraleja de fondo es que si no se conoce bien un problema, desde todas sus perspectivas, no se puede abordar bien su solución. Eso pasa en Colombia en relación con guerrillas, paras, parapolítica y narcotráfico. Tirios y troyanos han privilegiado las perspectivas emocionales de análisis en torno a la sola idea del conflicto armado. Se ha construido un discurso según el cual el problema en Colombia es tan simple como que carteles de la droga, guerrillas y paramilitares se dedicaron a utilizar la violencia y la corrupción, las dos armas letales del crimen organizado, para someter a actores políticos, sociales y económicos, haciéndolos útiles para sus objetivos. Esta mirada, de vuelo de pájaro, ha sido suscrita con facilidad por investigadores, escritores, periodistas, políticos y parte de la opinión pública.
Pero una mirada de rana, desde el terreno local, permite plantear de entrada otra tesis tan sorprendente, como preocupante y difícil de abordar: nuestros sistemas políticos, económicos y sociales locales son supremamente vulnerables frente al crimen organizado en sus diferentes expresiones.
Nuestro sistema político, como lo han mostrado ampliamente estudios de diferentes instituciones, es muy vulnerable a la acción de paras y narcos. El fiscal Iguarán dijo hace poco que en Colombia los políticos fueron quienes buscaron a los paramilitares…
La sociedad colombiana pareciera tolerar o justificar la acción de los paras bajo el supuesto de que están desterrando a la guerrilla; la acción de los narcos, bajo el supuesto de que mucha gente vive de eso y, en algunas regiones, la acción de la guerrilla, bajo el supuesto de que a falta de Estado, alguien debe asumir el control. Y en cada región de manera distinta, la sociedad local parece haberse tornado tristemente permisiva con la acción de estos actores ilegales organizados.
Según esto, son necesarias nuevas acciones políticas y sociales para responder desde lo local a los problemas asociados a los actores ilegales organizados en Colombia. Y en esa línea, parecen útiles las tesis del profesor Savona que propenden por más análisis desde la ¨perspectiva rana¨, es decir desde la vulnerabilidad local frente al crimen organizado.
Publicado El Nuevo Siglo 24-08-2009
Mis opiniones sobre temas territoriales, urbanos, sociales, políticos e institucionales.
28 de agosto de 2009
20 de agosto de 2009
Vicenta la negra o el apartheid de Cartagena
El pequeño Miami colombiano, como llaman algunos a la Cartagena de Bocagrande, Castillogrande y Manga, tiene, como todos lo saben, una triste contracara: una ciudad apartada social y económicamente, poblada principalmente por afrocolombianos, muchos de los cuales se dedican todos los días al rebusque incierto de las ventas a los turistas, que les permita llevar un sustento a sus hogares.
Vicenta, una negra de unos cuarenta años, con tres hijos y unos 80 kilos de peso, va al rebusque diario a las playas de Bocagrande. Lleva consigo collares y pulseras que elabora ella misma. Su hijo mayor de 21 años trabaja en Mamonal. “Se gana menos del mínimo, pero prefiere eso a robar”, dice sin complejos. Sus otros dos hijos también abandonaron los estudios y se mueven entre el rebusque y la champeta. Vicenta vive con sus hijos en una pequeña habitación en un barrio marginal de Cartagena, entre el Cerro de la Popa y la ciénaga de la Virgen. “Por allá no va ni la policía”, cuenta Vicenta. “Los jóvenes se han dedicado a montar pandillas; es que no hay trabajo”, explica. “Alguien debería darle qué hacer a estos pelaos, porque si no los vamos a seguir perdiendo”. Dice además que en la playa, sus colegas no le permiten hablar de su situacón con los cachacos.
La Cartagena de Vicenta no es la Cartagena de los turistas cachacos y extranjeros. Es la otra cara de una Cartagena segregada social y racialmente, resultado de una historia que reservó los sitios privilegiados y las intervenciones públicas a los pudientes y dejó los sitios difíciles para los más pobres.
La Mariamulata, Judith Pinedo en su registro civil, llegó a la alcaldía de Cartagena con una propuesta cívica de cambio en las costumbres políticas. Su mandato está intentando como legado un cambio en el imaginario de los cartageneros hacia lo público. Los cambios reales y de fondo que permitan superar de fondo la pobreza en la otra Cartagena necesitarán una sucesión de varias Mariamulatas. Mientras tanto, con el aumento de la percepción de inseguridad ciudadana, como en el resto de las capitales del país, la clase política tradicional está al acecho. Como los resultados de las políticas públicas de largo aliento toman tiempo para llegar, los Curi y compañía ya están preparando los lotes de abanicos (ventiladores) para las próximas elecciones. Se sabe que para muchos votantes pobres y segregados de Cartagena, más vale abanico en inquilinato caliente que un futuro social mejor.
Vicenta la negra es la fiel representante de una realidad que no cambiará completamente con la sola alcaldía de Mariamulata. Pero si la administración de Cartagena sigue por donde va, y como Bogotá la primera y luego Medellín, tiene algo de continuidad en la política urbana pro-pobre, tal vez sus hijos y sus nietos puedan conocer y vivir una Cartagena mejor y más digna en su otra Cartagena. El reto para Cartagena es que los de los abanicos no hagan su agosto con todas las Vicentas en las próximas elecciones.
Publicado El Nuevo Siglo 17-08-2009
Vicenta, una negra de unos cuarenta años, con tres hijos y unos 80 kilos de peso, va al rebusque diario a las playas de Bocagrande. Lleva consigo collares y pulseras que elabora ella misma. Su hijo mayor de 21 años trabaja en Mamonal. “Se gana menos del mínimo, pero prefiere eso a robar”, dice sin complejos. Sus otros dos hijos también abandonaron los estudios y se mueven entre el rebusque y la champeta. Vicenta vive con sus hijos en una pequeña habitación en un barrio marginal de Cartagena, entre el Cerro de la Popa y la ciénaga de la Virgen. “Por allá no va ni la policía”, cuenta Vicenta. “Los jóvenes se han dedicado a montar pandillas; es que no hay trabajo”, explica. “Alguien debería darle qué hacer a estos pelaos, porque si no los vamos a seguir perdiendo”. Dice además que en la playa, sus colegas no le permiten hablar de su situacón con los cachacos.
La Cartagena de Vicenta no es la Cartagena de los turistas cachacos y extranjeros. Es la otra cara de una Cartagena segregada social y racialmente, resultado de una historia que reservó los sitios privilegiados y las intervenciones públicas a los pudientes y dejó los sitios difíciles para los más pobres.
La Mariamulata, Judith Pinedo en su registro civil, llegó a la alcaldía de Cartagena con una propuesta cívica de cambio en las costumbres políticas. Su mandato está intentando como legado un cambio en el imaginario de los cartageneros hacia lo público. Los cambios reales y de fondo que permitan superar de fondo la pobreza en la otra Cartagena necesitarán una sucesión de varias Mariamulatas. Mientras tanto, con el aumento de la percepción de inseguridad ciudadana, como en el resto de las capitales del país, la clase política tradicional está al acecho. Como los resultados de las políticas públicas de largo aliento toman tiempo para llegar, los Curi y compañía ya están preparando los lotes de abanicos (ventiladores) para las próximas elecciones. Se sabe que para muchos votantes pobres y segregados de Cartagena, más vale abanico en inquilinato caliente que un futuro social mejor.
Vicenta la negra es la fiel representante de una realidad que no cambiará completamente con la sola alcaldía de Mariamulata. Pero si la administración de Cartagena sigue por donde va, y como Bogotá la primera y luego Medellín, tiene algo de continuidad en la política urbana pro-pobre, tal vez sus hijos y sus nietos puedan conocer y vivir una Cartagena mejor y más digna en su otra Cartagena. El reto para Cartagena es que los de los abanicos no hagan su agosto con todas las Vicentas en las próximas elecciones.
Publicado El Nuevo Siglo 17-08-2009
10 de agosto de 2009
Carta al Canciller Celso Amorim
Respetado Canciller Amorim,
Con interés leímos su entrevista de agosto 2 en el diario Folha de Sao Paulo. Nos parece importante que Brasil desarrolle su liderazgo natural y con este contribuya a avanzar en la hasta ahora imperfecta unidad suramericana. Hemos escrito en el pasado que los países de Suramérica y su unión se beneficiarían mucho de un liderazgo brasilero, ponderado y generoso, que arbitre entre diferentes posiciones encontradas en el subcontinente.
Por ello nos parece bien su llamado a la responsabilidad del gobierno colombiano, para dar explicaciones sobre la cooperación militar con los Estados Unidos. No pensamos que un tema de tanta importancia deba abordarse aplicando la “política del avestruz”. Estamos seguros que, viniendo del líder de la región, en adelante el llamado a la transparencia, la claridad y las garantías formales, también cobijará al propio Brasil, como al resto de países del continente, cuando se trate de cooperaciones e intercambios militares futuros o en curso, con potencias internacionales.
Estamos seguros también que este llamado brasilero a aplicar un principio de acción de responsabilidad, será extendido a todos los países del continente. En particular a los que pudieran tener, más allá de coyunturales buenos oficios con fines humanitarios, alguna relación estructural directa o indirecta con grupos armados ilegales colombianos. No se entendería en Colombia que el liderazgo brasilero no se ejerciera en ello de manera equilibrada.
Brasil tiene las llaves de la unidad suramericana y debe utilizarlas de manera generosa con todos. No sería fructífero un liderazgo brasilero que no construya confianza, condición esencial de todo esfuerzo mancomunado de países cercanos.
Vale el momento para comentar que sorprende el camino tomado en el proceso de unidad suramericana. Al parecer, es en torno a la defensa y la seguridad que se habría iniciado el camino de la construcción del bloque político. Sobre ello, la evidencia de la Unión Europea ya ha mostrado con suficiencia que tiene mayor solidez un proceso de construcción de confianza sustentado inicialmente en temas comunitarios como el intercambio comercial y la asimilación conjunta de temas de sociedad. Sólo después de profundos avances en estos asuntos, ha sido posible allí allanar el camino para los temas difíciles como la defensa común, e incluso, más recientemente, como la justicia y la seguridad interior. Darle la prioridad a la defensa y la seguridad, como lo deja pensar su preocupación por los acuerdos de cooperación de Colombia con Estados Unidos, en un ambiente de desconfianza entre vecinos, no parece ser el más expedito de los caminos para consolidar la unión. Conviene ahora es inducir a la unión suramericana a construir confianzas en otros ámbitos de cooperación y acción conjunta. El camino contrario estará lleno de obstáculos y el liderazgo brasilero podría verse afectado allí, cada vez que se aleje de posiciones ponderadas de arbitraje y asuma posiciones difíciles que no respondan a un equilibrio de juicio.
Reciba mi cordial saludo.
Publicado El Nuevo Siglo 10-08-2009
Con interés leímos su entrevista de agosto 2 en el diario Folha de Sao Paulo. Nos parece importante que Brasil desarrolle su liderazgo natural y con este contribuya a avanzar en la hasta ahora imperfecta unidad suramericana. Hemos escrito en el pasado que los países de Suramérica y su unión se beneficiarían mucho de un liderazgo brasilero, ponderado y generoso, que arbitre entre diferentes posiciones encontradas en el subcontinente.
Por ello nos parece bien su llamado a la responsabilidad del gobierno colombiano, para dar explicaciones sobre la cooperación militar con los Estados Unidos. No pensamos que un tema de tanta importancia deba abordarse aplicando la “política del avestruz”. Estamos seguros que, viniendo del líder de la región, en adelante el llamado a la transparencia, la claridad y las garantías formales, también cobijará al propio Brasil, como al resto de países del continente, cuando se trate de cooperaciones e intercambios militares futuros o en curso, con potencias internacionales.
Estamos seguros también que este llamado brasilero a aplicar un principio de acción de responsabilidad, será extendido a todos los países del continente. En particular a los que pudieran tener, más allá de coyunturales buenos oficios con fines humanitarios, alguna relación estructural directa o indirecta con grupos armados ilegales colombianos. No se entendería en Colombia que el liderazgo brasilero no se ejerciera en ello de manera equilibrada.
Brasil tiene las llaves de la unidad suramericana y debe utilizarlas de manera generosa con todos. No sería fructífero un liderazgo brasilero que no construya confianza, condición esencial de todo esfuerzo mancomunado de países cercanos.
Vale el momento para comentar que sorprende el camino tomado en el proceso de unidad suramericana. Al parecer, es en torno a la defensa y la seguridad que se habría iniciado el camino de la construcción del bloque político. Sobre ello, la evidencia de la Unión Europea ya ha mostrado con suficiencia que tiene mayor solidez un proceso de construcción de confianza sustentado inicialmente en temas comunitarios como el intercambio comercial y la asimilación conjunta de temas de sociedad. Sólo después de profundos avances en estos asuntos, ha sido posible allí allanar el camino para los temas difíciles como la defensa común, e incluso, más recientemente, como la justicia y la seguridad interior. Darle la prioridad a la defensa y la seguridad, como lo deja pensar su preocupación por los acuerdos de cooperación de Colombia con Estados Unidos, en un ambiente de desconfianza entre vecinos, no parece ser el más expedito de los caminos para consolidar la unión. Conviene ahora es inducir a la unión suramericana a construir confianzas en otros ámbitos de cooperación y acción conjunta. El camino contrario estará lleno de obstáculos y el liderazgo brasilero podría verse afectado allí, cada vez que se aleje de posiciones ponderadas de arbitraje y asuma posiciones difíciles que no respondan a un equilibrio de juicio.
Reciba mi cordial saludo.
Publicado El Nuevo Siglo 10-08-2009
1 de agosto de 2009
De los quíntuples a los múltiples
Al parecer, los quíntuples difícilmente irían más allá de su interesante encuentro ante los medios. Según www.lasillavacia.com “Sergio Fajardo no está dispuesto a jugársela por ningún candidato distinto a él”. Si, ante la negativa de Fajardo a medirse con los demás quíntuples, la iniciativa no pasara de la foto, ¿cuáles serían las enseñanzas e impactos del episodio de los quíntuples?
Es repetido decir que Colombia necesita un centro político. Este espacio del espectro político ha sido representado por personas, más que por movimientos o partidos. Los integrantes de los quíntuples son una muestra más de ello. Y esta no es la primera tentativa de agrupamiento de centro político. En el pasado existió la APC-Alternativa Política Colectiva-, que, liderada por Hernando Gómez Buendía, agrupó a varios líderes independientes. De ese intento quedó el interesante documento Agenda Por Colombia. El Partido Liberal y el Polo Democrático también se han disputado el espacio y los líderes de centro. El Partido Liberal, que cuenta con Rafael Pardo, tiene dificultades para atraer otros talantes de centro político. Las formas tradicionales de hacer política imperantes en las regiones generan esta aversión. Lo mismo puede decirse del Polo Democrático Alternativo. Este partido tuvo la oportunidad de construir una especie de Partido Demócrata, cuando nació de una alianza entre la izquierda ortodoxa, la izquierda moderada y muchos líderes de centro político. Sin embargo, como el dios Cronos, el Polo se encargó de devorar a sus hijos de centro político. Y se sabe en qué situación se encuentra actualmente.
Del partido de la U tuvieron que salir personas del centro político como Marta Lucía Ramírez y Gina Parody. En el conservatismo siempre ha existido una “tendencia humanista” representada por Juan Camilo Restrepo, Juan Gabriel Uribe, Juan Manuel Ospina y otros, muchos de ellos “hijos” del belisarismo. Y se han dado también multiplicidad de movimientos ciudadanos urbanos que encarnan el centro político: Compromiso Ciudadano, Visionarios, Por la Bogotá que queremos, Por una sola Cartagena, Podemos Cali, etc.
Todo muestra, incluido el episodio de los quíntuples, lo pertinente, cierto y necesario de las visiones de centro político para Colombia y la sensibilidad de la opinión pública a ello. También muestra la dificultad, frente a la mecánica y a los tiempos electorales, de una articulación efectiva, si bien no faltará quienes lo intenten de nuevo en el futuro.
La enseñanza de los quíntuples es que, a pesar de la dificultad del agrupamiento, se puede tener gran impacto en la construcción de imaginarios sobre las buenas formas de hacer política. Si ello es así, un importante impacto de los quíntuples será que cada uno de ellos pueda pasar a incidir en múltiples partidos y espacios políticos, para aumentar los umbrales de transparencia y la seriedad y responsabilidad en la elaboración de políticas públicas y propuestas. Y pasaríamos de los quíntuples a los múltiples.
Publicado El Nuevo Siglo 03-08-2009
Es repetido decir que Colombia necesita un centro político. Este espacio del espectro político ha sido representado por personas, más que por movimientos o partidos. Los integrantes de los quíntuples son una muestra más de ello. Y esta no es la primera tentativa de agrupamiento de centro político. En el pasado existió la APC-Alternativa Política Colectiva-, que, liderada por Hernando Gómez Buendía, agrupó a varios líderes independientes. De ese intento quedó el interesante documento Agenda Por Colombia. El Partido Liberal y el Polo Democrático también se han disputado el espacio y los líderes de centro. El Partido Liberal, que cuenta con Rafael Pardo, tiene dificultades para atraer otros talantes de centro político. Las formas tradicionales de hacer política imperantes en las regiones generan esta aversión. Lo mismo puede decirse del Polo Democrático Alternativo. Este partido tuvo la oportunidad de construir una especie de Partido Demócrata, cuando nació de una alianza entre la izquierda ortodoxa, la izquierda moderada y muchos líderes de centro político. Sin embargo, como el dios Cronos, el Polo se encargó de devorar a sus hijos de centro político. Y se sabe en qué situación se encuentra actualmente.
Del partido de la U tuvieron que salir personas del centro político como Marta Lucía Ramírez y Gina Parody. En el conservatismo siempre ha existido una “tendencia humanista” representada por Juan Camilo Restrepo, Juan Gabriel Uribe, Juan Manuel Ospina y otros, muchos de ellos “hijos” del belisarismo. Y se han dado también multiplicidad de movimientos ciudadanos urbanos que encarnan el centro político: Compromiso Ciudadano, Visionarios, Por la Bogotá que queremos, Por una sola Cartagena, Podemos Cali, etc.
Todo muestra, incluido el episodio de los quíntuples, lo pertinente, cierto y necesario de las visiones de centro político para Colombia y la sensibilidad de la opinión pública a ello. También muestra la dificultad, frente a la mecánica y a los tiempos electorales, de una articulación efectiva, si bien no faltará quienes lo intenten de nuevo en el futuro.
La enseñanza de los quíntuples es que, a pesar de la dificultad del agrupamiento, se puede tener gran impacto en la construcción de imaginarios sobre las buenas formas de hacer política. Si ello es así, un importante impacto de los quíntuples será que cada uno de ellos pueda pasar a incidir en múltiples partidos y espacios políticos, para aumentar los umbrales de transparencia y la seriedad y responsabilidad en la elaboración de políticas públicas y propuestas. Y pasaríamos de los quíntuples a los múltiples.
Publicado El Nuevo Siglo 03-08-2009
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