El país escuchó al Presidente de la República pedir la repetición de las elecciones de 2006. Para muchos se trata más de una jugada para asegurar su reelección pues las elecciones de 2006 no han sido anuladas y no hay razón para repetirlas. En cambio, la jugada es bastante útil para el gobierno, si bien es supremamente peligrosa, pues el presidente se acerca a un punto de no retorno en las relaciones con la Corte y corre el peligro de afectar en materia grave a la debilitada democracia colombiana. Los observadores internacionales ya subrayaron la dificultad de la crisis en la que paradójicamente el mismo político que mejoró la seguridad en las zonas rurales, ahora contribuye a la desinstitucionalización con el rechazo a los fallos de las cortes.
La inesperada y audaz jugada de ajedrez dejó a todo el mundo perplejo. Con ella Uribe mata varios pájaros de un tiro. Pone a la opinión pública, incluida la oposición, a respaldar la legitimidad de las elecciones de 2006. Pone en la picota pública a la Corte Suprema de Justicia, que, para muchos, cruzo el rubicón e ingresó en terreno político con las frases utilizadas en sus comunicados. Pone la agenda de medios a girar en torno a la amenaza de un nuevo orden institucional; por estos días, temas críticos como la parapolítica y la economía serán opacos para la opinión. Y, con todo esto, se crea el ambiente propicio para reformar la justicia a la medida del gobierno. De paso, Uribe desacomoda a los actores políticos que se organizan para la próxima elección presidencial y les deja claro que, hoy, nada puede hacerse sin contar con él. Los candidatos presidenciales se concentrarán en conquistar a Uribe más que en conquistar a los colombianos. Y el equipo político del gobierno podrá maniobrar más fácilmente para que el dedazo funcione.
Uribe y sus asesores saben que la comunidad internacional percibe esta salida como un acto desinstitucionalizador, más cercano al cliché del dictador latinoamericano que al estadista que Uribe siempre ha soñado ser. Los capitales siempre han sido aversos al riesgo de un país donde de un plumazo el presidente cambia las reglas de juego. Los empresarios podrían tomar precauciones y sacar parte de sus dólares, aumentar las primas de riesgo o simplemente postergar la decisión de invertir en Colombia. Pero, pareciera que el efecto negativo en percepción de inseguridad jurídica, ha sido calculado en Palacio. Y hasta ha tenido un impacto en la devaluación del peso, de mucho interés para gobierno y exportadores.
La pregunta clave hoy es qué tanto está Uribe cañando y hasta dónde encontró la vía para retomar el control de los factores de manejo de las crisis de la parapolítica y del yidisgate. Si la oposición muerde el anzuelo y responde con el mismo tono, estará contribuyendo al éxito del cañazo.
Publicado El Nuevo Siglo 30-06-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
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