El año pasado, por esta misma época (28-05-2007) esta columna escribió: “La política colombiana cambió con Uribe y la parapolítica. En los próximos meses será difícil aplicar viejas formulas para entenderla. Ya no sirve el análisis liberal-conservador, ni será de mucha utilidad el análisis izquierda-derecha”. Y planteó además que “La postura ética frente a la parapolítica será el clivaje más importante resultante de la era Uribe”. El reto principal para la democracia colombiana está en diferenciar bien aquellos actores que están de uno y otro lado de la delicada línea de la ética.
Para muchos líderes políticos del país, de izquierda y de centro principalmente, y también algunos de derecha, el país tiene que abandonar la “cultura del atajo” y el “todo se vale”. La parapolítica ha afectado al país al menos en los últimos diez años, pero la opinión pública sólo ha comenzado a asumirlo después de los trabajos académicos dirigidos por León Valencia y Claudia López. Y fue el proceso judicial iniciado por la Corte Suprema de Justicia, el que llevó a que la clase política se dividiera prácticamente en dos: aquellos que éticamente defienden que No todo vale y aquellos que resultaron aliados a los paramilitares en sus regiones o al menos beneficiados la coacción ejercida por estos sobre la población. Resultaron en Colombia dos bandos: el de la “Política ética” y el del “Todo se vale”.
Del lado de la “Política ética” los colombianos podrán contar con Mockus, Fajardo, Lucho Garzón, Rafael Pardo, Martha Lucía Ramírez, Gina Parodi, María Emma Mejía, Juan Camilo Restrepo, algunos miembros del Partido Liberal y líderes de izquierda civilista. Lucho Garzón habló de Guantanamera como una gran coalición democrática de socialdemócratas, conservadores sociales, centristas y algunos liberales. Más recientemente, Martha Lucía Ramírez sugirió un nuevo gran partido de centro que reúna a muchas de estas personalidades e ideas cuyo mínimo común denominador es la ética en la política. El realismo político sugeriría que tales acercamientos no son fáciles, pero lo que sí es cierto es que serán estos los referentes de todos aquellos le apuesten a una política ejercida desde una ética mínima. Coincidencialmente, la mayor parte de los que señalan la inconveniencia de un tercer período presidencial de Uribe pertenecen a este grupo.
Del lado del “Todo se vale”, una buena parte está en La Picota o en tránsito hacia alguno de los pabellones. Pero lo realmente grave es que detrás de ellos están surgiendo reemplazos menos visibles, y por ello mismo, con posibilidades de ser más efectivos en la aplicación de los viejos vicios políticos que en sus extremos llegaron a la alianza macabra con el paramilitarismo.
De la capacidad de los líderes de opinión de seguir señalando oportunamente a la ciudadanía las buenas prácticas de la “Política ética” y las malas del “Todo se vale”, dependerá en parte que los colombianos no vuelvan a equivocarse en el futuro.
Publicado El Nuevo Siglo 12-05-2008
Publicado http://www.lapalabradital.com
Para muchos líderes políticos del país, de izquierda y de centro principalmente, y también algunos de derecha, el país tiene que abandonar la “cultura del atajo” y el “todo se vale”. La parapolítica ha afectado al país al menos en los últimos diez años, pero la opinión pública sólo ha comenzado a asumirlo después de los trabajos académicos dirigidos por León Valencia y Claudia López. Y fue el proceso judicial iniciado por la Corte Suprema de Justicia, el que llevó a que la clase política se dividiera prácticamente en dos: aquellos que éticamente defienden que No todo vale y aquellos que resultaron aliados a los paramilitares en sus regiones o al menos beneficiados la coacción ejercida por estos sobre la población. Resultaron en Colombia dos bandos: el de la “Política ética” y el del “Todo se vale”.
Del lado de la “Política ética” los colombianos podrán contar con Mockus, Fajardo, Lucho Garzón, Rafael Pardo, Martha Lucía Ramírez, Gina Parodi, María Emma Mejía, Juan Camilo Restrepo, algunos miembros del Partido Liberal y líderes de izquierda civilista. Lucho Garzón habló de Guantanamera como una gran coalición democrática de socialdemócratas, conservadores sociales, centristas y algunos liberales. Más recientemente, Martha Lucía Ramírez sugirió un nuevo gran partido de centro que reúna a muchas de estas personalidades e ideas cuyo mínimo común denominador es la ética en la política. El realismo político sugeriría que tales acercamientos no son fáciles, pero lo que sí es cierto es que serán estos los referentes de todos aquellos le apuesten a una política ejercida desde una ética mínima. Coincidencialmente, la mayor parte de los que señalan la inconveniencia de un tercer período presidencial de Uribe pertenecen a este grupo.
Del lado del “Todo se vale”, una buena parte está en La Picota o en tránsito hacia alguno de los pabellones. Pero lo realmente grave es que detrás de ellos están surgiendo reemplazos menos visibles, y por ello mismo, con posibilidades de ser más efectivos en la aplicación de los viejos vicios políticos que en sus extremos llegaron a la alianza macabra con el paramilitarismo.
De la capacidad de los líderes de opinión de seguir señalando oportunamente a la ciudadanía las buenas prácticas de la “Política ética” y las malas del “Todo se vale”, dependerá en parte que los colombianos no vuelvan a equivocarse en el futuro.
Publicado El Nuevo Siglo 12-05-2008
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