Las catástrofes recientes de China y Myanmar y la momentánea sensibilidad política y social que suele acompañar las imágenes del desastre, permiten reflexionar sobre el futuro de los desastres naturales en el mundo. También sirven como espejo para reflexionar sobre la necesaria preparación de las instituciones, en particular en Colombia, en cuanto a la recuperación post-desastre.
El sismo de Sichuan en China demostró que el Estado chino está más dispuesto a asumir un esquema de decisiones moderno y a la vez abierto a la observación y la cooperación nacional e internacional en materia de atención a la crisis y de reconstrucción. La respuesta del gobierno de Myanmar al ciclón que dejó más de tres millones de damnificados ha sido todo lo contrario: aversa a la observación internacional y denotando una gran dificultad para la toma de decisiones apropiadas. En ambos casos, las explicaciones a la forma de tomar decisiones y a la opacidad o transparencia puede ser política. Mientras los chinos han entendido que en el mundo globalizado y con una sociedad más informada es fundamental la transparencia y la humildad para dejarse ayudar; el gobierno dictatorial de Myanmar ha escogido la opacidad de las decisiones y la desconfianza frente a la ayuda internacional, probablemente como una forma de esconder la debilidad institucional de su régimen autoritario. Como siempre, son las comunidades las beneficiadas o afectadas de las formas de tomar decisiones frente a las catástrofes.
Colombia, como lo ha demostrado la historia reciente (Popayán, Eje cafetero; Chinchiná y Armero, La Mojana y muchos barrios subnormales en las ciudades), es escenario de catástrofes naturales y lo seguirá siendo. El país ha desarrollado un sistema de prevención y atención de desastres que, sobre el papel, es ejemplo en América Latina. Pero el análisis de cerca permite decir entender que ese sistema todavía debe mejorar mucho para atender mejor las futuras catástrofes, pues en general hereda las dificultades propias de la institucionalidad de la cual hace parte: problemas para la toma de decisiones estratégicas y eficaces en el corto plazo, graves problemas de coordinación; dificultades para dimensionar la verdadera magnitud de los problemas e ineficacia, aún “viendo” los problemas de frente, como le pasa al Ministro del Interior y al director del INPEC frente a la criminalidad y los computadores en las cárceles. Es un buen momento para evaluar nuestra verdadera capacidad institucional para hacer frente a las catástrofes naturales.
Publicado El Nuevo Siglo 26-05-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
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