Sin el complejo de la guerra de guerrillas ahora los colombianos podremos sentarnos a discutir los temas de fondo. ¿Cómo daremos los grandes debates sin tener la siempre fácil excusa de las FARC? ¿O de los paramilitares? Es el reto de la política para la Colombia que cambió.
Algunos tratarán de mantener los viejos fantasmas. Pues se sabe que ha sido ha sido recurrente en la historia de la humanidad gobernar a través del miedo, como lo recuerda Corey Robin en su libro Fear: The history of a political idea. Pero es posible que, con unas FARC amputadas y desvertebradas, ya los colombianos no comamos cuento. Como lo hemos dicho aquí: las ciudades ya estamos en post-conflicto y ya se necesita otra política. El problema es que, con notables y saludables excepciones, la generación de políticos del conflicto, no sabe todavía pensar en clave de post-conflicto. Sin el conflicto con tema, los políticos tradicionales de las regiones, recién liberados o no, tal vez se refugiarán en los sempiternos discursos populistas. Y se mantendrán en la lógica de los puestos y los favores y no habrá rápidamente en las regiones un debate político para la Colombia del post-conflicto.
Queda esperar que los presidenciables que quedan hoy asuman el debate que toca. Miremos cómo está el poker. Juan Manuel Santos, que es habilidoso y es reconocido como el hombre de la estrategia de guerra, deberá construirse una imagen de estratega moderno del desarrollo. Si juega bien y convence a Ingrid de ir en el mismo tiquete, puede ganar la mano. La misma Ingrid es la segunda del juego. Y tiene una posibilidad de aumentar su presencia en la opinión pública colombiana, moviéndose afuera del país. Como dijo Eduardo Chávez, si no comete errores, ella es una candidata fuerte, a la que Lucho Garzón ya se ofreció a cargarle la maleta. El tercero es Sergio Fajardo, el más sintonizado hoy con los habitantes urbanos del país. Va lento y seguro haciendo la tarea de conocer el país. Su prueba más dura: enfrentar a los que ya no quieren más paisas en Palacio. Martha Lucía Ramírez, con un discurso moderno, acaba de presentar su candidatura en entrevista a El Espectador y está formando un dream team con un equipo joven y competente. Rafael Pardo depende hoy menos de su talento y sus conocimientos, que de la capacidad de reacción del partido liberal. Y si alguien pregunta por el espacio del Polo, hay que decirle que es el más perjudicado con los cambios recientes, pues lleva seis años sin pensar el país, pensando sólo en Uribe y cuidando nichos electorales unipersonales. Y, como en todo juego, habrá que esperar como reparte las cartas el tallador. Que en este caso es un Uribe, que pesará mucho en la campaña, sino para endosar votos, al menos para poner sus recursos de poder a nombre de alguien. Y si no decide reelegirse.
Publicado El Nuevo Siglo 27-07-2008
Publicado www.lapalabradigital.com