Juan Bobo ha muerto y murió de Hábitat! Juan Bobo es un sector de la Comuna Nororiental de Medellín, al lado de la quebrada del mismo nombre, en el cual se había conformado con el tiempo uno de los tantos asentamientos humanos en situación de riesgo por deslizamiento o avalancha y con altísima vulnerabilidad socio-económica. En los últimos años, la Administración de Medellín desarrolló allí un novedoso programa de mejoramiento integral, consolidación habitacional y construcción de vivienda de interés social. Ha sido novedoso porque partió de un ejercicio de planeación comunitaria, que permitió definir una adecuada intervención urbanística y rehabilitar las casas de los vecinos. El resultado: 300 familias con mejores condiciones de hábitat, es decir, mejor vivienda, mejor espacio público, riesgos mitigados y mejor convivencia. También mejoraron los niveles de confianza entre esta comunidad y la Administración de la ciudad, así como la percepción de seguridad de los habitantes de este barrio pobre de Medellín.
La quebrada, que antes era La Juana, tomó el nombre de un delincuente que se hacía llamar Juan Bobo, pero que no era tan bobo, y que había hecho de este barrio la retaguardia de su actividad criminal. Todos recordarán que la Comuna Nororiental de Medellín fue en el pasado epicentro de la violencia más exacerbada, que se combinaba con la grave situación de marginalidad social y económica. Era, para el resto de la ciudad, un territorio del miedo.
El proyecto de rehabilitación había pasado desapercibido frente al gran proyecto de renovación urbana de la comuna, marcado por los hitos del metrocable y la biblioteca pública inaugurada por los mismos reyes de España. En Juan Bobo se ha dado más bien una intervención urbanística casi de acupuntura, que demuestra cómo es posible rehabilitar los barrios subnormales en Colombia. Ya la agencia de las Naciones Unidas para el Habitat ha elegido este como un ejemplo mundial.
Y de paso quedan varias lecciones para el resto de ciudades colombianas. Primero, se muestra cómo es posible que los urbanistas y las autoridades conciban las soluciones con los propios ciudadanos afectados. También se muestra que es posible brindar, a precios accesibles, soluciones de vivienda terminada a los más pobres. Muchos siguen pensando que el lote con servicios o vivienda progresiva es la solución al déficit de vivienda. Tal vez haya que ponerse en la camisa de los ciudadanos sin techo y preguntarse si es mejor una casa terminada en el corto plazo, aunque más pequeña, o una casa más grande autoconstruida a 10 o 20 años. Probablemente no haya solución única y haya que combinar aproximaciones. Lo que Juan Bobo, ahora llamado Nuevo Sol de Oriente, demuestra es que el ciudadano urbano de bajos recursos ya puede constatar que la política pública puede apuntarle efectivamente a soluciones de vivienda acabada. Para los alcaldes de las grandes ciudades ofrecer menos tiene costo político.
Publicado El Nuevo Siglo 25-02-2008
Publicado www.lapalabradigital.com
La quebrada, que antes era La Juana, tomó el nombre de un delincuente que se hacía llamar Juan Bobo, pero que no era tan bobo, y que había hecho de este barrio la retaguardia de su actividad criminal. Todos recordarán que la Comuna Nororiental de Medellín fue en el pasado epicentro de la violencia más exacerbada, que se combinaba con la grave situación de marginalidad social y económica. Era, para el resto de la ciudad, un territorio del miedo.
El proyecto de rehabilitación había pasado desapercibido frente al gran proyecto de renovación urbana de la comuna, marcado por los hitos del metrocable y la biblioteca pública inaugurada por los mismos reyes de España. En Juan Bobo se ha dado más bien una intervención urbanística casi de acupuntura, que demuestra cómo es posible rehabilitar los barrios subnormales en Colombia. Ya la agencia de las Naciones Unidas para el Habitat ha elegido este como un ejemplo mundial.
Y de paso quedan varias lecciones para el resto de ciudades colombianas. Primero, se muestra cómo es posible que los urbanistas y las autoridades conciban las soluciones con los propios ciudadanos afectados. También se muestra que es posible brindar, a precios accesibles, soluciones de vivienda terminada a los más pobres. Muchos siguen pensando que el lote con servicios o vivienda progresiva es la solución al déficit de vivienda. Tal vez haya que ponerse en la camisa de los ciudadanos sin techo y preguntarse si es mejor una casa terminada en el corto plazo, aunque más pequeña, o una casa más grande autoconstruida a 10 o 20 años. Probablemente no haya solución única y haya que combinar aproximaciones. Lo que Juan Bobo, ahora llamado Nuevo Sol de Oriente, demuestra es que el ciudadano urbano de bajos recursos ya puede constatar que la política pública puede apuntarle efectivamente a soluciones de vivienda acabada. Para los alcaldes de las grandes ciudades ofrecer menos tiene costo político.
Publicado El Nuevo Siglo 25-02-2008
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