13 de abril de 2008

Tasa "natural" de homicidios

Para la elaboración del Plan de Desarrollo de Bogotá y la fijación de metas, se viene discutiendo cuál debe ser la meta en materia de indicadores de seguridad. El indicador tasa de homicidios por 100.000 habitantes ha sido tomado desde antes para ilustrar y medir los avances de Bogotá en seguridad. ¿Hasta dónde puede comprometerse hoy la Administración Distrital en materia de tasa de homicidios?

Según los registros policiales, la tasa de homicidios en Bogotá no superaba los 20 por 100.000 habitantes en los años 70. Fue durante los 80 que aumentó hasta alcanzar su paroxismo en 1993: 80 homicidios por 100.000 habitantes. Los analistas explican esta alza por una combinación de factores: desde el coletazo de la criminalidad organizada asociada al narcotráfico y al conflicto armado, hasta la intolerancia y los problemas de convivencia. Desde 1993, comenzó un proceso continuo de descenso de la tasa de homicidios, hasta el nivel actual de 18 homicidios por 100.000 habitantes. No hay explicación única de los motivos de este descenso. Una confluencia de factores podría explicarlo: desde factores nacionales como el fortalecimiento de la fuerza pública y el desmantelamiento de los grandes carteles de la droga, hasta factores de la ciudad como la cultura ciudadana, el mejoramiento del entorno urbano, la corresponsabilidad y la política social.

La pregunta es si las condiciones de conflictividad social que existen hoy en Bogotá permiten, incluso aplicando las mismas medidas de antes, que el homicidio siga cayendo de la misma manera. Nada permite afirmarlo. Tampoco negarlo. A juzgar por la tendencia, parecería que el fenómeno de violencia homicida ha comenzado a llegar a un nivel “natural”, parecido al de los años 70. Expertos dicen que “la curva de la tasa de homicidios se está aplanando”.

Existen fenómenos estructurales que no facilitan pronóstico o prospectiva alguna sobre la cifra de homicidios en los próximos años. El narcotráfico en el país no ha cedido y los grupos paramilitares y de guerrilla parecen migrar hacia bandas con armas, autonomía y claros fines lucrativos. Bogotá sigue recibiendo parte importante de población desplazada por la violencia y de población desmovilizada. El porte de armas no tiene grandes restricciones. El control de estos aspectos no depende hoy de la Administración Distrital. Parecería que, ceteris paribus, Bogotá está llegando a una “tasa natural de homicidios”, retomando el término de expertos como Isaac Beltrán y Bernardo Pérez. Moreno debería comprometerse, más que con una cifra de homicidios, con el desarrollo una política que, mínimo, mantenga la tasa actual y fortalezca la prevención de la delincuencia y violencia física. También, junto con la Policía Metropolitana, con una mayor focalización en la lucha contra las manifestaciones de criminalidad organizada que puedan afectar a Bogotá. Debe la Administración discutir con la Nación y otros actores nacionales, la acción privilegiada sobre factores que afectan la ciudad y cuyo abordaje no es competencia distrital.

Publicado El Nuevo Siglo 14-04-2008
Publicado
www.lapalabradigital.com

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