El debate sobre los temas urbanos y de vivienda en la región ha evolucionado en los últimos años desde la perspectiva técnica. Se han podido diagnosticar las áreas de dificultad de la región en la materia: déficits de planeación urbana, segregación socioespacial, infraestructura con problemas de adaptabilidad a cambio climático y de vulnerabilidad a crisis naturales, economías urbanas subóptimas en términos de su potencial, además de desafíos en gobernanza urbana y en materia de confianza en las instituciones locales.
La propuesta del Derecho a la Ciudad se ha promovido con fuerza desde las redes latinoamericanas y ha permeado incluso la perspectiva de la Nueva Agenda Urbana global gracias al impulso latinoamericano. El Derecho a la Ciudad propende porque todos los habitantes urbanos tengan acceso a los servicios básicos y a la vivienda en la ciudad, así como a las oportunidades del desarrollo sostenible, sin distingo de su condición social, étnica, económica, o de sus preferencias sexuales, políticas o religiosas, y todo en un marco de inclusión, convivencia y tolerancia.
Se ha abordado igualmente la necesidad de avanzar en los marcos legales, en los sistemas de planificación urbana y en las estrategias de financiamiento para hacer realidad las políticas urbanas nacionales o subnacionales y la implementación local a través, por ejemplo, de operaciones urbanas integrales y de operaciones de mejoramiento integral de barrios, entre otros instrumentos de acción integrada.
Frente a lo anterior, el ángulo que interesa aquí es analizar cómo se ha desarrollado la acción regional en ámbitos como la definición de marcos regionales para apoyar la Nueva Agenda Urbana y las políticas de vivienda, o, en la coyuntura actual, para facilitar el trabajo de recuperación en el marco de la pandemia del Covid-19.
Inicialmente se debe resaltar la construcción de una posición general latinoamericana en las discusiones previas a la Conferencia Habitat III de Quito. Una instancia regional como MINURVI (Foro de Ministros y Altas Autoridades en Desarrollo Urbano y Vivienda de América Latina) mantuvo una discusión permanente para defender una posición en Hábitat III. En abril de 2016, la reunión regional Rumbo a Habitat III de Toluca, permitió establecer posiciones regionales concretas para contribuir a la discusión global. En Toluca se dieron cita no sólo los gobiernos nacionales, sino también las redes regionales de gobiernos locales (FLACMA, Mercociudades, Red Allas, etc) y las redes regionales de actores interesados y temáticas (red mujer y hábitat, red de instituciones financieras, redes sobre espacios públicos, redes sobre movilidad, redes de jóvenes, redes del sector inmobiliario, redes de representantes del sector de servicios básicos, redes comunitarias, etc). Esta multiplicidad de actores discutió e intercambió en un diálogo horizontal para cumplir el objetivo de alcanzar una posición regional. Por supuesto, en el proceso también participaron diplomáticos de la región.
La implementación de la Nueva Agenda Urbana a partir de 2017 se ha beneficiado de esta dinámica positiva de Toluca y, con la facilitación de ONU-Hábitat y de CEPAL, un grupo de unas 200 personas representando un colectivo de redes regionales, incluyendo a MINURVI, federaciones regionales de gobiernos locales, redes profesionales y temáticas y redes ciudadanas, desarrolló un Plan de Acción Regional para la implementación de la Nueva Agenda Urbana. Este proceso de diálogo entre actores regionales permitió acordar acciones regionales y contrastar ideas y experiencias sobre un tema como el desarrollo urbano, que puede tener expresiones y representaciones sociales diferentes en cada territorio.
El contexto de COVID-19 también ha contribuido a un diálogo regional urbano. América Latina es la región más afectada hasta el momento por la crisis sistémica de COVID-19. Además de la tragedia de miles de vidas humanas perdidas, los impactos de la pandemia en la región son enormes en términos de destrucción de empleos, afectaciones en educación, movilidad, actividad económica, prestación de servicios, y desarrollo humano en todos los países y en sus territorios. Esta disrupción ha puesto en riesgo el efectivo ejercicio de los derechos económicos, sociales y culturales, el logro de los principios de las agendas globales y ha obligado a cuestionar de forma contundente los modelos de desarrollo vigentes. La crisis ha hecho evidente igualmente la interconexión entre diversas esferas de la vida en la ciudad: la protección social, la economía, la libertad y los derechos, para mencionar pilares de la vida en sociedad. Esta interacción ha puesto en relieve la necesidad de pensar en estrategias multidimensionales urbanas de recuperación socio-económica en el contexto de la pandemia.
En este proceso, la discusión regional también está mostrando sus ventajas. Los órganos intergubernamentales regionales han generado importantes espacios de colaboración e intercambio de experiencias de respuesta y planeación de la fase de recuperación. Se ha activado una conversación regional fluida tanto entre niveles nacionales (a través de MINURVI), como entre niveles locales de gobierno (principalmente en torno a FLACMA y Mercociudades). Igualmente, una convergencia de redes regionales temáticas y ciudadanas están construyendo y co-creando soluciones y propuestas.
Es posible constatar que ha existido conversación y acción regional integrada en el aporte de América Latina a la Nueva Agenda Urbana, también en torno a su proceso de implementación y, ahora, en torno a las estrategias de intervención en el contexto de covid-19. Hay conciencia de que el propósito de esta integración regional para construir y promover soluciones a la crisis cae en el ámbito de la integración para la construcción de bienes públicos regionales. Esto abre un espacio para profundizar en las posibilidades del proceso y de los resultados para lograr una “nueva y mejor normalidad”.
Queda la pregunta de si estas acciones regionales permiten derivar y catalizar una forma de contribución a la construcción de un multilateralismo regional en áreas de interés común del desarrollo sostenible como las ciudades y la vivienda. Una integración regional que parte de problemas concretos y que arroja resultados específicos, contribuyendo a la construcción de bienes públicos regionales, en temas que no son los tradicionalmente tratados en el mundo de las relaciones internacionales.
En un momento en el que muchos observan una crisis en varios aspectos del multilateralismo, vale la pena observar cómo actores multi-país y diferentes a los gobiernos nacionales, tales como redes regionales de gobiernos locales, de instituciones académicas y de organizaciones ciudadanas, interactúan en torno a temas periféricos para las relaciones internacionales. Esta acción ha permitido no sólo mantener una conversación y un intercambio permanente, sino también acordar reglas de juego y llegar a nuevos resultados frente a los problemas específicos que se proponen enfrentar, en este caso en el ámbito del desarrollo urbano y de las estrategias de vivienda. Se trata de formas concretas de integración regional y multilateral, desde otros ángulos, que tal vez inspiren a los actores y a las partes tradicionales de la discusión multilateral y de la integración de América Latina.
Celebrar el Día Mundial del Hábitat durante Octubre Urbano es también celebrar la posibilidad de aportar desde el desarrollo urbano, el hábitat y la vivienda a la integración regional y a un nuevo multilateralismo, para no dejar a nadie atrás.
Rio de Janeiro, Octubre 7 de 2020
Publicado en www.paradiplomacia.org
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