En 2016 se promulgó en la reunión de Habitat III en Quito, Ecuador, la Nueva Agenda Urbana. Fue un documento de referencia para darle marco a la acción. Hoy cuenta ya con un Plan Regional, liderado desde CEPAL y ONU-Habitat a solicitud de los Ministros de Desarrollo Urbano y Vivienda de América Latina y el Caribe agrupados en MINURVI. Cuenta también con la iniciativa de plataformas a la Nueva Agenda Urbana que permitirá hacer seguimiento y al mismo tiempo apoyar su implementación. En la construcción de dicha carta de navegación urbana, América Latina contribuyó de manera importante a partir de sus experiencias, de sus logros en algunas ciudades, de sus avances en política pública nacional y en sistemas de referencia legal e institucional, de sus impulsos en política pública. También contribuyó con sus aspiraciones y sueños, muchos de ellos aún por escalar.
Ciudades como Curitiba, Buenos Aires, Montevideo, Rosario, Quito, Guayaquil, Bogotá, Medellín, Aguascalientes y muchas más, cuentan todas con ejemplos y casos “piloto” que han sido considerados como inspiraciones y contribuciones sólidas a la discusión que permitió llegar a la Nueva Agenda Urbana global. Esto es cierto en áreas como planificación urbana, espacios públicos, gestión de la pobreza urbana, mejoramiento integral de barrios, etc.
Pero en el campo de marcos institucionales y legales de política pública, es donde tal vez más contribuyó la experiencia latinoamericana a la concepción de la estructura y contenidos de la Nueva Agenda Urbana. Y en ello, Brasil ha sido un referente.
En las últimas dos décadas Brasil construyó un marco legal y normativo robusto orientado a sustentar la implementación efectiva de sus reformas urbanas. De esa manera pudo avanzar en temas como la regularización de tierras, con gran impacto en la posibilidad de brindar oportunidad de mejoramiento a las favelas y asentamientos precarios.
El avance normativo brasilero también permitió implementar instrumentos importantes, como las zonas especiales de interés social (Zeis) que permitieron un marco específico en materia de uso y gestión del suelo para apoyar el desarrollo de vivienda social y por ende un impacto positivo en la reducción de los déficits cuantitativo y cualitativo de vivienda en las ciudades brasileras.
Y hay varios hitos brasileros que han sido ampliamente reconocidos por América Latina y que han contribuido a forjar un imaginario sobre lo que debe ser la implementación de la Nueva Agenda Urbana. Esto incluye la aprobación del Estatuto de la Ciudad en 2001, la creación de una institucionalidad para las ciudades, en este caso el Ministerio de las Ciudades, en 2003; y la constitución de un órgano plural para facilitar la dialéctica, el intercambio de visiones y la concertación de diferentes actores sobre los temas urbanos, esto es el Consejo de las Ciudades, en 2004. Estos hitos facilitaron el desarrollo de políticas para acompañar a las ciudades en sus desafíos y oportunidades, estableciendo metas en sus planes y previendo importantes inversiones inicialmente en los sectores de saneamiento básico y movilidad urbana, y luego desde 2009 en vivienda social a través del Programa Mi Casa, Mi Vida. Todas estas experiencias han sido objeto de evaluaciones y análisis que han arrojado un acervo importante de orientaciones y lecciones aprendidas. Este activo también contribuye hoy como referente para algunos países en la implementación de la Nueva Agenda Urbana.
Finalmente, Brasil a través de sus instituciones y organizaciones ha impulsado el marco del Derecho a la Ciudad como concepto central de la Nueva Agenda Urbana. El Derecho a la Ciudad propende por una ciudad en la que todos puedan tener acceso a los servicios básicos y el goce de las oportunidades del desarrollo, y disfrutar de ello en libertad. En el leguaje más contemporáneo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Derecho a la Ciudad propende por No Dejar a Nadie Atrás en las Ciudades. Si bien el concepto de Derecho a la Ciudad fue objeto de amplias discusiones durante los trabajos preliminares de Habitat III, logró ser incorporado ya que varios países que lo aceptaron como sinónimo de “Ciudades para todos” .
Será importante que la nueva institucionalidad brasilera en torno al Ministerio de Desarrollo Regional, que integrará las funciones del antiguo Ministerio de las Ciudades, pueda construir sobre lo construido y dar un paso nuevo en acciones, marcos de referencia y aspiraciones para las ciudades brasileras. América Latina toda podría seguir inspirándose de las futuras experiencias brasileras.
Rio de Janeiro, enero 30 de 2019